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Multimillonarios quieren pagar más impuestos por miedo a un estallido social


El modelo capitalista ya no sirve y por eso hoy el debate sobre los impuestos a los ricos y la desigualdad empieza a crecer en las potencias occidentales. Hoy un grupo minoritario está beneficiándose del sistema mientras que más de la mitad de la población sobrevive como puede.

Que la desigualdad creciente generada por el capitalismo está poniendo en jaque al sistema democrático no es novedad. Que el 1 por ciento de los más ricos del planeta acapara más del 50 por ciento de los recursos globales, por citar solo una de las escandalosas cifras de desigualdad.

Hasta la búlgara Kristalina Georgieva, nueva mandamás del Fondo Monetario Internacional, en "Diálogo a fondo", el blog del FMI sobre temas económicos de América Latina, planteó "reducir la desigualdad, que en la última década se ha convertido en uno de los problemas más complejos y desconcertantes de la economía mundial para generar oportunidades".

Detalla varias desigualdades: de oportunidades, intergeneracional, entre mujeres y hombres y de ingresos y riquezas. Afirma que esas desigualdades, en muchos países, están en aumento, y que hay que tener voluntad para abordarlas. 

Indica que ejecutar reformas para atender ese problema "es difícil desde el punto de vista político", pero menciona que los réditos "en materia de crecimiento y productividad valen la pena".

¿Un cambio en la visión de la nueva conducción del FMI respecto a las anteriores, al señalar que es necesario replantear el problema y, antes que nada, en lo que se refiere "a políticas fiscales y tributación progresiva".

El tema de la riqueza hiperconcentrada ha sido acompañado por la derecha con discursos de odio, racismo y xenofobia. 

Y, como los límites ambientales se hacen visibles, dificultan seguir hablando de un hipotético crecimiento como solución a la pobreza: solo queda repartir mejor lo que hay… e incluso hablar seriamente de decrecimiento.

Desde el estallido financiero 2008 y los subsiguientes ajustes presupuestarios que impactaron en el bolsillo de las mayorías, el tema se ha vuelto central en el mundo desarrollado. Y, obviamente, también en América Latina. 

En las recientes protestas en Colombia el impuesto a los ricos y a las corporaciones fue cobrando cada vez más importancia. En Chile, uno de las pintadas que mejor ilustraron el desprestigio del gobierno fue “evade como Piñera”.

La igualdad no existe sin ausencia de discriminación, es decir, sin el reconocimiento de diferencias sin jerarquías entre ellas (hombre/mujer, blanco/negro, heterosexual/homosexual, religioso/ateo), señala el sociólogo portugés Boaventura de Sousa Santos. Explicar la igualdad al 1% es como explicar al diablo que Dios es bueno.

Las epistemologías del Sur permiten reconceptualizar el capital financiero global, verdadero motor de la extrema desigualdad entre pobres y ricos, y entre países ricos y países pobres, como una nueva forma de crimen organizado, de un crimen contra la propiedad de los trabajadores y de las clases empobrecidas, constituido por varios crímenes-satélite, sean estos el estelionato, el abuso de poder, la corrupción, añade.

El capital financiero global, en su actual configuración, no es solo un crimen contra la propiedad de los más pobres, sino también un crimen contra la vida y contra el medio ambiente.

Dos años después del estallido de la crisis de 2008, en Estados Unidos surgió el Patriotic Millonaires, un ejemplo notable y excéntrico de este debate, al decir de Marcelo Justo en Página12. El requisito básico para ser miembro es tener ingresos de más de un millón de dólares anuales o bienes equivalentes a cinco millones.

Pero, a diferencia de otros clubes de millonarios (o multimillonarios como el Club Billinaaaaa, proponen que se suban los impuestos a los más ricos para frenar la creciente desigualdad y ante lo que economistas ortodoxos, como Paul Krugman y Lawrence Summers, calificaron de estancamiento secular.

Estos millonarios apuestan por una redistribución progresiva del ingreso. El director de Patriotic Millonaires, Morris Pearl, ex director de Black Rock, una de las más importantes firmas de inversión en el mundo, fue explítico: “A mí no me gusta pagar más impuestos, no lo disfruto, pero quiero vivir en un sistema en el que haya mayor igualdad. A esta altura, yo no trabajo y, sin embargo, gano mucho más que los que trabajan y estoy pagando menos impuestos que ellos. 

Esto no es positivo para el conjunto del país”.

Uno de los argumentos del capitalismo para justificar la reducción de los impuestos a los más ricos es que así se estimula la inversión y que, con más inversión, se genera más empleo y, de esa manera, la riqueza se derrama al resto de la sociedad. 

Pero la realidad muestra que sucede todo lo contrario: una desigualdad mayor y una economía que entra en crisis.

Pearl sostiene que si se aumenta el salario, se va a aumentar el consumo y con esto se incrementan las ganancias, lo que, a su vez, va a generar más inversión, que es precisamente lo ocurrido en Seatle (EEUU), con la duplicación del salario mínimo de los trabajadores.

Otro argumento frecuente a favor de la reducción impositiva a los ricos es que estimula y premia la meritocracia, partiendo de la base de que los ricos son ricos por su esfuerzo, porque se lo merecen. 

Pero si uno revisa la lista de millonarios en EEUU se verá que la mayoría proviene de familias que eran muy ricas. Bill Gates o Mark Zuckerberg son dos casos típicos. Tuvieron una familia detrás que los sostuvo hasta que sus proyectos se concretaron.

