«La dictadura fascista impidió seriamente el trabajo legal de masas del partido. Al mismo tiempo, las perspectivas de una nueva lucha armada indujeron al partido a prestar especial atención a la formación militar de las masas.
En esta situación, y estimulado por el terror blanco del gobierno fascista, surgió el peligro de una desviación ultraizquierdista dentro del partido, y en particular dentro de su organización militar que, en respuesta al terror del gobierno, organizaron sus propias agrupaciones y actuaban cometiendo actos terroristas.
Mientras tanto, a finales de 1924 y principios de 1925, marcó un cambio en la situación general. La posición internacional y nacional del fascismo se fortaleció temporalmente como consecuencia de la estabilización temporal y parcial del capitalismo en Europa. No existía posibilidad de un nuevo levantamiento armado.
En marzo de 1925, los representantes del partido en el extranjero volvieron a evaluar la posición del país a nivel nacional e internacional y propusieron suspender la línea del partido de la insurrección armada. En su lugar, recomendaron un curso de creación de las organizaciones de masas y de la intensificación de la lucha de masas de los obreros y campesinos para la satisfacción de sus necesidades vitales.
Esta nueva política pretende evitar el peligro inminente de una desviación ultraizquierdista, que habría sido fatal para el partido y el movimiento revolucionario.
La dirección ejecutiva del partido en el interior del país, sin embargo, se mostró incapaz de hacer frente a la desviación ultraizquierdista, de suspender en el tiempo la política de la insurrección armada y proceder a la reorganización de la actividad del partido de conformidad con las nuevas condiciones.
El gobierno fascista continuó su curso terrorista con mayor ferocidad.
Aprovechando las acciones desesperadas de los líderes de la organización militar del partido, que culminó en el atentado en la Catedral de Sveta-Nedelyaa del 16 de abril de 1925 [2], lo que se tradujo en el comienzo de una masacre masiva de activistas comunistas, tanto obreros como campesinos.
El terror desatado por el gobierno tras el atentado en la catedral de Sofía fue un golpe muy serio al partido. Su liderazgo estaba desorganizado.
La mayoría de los cuadros del partido que habían sobrevivido al levantamiento de septiembre de 1923 fueron asesinados, encarcelados u obligado a emigrar.
Las condiciones de trabajo clandestino se convirtieron en excepcionalmente duras». (Georgi Dimitrov; Informe en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro, del 25 de diciembre de 1948)
Anotaciones de la edición:
La explosión en la Catedral de Sveta-Nedelyaa del 16 de abril de 1925, fue obra de militantes pertenecientes a la extrema izquierda del movimiento antifascista, y estaba destinado a matar a los representantes del régimen monarco-fascista.
El Partido Comunista Búlgaro, a través de su Comité Central, condenó rápidamente este acto tan temerario y ruinoso, que sólo ayudaba a liberar la ejecución de monstruosas y sangrientas masacres de luchadores antifascistas, de mano de los fascistas.
El gobierno de Aleksandar Tsankov aprovechó el atentado y comenzó un reinado de terror. Fueron asesinados o quemados vivos miles de antifascistas, otros miles echados a la cárcel y otros se vieron obligados a emigrar. Las organizaciones antifascistas fueron disueltas finalmente.
Anotación de Bitácora (M-L):
Este tipo de atentados que hoy sería jaleado por más de un anarcoide que se creen comunistas, fue duramente condenado por la Komintern –Internacional Comunista–, advirtiendo al partido búlgaro de acabar de una vez con estas tendencias en el campo antifascista y que empezaban a tomar forma en su seno:
«En algunas secciones de la Komintern –Bulgaria, Polonia– recientemente ha surgido el peligro de una desviación terrorista.
Debido al régimen establecido por el verdugo Tsankov, los trabajadores búlgaros se han visto atraídos por un cierto entusiasmo por las formas de defensa terrorista, como se ve por ejemplo en la explosión de la Catedral de Sofía, aunque el Comité Central del Partido Comunista Búlgaro salió en contra de los actos individuales de terrorismo. En Polonia también se observa una tendencia terrorista pasajera. La Komintern rechaza decididamente el terrorismo individual.
Al rechazar este método de lucha, es guiado exclusivamente por los principios de la conveniencia revolucionaria.
Esto no tiene nada en común con la actitud pequeñoburguesa hacia el uso revolucionario de la fuerza.
Todos los proletarios con conciencia de clase saben que sin el uso del terror revolucionario la burguesía no puede ser derrocada, pero esa es precisamente la razón los comunistas rechazan el empleo del terror individual, ya que los actos individuales que intentan tomar el lugar de la lucha de masas solo puede desmoralizar nuestro movimiento, dividir nuestras fuerzas y disminuir nuestro poder de ataque». (Komintern; Extractos de las tesis sobre las cuestiones actuales del movimiento comunista internacional; Aprobadas por el VIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Komintern, 1926)
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