Cuando Syriza perdió las elecciones de julio de 2019, la antaño gran esperanza de la izquierda europea, ni siquiera pudo atribuirse un éxito parcial.
El Gobierno dirigido por Alexis Tsipras, elegido en enero de 2015 por su promesa de rescatar a Grecia de la austeridad, insistió durante los primeros meses en que se estaba preparando para una confrontación con la Troika de las instituciones europeas.
Sin embargo, solo unas pocas horas después del referéndum que tuvo lugar el 5 de julio de 2015, en el que el 61 % de los griegos rechazó una nueva tanda de medidas de austeridad, Tsipras se doblegó ante las exigencias de Europa.
Como consecuencia de los subsiguientes memorandos que Syriza aceptó, Grecia permanecerá sujeta a las políticas de la Troika hasta 2060.
La capitulación de Tsipras en la noche del referéndum también provocó la salida del ministro de Economía Yanis Varoufakis. Durante los primeros meses del Gobierno de Syriza, él fue quien presentó batalla contra los acreedores de Grecia en el Eurogrupo, que son esas reuniones informales, casi secretas, que celebran los ministros de Economía de la zona euro y que ejercen un control político real sobre la moneda única.
En 13 reuniones del Eurogrupo, Varoufakis insistió en que Europa debería planificar una reducción de la deuda en lugar de continuar con una austeridad eterna en nombre de una deuda que nunca podría ser repagada.
Sin embargo, los llamamientos que hizo para abandonar esa estrategia de “ampliar y fingir” fueron rápidamente rechazados.
Puede que Grecia se haya alejado de los titulares, pero las medidas de austeridad siguen su curso, y las instituciones que controlan la Eurozona continúan siendo tan opacas como siempre.
El 14 de febrero de 2020, Varoufakis (en la actualidad miembro del parlamento griego por el partido MeRA25) ofreció al presidente de la Cámara un USB con las grabaciones de sus fatídicas reuniones con el Eurogrupo en 2015.
El presidente se negó a aceptarlas, pero Varoufakis prometió publicarlas en internet a principios de marzo.
En esta extensa entrevista, Varoufakis habló con el periodista de Jacobin George Souvlis sobre su experiencia como ministro de Economía griego, sobre cómo está intentando dejar atrás el desastroso historial de Syriza y sobre cómo el brexit ha desprestigiado al partido laborista británico.
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Hace poco le ofreció al presidente del parlamento griego las grabaciones de las reuniones del Eurogrupo de la época en que era ministro de Economía. ¿Podrías relatar brevemente de qué tratan estas reuniones? ¿Qué aportan que no supiéramos ya? ¿Y por qué cree que el presidente del parlamento se negó a aceptarlas?
Después de cinco años mintiendo sobre lo que sucedía en esas reuniones del Eurogrupo, las fuerzas políticas de la Troika en Grecia sintieron pánico solo de pensar que iban a escuchar con sus propios oídos lo que realmente sucedió allí.
Como si quisieran perpetuar esa exigencia antidemocrática de que vivamos continuamente en la oscuridad y opacidad, ahora afirman que nadie debería ser testigo de cómo el personal de la Troika se negó a entablar conmigo cualquier debate serio sobre políticas, o cómo bloquearon todos los caminos que conducían a un acuerdo honorable, o el grado de su incompetencia técnica o, por encima de todo, la propaganda negra con la que pretendieron presentarme como un maleducado y un recalcitrante que no planteó ninguna propuesta seria, cuando lo cierto es justo lo contrario.
¿Por qué publicar los archivos ahora?
Hay dos acontecimientos que me han llevado a tomar esa decisión: en primer lugar, el nuevo gobierno de derechas del partido Nueva Democracia promulgó hace poco una ley que permite vender las hipotecas morosas a fondos, lo que ocasionará desahucios en masa de familias que, a causa de la interminable crisis, no pueden cumplir con el pago de sus hipotecas.
Desde el 1 de mayo de 2020, una nueva oleada de miseria hundirá a nuestra ya derrotada población. En el parlamento, donde dirijo el grupo MeRA25 (el nuevo partido progresista de DiEM25 en Grecia), el primer ministro y sus ministros se turnaron para “explicar” lo que están haciendo y emplearon la táctica de culparme a mí de su nuevo impulso liquidatorio… ¡y a lo mucho que cabreé a los colegas ministros de Economía en aquellas reuniones del Eurogrupo en 2015!
