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Nada que tenga como base la mentira puede terminar bien. Podrá engañar una vez, dos o tres veces, pero no podrá hacerlo siempre porque la mentira tiene patas cortas y coger al mentiroso es lo más fácil y sencillo que puede haber porque llega un momento en que la mentira adquiere un peso tan agobiante e insostenible para quien la usa que termina aplastado por la misma carga.

Mentir está en contra de todos los cánones morales y está específicamente concebida como un pecado mayor, aunque haya quienes van a las iglesias para hacer creer que su farsa puede ser real. 

Mentir intensifica un conflicto y muy lejos de atenuarlo termina convirtiéndose en gasolina sobre la hoguera porque genera desprecio y repulsa para aquella persona que recurre a la falsedad para lograr fines que buscan la auto victimización y atraer lástima hacia su persona y desde ella manipular sentimientos que demagógicamente buscan atizar los ánimos de un sector contra otro a fin de hacer del odio una energía criminal que puede terminar en baños de sangre.

Un mentiroso es una persona que tiene tendencias malignas y por eso mismo cuando es descubierto la tolerancia hacia ella se hace pequeña porque pierde su espacio en el ambiente que le rodea y automáticamente se auto expulsa de cualquier privilegio que se pueda encontrar en la confianza. 

A veces la mentira es tan burda, tan pesada y tan odiosa que, aun tratándose de un recurso gracioso, utilizado entre amigos, como para dar una broma, puede resultar ofensiva, aunque el fin pueda ser humorístico

Es difícil que este mal de todos los tiempos desaparezca y más aun de la política, de la diplomacia o del periodismo, pero cuando la mentira se descubre no es difícil despreciar a quien la usa y todavía menos renunciar al derecho legítimo de exponer al farsante ante la sociedad porque la mentira no es solo un pecado, sino que además es un delito que por recurrir a la sustitución de la verdad por la falsedad es penado por la ley y en el caso específico de nuestra legislación esta lo tipifica tan claramente que por toda esta tragedia que vive Nicaragua el golpismo que aterroriza desde el 18 de abril del año pasado nuestras cárceles deberían estar llenas de presos que se creen libertadores.

Traigo a colación este tema de la mentira por el fraude y por la estafa con que la terrorista Zaida Hernández quiere que nos traguemos un mega episodio más de la Rosa de Guadalupe que ha resultado tan, pero, tan burdo y de mal gusto que ni el propio Pinocho le compra una historia de ese calibre. 

Esta descerebrada, a la que trataré como la terrorista inventó que la habían secuestrado, que le interceptaron el vehículo en el que viajaba, pero nadie dijo nada de ese vehículo, no dijo si alguien lo conducía o si ella lo conducía, que la montaron en una camioneta que igual pudo ser un carro, que la retuvieron durante 48 horas, que le amarraron las muñecas con unos plásticos y para sus efectos mostró las marcas que supuestamente le dejaron los cintillos pero curiosamente son marcas rojizas, muy frescas que además de rodearle toda la muñeca debieron estar en realidad moradas por la falta de circulación tras haber estado “atada” durante dos días y para colmo de pronto aparece y dice literalmente que sus captores la tiraron como cualquier animal en uno de los portones de su cuartel general la catedral de Managua y tras haber sido lanzada no muestras ni un solo raspón.

Esta mitómana reaparece en escena como una heroína de las tiras cómicas de Marvel, tipo la Mujer Maravilla –por supuesto con las enormes distancias del caso- exaltada mediáticamente por quienes son parte de la estafa colectiva contra Nicaragua, con una cara que niega cualquier angustia, sufrimiento o vejamen que le hayan proferido sus supuestos captores, que indudablemente solo pueden estar en su propio vacío mental.

La Policía Nacional frente a la patraña parida por esta terrorista, cuyas andanzas delictivas son públicas y reincidentes no solo en nuestros centros comerciales o en su guarida, la Catedral de Managua, sino que además en el llamado M-19 del que fue expulsada por desvío de fondos, dio un paso adelante de las delirantes fantasías de esta tipa y la invitó a que fuera a poner la denuncia respectiva para que los azulitos hicieran las investigaciones correspondientes y la respuesta de esta terrorista fue desestimar la invitación para que pusiese la queja cuando además pudo ir a Medicina Legal, ante un forense, para que se determinara el supuesto abuso verbal o físico en su contra.

Aun no escucho a alguien que me diga que cree en lo que dice esta dislocada mental. Otra, con un sano juicio mental, si está tan segura de lo que le pasó, iría a poner a prueba a la autoridad policial, pero no lo hizo, porque todo esto es un enfermizo acto de protagonismo, porque cuando fue a prolongar el show a la CPDH donde un abogado oportunista la presentó, lo que hizo fue más despliegue de fantasía porque llegó a sugerir que las Naciones Unidas prácticamente habían suspendido sus deliberaciones en el Consejo de Seguridad y que las tensiones provocadas por Estados Unidos contra China, Rusia, Irán y Corea del Norte habían pasado a un segundo plano ante su desaparición y que Luis Almagro estaba por convocar a una sesión especial de la O.E.A por ella y que la CIDH ya estaba dispuesta a venir en paracaídas y que gracias a las oraciones de Silvio Báez desde el Vaticano, Dios, que seguramente la tiene en lista de reclamos por el baño de sangre que ha ocasionado en Nicaragua, finalmente la salvó de sus captores y que por eso el pueblo de tanto llorar y pedir por ella ha creado un diluvio que amenaza con ahogar Managua por las tantas lágrimas derramadas por su secuestro.

Hasta para mentir hay que tener talento porque cuando un mentiroso queda al descubierto lo que queda al desnudo es la brutalidad y nadie por muy Pinocho que sea quiere ser percibido de esa forma. 

Para mí las redes sociales son efectivamente crueles, pero es tan evidente la fantasía de esta falsa “heroína” que ni aquellos que supuestamente pertenecen al mismo club de la ignorancia, de la que ella es presidenta vitalicia, creyeron en el fraude del secuestro porque hasta esos se sumaron a los cienes de memes que la acabaron por burda y tanto así que cualquier persona que no fuera ella la mejor decisión que a estas alturas puede tomar es quedarse escondida en su casa por vergüenza, pero por supuesto esto es algo con lo que no cuenta.

Esta triste miseria humana no es política, no pertenece a ningún conglomerado a través de cual pretenda consagrarse como líder, no es estudiante, no es un referente de la decencia con quien se pueda tener, aunque sea un miligramo de condescendencia porque ella es una deslumbrante calamidad para éste país que injustamente ha sufrido las tempestades del odio que ella particularmente ha lanzado.

Las más extremas de mentira tienen que ver con un déficit de memoria. 

En tal caso, la mentirosa sufre incapacidad para evaluar la exactitud de lo que dice y por lo tanto puede decir mentiras como si fueran verdades como consecuencia de problemas psiquiátricos. 

Las mentiras son comunes en la personalidad antisocial de quien las dice y así no siente remordimiento por lo que hace a sus víctimas.

Las mentiras melodramáticas, que quieren llamar la atención, son comunes en la personalidad histriónica y esta Zaida Hernández es el perfil que siempre nos ha mostrado.

 Según estudios científicos las mentiras grandiosas son características de la personalidad narcisista, por la profunda necesidad de ganar la aprobación constante de los demás. 

Por eso esta mentirosa terrorista siempre ha querido ser, desde que se le ocurrió creer que podía ser dirigente estudiantil, aunque esté lejos de comportarse como tal, que es en el bautizo la niña, en la boda la novia y en el entierro la muerta.

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