Nunca antes estuve tan claro del mensaje crítico que el artista conceptual, italiano, Piero Manzoni quiso trasmitir con su obra "Mierda de artista" que se expuso el 12 de agosto de 1961 en la Galleria Pescetto, de Albissola Marina, Italia.
La obra se trata de 90 latas cilíndricas de metal de 5 cms. de alto y 6.5 cms. de diámetro, dentro de las que el artista depositó sus propias heces y después selló, detalló y firmó, tal como se lee en varios idiomas en la etiqueta pegada circularmente: "Mierda de artista/Contenido neto: 30 gramos./ Conservada al natural./ Producida y envasada/ en mayo de 1961"
Estas latas selladas se encuentran en diferentes museos de Europa, y una de ellas, según El Confidencial de España, llegó a venderse por 124,000 euros.
La idea de Manzoni con esta controversial obra, que para unos es arte y para otros una burla, fue la de hacer una crítica del mercado del arte, en el que la simple firma de un artista con renombre, es suficiente para que produzca incrementos irracionales en la cotización de las obras.
Pero si profundizamos un poco más en el análisis, la obra de Manzoni se refiere también al juego sucio de los grupos de interés que usan los medios de comunicación para elevar la imagen de un sujeto que para nada lo merece. Marketing le llaman.
Esto es lo que está ocurriendo con la publicación de la revista Forbes en su edicion de ayer, en cuya portada aparece la foto de otra lata: la golpista de Bolivia Jeanine Añez, una mujer que a pesar de que solo existen razones para ser repudiada, goza del beneficio de la élite propulsora del neoliberalismo y cerebro del golpe de Estado en Bolivia, y estos tienen urgencia de elevar su categoria devaluada y limpiar su imagen manchada de sangre, racismo y otras suciedades.
Lo mismo hizo hace unos meses la revista Time cuando puso en su portada, la imagen del títere Guaidó.
La intención es clara, Manzoni la expuso hace más de 50 años en sus 90 latas etiquetadas con absoluta claridad: es darle valor a la mierda.