La segunda razón es que mis antiguos colegas de gobierno de Syriza acaban de filtrar un estudio interno de lo que hicieron mal desde 2014 y de por qué salieron derrotados en las elecciones generales de julio de 2019.
Su principal conclusión parece ser que su ministro de Economía en 2015 (¡yo!) contrarió a sus colegas del Eurogrupo, fracasó en su intento de presentar propuestas razonables y se mostró recalcitrante, etc. (lo que quiere decir que Syriza ya ha asimilado por completo la narrativa de la Troika).
Estos cambios me han convencido de que las noticias falsas que rodean a esas reuniones del Eurogrupo en 2015 se están utilizando para encubrir una nueva oleada de ataques contra los ciudadanos más débiles.
Y solo haciendo público lo que realmente sucedió allí, podemos defender a esa mayoría que está a punto de ser atacada de nuevo.
Si observamos el historial de Syriza, ¿cuál cree que fueron las oportunidades que se desaprovecharon? ¿Fracasó Syriza a la hora de preparar al conjunto de la sociedad griega para un eventual rechazo de la Troika a la propuesta del Gobierno?
No soy ningún experto en Syriza (¡ni siquiera estaba afiliado!). El único motivo de que terminara involucrándome con Syriza fue mi relación directa con Alexis Tsipras y con otras dos o tres personas que acudieron a mí para hablar de la deuda por servidumbre y de cómo escapar de ella.
Solo cuando me dijeron que les interesaba mi opinión sobre cómo evitar que el Banco Central Europeo cerrara los bancos, cómo prepararse para una posible transición hacia una moneda nacional en caso de que fuera necesario… pensé, bueno, como parece que están de acuerdo con lo que sería necesario hacer a corto plazo, y con utilizar esta fantástica oportunidad para liberar a Grecia de la presa de la deuda, no podía decir que no.
Los bolcheviques no tenían ningún plan para lo que sucedió después de 1917. Si quieres tener un plan operativo antes de cada revolución, entonces nunca habrá una revolución
¿Confiaba yo en que tuvieran un plan para el futuro? No, pero nadie lo tiene. Los bolcheviques no tenían ningún plan para lo que sucedió después de 1917.
Si quieres tener un plan operativo antes de cada revolución, entonces nunca habrá una revolución. Por eso, cuando algunos camaradas de Syriza me dijeron tras la rendición de Tsipras el 5 de julio de 2015: “Bueno Yanis, tampoco es que tuvieras un plan operativo”, mi respuesta fue “¿y qué más da?”. No se rompe con el pasado, ni pones a la historia a las puertas de algo solo si sabes exactamente lo que va a pasar después. El plan que teníamos era suficientemente operativo.
Lo que sucedió en 2012, si rompieron o no con la tradición, es irrelevante en mi opinión. Tampoco es que tuvieran un espléndido legado o una destacada tradición a la que aferrarse.
Ni siquiera los comunistas que precedieron a Syriza me parecían especialmente radicales. Esperaba que la gravedad del momento histórico y la fuerza gravitacional permitieran forjar un frente popular a favor del cambio.
Sigo creyendo que si dos o tres personas, sobre todo Tsipras, no hubieran cedido durante los primeros cinco o seis meses de 2015, sin lugar a dudas, esas fuerzas se habrían despertado.
Los griegos suelen decir que el pescado empieza a pudrirse por la cabeza. Todas esas grandes personas, miembros de Syriza, que terminaron como funcionarios del aparato oligárquico tras la rendición de Tsipras en julio de 2015, habrían sido grandes camaradas en primera línea de lucha si su cabeza no hubiera empezado a pudrirse.
Tras la experiencia completa de un Gobierno de Syriza durante 4 años, ¿cómo evaluaría el funcionamiento de la economía? ¿Es diferente de los anteriores gobiernos comandados por la Troika?
