Con el contrato más abominable en la historia nacional del entreguismo, Juan Guaidó pretendió hipotecar a los venezolanos, hipotecar el país, hipotecar la patria, hipotecar la seguridad y defensa, pero por sobre todo, hipotecar nuestra paz, todo eso de un plumazo, expresó Miguel Ángel Pérez Pirela en una emisión de Desde donde sea dedicada por completo a analizar, desde la perspectiva de la teoría del Estado, el documento suscrito por el diputado y otros personajes de la ultraderecha con la empresa contratista de guerra estadounidense Silvercorp.
El tema se había conocido parcialmente en los días anteriores, pero se difundió en toda su magnitud porque el contrato fue publicado in extenso por el diario estadounidense The Washington Post.
“Es abominable, va más allá de todo límite pensable. Me quedé corto al denunciar que Guaidó había firmado un contrato para llenar de sangre a Venezuela.
Va mucho más lejos. Es un contrato para la eliminación del Estado venezolano, para la erradicación del Estado-nación venezolano.
Es un documento con la intención manifiesta de marcar el final de la República Bolivariana de Venezuela”, dijo el filósofo y comunicador.
Para comprender cabalmente la dimensión de lo que se ha pretendido hacer, consideró necesario revisar los fundamentos teóricos del Estado.
“Solo así se entiende la gravedad inaudita que significa la firma de este contrato. Se está delegando el poder del Estado a una empresa privada, a Silvercorp, una contratista de la guerra.
Se anulan el poder, las competencias, las capacidades del Estado venezolano. Se trata también de una privatización de facto de la violencia legítima del Estado, como lo diría el sociólogo Max Weber”.
“Se propone la abolición del derecho fundamental a la vida. Se establece la eliminación de personas y, negro sobre blanco, se le coloca tarifas, precio a la cabeza de la gente, algo que no es de extrañar porque el mismísimo Trump ha puesto precio a la cabeza del presidente Nicolás Maduro y a otras altas autoridades nacionales”, agregó.
Precisó que el contrato elimina los límites de la República, su soberanía y desactiva a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
“Un Estado moderno tiene unas fronteras determinadas, legítimas, manifiestas y aceptadas. El primer ataque frontal de este contrato es contra la existencia misma del Estado y su soberanía –explicó-. La segunda característica de un Estado es tener unas fuerzas armadas comunes.
Si en un solo Estado se concentran diversos tipos de fuerzas armadas, en realidad hay tantos estados como fuerzas armadas controlen territorios específicos.
La tercera característica es una cabeza común, que puede ser un presidente, un primer ministro o un rey, según el sistema político vigente, pero en todo caso, una figura que tiene beligerancia y poder sobre los límites y sobre las armas. Por eso en Venezuela, el presidente es el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”.
Según Pérez Pirela, de aplicarse lo establecido en el contrato, las tres características quedarían eliminadas, delegadas, entregadas y privatizadas en manos de una empresa contratista de la guerra estadounidense, algo que pone en evidencia la inaudita gravedad de lo que ha firmado el autoproclamado dirigente opositor.
Soberanía destruida
Uno de los conceptos fundamentales de la teoría del Estado que se destruye completamente en el convenio divulgado por The Washington Post es el de la soberanía. Pérez Pirela disertó acerca de la teoría sobre este punto, utilizando la obra La cuestión colombo-venezolana, de la que fue coautor y editor.
“Allí cité Los seis libros de la República, un texto de Jean Bodin, de 1576, un autor del Renacimiento que coloca los fundamentos del concepto del Estado moderno y de una soberanía que se presenta como ilimitada, perpetua, indivisible, inalienable e imprescindible.
Es un poder originario, que no depende de otros y establece la diferencia entre derecho privado y derecho público.
Desde el punto de vista filosófico, el concepto de soberanía, antes de ser territorial tiene que ver con el pueblo”.
Acotó que los primeros límites y la primera soberanía es individual, la del cuerpo y de allí derivan muchos de los derechos humanos.
“Nadie puede vulnerar los límites de tu cuerpo, golpearlo o violarlo porque es una violación a tu soberanía.
La autodefensa es un elemento fundamental de la soberanía. Lo mismo puede decirse de un Estado. Debe ser respetado en su corporeidad y quien pretende vulnerarla, recibe una respuesta contundente por parte de la fuerza armada, de las armas de la nación”.
“Otra característica fundamental de la soberanía es la autonomía. En otros programas hemos hablado de este punto. Auto, que significa yo y nomos, que es ley en griego.
El Estado, con límites comunes, fuerzas armadas comunes y liderazgo común, puede crear sus propias leyes. Si depende de un tercero para legislar, es un Estado sin soberanía”.
Recapitulando hasta este punto, insistió en que el contrato firmado por Guaidó cede los límites, cede la soberanía, cede la FANB, cede el liderazgo del presidente constitucional, electo por los venezolanos y, además, cede al derecho privado lo que es exclusivo del derecho público.
