La portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajárova, ofrece una rueda de prensa en Moscú, capital.
Los llamados “cascos blancos” en Siria ocultan su complicidad con el terrorismo bajo la figura de ayuda humanitaria, denuncia la Cancillería de Rusia.
La portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajárova, ha indicado este jueves que la organización denominada “cascos blancos” oculta saqueo y robo de la propiedad de los sirios, además de su directa complicidad con el terrorismo bajo la coyuntura humanitaria.
Zajárova ha denunciado la continuidad del apoyo que brindan “los pastores occidentales” a los “cascos blancos”, pese a tener evidencias del papel que protagonizan en ataques químicos y bombardeos lanzados contra los civiles sirios.
“Los pastores occidentales aún no han abandonado el apoyo que brindan a la organización de los “cascos blancos” y sus estructuras”, ha denunciado la diplomática en una rueda de prensa celebrada en Moscú, capital rusa, y recogidas por la agencia siria de noticias SANA.
En alusión a grandes violaciones a los derechos humanos que se realiza en Siria por parte de grupos como los llamados “cascos blancos”, que gozan del pleno apoyo de Washington y sus aliados, Zajárova ha denunciado que EE.UU. ignora las violaciones a los derechos humanos no solo en otros países sino en su propio territorio.
El poco compromiso con los derechos humanos, de acuerdo con la vocera de la Cancillería rusa, le quita a EE.UU. la credibilidad de pronunciarse sobre este asunto cuando se trata de otros países.
La organización “cascos blancos”, que más tarde adoptó el nombre de Defensa Civil Siria, fue creada entre finales de 2012 y principios de 2013 por James Le Mesurier, un exoficial del Ejército británico, y actúa en los territorios controlados por las bandas armadas, sobre todo del Frente Al-Nusra (autodenominado Frente Fath Al-Sham), vinculado con el grupo terrorista Al-Qaeda.
Tanto Damasco como Moscú han presentado varias pruebas sobre la cooperación entre los terroristas y los “cascos blancos” para organizar ataques químicos con el fin de incriminar al Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, y justificar así la intervención extranjera en el país levantino.
Para Rusia y Siria, la organización también es una especie de “maniobra de relaciones públicas” de EE.UU., el Reino Unido y Francia.