Se mostraron más firmes y eficaces en la aplicación de las medidas de austeridad, más despiadados en cuanto a las privatizaciones y, como dijo Wolfgang Schäuble, fue el único gobierno que llevó realmente a cabo el programa de la Troika.
¿Cree que una de las consecuencias del acuerdo de Syriza con la Troika fue desacreditar a la izquierda como opción política viable a ojos del electorado griego? ¿Qué se puede hacer para superar ese problema y que no se la siga considerando como más de lo mismo?
Estaría de acuerdo contigo sino fuera porque estás subestimando la situación. La capitulación de Syriza fue el peor golpe que se le ha asestado a la izquierda en décadas.
Este era un partido que llevaba sobre sus hombros las aspiraciones de muchos progresistas de todo el mundo, no solo en Grecia o Europa.
Esperaban que se mantuviera inflexible en su lucha contra el peor tipo de austeridad y contra el peor tipo de mentira: que se puede salir de una profunda crisis del capitalismo mediante un mayor endeudamiento, acompañado de un compromiso de austeridad que reduce la renta nacional.
En cierto sentido, ese fue un golpe más duro contra la izquierda que el que asestó Thatcher. Ella acabó con los sindicatos e introdujo el dogma TINA: There Is No Alternative [No hay alternativa]. La capitulación de Syriza amplió TINA para incluir a la izquierda.
Era como si la izquierda reconociera que, efectivamente, no hay alternativa. Ver las caras de los líderes de la Troika junto a los ministros de Syriza y escuchar cómo estos últimos repetían como loros el lenguaje de los líderes de la Troika y afirmaban que se vencería a la austeridad con el crecimiento que traería la austeridad: no podía haber mayor legitimación que esa para su ilegítima austeridad y su miscelánea de políticas coloniales.
Podemos perdió la batalla el día después de refrendar, a través de Pablo Iglesias, la rendición de Tsipras. La sensación de derrota para la izquierda de toda Europa fue el mayor impulso que pudo recibir el establishment y la internacional fascista.
¿Cómo interpretaría las políticas de Nueva Democracia desde que ganó las elecciones?
Estamos ya en el décimo año de una inmensa crisis del capitalismo griego. La primera fase fue testigo de un pánico generalizado entre las clases dominantes, que reflejaba el pánico de Wall Street, la City, el Deutsche Bank, etc.
Solo que aquí se acusó más porque los cimientos del capitalismo griego son todavía más endebles y existía ese pánico a firmar créditos inmensos, solo para detener el propio desmoronamiento de la oligarquía. Ese fue el primer memorando de entendimiento, el crédito de 110.000 millones que concedió la Troika en 2010.
La segunda fase fue el segundo memorando, cuyo objetivo fue, una vez que se empleó el primer rescate para sanear las cuentas de los bancos franceses y alemanes, estabilizar al sector bancario griego y a la burguesía. Utilizaron ese segundo crédito de 110.000 millones con ese fin cuando las clases medias estaban sufriendo tanto como la clase trabajadora.
La tercera fase se produjo cuando el Gobierno de Syriza firmó otros dos memorandos después de la capitulación de 2015: el tercer memorando (que aceptó en julio de 2015, en contra de los resultados del referéndum) y luego un “silencioso” cuarto en agosto de 2018, que constriñe a Grecia a aplicar las políticas de la Troika hasta el año 2060.
Todo un contubernio de fondos de alto riesgo, asesores, contables y parásitos están obteniendo los mayores índices de beneficio del capitalismo mundial, aquí en Grecia
Durante la tercera fase se produjo una evolución muy interesante. Hasta ese momento todo el mundo estaba perdiendo, salvo los pocos oligarcas que nunca pierden.
Pero en algún momento entre 2017 y el verano del 2018, un segmento de la clase media-alta griega consiguió aferrarse a unas actividades económicas de captación de rentas de las que obtiene unos enormes beneficios, mientras que el resto de la sociedad sigue hundiéndose en la bancarrota.
Eso incluye a todo el mundo que está conectado con los fondos de alto riesgo y con los fondos buitre que compran créditos morosos a los bancos. Si compras una hipoteca cuyo valor nominal asciende a 100.000 euros por 4.000 u 8.000 euros es muy difícil perder dinero, sobre todo ahora que los precios de las viviendas están volviendo a subir.
