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Nayib Bukele comenzó su mandato con un mensaje de cara a sus seguidores, esos que le aplaudieron hasta la saciedad -e insultaron a los diputados- sin saber cómo hará para resolver los principales problemas del país. 

Por la noche, el presidente cerró el día con una decisión histórica sobre la Fuerza Armada: la orden de remover el nombre de Domingo Monterrosa de un cuartel militar.

Su Gobierno, sus reglas. Nayib Bukele tuvo una barra, un escenario y un discurso que le permitieron hacer de la toma de posesión un acto para apelar al cariño de sus seguidores y no un evento para trazar cuáles serán las líneas estratégicas de su Gobierno.

 24 minutos no le alcanzaron para, al menos, delinear cómo planea solucionar los problemas más graves de El Salvador: la inseguridad y la ruina económica.

El presidente de la República centró su discurso en el público. Arrancó exaltando al “pueblo luchador y valiente”, y romantizando la forma de los salvadoreños de reponerse a las tragedias. 

Hizo prolongadas pausas entre cada frase para permitir que sus simpatizantes, colocados atrás de las vallas de los invitados oficiales, pudieran ovacionarlo.

 Su público, que abucheó cuantas veces pudo a personajes del FMLN y ARENA, llegó temprano a la Plaza Barrios, en el centro de San Salvador, y acompañó con cánticos como “sí, se pudo” o la frase acuñada por Bukele durante la campaña: “devuelvan lo robado”.

Esta vez usó la parábola del “niño enfermo” para hablar de la crisis que enfrenta El Salvador. 

Dijo que para curar a ese niño se requiere el sacrificio y compromiso de todos, y que no importa lo que haya que hacer para cumplir el objetivo de “sacar adelante” a ese hijo.

 “Nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga, nos toca ahora a todos sufrir un poco, nos toca ahora a todos tener un poco de dolor, nos toca ahora a todos asumir nuestra responsabilidad”, advirtió. 

Con esta profecía obtuvo menos aplausos que los que consiguió con cada gesto o mención a su esposa Gabriela de Bukele.

El presidente no dijo cuál es la cura que él ofrece para el “niño enfermo”, o para problemas específicos como la epidemia de homicidios que padece el país. Tampoco habló de cuál será su estrategia con las pandillas que controlan la mayor parte del país.

 En su discurso no hubo una sola referencia a todo lo que prometió en las 42 páginas del Plan Cuscatlán, su plan de Gobierno. No adquirió compromisos concretos. 

Fue él quien los pidió a su audiencia: “Debemos decidir nosotros mismos que debemos dejar de matarnos, debemos decidir nosotros mismos que dejemos de botar basura en la calle, debemos decidir nosotros mismos que vamos a trabajar el doble para sacar a nuestro país adelante”.

Bukele quedó debiendo el cómo y también se reservó para él, y para su equipo oficial de prensa, todos los detalles de con quiénes gobernará. 

La juramentación de algunos miembros de su Gabinete fue a puerta cerrada en el Palacio Nacional y la Presidencia solo comunicó algunos de los nombramientos, como el de Rogelio Rivas, emisario de Nuevas Ideas, en el Ministerio de Seguridad; el de Mario Durán, exconcejal de la alcaldía de San Salvador, en el Ministerio de Gobernación; el de María Luisa Hayem, en Economía; o el de Édgar Romero Rodríguez, quien trabajó en Yamaha, la empresa de la familia Bukele, en el Ministerio de Obras Públicas.




El presidente junto con parte de su gabinete. A la izquierda, Rogelio Rivas, nuevo ministro de Seguridad, junto con la canciller Alexandra Hill. Foto/Capres

“Por primera vez en la historia de nuestro país tendremos un gabinete de igual número de mujeres que de hombres. 

Pero no han sido seleccionados por su género, han sido seleccionados por sus currículos, por sus capacidades”, dijo Bukele antes de la juramentación, algo que de momento es imposible de corroborar porque todavía no ha hecho los relevos en todas las instituciones.

En el discurso, el único guiño del presidente al tema de gobernabilidad apareció cuando dijo que gobernaría para todos los salvadoreños y no solo para los 1.4 millones que votaron por él.

“A partir de hoy no seré el presidente de los que votaron por mí, tampoco seré el presidente de un sector, el presidente de un grupo, mucho menos un presidente de un partido político; seré el presidente de todos los salvadoreños”, aseguró.

