La pandemia de covid’19 enmascara un plan tenebroso del gobierno mundial ultraconservador y el capitalismo corporativo global. Pero no es nuevo.
Ya en los años sesenta, con el auge anticolonialista y antiimperialista alrededor del mundo, el Imperialismo yanqui (por entonces, líder indiscutible del Capitalismo y superpotencia militar sólo contrapuesta por la URSS) se propuso controlar a la población del llamado tercer mundo “matando a los guerrilleros en el vientre de sus madres” para lo cual patrocinó programas a escala global, como el que impulsó en América Latina llamado eufemisticamente “Alianza Para el Progreso” a través de sus agencias (principalmente la USAID) y los gobiernos dóciles locales.
Programas de control de natalidad, envenenamiento del medio ambiente y el organismo humano a través de insecticidas y fertilizantes químicos tóxicos, daño a la salud humana y su sistema inmunológico con la prescripción de “medicamentos” contraindicados y causantes de enormes daños colaterales en el hígado, pulmones, riñones y otros órganos que aumentaron la incidencia del cáncer, diábetes y otras enfermedades que minan aún hoy la salud de miles de millones de habitantes, principalmente de la periferia del Capitalismo.
A través de sus programas masivos de mercadeo, medios de comunicación, la infiltración de los sistemas educativos nacionales y de recreación, lograron crear una cultura consumista, principalmente alimenticia, que colabora con la baja expectativa de vida en los países del llamado tercer mundo y las poblaciones segregadas o minoritarias de las grandes ciudades del capitalismo.
Monsanto, Bayer, ExxonMobil, Coca Cola, Mc Donald´s, Novartis, Roche, Pfizer, Nestlé, Unilever, PepsiCo, Kellogg´s…Enormes transnacionales que monopolizan la fabricación y distribución mundial de los productos arriba mencionados, son parte de ese esquema de exterminio masivo.
A esta exclusiva lista hay ahora que agregar a las empresas de cibertecnologias y equipos electrónicos, los dueños de las llamadas redes sociales y empresas en línea que comparten intereses con los primeros.
Las epidemias y pandemias de los últimos veinte años son la continuidad de ese “esfuerzo” de los que se creen dueños del mundo para “administrar” la Sociedad, la vida, la Naturaleza y sus recursos en el Planeta para su exclusivo beneficio.
Son ARMAS, creadas artificialmente y usadas como planes operativos y estratégicos militares, esta vez en un siglo híper-tecnológico, donde la ciencia y la tecnología están encaminadas no al amplio beneficio de las mayorías, sino al control social, a la disminución del factor natural y evolutivo del desarrollo humano.
Robótica, TICS, nanotecnología, Internet de las cosas, biotecnología y otros elementos de la llamada Cuarta Revolución Industrial, que son productos del trabajo acumulado y el desarrollo del pensamiento de TODA la Humanidad a través de quince mil años (desde la invención colectiva de la agricultura), están queriendo ser utilizados abusivamente por élites que persiguen la tranhumanización de la vida en el Planeta.
Los virus, bacterias, los químicos agrícolas, las propias medicinas, la alimentación, psicotemor y otras aplicaciones devenidas de la neurociencia, el control mediático, el desempleo inducido (ahora también causado por los cambios tecnológicos en los ambientes laborales), el estrés,… Sin incluir los efectos directos de la guerra y las sanciones económicas abusivas a los Estados, están siendo utilizados como armas de destrucción masiva e individual por un Capitalismo estatal y corporativo que sabe de su inminente final sino se “re-inventa” prontamente.
Pero no sólo los yanquis y sus pares, el complejo industrial-militar, las transnacionales y las corporaciones privadas ultraconservadoras están en ese esfuerzo por controlar el mundo, también son instrumentos de estos propósitos insanos (aunque no lo parezcan) organizaciones multilaterales supuestamente encargadas de preservar la paz, la salud y el progreso mundial.
También acá podemos incluir a las religiones y sectas que proclaman “felicidad y hermandad eterna “, pero fuera de este mundo en que (según sus sacerdotes y pastores) estamos viviendo. " La misma mona con vestido distinto" dirán nuestros mayores
Lo que “no sirva”, los que sean pobres, racial, física y culturalmente inferiores -según los parámetros fascistas- deberán de ser “suprimidos” (principalmente gente no rica enferma y de la tercera edad) o inhibidos de nacer. Al liquidarlos, liquidarán supuestamente las protesta por un mundo más justo de esas poblaciones, liquidaran sus ideologías y sus organizaciones y Estados “problemáticos”.
Al final, todas estas pretenciones de crear un mundo a su medida, sólo manifiestan la verdadera razón de tanto esfuerzo sostenido, tantos recursos dilapidados : Su miedo a la clase trabajadora, el odio de clase subyacente hacia los verdaderos creadores de la riqueza.
Y lo peor es que las élites miserables de los pequeños países periféricos del sistema o los millones de “ciudadanos” asimilados (“gringos caitudos”, les llamamos en Nicaragua), venidos de esos países pobres pero que viven o comparten “ideología” con esos genocidas de cuello blanco o uniforme verde-olivo en sus grades “cities” del poder mundial, también creen en esa visión, sin sospechar (o no querer aceptar) que ellos también están excluidos de ese mundo perverso que nosotros, los que luchamos por una sociedad humana inclusiva y justa, NUNCA DEJAREMOS QUE EXISTA.
Edelberto Matus.