De repente, todo un contubernio de fondos de alto riesgo, asesores, contables y parásitos están obteniendo los mayores índices de beneficio del capitalismo mundial, aquí en Grecia. Es un poco como buitres dándose un banquete con la carne de un moribundo agonizante. El Gobierno de Syriza fue quien supervisó esta última fase.
Esto se puede apreciar en que aquellos que compraron bonos del Estado en 2016 y 2017 fueron quienes obtuvieron las mayores ganancias en el mercado de bonos mundial, aunque el Estado griego estuviera en bancarrota y la carga de la deuda siga aumentando cada día.
Nueva Democracia ganó el pasado julio y básicamente lo que prometió fue maximizar las rentas de esa clase.
La Nueva Democracia de Kyriakos Mitsotakis, al ser una coalición entre cuasi fascistas y neoliberales, tiene que equilibrar la liberalización absoluta del mercado para incluir el liquidado patrimonio particular de la gente sencilla a través de la compra de créditos morosos, mediante el tipo de nacionalismo y misantropía organizada que necesita el componente xenófobo y neofascista de su partido, porque cuando desahucias a una persona de su casa necesitas una fuerza policial despiadada y poderosa y una panda de alguaciles para hacerlo.
Pero se trata de la misma fuerza policial que necesitas para desahuciar a las personas de las casas ocupadas y para enfrentarte a las fuerzas antiestablishment.
En ese sentido, esto no es solo una elección política, sino que forma parte de la economía política de Grecia. El cuarto memorando de Syriza creó las condiciones para que surgiera una nueva oligarquía parasitaria que se beneficia de la bancarrota prolongada de la mayoría, y generó las condiciones para un mayor autoritarismo y violencia contra la sociedad griega.
Pero el autoritarismo ya se incrementó con Syriza…
Eso forma parte de mi argumento. Syriza comenzó en 2017 a servir a los intereses de la oligarquía parasitaria. Supervisaron la creación de nuevos conflictos de clase en los que tuvieron que ponerse del lado de la oligarquía. Esto resulta evidente en numerosos aspectos, como por ejemplo la liquidación de los aeropuertos lucrativos y los ferrocarriles, y la normalización de una mano de obra eventual y externalizada.
El discurso oficial de Syriza es que la Troika les obligó a rendirse, lo que es cierto, claro está, cuando ya has descartado resistir. Incluso aunque fuera cierto que escapar de la presa de la deuda era imposible (lo que no es verdad), se negaron a contemplar la opción de dimitir de sus puestos y volver a las calles junto con las víctimas de la oligarquía.
Al elegir quedarse, con el fin manifiesto de no entregar el gobierno a la derecha, la oligarquía consiguió absorberles, lo que supone el tipo de derrota más permanente posible.
La confirmación última de esa profunda derrota fue lo que el Gobierno de Syriza hizo en Lesbos. ¿Acaso la Troika les obligó a crear Moria, el infame campo de concentración para refugiados?
La confirmación última de esa profunda derrota fue lo que el Gobierno de Syriza hizo en Lesbos. ¿Acaso la Troika les obligó a crear Moria, el infame campo de concentración para refugiados? Fue Syriza quien lo hizo. Una vez que los progresistas se rinden ante un asunto importante, como por ejemplo la austeridad, ya están listos para rendirse ante casi cualquier otro tema.
Es sorprendente cómo Syriza lo presenta todo como inevitable, como si no hubiera otra elección… Pero en todos los niveles. Por ejemplo, antes de salir elegidos, tenían un programa para democratizar la policía, que no tenía ninguna relación con la Unión Europea. Pero ni siquiera hicieron lo más mínimo en ese sentido, como por ejemplo prohibir la violencia política.
Tienes mucha razón. Pero eso demuestra mi anterior argumento de que cuando cedes en los asuntos importantes y cruciales, como ante la Troika, ya vas a ceder en todo.
