Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg es el nombre completo de lo que los medios de comunicación denominan “activista medioambiental” o “líder del movimiento juvenil en contra del Calentamiento Global.
Quizá su imagen parezca la de una niña de 13 o 14, pero tiene 16 años. Este aspecto infantil lo fomentan sus eternas trenzas que le dan un aire más aniñado. ¿Es que ella es así… o es la imagen que han creado los medios y quienes aúpan, motivan –no me atrevo a utilizar “manejan” o “manipulan”- el icono infantil, mediático, “viral” y “trending topic” –que se dice ahora-?
No lo sé, quizá a ella le gusten las trenzas y suela llevarlas, pero… en este mundo de los mass media quedan muy pocos resquicios para la ingenuidad y la inocencia.
Por ello cabe la posibilidad de que las trenzas formen también parte de ese icono/producto de mercadotecnia medioambiental que nos están vendiendo.
Hace unos minutos que la televisión nos anunciaba que su barco de velas había llegado a EEUU; la noticia venía acompañada de unos primeros planos de la activista sonriente con sus eternas trenzas.
Me pregunto… esta adolescente que en noviembre de 2018, habló en TEDx Estocolmo e inició el movimiento Juventud por el clima, y en diciembre de 2018 ofreció un discurso ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2018 (COP24); que en marzo de 2019, fue nominada para el Premio Nobel de la paz por un grupo de parlamentarios noruegos, ¿es una científica que ha estudiado y descubierto un nuevo modelo de economía industrial, agrícola… sostenible y respetuosa con el medio ambiente?
¿Es ella consciente de que, detrás de su inocente expresión está el más grave reto al que se enfrenta la humanidad? La solución de este pasa por:
- Un cambio de valores del conjunto de la sociedad.
No basados en el uso, abuso y extracción sin control de nuestros recursos naturales/materias primas, alguna de ellas finitas: los combustibles fósiles, minerales, bosques… para satisfacer ese consumo desaforado e innecesario de los países occidentales –China, India, Japón también- que sirve en muchas ocasiones para enmascarar la insatisfacción y contradicción inherentes a la condición humana y al modo de vida al que nos vemos arrastrados y no controlamos.
- La superpoblación a la que inexorablemente se encamina la humanidad.
- La dependencia de los llamados “Mercados” y poderes financieros que son los que en realidad dominan el mundo y dictan a los gobiernos lo que deben de hacer. Mercados que ni saben ni les interesa eso que llaman “consumo responsable”.
- Ese “argumento” de: + consumo y propiedades = satisfacción, felicidad, éxito social, autoestima., es lo que nos llevan vendiendo –desde la educación infantil- los distintos sistemas educativos, los medios de comunicación y nuestros políticos.
Y que es falso, como los sistemas capitalista y comunista que han fracasado ambos en conseguir una sociedad más justa, culta, respetuosa con el medio ambiente y sobre todo… una sociedad posible, con futuro.
Vivimos en la sociedad de la imagen: los teléfonos móviles, Internet y la dependencia de ellos por un cada vez mayor número de personas. Las redes sociales y plataformas digitales han creado una sociedad de enganchados y adictos que están confundidos por tanta saturación de imágenes delitos/tragedias, tendencias y modas.
La imagen ha sustituido a: la reflexión, análisis, a la formación, la mesura, a pasar por el tamiz de la razón el barullo y falsas noticias que se trasmiten a la velocidad de un cable de fibra óptica y que aturullan y abotargan al ciudadano corriente, muchas veces indocumentado y falto de interés por profundizar en temas tan complejos que tienen extensas ramificaciones sociales, culturales, intelectuales, religiosas… etc.
Lo siento pero Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg temo que acabe con el paso del tiempo o cuando ya se haya exprimido del todo el producto y se haga adulta (más), como esos ídolos infantiles que nos vendían en la España añeja -esa que reivindica Vox- tales como: Joselito, Pablito Calvo (Marcelino Pan y Vino), y un poco de paso Marisol y demás infantiles iconos casi siempre de triste y olvidado final.
El problema del cambio climático, la destrucción de la Amazonía, el mar convertido en un basurero, el agotamiento de nuestros recursos naturales… etc. no es nuevo. No lo hemos querido ver en las últimas décadas.
Quizá es porque estábamos demasiado preocupados por tener -en vez de ser o sentir- mejores: casas, coches, más folclóricos y pintorescos viajes, aparentar más, acceder a una élite más sofisticada y chic; ostentación y lujo en vez de profundizar –a través de la razón- en la cultura, la belleza, la sencillez…
No. Me temo que la candorosa “dieciséisañera” de coletas a lo Pipi Langstrump y sonrisa angelical no es la solución.
Hace siglos… muchos, Horacio en su “Beatus ille” ya nos decía:
“Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes, libre de toda deuda, y no se despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra, ni se asusta ante las iras del mar, manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos”. (Quinto Horacio Flaco a Venusia, Basilicata, 8 de diciembre de 65 a.C.-Roma, 27 de noviembre de 8 a. C.)
Y, parafraseando a tan ilustre poeta: Carpe Diem (con sentido y responsabilidad, que el futuro lo estamos labrando hoy)
Francisco Lozano Sanz. Trabajador del Medio Ambiente.