“Es decir, que Guaidó nos hipotecó a los venezolanos, hipotecó a nuestro país, a nuestra patria, a nuestra nación, a nuestra seguridad y defensa, pero por sobre todo, hipotecó nuestra paz”.
Continuó leyendo fragmentos de La cuestión colombo-venezolana, concretamente un pasaje en que cita el trabajo La crisis del Estado, de G. Sabine:
“La soberanía, como poder supremo sobre los ciudadanos y súbditos, no está ni siquiera sometida en última instancia a leyes particulares.
La soberanía va más allá de toda ley. Se trata de un poder supremo, que es perpetuo, a diferencia de cualquier concesión de poder limitada a un período determinado.
Es un poder no delegado o delegado sin límite, es inalienable y no está sujeto a prescripción. No está sometido a las leyes porque el soberano es la fuente del derecho”.
Según el moderador, esto significa que “la soberanía está por encima de cualquier contrato que pueda firmar cualquiera que se diga presidente de la República y que se tome las atribuciones de contratar con nuestra libertad, con nuestra paz, con nuestra soberanía.
Juan Guaidó se atribuyó a sí mismo los derechos inherentes al pueblo venezolano, entregándoselos a un tercer Estado, que ya no es esta contratista, sino Estados Unidos”.
En el libro referido, escrito en 2012, Pérez Pirela plantea que si una organización paralela al Estado crea leyes (en este caso Guaidó y Silvercorp), hace que se cumplan y dicta políticas públicas para direccionarlas, no cabe duda de que nos encontramos frente a un paraestado dentro del Estado.
“De allí que plantear una relación asimétrica entre los estados (como ocurre entre EEUU y Venezuela) no conlleva a presuponer que existan estados más soberanos que otros, pues ello contradiría un principio básico que estructura el concepto de soberanía y que presupone que no existen niveles o grados de soberanía.
La soberanía o se tiene o no se tiene. Es como una mujer que no puede estar medio embarazada”, razonó.
“Si algún Estado ejerce sobre otro Estado una determinación tal que llega a tocar no solamente la creación de leyes, sino también la aplicación y direccionamiento de las mismas, estamos frente a eso que conocemos como una injerencia.
Eso es lo que está pasando en esta firma de contrato, que da luz verde a la injerencia”.
Macabros detalles
Continuó el análisis del documento poniendo atención a varios de sus detalles más macabros. “Cuando Juan Guaidó, junto con J.J. Rendón, acuerda pagar 212 millones de dólares y establece el pago adicional de un máximo de 16 millones por la captura, detención y eliminación de Nicolás Maduro está, antes que todo, colocándole precio a uno de los tres factores determinantes y fundacionales del Estado, que es el liderazgo, en este caso de la presidencia de la República –puntualizó-.
Cuando del contrato dice que si no se da el derrocamiento, la contratista puede seguir su trabajo, se le está poniendo fecha de vencimiento al Estado porque se está colocando por encima de él a una fuerza de intervención a la que denominan grupo táctico o comité estratégico”.
“Además de ello, surgen unas figuras fundamentales para entender de qué se trata esto, que son los inversionistas.
Ellos esperaban reunir unos 500 millones de dólares, pero luego les salió más barato. Era como ponerle un precio nada menos que a la República Bolivariana de Venezuela. En otras palabras, para Juan Guaidó, la República, sus límites, su soberanía, su paz, valen 212 millones de dólares. ¡Imagínense ustedes!”, enfatizó.
Comentó que eufemísticamente, en el documento se llama grupos de tarea a los asesinos mercenarios que mandarían sobre la FANB.
“La jerarquía del Estado-nación, el monopolio de la violencia legítima, ya no estaría en manos de la FANB, sino que esta debe someterse a los grupos de tarea.
En otras palabras, este marine, este boína verde que estuvo en Irak (Jordan Goudreau, dueño de Silvercorp) controlaría absolutamente todo, y a él solo lo controlaría Guaidó…
Pero, ustedes creen que con lo pendejo que es Guaidó, duraría un segundo después de que estos sujetos tomaran el poder. Él sería eliminado de inmediato y el Ejército de EEUU entraría a tomar el poder directamente. Se institucionalizaría el fascismo como ley del subestado.
Todo quedaría en manos de los grupos de tarea que tendrían luz verde para asesinar a quien sea sin responsabilidades jurídicas”.
Precisó que en el contrato se habla de “neutralizar” a soldados venezolanos para garantizar la eliminación del presidente de la República, Nicolás Maduro; de la vicepresidenta, Delcy Rodríguez; del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello; del fiscal general de la República, Tarek William Saab.
“Se les da absoluto poder de fuego, el uso legítimo de la violencia. Todo esto lo describe el contrato. Luz verde para asesinatos selectivos y destrucción de edificios.
Es tan pormenorizado en lo macabro, que se habla incluso de las armas que habrían de utilizarse y entre las aprobadas están algunas que ya se encuentran prohibidas en muchas partes del mundo, como las minas antipersonas.