Así que sí, tienes razón, podrían haber democratizado la policía, pero no lo hicieron; podrían no haber encarcelado a los refugiados, pero lo hicieron; podrían no haber firmado el tratado Merkel-Erdogan, pero lo firmaron; no había ningún motivo, ni presión alguna de Bruselas o Alemania, para formar una sórdida alianza con Benjamin Netanyahu y arrojar a Grecia (que tradicionalmente había sido propalestina y crítica con la limpieza étnica de Palestina) a los brazos de alguien como Netanyahu, que detestan todos los progresistas israelíes que conozco. Esa fue la apoteosis del efecto dominó.
En julio, el MeRA25 (la sección griega de DiEM25) obtuvo nueve escaños en el Pparlamento griego. ¿Puede dar alguna idea de la procedencia de los votos, de cómo se ha conseguido el apoyo de los trabajadores y el apoyo de los estudiantes?
Hemos investigado un poco. Es realmente muy difícil para los que viven en una burbuja partidista, sobre todo para un partido nuevo como el nuestro, obtener información. Tuvimos 196.000 votos. La mayoría de los analistas supuso que se trataba de los antiguos votantes de Syriza que estaban desencantados con ellos y se pasaron a MeRA25. Ahora contamos con datos precisos y sabemos que menos del 50 % de los que votaron por nosotros habían votado alguna vez por Syriza. Entre un 20% y 30% solía votar por la derecha.
Pero eso es poco sorprendente. El aspecto maravilloso del referéndum de 2015 es que los votantes trabajadores de derechas se liberaron de los partidos dominantes que solían apoyar, y votaron a favor del No.
Esa misma noche Tsipras los traicionó y por eso tenían que irse a otra parte. Muchos de ellos acudieron en masa de vuelta a Nueva Democracia, y muchos votaron por Syriza porque pensaron: “Mejor que nos torture un torturador que no disfruta con ello, que uno que sí disfruta”, pero algunos vinieron hacia nosotros en sintonía con su voto antiestablishment de 2015.
Nos está yendo bastante bien entre los jóvenes (en situación precaria, estudiantes, etc.). Si te fijas en las personas de entre 17 y 25 años, obtuvimos como un 13-14% en esa franja de edad frente un 3,4% en general. Mientras tanto, con las personas mayores de 45 el resultado fue pésimo, y obtuvimos menos de un 1% entre los mayores de 65.
Nos enfrentamos a un gran reto con las generaciones más mayores, aunque seamos los únicos que realmente se oponen a lo que está sucediendo con sus pensiones, con los desahucios y con las ejecuciones hipotecarias.
Queda mucho trabajo por hacer para llegar a ellos, sobre todo porque no utilizan las redes sociales que es el único modo que tenemos de difundir nuestras propuestas y nuestras posturas políticas.
También tenemos que revertir la demonización, de mí personalmente, aunque también de cualquiera que se opusiera a la Troika, con la que los canales de televisión del establishment han bombardeado los hogares de la gente. Las redes sociales son la única manera que tenemos de llegar a los votantes.
MeRA25 habla de una desobediencia constructiva y realista, ¿qué significa esto para la estrategia del partido?
Hacer campaña en favor de un socialismo que triunfará en algún momento futuro es una pérdida de tiempo para la gente que no puede poner comida sobre la mesa y que está a punto de perder su casa ahora mismo o al final de la semana.
Decirles que todas estas desgracias no sucederán cuando venga el socialismo suscita una mirada aburrida: una especie de “déjame en paz”. Y esa gente después vuelve a casa para privatizar sus miedos y vota al menos malo de entre los grandes partidos. El maximalismo, en última instancia, no es revolucionario.
Para nosotros, la política de desobediencia constructiva es la única manera de ser realmente progresista y pragmático. Eso no significa transigir, como el pragmatismo, en el sentido de creer en un capitalismo civilizador y ofrecerse a gestionarlo.
Lo que yo entiendo por “pragmático” es algo diferente. Tomemos como ejemplo las ejecuciones hipotecarias y los desahucios.
El Gobierno ha conseguido que se apruebe un proyecto de ley en el parlamento para liquidar a los pequeños propietarios y entregar sus propiedades a los fondos buitre. Nosotros podríamos decir que no a eso y por supuesto que lo decimos, junto con otras fuerzas políticas, pero resulta mucho más eficaz decirle a la gente: he aquí algo que podrían haber hecho en la actual situación en lugar de lo que han hecho.