La plaza de los simbolismos

Fue el presidente Bukele siendo Nayib Bukele: sonriente, sin corbata, con el lenguaje corporal enardecido. 

En la toma de posesión consiguió lo mismo que en el cierre de su campaña: que decenas de personas levantaran su mano para hacerle un juramento. 

El 26 de enero de 2019 le hizo jurar a sus simpatizantes que defenderían el voto el día de las elecciones. 

Este 1 de junio, y como si en ese momento solo estaba hablando con quienes le votaron, los llamó a “defender lo conquistado”.

“Juramos trabajar todos para sacar nuestro país adelante, juramos defender lo conquistado el 3 de febrero, juramos que cambiaremos nuestro país contra todo obstáculo, contra todo enemigo, contra toda barrera, contra todo muro.

 Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para poder cambiar a El Salvador”, sentenció.



Seguidores del partido Nuevas Ideas en la Plaza Gerardo Barrios, en San Salvador, el sábado 1 de junio de 2019. Foto FACTUM/ Salvador MELENDEZ

Y Dios apareció varias veces en el evento

Lo mencionó Bukele en el discurso y también los dos religiosos que tuvieron un espacio en la ceremonia : la máxima autoridad de la iglesia católica en El Salvador, José Luis Escobar Alas, y el pastor cristiano, Dante Gebel, que llegó a usar frases como “asignamos ángeles sobre todo su equipo” para augurar un buen Gobierno. 

El conferencista argentino, que habló por casi seis minutos ante la plaza, usó la cita Deuteronomio 28, un texto bíblico que invita a la obediencia porque “solo los obedientes serán bendecidos”. 

Leído así parece tomado de un culto, pero fue el mensaje con el que cerraría el programa de un evento oficial.

Los obsequios fueron diseñados como para un mitin. Previo al evento, la Presidencia regaló gorras de tela con la insignia del traspaso de mando, en el que se ve el escudo nacional rodeado de 14 estrellas, un cambio que Bukele impuso con su llegada.

 También repartieron agua, gaseosas, sombrillas estampadas, y abanicos de cartón, o lo que alcanzaron a comprar con parte del millón de dólares que costó el acto.

El presidente ocupó varias partes de su discurso para hablar de su familia. Hubo alusiones a su esposa, a su madre, a su padre (ya fallecido) y a su hija, que aún no ha nacido.

 El Salvador no escuchó cuáles serán los ejes del nuevo Gobierno, pero sí escuchó una anécdota de la infancia de Bukele y el anuncio que, cuando nazca, su hija se llamará Laila. 

Lo que sí le dejó la aclamación del público.

Bukele, de la misma forma que lo hizo en enero pasado la primera dama de Brasil, Michelle Bolsonario, realizó una interpretación con lenguaje de señas. 

Con lo que, según él mismo explicó, quiso decir que “de ahora en adelante el poder está en todos nosotros, en cada uno de nosotros”.




El recien juramentado presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ocupó unos minutos de su primer discurso presidencial para dirigirse con el lenguaje de señas ante la transmisión especial de televisión, en la Plaza Gerardo Barrios, en San Salvador, el sábado 1 de junio de 2019.
Foto FACTUM/ Salvador MELENDEZ

Un discurso diferente

Bukele hizo un discurso distinto al acostumbrado por otros presidentes, más enfocados en plantear soluciones o anunciar planes o estrategias para cada área de sus gobiernos. En los casos de Francisco Flores, Antonio Saca, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, los discursos de toma de posesión se centraron en las ideas de “desarrollo”, lo que significaba combate a la delincuencia y mejora de la economía para reducir brecha socioeconómica y reducir la pobreza. 

Salpicaban sus discursos con porcentajes o cantidades de dinero necesario para cumplir metas.

Pese a los discursos mejor estructurados, los cuatro expresidentes han resultado salpicados por la corrupción. Uno, Flores, falleció mientras era juzgado por un desvío de donaciones de Taiwán. 

Otro, Saca, está en la cárcel, condenado por lavado de dinero y peculado por una cantidad de alrededor de 350 millones de dólares. Otro, Funes, está prófugo en Nicaragua y es acusado en El Salvador de lavado de dinero y peculado por una cantidad mayor a los 350 millones de dólares. 

