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Pederastia es el abuso sexual de niñas y niños que se presenta cuando el abusador es un individuo que está por fuera del núcleo familiar. Cuando se trata de una persona como un primo, un abuelo, o el padre de la víctima se habla de “incesto”.

Recientemente el periodista Juan Pablo Barrientos publicó un libro que denuncia la Pederastia en la Iglesia Católica de Colombia, resultado de una investigación que le tomó un poco más de 3 años.

Se titula: “Dejad que los niños vengan a mí” y podría resumirse en: 7 historias, 18 sacerdotes denunciados por abuso sexual contra menores de edad, 27 víctimas y sólo 2 condenas, lo que pone en evidencia la doble moral y la impunidad de la que goza el clero colombiano.

El libro no es, como dicen algunos fanáticos católicos, “un ataque contra la santa madre iglesia”, sino una denuncia con hechos claros y sustentados de delitos que después de muchos años han forzado al Vaticano a adoptar medidas para enfrentar una práctica aberrante que debe desaparecer de raíz.

En Colombia los altos jerarcas de la iglesia católica han venido encubriendo a los sacerdotes sobre los cuales existen denuncias serias.

Dice la sabiduría popular que “entre bomberos no se pisan las mangueras” … Esto explica por qué el Cardenal colombiano Darío Castrillón felicitó a un obispo francés por no denunciar a un sacerdote implicado en un caso de abuso sexual a menores, en el año 2001.

En noviembre pasado un informe de la ONG británica “Child Rights International Network” reveló el panorama del abuso sexual infantil relacionado con sacerdotes en Latinoamérica. El documento de 70 páginas da cuenta de cerca de mil denuncias en los 19 países de la región durante los últimos años.

Fue titulado “La tercera oleada. Justicia para los sobrevivientes de abuso sexual infantil en la Iglesia católica de América Latina” y recoge los casos denunciados por las víctimas durante los últimos años.

México es el país con el mayor número de denuncias, 550 en total, seguido de Chile con 243 casos y Colombia está en el tercer lugar con 137 denuncias.

Acusa a la Iglesia católica de “haber intentado acallar sistemáticamente las denuncias y los escándalos de abusos”, y señala que lo hace trasladando a los sacerdotes de país, culpando a las víctimas, ofreciéndoles pagos secretos y “minando su credibilidad”, además de presionar a los medios de comunicación para que no denuncien. Por algo la información sobre estos hechos es prácticamente desconocida en Colombia.

Uno de los casos más graves es el del exsacerdote y profesor Danilson Mena Abadía, quien cambió su identidad (se llamaba Antonio José Mena Abadía) para eludir sus procesos, y así logró por décadas seguir malignamente vinculado a la actividad religiosa.

Hay denuncias de niñas que fueron agredidas por él desde 1997 en Colombia, y su nombre estuvo en una circular roja de Interpol ya que fue condenado en un juzgado de Nicaragua por violar una niña de 15 años, en el año 2001. 

Evadió la justicia y huyó a una parroquia en Bolivia, luego pasó a Ecuador y finalmente se refugió en las selvas del Chocó.

Del Chocó en el 2007 reapareció en Bogotá ejerciendo tranquilamente el sacerdocio en la Parroquia San Carlos Borromeo, en el barrio Villa Luz, y en noviembre de aquel año abusó de una menor de 13 años. 

Los familiares de la niña relataron que empleó la astucia de ofrecerse como "orientador psicológico" de la menor para acercarse a ella y cometer su fechoría. También trabajó en un colegio de la localidad de Kennedy, donde abusó de otras 2 niñas.

Los familiares denunciaron los hechos y esto sirvió para que las autoridades lo capturaran y se dieran cuenta de que tenía una condena pendiente de 20 años por el delito de violación en Nicaragua.

En diciembre del 2007 fue detenido y aterradoramente lo dejaron en libertad porque Colombia no tiene tratado de extradición vigente con Nicaragua.

En aquel momento el obispo "emérito" de Engativá, Héctor Gutiérrez Pabón, dijo que él había verificado que el sacerdote Mena contaba con las licencias para ejercer el sacerdocio y que había consultado su superior en el Ecuador.