En ese sentido, por ejemplo, hemos demostrado que se puede crear un banco público malo (algo totalmente legal en el marco de la UE) al que se transfieran los créditos de cobro dudoso a cambio de bonos del Estado cuyo valor está reforzado por el valor de las propiedades hipotecadas y por algunas garantías estatales.
De ese modo, todos los desahucios podrían terminarse con la congelación del crédito del deudor durante un tiempo indeterminado a cambio de una cuota mensual que cubriera las operaciones del banco malo y que no sobrepasara un tercio, por poner un ejemplo, de los ingresos disponibles por el propietario de la vivienda.
Esto es algo que el Gobierno podría haber hecho ahora mismo con el actual marco jurídico y regulatorio para proteger a los hogares endeudados y a las pequeñas empresas.
Si les muestras a las familias en dificultades y a los pequeños emprendedores esta vía que el gobierno no ha tomado, la pregunta inmediata es: “¿Por qué no lo han hecho, si entraba dentro de su propia ley y hasta dentro de su propio marco filosófico?” Cuando les explicas que decidieron no hacerlo porque han adoptado como suyos los intereses de los fondos buitre, se indignan y son más susceptibles de sumarse al movimiento que si les intentaras convertir al socialismo.
Esa es nuestra política de desobediencia constructiva: presentar propuestas constructivas y moderadas que hasta la derecha podría implementar mañana mismo. Y después desarrollar un movimiento de desobediencia civil que se oponga a la decisión del Gobierno de no implementarlas.
¿Qué planes tienen para MeRA25?
Una de las críticas justas que se le puede hacer a MeRA25 es que no es un partido de base… todavía. Contamos con gente en la base, pero todavía no estamos totalmente conectados con los movimientos existentes y tampoco tenemos un aparato de partido plenamente desarrollado.
Pero no podía ser de otra manera, ya que 50 de nosotros decidimos crear un partido porque ya estábamos hartos de ese abandono total ante la desesperación y ante a la Troika. Conseguimos obtener casi 200.000 votos en nuestro primer intento de acceder al parlamento y eso es una gran hazaña, pero también un simple primer paso.
El siguiente reto es convertir al MeRA25 en un movimiento de base que esté conectado con los movimientos existentes y conferirle la estructura democrática de la que carece en este momento. La única forma de hacerlo ha sido comenzar un proceso que culminará con un congreso deliberativo del partido a finales de mayo.
Cada día, las secciones locales se encuentran con los representantes de las comunidades y los apoyan en su lucha contra las minas de oro, contra los intentos por cerrar las cooperativas de Tesalónica, contra la privatización de la recogida de basuras, contra la destrucción de los sistemas fluviales y los bosques, contra las perforaciones de petróleo y gas, contra la precarización de la mano de obra, contra el cierre de escuelas… nuestro objetivo es construir el partido de abajo arriba, y utilizaremos el congreso deliberativo como pretexto.
Nuestra agenda es muy ambiciosa y la vamos a presentar por toda Grecia. No solo para demostrar lo listos que somos, sino para darle la oportunidad a la gente que ni siquiera sabía que existía nuestro partido de que pueda pasar a ser parte integrante del proceso de desarrollo de esa agenda, de una manera totalmente participativa.
Si su partido estuviera en el gobierno, ¿haría todo lo posible para permanecer en la UE o cuáles serían las condiciones?
Antes de decir una palabra sobre esto, es importante distinguir entre grexit y brexit, que son dos situaciones que a menudo la gente vincula. Brexit terminó destacando, y teniendo éxito, porque fue una campaña nacional que reflejaba la oposición, tanto de la derecha como de la izquierda, a que el Reino Unido siguiera siendo un miembro de la UE.
Grexit, por el contrario, se convirtió en una gran noticia no como consecuencia de una campaña doméstica para conseguir echar a Grecia de la Unión Europea, o del euro, sino como una amenaza que la Troika utilizó para asustar a una serie de gobiernos griegos: somete a tu gente a una austeridad rigurosa y véndenos la plata de la familia por una miseria, o te haremos papilla expulsándote del euro.
