Hay una distancia grande entre aparentar que queremos y otra querer hacer las cosas de verdad. Entre una y otra cosa no hay engaños que valgan porque la apariencia es una máscara, una mentira un cosmético que es realmente ofensivo porque cuando se expone lo que vemos es a la más rancia hipocresía pintada.
Contrario a la apariencia de querer hacer y el querer hacer que las cosas resulten con sinceridad, implica una voluntad que propone una disposición a vencer obstáculos que va más allá del deseo.
Por supuesto que el hecho de querer que las cosas se hagan es bueno o malo en la medida del fin que busquemos porque también podemos terminar deseando ejecutar cosas malas, pero para mí ya ese interés cae en el ámbito de la maldad porque busca como afectar personal o colectivamente aun grupo o a la sociedad entera si lo que tenemos es un corazón podrido.
Expreso lo anterior porque la situación que vive el país no está para estar jugando con máscaras desde una mesa de negociación donde la Alianza Cívica no engaña a nadie y por añadidura niega a su contraparte, él GRUN, lo único que puede dar, como es solicitar la suspensión del otro gran tranque que afecta al país, las sanciones económicas que gustosa y felizmente fueron a pedir a Washington, pero que ahora, negando aquel principio de que las cosas se deshacen como se hacen, dicen que no pueden hacer nada contra eso porque no inciden sobre ello, aunque por supuesto fue algo que contra la misma Nicaragua que los parió pusieron en bandeja de plata a quienes como miserias humanas nos quieren destruir desde el imperio.
Esta gente de la alianza cínica que en calidad de propietarios a veces llegan a torpedear al INCAE y muchas otras veces no porque no tienen nada que dar, aparentan preocuparse por el país, aparentan estar interesados en el pueblo, pero todo lo que han hecho desde que sus huestes fueron soltadas diabólicamente desde el 18 de abril del año pasado ha sido destruir al país para conducirlo al empobrecimiento total.
Lo que quieren aparentar estos de la alianza cínica es que les duele la suerte de Nicaragua, pero lo que en realidad quieren es destruirla. Gracias a Dios para la inmensa mayoría de este pueblo es tal su incapacidad que a pesar de los millones de dólares manchados de sangre que el imperio les proporciona para sus fechorías no han logrado todavía desbaratarla por completo.
Todo esto que pasó no lo produjo ni lo inventó el gobierno.
Esos que hablan de “dictadura” eran los mejores socios del gobierno que vieron crecer sus capitales, a partir del 2007, como nunca antes lo habían logrado;
Esa iglesia católica, que ha sido embarrada por varios obispos a los que nunca se les podrá perdonar desde aquella connotación de que nunca supieron lo que hacían, recibían del gobierno cualquier cantidad de ayudas en todas sus diócesis y jamás se quejaron de ninguna irregularidad hasta que el Sargento Báez los metió al ruedo de la politiquería;
Aquí nunca conocimos de ningún medio de comunicación cerrado, ni de un periodista preso o encarcelado antes del 18 de abril porque como ahora existió siempre un libertinaje en el tema de la libertad de expresión.
Aquí las relaciones con estados Unidos, a lo mejor no eran de “pili y mili” creo que eso jamás podrá ser después de las barbaridades que nos ha hecho el imperio, pero como decía un ex canciller que habla y piensa en ingles siempre había sido “francas y respetuosas” hasta que finalmente salió a flote la arrogante y prepotente política del garrote imperial que ejecutó un plan, fraguado con sus lacayos nacionales para asesinar nuestras esperanzas.
¿Porque actuó así Estados Unidos contra nosotros, porque buscó a los peleles, a los malos hijos de este país para destruirlo?
Varias cosas están claros después de reflexionar sobre el porqué de tanta saña y odio contra el sandinismo y contra Daniel Ortega;
Por ejemplo jamás perdonarán al actual Presidente de Nicaragua el haber tomado la estafeta nacionalista de Sandino y con ella haber diseñado una democracia muy a la nicaragüense:
Otra razón es que por ese mismo nacionalismo, soberanamente, acariciamos con ilusión la posibilidad de ver al fin construido nuestro canal interoceánico que geopolíticamente fue visto como una amenaza por el imperio.
Otro aspecto que está pintado del tamaño del Monte Everest es que, frente a una América Latina estancada y empobrecida por gobiernos proclives al capitalismo salvaje, sin que existiese en ellos un solo gramo de sensibilidad humana, la Nicaragua que empezó a andar a partir del 10 de enero de 2007, representó un pésimo ejemplo para Estados Unidos porque líderes emergentes de izquierda podían tomarnos como un ejemplo de cómo a través de una paz y reconciliación efectiva se podían restañar las heridas de una sociedad que como la nuestra, en tanto el odio estuvo encapsulado, logró tantas cosas buenas que el mundo, a pesar de las reservas ideológicas que los sectores más extremistas de la derecha mundial podían tener contra el sandinismo, no tuvo más que aceptar que los nicaragüenses habíamos abrazado ese modelo cristiano, socialista y solidario que a pesar de todo, de la crisis que insisten alimentar, de la miseria humana que encarnan y representan algunos malos nicaragüenses, sigue generando progreso y que pese a las amenazas que están palpables y que son una realidad, se sigue adelante y nadie se detiene para lamentarse o doblegarse.
Lo otro que finalmente aflora en ese odio intestinal de los Estados Unidos contra Nicaragua, indirectamente tiene que ver con Daniel Ortega porque para el imperio es el enemigo a vencer, y se trata del inútil y fracasado oposicionismo que tenemos aquí.
El imperio nos quiere ahogar con sus sanciones porque sabe perfectamente que sus lacayos nacionales para lo único que son buenos es para recibir mercenariamente los dólares que proporciona la embajada gringa a cambio de aparentar que son los líderes liberadores, aunque aquí nadie quiera ser salvados por estas miserias humanas que podrán ser gritones, aparentemente chingones, valientitos, escandalosos y bochincheros desde los medios que los pintan como paladines, pero en la práctica son caníbales de su propia especie, son sanguijuelas que como los alacranes son capaces de hartarse a su propia madre, son individuos sin causa que les interesa únicamente su yo personal, que asumen liderazgos exclusivamente mediáticos que carecen de organización porque después de hacer cualquier exhibición pública de carácter politiquero se olvidan de lo fundamental para irse a las cantinas.
Ellos aparentan entonces ser la oposición a Daniel Ortega pero en vez de organizarse, formar un partido, invertir tiempo en juntar voluntades contrarias al poder o de hacer propuestas que sean mejor a las del FSLN, lo que hacen es cada quien crear su propia sigla, conspirar desde una mesa de tragos, volarle reata a su colaborador más cercano o pelearse públicamente en sus reductos como vimos recientemente a la María Fernanda Flores del PLC en Chinandega y que quiere deschincacar, como sucede con Álvaro Leiva de la ANPDH que anda despotricando contra quienes se le robaron el mandado y el presupuesto, como hace el Pingüino Arellano que se cree la conciencia de otros que como él nunca pasaran de ser suspirantes, aunque todos al final morirán creyendo que algún día serán ministros, magistrados, diputados, contralores, alcaldes o concejales porque eso es lo único que no aparentan querer sino que quieren de verdad.
Lo demás, el pueblo, el país, el progreso, el desarrollo, la democracia, la paz y la libertad son temas Pancho Madrigalescos que existen únicamente en el Galope, donde el rey es alguien que se imaginó un día ser presidente por sus pistolas y no por los votos.
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