VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

Nicaragua: No nos llamemos a engaño: el capitalismo mundial y el imperialismo yanqui, están más vivos que nunca.

Los gobiernos de países del llamado “tercer mundo”, desesperados y rebasados por las circunstancias lanzan un S.O.S. al mundo para aliviar los embates de los desastres naturales, las guerras, epidemias y a veces por el hambre que aniquila a su población más vulnerable.
El clamor es escuchado y de entre la bruma y el oleaje de los Océanos surgen imponentes las albas y colosales estructuras de acero de los barcos-hospitales más grandes del mundo. 

 El USNS “Confort” o tal vez su homologo, el “Mercy” o quizá cualquiera de los muchos hospitales flotantes que acompañan a las letales e interventoras Flotas de guerra de los Estados Unidos desde hace más de cincuenta años. Son “generosos” los gringos.

Sin embargo, ¡Vaya paradoja! En estos días aciagos (en los cuales un miserable virus , un pedazo invisible de proteína, un retazo de ADN ha puesto de rodillas al mundo), esas orgullosas naves repletas de personal médico militar y tecnología médica de quinta generación, acostumbrados a “socorrer” a los países en infortunio (empobrecidos por el mismo Imperio que les tiende la mano para ponerles una curita, un esparadrapo) ha llegado a los puertos de Nueva York y los Ángeles, las ciudades más pobladas y ricas, mecas del capitalismo salvaje, de los Estados Unidos ahora convertidas en “zonas cero” de la pandemia en territorio gringo, donde los hospitales del opulento y privado sistema de salud han sido desbordados. 

 Los periodistas, al borde del colapso nervioso (como si estuvieran en Siria u otro escenario de guerra), suman dramatismo al reportar al mundo escenas inauditas (tratándose de la primera Potencia global), como aquellas en las que aparecen furgones refrigerados sirviendo de morgues improvisadas en las calles de Manhattan, mientras el gobierno cambia cada día de estrategias para administrar la crisis y lograr la reelección presidencial.

Un país que acostumbró a propios y extraños a ver triunfar sobre el mal a sus superhéroes, salvando al mundo una y otra vez en las pantallas de cine y videojuegos. 

Mientras en el plano real sus muchachos, en uniforme o en traje y corbata, descargan su descomunal poder militar, económico, tecnológico y financiero para imponer su voluntad de manera global, frente a cualquier oponente. 

Hoy, en estas primeras semanas de la crisis, mientras la pandemia de covid-19 (tal vez creada en sus propios laboratorios de biogenética) se esparce por el territorio norteamericano y el mundo, su arrogante presidente, su clase política y los grupos de poder, no hayan qué hacer para frenar el contagio y evitar la muerte por infección del virus a amplios sectores en riesgo. 

Dicen muy convencidos que hoy les cuesta ayudarse a sí mismo, mucho menos al mundo en pánico. Eso es lo que dicen.

Y mientras que los “especialistas” falsos y verdaderos (aunque alineados a la narrativa oficial del sistema) entrevistados por las grandes cadenas de televisión o a través de la poderosas Redes Sociales del imperio mediático nos martillan que “lo peor está por venir”, “que nos escondamos como cusucos”, la izquierda mundial, las victimas recurrentes de este sistema salvaje de explotación y de esa nación agresora llamada Estados Unidos, tiramos cachinflines al aire, muy alegres porque que creemos que tras el fin de la pandemia, la propia existencia del Imperialismo yanqui y el Capitalismo global (como Sistema económico y socio-político) estará seriamente comprometida, como –perdonen la comparación- la vida un paciente de alto riesgo (mayor y con patologías asociadas) infectado del conavid-19 en el abandono de su pobre apartamento. 

Es decir, la muerte del Capitalismo y su fase más dañina a nivel global, el capitalismo monopolista, su oligarquía financiera y su militarismo intervencionista, está “a la vuelta de la esquina”. 

Muchos queremos creer eso o tal vez los mismos “moribundos” nos estén induciendo -con sus técnicas de control psicosocial- a creer en ese feliz escenario

Se disparan las alarmas entre los economistas, médicos, universidades, centros de pensamiento, investigación y seguimiento del capitalismo global y la salud pública. 

¿Realmente estamos frente a una pandemia aniquiladora al estilo de las que han asolado a la Humanidad en la Edad Media y hace cien años?

 Y la pregunta que nos ocupa: ¿Es el fin del Capitalismo monopolista cuya manifestación más aterradora y cruel es el Imperialismo yanqui?