Pese a que el obispo de la Diócesis de Engativá calificó el hecho como un “comportamiento gravísimo y que tenía que responder ante la ley”, el padre Mena no respondió ni ante la iglesia ni ante la justicia porque fue dejado en libertad y volvió a desaparecer de Bogotá.

Finalmente, terminó de nuevo en Quibdó, la diócesis donde se había ordenado y donde en 2013 violó a otra niña, quien tuvo un hijo suyo. Lo capturaron hace medio año, dictando clase en la Universidad Tecnológica del Chocó.

Otra escandalosa historia es la del padre Roberto Antonio Cadavid, quien logró llegar hasta una parroquia en Brooklyn, Nueva York, nada menos que con una recomendación de la Arquidiócesis de Medellín.

Su “santa vida sacerdotal” de más de 30 años, está salpicada de acusaciones de pederastia. Hay pruebas de que Cadavid pagó a varias de sus víctimas para acallarlas.

El obispo de Medellín, Ricardo Tobón López, ha sido cuestionado por su tolerancia con casos como el de Cadavid y otros denunciados que han logrado escapar de la justicia y seguir en el ministerio religioso.

El Cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, quien fue presidente del “Pontificio Consejo para la Familia de la Santa Sede”, desde 1990 hasta el año 2008, cuando falleció, fue nombrado Arzobispo de Medellín en 1983. En ese momento la ciudad era considerada "capital mundial del crimen" y ningún nombramiento se movía sin que Pablo Escobar lo supiera.

Allí López Trujillo se desplazaba en automóviles de lujo, y a cada lugar que llegaba pedía ser recibido con una alfombra roja, el redoble de campanas y un coro de niños perfectamente peinados e inmaculadamente blancos, y todos tenían que besar su anillo.

Según innumerables testimonios estuvo asociado con grupos paramilitares durante la década del ochenta. Ello fue denunciado por Gustavo Salazar en su libro “El confidente de la mafia se confiesa”.

Pablo Escobar, por sus favores, le habría mandado más de una vez maletines repletos de billetes.

Una década después de su muerte Álvaro León, su maestro de ceremonias, recuerda que López Trujillo estuvo vinculado con la desaparición y asesinato de sacerdotes considerados "de izquierda" que hacían su labor social en barrios marginales como Santo Domingo Savio. En ese lugar, a finales de los años ochenta, seis misioneros fueron asesinados.

Pocos cardenales que hayan hecho “voto de pobreza” han tenido tantas riquezas como López Trujillo. Según Frédéric Martel, en su reciente libro “Sodoma”, esta riqueza le sirvió para su ascenso dentro del Vaticano.

El dinero no sólo lo obtuvo de sus colaboraciones con narcotraficantes y grupos paramilitares sino que tenía tanto poder en Medellín que se llevaba desde cuadros, joyas, hasta copones de plata de las iglesias que visitaba.

En Medellín tenía un piso secreto en un edificio del barrio Villa Nueva donde llevaba a sus víctimas predilectas: novicios confundidos e indefensos y prostitutos mal pagos a quienes después de tener relaciones sexuales golpeaba con brutal sadismo. Sin embargo, de palabra expresaba su odio culposo hacia los homosexuales.

Condenaba cualquier tipo de unión entre parejas del mismo sexo y decía que el SIDA era una de las plagas que bien se habían ganado los gays por sus “prácticas aberrantes”.

También era un enemigo encarnizado del uso del condón. Protegido por el propio Papa Juan Pablo II en el Vaticano, encontró en él un eco.

Durante su Papado (1978-2005), en los años en que apareció el SIDA y mató a 35 millones de personas, López Trujillo desde su posición no hizo absolutamente nada para ayudar a contener la epidemia, al contrario, su aversión al preservativo hizo del África católica un caldo de cultivo para que el virus se desarrollara.

Condenó la legalización del aborto, el feminismo y era, igual que Juan Pablo II, furioso anticomunista.

No extraña por ello que Álvaro Uribe Vélez dijera sobre López Trujillo: “Fiel a la misión del Pastor, vivió en coherencia virtudes humanas y espirituales que lo ubican como un líder religioso, valiente, coherente y piadoso”.