Mientras que el último expresidente, Salvador Sánchez Cerén, quien terminó su período presidencial este mismo 1 de junio de 2019, está mencionado por la Fiscalía General en un requerimiento contra Mauricio Funes por ser el titular de una cuenta bancaria que fue utilizada por la red de Funes, según la Fiscalía, para desviar fondos de Casa Presidencial.

El nuevo presidente, quien de forma particular empezó su discurso dirigiéndose a sus fanáticos sin pasar por los protocolos diplomáticos de saludar a todos los presentes, incluidos los presidentes y delegados de gobierno visitantes, prescindió de los detalles y se aferró a las metáforas y a los clichés para plantear ideas positivas con términos como “adelante” o “avanzar”.

Bukele mencionó con más constancia la palabra «país» en su discurso en general. 

Pero al hacer una selección de palabras claves, el nuevo presidente utilizó más «niños» que otras palabras como seguridad, economía, pandillas, jóvenes, salud y educación.


La nube de palabras del discurso de Nayib Bukele muestra que «país» fue el término utilizado con mayor constancia en su primera alocución como presidente de El Salvador. Gráfico FACTUM

Elogios y dudas

Sus correligionarios no encontraron vacíos en el discurso. Gente como el secretario de Nuevas Ideas, Federico Anliker, le aplaudieron cada palabra, porque consideran que se trató de un mensaje “emotivo”, dirigido para la población.

 “Fue un discurso donde realmente la población salvadoreña tiene que saber y sentir la parte emotiva, en cómo la población va a tener un gobierno que va a estar de lado de ellos y va a estar respondiéndole y que la misma población va a estar vigilante hacia ellos”, justificó y cuándo se le dijo que el discurso no incluía anuncios concretos dijo a la periodista que “quizá no escuchó”.

Karim Bukele, hermano del presidente y quien comandó su campaña presidencial, lo justificó de otra manera: “Sí, es difícil, resumir todo en 20 minutos entonces lo que él quería era, me imagino, expresar generalmente la visión de país que él tiene, porque en 20 minutos explicar todo lo que se va a hacer, primero hay que revisar un montón de cosas que de las que se estaban viendo en el gobierno”.

O hay gente como Saúl Meléndez, coordinador de Nuevas Ideas en Mejicanos, que cree que con ese discurso Bukele “hizo historia” porque “los contenidos vienen en acción no en palabras”.

Horas después de la toma de posesión y de su primer discurso presidencial, el presidente, por Twitter, publicó una orden a la Fuerza Armada como comandante general: retirar de inmediato el nombre del teniente coronel Domingo Monterrosa, principal señalado en la masacre de El Mozote, en 1981, de la Tercera Brigada de Infantería en San Miguel. 

Una orden que aún falta cumplirla pero que el FMLN, con una década en el poder, fue incapaz de dar.

El representante de la Iglesia Católica, José Luis Escobar Alas, es otro de los que cree que no era necesario que el presidente mostrara todas sus cartas: “Es cierto que no tocó los programas, yo no es que lo quiera defender sino que me imagino que eso vendrá después cuando presente su gabinete de gobierno y cuando lo juramente. Tiene todo el tiempo por delante».

Ramón Villalta, director de ISD, la organización que desde la sociedad civil ha empujado la reforma electoral, sí cree que el discurso quedó a medias: “Simplemente es un discurso bastante general de dejar un país con una mejor herencia. Muchos de los que estábamos presente esperábamos escuchar acciones, estrategias orientadas a cómo combatir la delincuencia, a cómo combatir la pobreza, a cómo sacar adelante el país».

Entre los oyentes del discurso hubo varios vendedores. Algunos dejaron en suspenso sus ventas, y al filo de la 1 de la tarde retornaron a la normalidad. “Bonito se ve pintado, pero ya mañana volvemos al caos”, dijo una comerciante de ropa interior, mientras observaba cómo el personal de logística retiraba la alfombra roja y las sillas acrílicas frente al Palacio Nacional. En su brazo tenía dibujado un corazón y a la par una palabra: Nayib.

*Con reportes de Loida Avelar, Rodrigo Baires Quezada, Cinthya Tórrez y Vanessa Téllez.

https://www.no-ficcion.com/project/un-mitin-para-estrenar-la-presidencia

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