Tratando de responder a la primera interrogante, hay voces autorizadas entre esa comunidad científica responsable que adelantan criterios que la actual pandemia declarada por la OMS, en realidad no debería ser pandemia, que si bien es cierto es causada por un virus que se ensaña con una grupo de riesgo especifico, fragilizado por la edad o patologías previas (grupo poblacional al que se debería de privilegiar medicamente, es decir cuidar y dirigir a él la mayor parte de los esfuerzos médicos de prevención y cura) y administrar los riesgos para la población joven (como ante cualquier otro virus o bacteria de los millones que nos acechan) dejando a la naturaleza de nuestro sistema inmunológico hacer los que “sabe”: Crear barreras auto protectoras, “defenderse de la agresión viral”, como explica el virólogo Pablo Goldshmidt. 

Es decir, la ciencia y la experiencia se distancian del manejo mediático y gubernamental, afirmando que tales agentes patógenos no son extraños a la experiencia epidemiológica recurrente y así “ Diez millones de personas se contagiaron por la saliva y por la tos con el agente de la tuberculosis en el 2018, de los cuales 1 millón eran niños y 205 mil murieron” y “sabiendo que cada año hay 3 millones de recién nacidos que fallecen en el mundo de neumonía y 50.000 adultos en los Estados Unidos por la misma causa, sin que se emitan alarmas.” 

Pareciera que las agencias encargadas de administrar la información y el manejo sobre la salud pública global, los medios y gobiernos más influyentes del planeta han decidido dar un manejo distinto a esta crisis de salud.

Científicos de varios países, verdaderas autoridades en epidemiologia, virología y especialidades médicas conexas, tratan de llamar la atención de las autoridades y público en general sobre asuntos que tal parece han sido pasados por alto (¿premeditadamente?) y que dan pie a creer que una confabulación de proporciones gigantescas está haciendo de una grave crisis de salud, un instrumento no sólo para trastocar las políticas públicas a favor de los de siempre (los ricos), aumentar el control social a través del miedo y la manipulación, sino de oxigenar a un sistema económico decadente.

Aunque no hay que tener grandes y prestigiosos títulos colgados en la pared para entender que los poderosos intentan, camuflados en las urgencias de la pandemia, “recetear” al Capitalismo, frenar la crisis cíclica sistémica que ya estaba en curso mucho antes que apareciera el covid-19 en la cotidianidad del mundo, darle más años de vida a la dictadura del dólar (que desde hace algunos años viene perdiendo su uso como divisa mundial, por ejemplo en el ámbito de los hidrocarburos, donde ha caído a un cuarenta y cinco por ciento a favor de otras divisas y sistemas de pagos), frenar la desdolarización de la economía global, la creación de un sistema multidivisa , ralentizar o mejor aún, descarrilar el paso potente de su principal competidor comercial e industrial en que se ha convertido China continental, ahogar económicamente a Rusia, su gran rival militar y tecno científico, desaminar y realinear a sus propios socios que también amenazan la prosperidad egoísta de su antiguo jefe, preservar el sistema interbancario que responde al gobierno yanqui, la reserva federal y las grandes corporaciones globales.

Muchos se preguntan por qué varios mandatarios de poderosos países del llamado “primer mundo”(entre ellos los mandatarios de gringolandia, Gran Bretaña) al inicio de la propagación del Covid-19 parecía que escuchaban a las recomendaciones de la comunidad científica, disponiendo medidas restrictivas sociales menos duras (pareciendo entender que el sistema inmunológico de la población joven debe de crear sus propias barreras ante el virus, como ya ha pasado en recientes eventos, como el H1N1) y protegiendo muy especialmente a los grupos de riesgo. 

Sin embargo, pronto “cambiaron de opinión” y empezaron el encierro social a la vez que disponían de estratosféricos paquetes “de ayuda” o estímulos económicos (2.2 billones cortos de dólares sólo en los Estados Unidos), dinero que al final es como un rescate disimulado del propio sistema, en espera de más “estímulos” financieros para reanimar una economía en crisis. 

Los gringos no volverán a ser la potencia hegemónica que desde el fin de la primera guerra mundial han venido siendo, en parte víctimas de sus propios errores y ambición (desindustrialización, desequilibrio económico, exagerada preferencia por la actividad financiera, rentista y servicios, endeudamiento público, políticas neoliberales y privatización de los servicios públicos y preeminencia de las grandes corporaciones, daño premeditado al Derecho Internacional, militarismo, etc.).