Estaríamos en un escenario parecido al de Irak, Afganistán y Siria –advirtió-. Se da luz verde a las detenciones sin órdenes judiciales, al uso de la fuerza letal, todo dentro de la más absurda impunidad”.
Añadió que el contrato tendría prevalencia sobre la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. “Es decir, que un documento entre privados estaría por encima de nuestra sacrosanta Constitución, refrendada a través del voto por la mayoría de los venezolanos y las venezolanas”.
Más detalles indignantes: Los contratistas podrían entrar y salir de Venezuela, sin pasaporte, solo con el carnet de la empresa privada Silvercorp. “En el contrato se especifica que pueden utilizar uniformes. Supongo que no serán los de las FANB, sino los gringos.
Esto es una locura, una aberración, es inédito. Este documento contribuirá mucho al estudio las nuevas teorías del Estado porque pone por encima del Estado a una empresa privada. Decíamos, cuando no conocíamos la totalidad del contrato, que Guaidó había pactado la privatización de la guerra en Venezuela. Pero es peor: pactó la destrucción total de Venezuela, tal como la conocemos”.
Uno de los aspectos más depravados es que la empresa y sus mercenarios quedarían al margen de la jurisdicción venezolana. “Pueden venir a hacer lo que les dé la real gana y no se le pueden aplicar las leyes nacionales.
Algo parecido al caso de las 54 niñas colombianas violadas por los soldados estadounidenses que están en las bases y que tienen impunidad absoluta”.
“Pero eso no es todo: si le pasa algo a alguno de estos contratistas, el Estado venezolano tendría que pagarle a la familia una indemnización de 450 mil dólares por cada mercenario”.
En el documento se indica que será considerado terrorista cualquier venezolano que, a juicio de los mercenarios, deba ser eliminado. “Se establecería un estado de sospecha colectivo y no serían asesinados solo los chavistas, sino también independientes y opositores”, alertó.
La “cadena de mando”
“En medio de esta especie de pesadilla –expone Pérez Pirela-, plantean una cadena de mando, en la que el comandante en jefe es Guaidó…
Luego aparece un supervisor de proyectos, Sergio Vergara; un jefe de estrategia, J.J. Rendón; luego estaría el comandante en el sitio, que está por determinar y que podría ser Simonovis o Cliver Alcalá, según lo que dijo el ministro Jorge Rodríguez”.
Como estudioso del tema, consideró que “estamos ante un hecho inaudito, inédito, imposible de encontrar alguno parecido en los anales de la historia: que venezolanos como Guaidó y Rendón (si es que les cabe todavía el gentilicio) puedan orquestar o siquiera pensar o imaginar, pero sobre todo firmar un documento para la destrucción de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que es nuestro contrato social y del Estado-nación venezolano”.
Subrayó que, tras la difusión del texto completo, Guaidó no puede negar que firmó el contrato ni que no sabía.
“El llamado es la oposición y la derecha que no tuvo que ver con este contrato para que se pronuncien.
Esto va más allá de las diferencias entre chavistas, independientes y opositores, toca a la República.
Este contrato quedará como ejemplo, como paradigma absurdo en las teorías del Estado moderno. Representa la destrucción del Estado para ser sustituido por una empresa y la privatización de la violencia.
Entra sin mayor revisión al Manual universal del oprobio.
Estamos frente a una clase política dirigente de la derecha venezolana que está institucionalizando y legalizando el fascismo”.
Revisando el feedback de los participantes de Desde donde sea, encontró muy repetida la pregunta sobre cuándo estará preso Guaidó.
“Eso solo lo puede saber la justicia pero hay elementos de sobra. La justicia tiene sus tiempos, pero tampoco podemos ser pendejos.
Está en niveles bajos de popularidad, entre otras razones porque es un mentiroso y un gran ladrón. Se hizo de una cantidad inimaginable de dinero en un año mediante el robo de empresas y cuentas que son de todos y todas.
Ahora bien, está claro que él sueña con ser aprehendido, igual que quienes lo manejan, para tener un casus belli, un motivo para nueva agresiones contra Venezuela.
Lo mejor que le podría pasar es que lo metieran preso porque lo victimizarían. Hay que considerar todos los elementos de la estrategia política. Guaidó se está hundiendo solo y ha cometido delitos no solo en Venezuela, sino también fuera.
Lo más probable es que salga huyendo, igual que tantos otros que quieren acabar con la República, pero desde lejos”.
Comentó las declaraciones de Donald Trump y otros voceros del gobierno de EEUU desligándose del intento de invasión y diciendo que si ellos hubiesen participado habría habido otro resultado y que si quisieran hacerlo, invadirían el país sin problemas. “Son declaraciones infames. La verdad es que trataron de invadir y fracasaron, pero bueno, cada quien tiene derecho a patalear”, sentenció.
Libro recomendado
La lectura aconsejada en la faena de cierre de la semana fue:
Escritos de filosofía y política, del pensador y activista político venezolano Alfredo Maneiro
https://www.laiguana.tv/articulos/724415-guaido-entregar-venezuela-contrato-perez-pirela-video/