Así que se trata de dos premisas básicamente diferentes.
Una se refiere a la eurozona y la otra a la Unión Europea. Desde mi punto de vista, una campaña de izquierdas para salir de la UE es una idea pésima, aunque se pueda estar de acuerdo, como yo lo estoy, con que fue un error entrar en la UE. ¿Por qué no salir si no deberías haber entrado?
Por dos buenas razones: la primera, salir no te devolvería al lugar que habrías estado si no hubieras entrado; y la segunda, como ha demostrado el brexit, cualquier intento por alcanzar un lexit [una salida de las izquierdas, por la palabra para izquierda en inglés: left] solo serviría para dar unas alas poco prometedoras a la derecha favorable a la salida de la UE.
Y luego, en relación con la pertenencia a la zona euro, que es algo muy distinto de la pertenencia a la UE, tanto la derecha como Syriza me critican por ser alguien que está dispuesto a salir del euro, que es una acusación de la que me confieso culpable. Es verdad, en 2015 estaba dispuesto a salir del euro (y reimprimir una moneda nacional) si la alternativa era la servidumbre por deuda. Y sigo estando dispuesto a salir del euro, y MeRA25 también, aunque no es lo que proponemos.
Una campaña de izquierdas para salir de la UE es una idea pésima, aunque se pueda estar de acuerdo, como yo lo estoy, con que fue un error entrar en la UE
Nuestra propuesta, que pudimos hacer llegar al electorado con un éxito relativo el pasado julio, era sencilla: legislaremos de forma unilateral (es decir, sin negociar con la Troika) lo mínimo que hay que hacer para evitar que la mayoría de los griegos siga sumiéndose en una desesperación cada vez mayor. Si la Troika, con toda su sabiduría, decide expulsarnos del euro, adelante. Aunque nos saldrá muy caro a corto plazo, a la larga nuestro pueblo saldrá ganando. Además, si pensáramos así y nos pusiéramos desafiantes, lo más probable es que la Troika se echara para atrás porque el grexit les costaría aproximadamente un billón de euros.
Esa es nuestra posición en líneas generales: respecto a las políticas relacionadas con los créditos en situación de incumplimiento, los superávits primarios, los impuestos, o qué hacer con la deuda, no vamos a negociar con la Troika o con Bruselas. Vamos a legislar los requisitos mínimos para conseguir que la economía política de Grecia sea sostenible de nuevo, y que la Troika decida si quiere castigarnos, y castigarse a ella misma, con un grexit. Esto no es un farol, por una sencilla razón: sigan o no adelante con el grexit, la mayoría de los griegos saldrá ganando a largo plazo más que si capitulamos como hizo Syriza.
En resumen, no somos ingenuos. No nos cabe ninguna duda de que la Troika o Bruselas rechazará de plano todas y cada una de las propuestas que hagamos. Pero no vamos a negociar con ellos. El error de 2015 fue negociar estas cosas. Un gobierno de MeRA25 legislará unilateralmente los requisitos mínimos necesarios para conseguir que Grecia sea sostenible de nuevo. Si quieren echarnos de la eurozona por ese motivo, les invitamos a que lo hagan, sin que nosotros tengamos siquiera que proponérselo.
¿Cree que la magnitud de la derrota del partido laborista inglés tuvo algo que ver con el brexit?
Desde el momento en que Jeremy Corbyn se convirtió en el líder de los laboristas, los poderes establecidos se comportaron de tal manera que era evidente su empeño en deshacerse de él, aunque eso significara que los tories permanecieran para siempre en el poder. Intentaron un golpe tras otro contra Jeremy, de tal modo que dejaron muy claro que para ellos lo más importante era evitar que los laboristas se volvieran realmente progresistas en materia de política internacional y doméstica. Igual que el aparato demócrata preferiría tener a Trump en la Casa Blanca antes que a Bernie Sanders.
