Cardenal Leopoldo Brenes |
Pienso con profunda convicción que el traslado de Silvio Báez al Vaticano es consecuencia de una lucha poder entre dos Tigres que no podían estar en una misma colina.
No es que Leopoldo Brenes con ese su “habladito” como dijo en una oportunidad su “Auxiliar” era manso, sino que, con su forma de matar pulgas, fue creando las condiciones para liberarse de alguien que le estaba quitando espacios políticos y protagónicos.
Digo esto porque me genera una enorme carga de repulsa leer en uno de los diarios de la carretera norte, que el Cardenal Leopoldo Brenes, considere como una pésima imagen para el país ver a la policía “asediando y rodeando” la Catedral de Managua.
Es decir, para el Arzobispo de Managua, es malo que la autoridad policial resguarde el derecho de los ciudadanos a su seguridad y a su movilización, pero calla o piensa que es bueno que un grupejo de seis desadaptados hagan su pereque dentro de la Catedral buscando como siempre que los echen presos o que alguno de ellos termine martirizado.
La policía hace su trabajo al garantizar el orden. La policía está para darnos seguridad y protección de terroristas que actúan como delincuentes al cubrirse el rostro.
En cuanto a esta situación lo que el Cardenal Leopoldo Brenes debería hacer es prohibir el uso del templo mayor del catolicismo nicaragüenses para fines que incitan al odio, que expresan vulgaridad, que pretenden estimular el caos y que abiertamente cuentan con el apoyo y bendición de altísimos representantes del clero que se prestan para hacer apología del delito.
No quiero proyectarme como Pastor ni mucho menos, pero en la sagrada escritura que es totalmente ignorada en la feligresía Iglesia Católica, pues si acaso solo los sacerdotes la leen, muy contrario a los evangélicos que la devoran apasionadamente con carácter de estudio y obligatoriedad, en Apocalipsis 3:15-19 se nos dice algo muy claramente y deberíamos tomarlo a la letra porque ese una cita de Dios que dice:
“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”
El pasaje anterior pone en claro que la tibieza es inaceptable ante el Señor. El tibio no está ferviente por el Señor. Su corazón no está encendido de amor por Él.
La opinión que sostiene por sí mismo es enteramente diferente de la opinión que el Señor tiene de él.
Entonces, mientras que el Señor lo ve “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”, él se ve a sí mismo como rico, que no tiene necesidad de nada.
El enfoque de su interés no es el Señor y Su opinión, sino él mismo. “Yo soy rico, y [yo] me hecho de dinero” dice.
Para el tibio, Jesucristo era probablemente su Señor, y lo confesó como tal, alguna vez en el pasado. Sin embargo, Él no es su Señor, su jefe, HOY. Su jefe hoy es más bien él mismo.
Esto que para algunos pudieran ser solo palabrerías tiene un enorme significado y si lo tiene para las ovejas que podemos andar descarriadas, creyéndonos que somos una maravilla de virtudes porque hemos llegado a creer que no necesitamos de Dios, imagínense entonces qué podrá significar para los profesionales de la fe, más los católicos, que debiendo estar, por supuesta vocación más cerca del altísimo, niegan con sus hechos que todas las Creaciones del Altísimo somos lo que somos Gracias a él.
Nosotros los seres humanos somos la suma de nuestros propios errores y no podemos andar responsabilizando al Creador de los desaciertos que tenemos porque para eso Dios nos confirió el libre albedrio para que con responsabilidad separáramos el bien del mal y en esto deberían, los profesionales de la fe, tener una profunda incidencia porque como Pastores que supuestamente son están obligados a conducir a sus ovejas por caminos sanos y seguros.
En esa línea de coherencia no veo qué contribución es la que Leopoldo Brenes quiere hacer a la paz del país cuando por un lado expresa con mucha razón que es irrespetuoso el manoseo que se hace a los colores azul y blanco de nuestra bandera, pero por otro permite que ante sus propias mechas que sus propios sacerdotes y chavalos irresponsables dentro de la misma catedral la manipulen para fines eminentemente políticos como si fuese difícil comprender que hay millones de nicaragüenses a los que nos lastima el vulgareo hacia uno de los símbolos más altos de nuestra nacionalidad.
Pero además Leopoldo Brenes, que solo esperaba quedar solitario en la llanura para brillar con su propio protagonismo, una vez que logró liberarse de Silvio Báez, a quien nunca le perdonó que lo haya eclipsado, que lo haya irrespetado con aquello de “ya saben ustedes el Cardenal con su modito” sabiendo que no hay forma de que se violente la constitución siga insistiendo en el adelanto de las elecciones como una agenda personal lo que lo pone como un agente político más que desde el alto clero de la Iglesia Católica se sale del closet como enemigo de la paz.
Leopoldo Brenes no es ni frio ni caliente, se pinta frio, en el medio del camino, y esa es una actitud que Dios vomita y peor porque viene de él que investido en ese púrpura cardenalicio, actúa con un enorme contrasentido en cuanto a lo que representa porque si lo que pretende es hablar de paz lo que promociona con sus actitudes es odio; si lo que pretende es que exista una salida patriótica a la crisis que en parte su iglesia fomentó, él lo que hace es estimular el irrespeto a nuestra bandera, si lo que pretende es que el pueblo no sufra con sus actitudes lo que hace es envalentonar a los enemigos que desde adentro y desde afuera de Nicaragua lo que hacen es gestionar e imponer sanciones contra los nicaragüenses, lo que es una negación de que el rol de la iglesia católica es por la opción preferencial de los pobres.
Una vez Leopoldo Brenes contestó a alguien que no era monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, lo cual es cierto porque eso nos cae a todos, pero para él ni para los suyos, me refiero a sus subordinados, no debería ser así porque su rol pastoral debería obligarlo a estar bien con todos porque en la iglesia católica no hay solo vándalos y si ahora estos llegan a ser la mayoría en representación de la minoría es porque los demás, que renunciamos al catolicismo, precisamente por la politiquería barata de algunos de sus sacerdotes nos desactivamos o nos fuimos a otros púlpitos donde los Pastores dejan colgadas sus preferencias políticas a fuera de sus iglesias donde las prédica en beneficio del amor, de la paz, la reconciliación y el diálogo sale del corazón y no desde una tribuna política lanzada desde un altar.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.