En Estados Unidos el coronavirus no sólo amenaza la vida de las personas infectadas, sino que podría poner en peligro a millones más: los estadounidenses dependen casi exclusivamente de productos farmacéuticos y equipos médicos que sólo se fabrican en China.
El nuevo coronavirus, llamado 2019-nCoV, ha dejado más de 70.000 infectados en China y casi 2.000 muertos. Mientras el virus continúa propagándose por el mundo, los científicos intentan desarrollar una vacuna a contrarreloj, y las autoridades gubernamentales despliegan medidas de prevención y contención.
Sin embargo, hasta que no se controle el nuevo brote, las consecuencias de su propagación también continuarán expandiéndose. El coronavirus ha encendido un sinfín de nuevas alarmas, principalmente en Estados Unidos, donde hay temor de que la cadena de suministros médicos y medicamentos se pueda ver interrumpida.
El temor está bien fundado. El coronavirus está acelerando el llamado "desacoplamiento" entre Estados Unidos y China incluso más que su guerra comercial, según dijo a la Cnbc Curtis Chin, un analista del Instituto Milken.
"Hemos visto algunas de las consecuencias de la excesiva dependencia de un solo mercado clave", aseguró el académico. Por eso ahora Estados Unidos y los otros países socios comerciales de China están apostando por la diversificación.
Sin embargo, lo cierto es que hoy alrededor del 80% de los productos farmacéuticos que se venden en Estados Unidos se producen en China, según recoge el portal de noticias The Conversation.
No obstante, ese no es el mayor problema.
Lo más preocupante es que China es el único proveedor mundial de algunos ingredientes de medicamentos de vital importancia para la población, como los que tratan el cáncer de mama y el de pulmón, o el antibiótico vancomicina, que se utiliza para algunos tipos de infecciones resistentes a los antimicrobianos. Además, China controla una porción muy grande del mercado de heparina, un anticoagulante utilizado en la cirugía a corazón abierto, la diálisis renal y las transfusiones de sangre.
La amenaza del coronavirus a la salud de la población estadounidense y del resto del mundo no yace sólo en el contagio y en la posible interrupción de provisiones farmacológicas, sino también de dispositivos médicos; China es el mayor proveedor de los Estados Unidos.
A unas tres semanas de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia internacional por el brote del coronavirus, ya hay escasez de equipos de protección personal vitales, como máscaras y túnicas, tanto en China como en Estados Unidos.
En The Conversation también se advierte que las opciones para compensar las falencias que puedan llegar a desarrollarse en el mundo son muy limitadas: llevaría años para que los países pudieran desarrollar la infraestructura necesaria para restablecer la capacidad de fabricación de medicamentos y suplementos médicos, también para obtener las licencias necesarias para producir.
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