Desde la perspectiva del brexit, no deja de sorprenderme que los mayores perdedores en todo esto, los remainers convencidos (los mismos que juzgaron equivocadamente la atmósfera que se respiraba en el Reino Unido; los mismos que en realidad se dispararon a sí mismos en el pie al desestimar el resultado del referéndum como un error que habían cometido unos idiotas que nunca deberían haber tenido derecho al voto; los mismos que contrariaron a las buenas personas que conforman la clase trabajadora, que resulta que no estaba de acuerdo con ellos en relación con el brexit; los mismos que presionaron para que se celebrara un segundo referéndum, no como instrumento para democratizar al Reino Unido, sino simplemente para anular el primero y, al hacerlo, crearon las condiciones para que Boris Johnson se convirtiera en primer ministro y llevara a cabo un brexit duro), esos extraordinarios perdedores, tuvieron la osadía de culpar a Jeremy Corbyn de la derrota laborista. Eso me parece una singular combinación de osadía e imprudencia.
La postura de Jeremy con respecto al brexit ha sido eminentemente sensata desde el principio. Su apoyo matizado y poco entusiasta por la permanencia fue la decisión correcta, en mi opinión.
Lo que dijo fue, gente como nosotros (él, yo y otros) estábamos en contra de entrar en la CEE en la década de 1970, como el magnífico Tony Benn, y utilizamos unos buenos argumentos democráticos en su momento. Pero después de 43 años de haber formado parte integrante de la UE, sacar al Reino Unido de una UE completamente antidemocrática provocaría, en última instancia, un daño considerable a los que consideramos nuestra gente.
Así que, si sopesamos ambas opciones, apoyamos la permanencia con vistas a trabajar por un gobierno laborista que, cuando esté en Bruselas, ponga un veto impenitente a las actitudes neoliberales que existen dentro de la UE. Esa fue una postura eminentemente matizada y responsable.
Después del referéndum, que perdieron, lo responsable era respetar el resultado y decir, bueno, perdimos, ahora intentemos implementar un brexit que minimice el coste para la clase trabajadora. Por eso proponemos una unión aduanera que no acabe con las líneas de suministro que mantienen a Nissan en Sunderland y una estrecha alineación con el mercado único.
¿Y cuál fue la reacción de los remainers convencidos? Arremeter contra la razonable postura de Jeremy Corbyn, satanizar a los votantes laboristas que apoyaron el brexit y, por último, exigir un segundo referéndum con el que corregir el veredicto del primero.
Corbyn insistió en que, si seguían haciendo eso, tanto el voto de los que querían permanecer en la UE como el voto laborista se dividiría, mientras que los tories, tras un pogromo interno, se unificarían en torno a una propuesta de brexit duro.
Al fin y al cabo, ¿acaso no es esta la lección que nos ha dado la historia: que los tories, impulsados por un notable deseo de actuar en servicio de los intereses de la clase dominante, al final siempre terminarán uniéndose?
Desde el momento en que Boris Johnson reemplazó a Theresa May, me di cuenta de la evidencia: nuestro bando en la política británica había perdido, porque estaríamos divididos entre remainers y leavers [a favor y en contra de la permanencia en la UE].
El manifiesto laborista (y de nuevo Corbyn hizo lo correcto) consiguió ganar el debate. Sin lugar a dudas, una mayoría sustancial de personas estaba de acuerdo en que había que renacionalizar algunas partes de los ferrocarriles que son terribles (hasta los tories admiten que puede que tengan que renacionalizar el Southern Rail).
Estaban de acuerdo con la idea de una banda ancha gratuita, con una empresa de servicio público que multiplicara la productividad de las pequeñas empresas, de las familias, etc. Estaban de acuerdo con las políticas de transición ecológica, con el banco nacional de inversiones.
Pero al final, los remainers convencidos convirtieron al brexit en un arma porque tenían menos miedo a una derecha dura, a un brexit duro del Gobierno de Johnson, que a un partido laborista radical dirigido por Corbyn.
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Yanis Varoufakis fue ministro de Economía de Grecia durante los primeros meses del gobierno de Syriza en 2015. Entre sus libros se encuentran El minotauro global y Comportarse como adultos.
George Souvlis es un escritor independiente que da clases en la Universidad de Tracia, en el departamento de ciencias políticas.
Traducción de Álvaro San José.
Este artículo se publicó en inglés en Jacobin.
https://rebelion.org/entrevista-a-yanis-varoufakis-exministro-griego-de-finanzas/