El 17 de diciembre pasado el Papa Francisco ordenó suprimir el “secreto pontificio” en casos de violencia y abuso sexual cometidos por clérigos y cambió la ley sobre la posesión y difusión de imágenes pornográficas que involucren a menores de hasta 18 años de edad, catalogándolo como uno de los crímenes más graves “contra la fe católica”.

Con la nueva instrucción que entró en vigor con carácter inmediato, no estarán sujetos a "reserva" las denuncias, los procesos y decisiones concernientes a estos casos para evitar encubrimientos, por parte de los victimarios que han sido protegidos por instancias superiores de las instituciones religiosas.

Esta reforma tiene la finalidad de poner fin al silencio cómplice de los jerarcas de la Iglesia y acelerar los trámites de las denuncias, para "dado el caso", ponerlas en manos de la justicia civil.

Absurdamente, la ley, conocida como “motu proprio”, no afecta el “secreto de confesión”, que sigue vigente incluso para este diabólico delito, por lo cual el cura que ha violado y abusado sexualmente a niñas y niños, podrá confesarse con su superior, y éste deberá guardarle el secreto... quedando en total impunidad, a menos que sus víctimas lo denuncien ante la justicia.

El grave problema es que por lo menos 90% de las víctimas de abuso sexual no denuncian debido a que sus padres no les creen, y menos aún en el caso de un “santo cura párroco”, al miedo de la familia a la estigmatización social y las represalias del delincuente y la falta de confianza en la efectividad del sistema de justicia. (En Colombia el 92% de los casos denunciados ni siquiera llegan a tener una sentencia judicial).

Sin embargo, se conoce que el abuso sexual infantil afecta a un enorme número de personas y tiene repercusiones sobre su vida personal y familiar que afectan a toda la sociedad.

Según la primera gran encuesta nacional realizada a adultos en EEUU, un 27 % de las mujeres (una de cada 4) y un 16 % de los hombres (casi 1 de cada 5) fueron víctimas de abusos sexuales en la infancia.

La mayoría de las mujeres fueron víctimas con una edad de inicio entre los 7 y 8 años, y los hombres con una edad de inicio entre los 11 y 12 años.

No existe un estudio serio en Colombia pero por desgracia los delitos sexuales son también un fenómeno común, y de acuerdo a los casos denunciados las víctimas más frecuentes son las mujeres en todos los ciclos vitales, como manifestación de la violencia de género, (razón mujer/hombre de 5,75 a 1).

El grupo de niñas entre los 10 y 14 años es el más afectado, y el principal agresor en víctimas menores de 18 años, es en la mayoría de casos un familiar.

Hace 4 años, en mayo de 2015, el profesor Renán Vega Cantor, en el informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, denunció “las violaciones y tráfico sexual que realizan funcionarios civiles y militares de EEUU” en Colombia, las cuales permanecen impunes, como es el caso de las 53 niñas abusadas en las localidades de Melgar y Girardot en el año 2007.

También existen denuncias de prostitución infantil en Tumaco, conocidas desde el año 2013, y se conoce que fueron descubiertos sitios de Internet en el año 2010 que ofrecían sexo con mujeres y niñas en la zona vecina a la base de Palanquero.

Estos crímenes han quedado impunes en Colombia gracias a que Álvaro Uribe Vélez les otorgó a los militares y mercenarios norteamericanos “inmunidad diplomática”, mientras que las familias de las víctimas han venido sufrido persecución y amenazas contra sus vidas.

Mientras en Colombia continúe gobernando una élite burguesa y terrateniente, machista y patriarcal, que permite que la justicia ordinaria no actúe con seriedad contra los delitos que afectan la dignidad sexual, es muy posible que las decisiones del Papa Francisco tengan poco o quizás ningún efecto práctico.

De este modo, para las víctimas lo más importante seguirá siendo recibir tratamiento oportuno y adecuado por parte de sicólogos y otros profesionales bien capacitados.

Esto no es fácil para las hijas e hijos de obreros y campesinos ya que difícilmente podrán conseguir una cita y un tratamiento psicológico efectivo en las corruptas e ineficientes Entidades Prestadoras de Salud, frutos podridos de la Ley 100.

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Fuentes:


https://www.pacocol.org/index.php/noticias/nacional/10398-tendra-algun-efecto-en-colombia-decision-del-papa-francisco-sobre-la-pederastia

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