“La mayoría de la gente que tiene un trabajo y que, con frecuencia necesita más de un trabajo para sobrevivir, no tiene tiempo de andar pensando en grandes creaciones o aventuras comerciales”, añade el multimillonario Pearl, quien afirma que la reforma impositiva de Donald Trump favoreció a los que más tienen y a una mayor concentración de la riqueza.

Este debate no se limita a EEUU, pero en América Latina produce estallidos sociales. Basta recordar que dos multimillonarios (Mauricio Macri y Sebastián Piñera) fueron presidentes en los últimos años en Argentina y Chile.

Y si se sigue con la política actual inevitablemente habrá rebeliones sociales que harán muy difícil la convivencia democrática. 

El concepto mismo de democracia está en juego porque este minúsculo grupo de multimillonarios utiliza el dinero para incrementar su poder político y usa ese poder político para incrementar su riqueza, añade.

Seguir las políticas impuestas por EEUU a través de los organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial o el Interamericano de Desarrollo llevó a estallidos también en Haití, Puerto Rico, Ecuador y Colombia

“Soy consciente de que las groseras desigualdades continúan separando a los afortunados de los desafortunados en todo el mundo” señaló Bill Gates, creador de Microsoft y el segundo hombre más rico del mundo, en una reflexión de fin de año publicada en su blog, la cosa cambia. “He sido premiado desproporcionadamente por el trabajo que hice”, reconoce.

A la documentalista Abigail Disney, bisnieta y heredera de Roy, uno de los fundadores de Disney, su riqueza no le impidió denunciar en 2019 la cantidad de trabajadores de Disneyworld que cobran el salario mínimo, apenas suficiente para sobrevivir, mientras la compañía declaraba ganancias por 13.000 millones de dólares.

El tema llegó a la campa lectoral. La precandidata demócrata Elizabeth Warren publicó un spot publicitario en el que dice explícitamente que es hora de aprobar un “impuesto a la riqueza”, seguido de imágenes de los millonarios que critican la idea y se victimizan, mientras se explican con textos breves las formas dudosas o directamente ilegales con las que hicieron sus fortunas, incluso en los momentos de crisis o gracias a ella.

Obviamente, Michael Bloomberg y Leon Copperman, dos ultrarricos, critican a Elizabeth Warren con todo el poder de los medios. Otros candidatos como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez suelen apuntar a la desigualdad estructural que limita las posibilidades de la inmensa mayoría de progresar solo por nacer en el lugar equivocado.

¿Un nuevo FMI tras la crisis argentina?

"La progresividad de los impuestos es un aspecto fundamental de una política fiscal eficaz. Nuestras investigaciones muestran que en el segmento superior de la distribución del ingreso es posible elevar las tasas marginales de impuestos sin sacrificar el crecimiento económico", dijo la titular del FMI, quien propuso cobrar más impuestos a los ricos y, además, asegura que esa mayor carga no afectará el crecimiento

Georgieva también avanza en resaltar la importancia de las políticas sociales para combatir la desigualdad. Indica que "cuando están bien concebidas, pueden ser fundamentales para mitigar la desigualdad del ingreso y sus efectos negativos en la desigualdad de oportunidades y la cohesión social".

Indica que un nuevo estudio del FMI muestra que el incremento del gasto social necesario varía considerablemente entre los países. Para detallar que en áreas clave, como salud, educación e infraestructura prioritaria, las economías de mercados emergentes necesitarían aumentar el gasto todos los años, hasta que se sitúe en alrededor del cuatro por ciento del PIB en 2030. En un país en desarrollo de bajo ingreso situado en la media, estima que esa cifra debería ser de 15 puntos porcentuales del PIB.

Apunta Georgieva que las iniciativas del organismo para corregir la desigualdad han sido incorporadas en sus labores de supervisión, préstamos, investigación y fortalecimiento de las capacidades, y que eso continuará en el próximo decenio.”La manera en que abordamos las cuestiones relacionadas con la inclusión económica es nuestra estrategia de gasto social".

Pone por ejemplo que si el gasto social es insuficiente para lograr los Objetivos del Desarrollo Sostenible o para proteger a una proporción significativa de hogares pobres y vulnerables, "entonces es necesario incrementarlo". 

Apunta además que las cambiantes condiciones demográficas elevarán los temas relacionados con la sostenibilidad fiscal al primer plano en los debates sobre gasto social, incluido el gasto en salud y pensiones. Para sentenciar que "lo más importante es mitigar los efectos adversos del ajuste en los pobres y los vulnerables".

Después de la sucesión de fiascos de los 90, la crisis de 2008 le permitió al FMI recuperar un papel relevante en el sistema financiero internacional. 

Una de sus preocupaciones mayores es lograr un acuerdo con Argentina ya que una eventual debacle –con el FMI detrás- volvería a arrojar al organismo a un espacio público de cuestionamiento generalizado acerca de su funcionamiento e intervención en los países.

Estados Unidos utilizó (y utiliza) al FMI como un brazo financiero del despliegue de su geopolítica en la región. La prueba más reciente fue el aval al préstamo récord a la administración del neoliberal Mauricio Macri, que se había subordinado en forma total a los intereses de Washington.

Ahora se ha abierto otro juego de presiones con el gobierno –autoproclamado progresista- de Alberto Fernández en relación con las crisis en Venezuela y en Bolivia, indica.

A la luz de las epistemologías del Sur, los crímenes cometidos por el capital financiero global serán uno de los principales crímenes de lesa humanidad del futuro. Junto con ellos y articulados con ellos estarán los crímenes ambientales..

Claudio della Croce, Estrategia.la

https://mamvas.blogspot.com/2020/01/algunos-multimillonarios-quieren-pagar.html

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