 Su poder se acabará primero que el sistema económico donde ellos han dominado tan eficaz y cruelmente y que también, más tarde, encontrará su fin a causa de sus propias contradicciones sistémicas donde, por ejemplo, la característica más importante del Capitalismo, la libre competencia, es aniquilada por la voracidad de los monopolios y la oligarquía financiera ahoga al sector industrial, creando un estado de desabastecimiento que las “leyes” del mercado no pueden resolver. 

Algún día, sus grandes corporaciones globales dejarán de monopolizar la industria alimenticia, pero para eso (y pese a nuestro entusiasmo), falta todavía tiempo y estemos seguros que no se irán sin pelea, arriesgando al mundo a otra conflagración mundial por el reparto global, donde ya no hay lugar para más ricos, mucho menos para más pobres.

Es decir, después que las alarmas de la pandemia decretada por la OMS (ahora dudamos quién realmente dió la orden para decretarla) se extingan y el mundo vuelva a la “normalidad”, los Estados Unidos habrán comprado tiempo de vida, por lo menos por algunos años, hasta que cambie de paradigma, mute o parte de sus rasgos característicos (junto con los liderazgos económicos globales) hayan pasado a otros Estados (a China, por ejemplo). 

No creo –por ejemplo- en los lamentos del presidente Emmanuel Macron que en medio de la inutilidad de su sistema sanitario prometía (o tal vez sólo mencionaba) un futuro Estado de bienestar, un nuevo “pacto social” con el pueblo pobre de Francia o Trump, que ahora todos los días “le habla a su querido pueblo”. 

Nada cambiará en los próximos años, no hay que “comer cuentos” como dicen popularmente nuestros hermanos venezolanos. 

Mientras los medios atizan el pánico con proyecciones de muertos por el virus, distrayendo la atención mundial, el FMI está “ayudando” al mundo a enjaranarse con miles de millones de dólares (para que siga siendo la moneda del mundo) y reanimar el sistema y los gringos, impertérritos, van sin tregua empujando sus planes de invasión y saqueo en Oriente Medio, en Irán, en las cercanías a las fronteras rusas y en América Latina. No paran. 

Y aunque los principales indicadores económicos de los Estados Unidos caigan, al enterrarse el último muerto causado por el Covid-19 y pareciera que caen en una inédita bancarrota, peor que la su crisis de finales de los años veinte del siglo pasado, pronto volverán a los suyo. 

Si no, vean a las economías capitalistas de Asia, como la China continental, Japón, Corea del Sur, Taiwán que ya empiezan a tomar vuelo olvidándose de la pandemia.

Como sucede en la sociedad liberal, algunos países caerán en bancarrota, mientras otros se hacen más ricos aprovechando la crisis sanitaria, pero el Capitalismo no morirá tan rápido, ni tan pronto fenecerá el Imperialismo yanqui, por eso hay que prepararnos siempre, estar unidos y listos para la lucha, pues el enemigo no duerme y si bien es cierto, los grandes barcos hospitales de la Armada gringa están anclados en el Hudson o frente a la ciudad de los Ángeles, supuestamente ayudando a palear la crisis de la pandemia, también es cierto que los cruceros misilísticos y fragatas, aviones de combate y miles de soldados yanquis están frente a las costas de Venezuela, listos para la agresión militar.

Ahora, algo asustados, los ricos, “personalidades” y ciudadanos comunes de esos países a los que no les ha importa nunca que la gente muera en la periferia, América Latina, en África y Asia de simples resfríos, de hambre o bajo las balas y misiles de los soldados de sus gobiernos asesinos e hipócritas, esos mismos ciudadanos que ahora lloriquean y dicen “que todos somos iguales” y nunca han protestado ante sus gobiernos por los bloqueos y “sanciones” que imponen los gringos con la complicidad activa o pasiva de sus aliados y vasallos. Sociedades egoístas que tratan de ignorar que su bienestar de siglos se debe al saque de nuestras riquezas y el alineamiento de las élites de poder de nuestras propias naciones.

 Ahora que nos prometen “cambiar” y “ser mejores” cuando lo que les aqueja es una epidemia de esas que cada año nosotros sufrimos estoicamente y hemos aprendido a sobrellevar.

 No crean nada de eso “ni un tantito así”: ¡Siguen siendo los mismos!

Nosotros debemos estar alertas y no creer en cantos de sirenas que nos quieran llevar a chocar contra los farallones. 

No podrán con los cubanos, con los nicaragüenses, con los hijos de Bolívar, los valientes soldados del comandante Hugo Chávez, que aunque saben -como nosotros- que nos es la última batalla contra el gringo invasor, su justa lucha en defensa de su tierra, es otro clavo en la tapa del ataúd del Imperialismo yanqui y su sistema de mier…a.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter