Cuando los cristianos dejaron las catacumbas para pasar a cogobernar con el emperador romano, se corrompió la FE que tenían los católicos en el Nazareno.
Constantino elevó a la categoría de “religión oficial” a los católicos, seduciendo a sus líderes con las mieles del poder. Trescientos años apenas habían pasado desde la Crucifixión de Cristo.
En ese paso de la pobreza cristiana a la opulencia imperial desde entonces en concubinato, han desfilado muchos jerarcas desastrosos, como el Papa Julio II, por citar a uno, y sacerdotes de menores rangos herederos de las orgias, bacanales y excesos de emperadores, reyes y presidentes.
En Nicaragua las historias desgarradoras de la Cruz y la Espada matando nativos, no es agradable a todos, muchos somos los que detestamos esa barbarie… la que aún se descubre entre algunos jerarcas y párrocos de bajo nivel.
Este domingo me compartieron un nuevo mensaje del Obispo Rolando Álvarez hablando de perder el miedo a la opresión, cuando para el pueblo pobre la misma viene del imperio gringo con sus lacayos de la Iglesia Católica, empresarios del Gran Capital y politiqueros lamebotas.
Interpretar la Biblia es entender como pueblo de Dios al débil y necesitado (Salmo 41), la gente marginada, explotada y sacrificada.
Cuando el Obispo Álvarez menciona que el pueblo ha vencido el miedo, es noticia vieja.
El pueblo perdió el miedo a los marines yanquis y a sus títeres dentro del terruño. Porque Sandino les perdió el miedo, fue que logró derrotarlos; la pedrada de Andrés Castro fue la misma que con valentía David lanzó a Goliat… no hay gigante a quien temer.
Ni siquiera hay miedo en desnudar los intereses políticos y mezquinos de los malos obispos y sacerdotes.
En el mundo hay desviaciones políticas, sexuales, económicas y de otras naturalezas, que se descubren en los anticristos que pueblan la Iglesia Católica.
Algunos roban la inocencia a niños y niñas; otros la ofrenda amorosa del feligrés; y hay quienes roban la paz y armonía entre los hermanos de una misma nación.
Cristo nunca se plegó al Imperio Romano, dijo que su Reino no era de este mundo y siguió su camino al lado de los pobres; rechazó el lujo del Sanedrín, escapó de las tentaciones de los mercaderes y hasta los combatió; fustigó a los escribanos, sacerdotes y publicanos.
Los preceptos cristianos, los Santos Sacramentos y nuestro amor hacia la Virgen Santísima, están siendo manipulados y burlados por quienes halan agua para el molino de los poderosos en la tierra. Dios y María Santísima perdonen a los Obispos Báez, Álvarez y Mata, junto a los monseñores y sacerdotes Carlos Avilés, Edwin Román y José Idiáquez.
Rolando Cruz
Periodista y Abogado