Con una participación de más de un 75%, el PSOE ha sido el principal ganador (28,70% de votos, con 123 escaños, cuando en 2016 había obtenido 85) frente al PP, que entra en una crisis irreversible (ha pasado de 137 escaños a 66, con un 16,70%, no obtiene representación por primera vez en el País Vasco y se queda sólo con uno en Catalunya), a Cs (que sube de 32 a 57 escaños con 15,86%, pero no logra el sorpasso al PP y retrocede en su feudo original, Catalunya) y a Vox (que entra en el Congreso con 24 escaños y 10,26%, pero por debajo de las expectativas que había generado con su discurso de la Reconquista).
Pedro Sánchez ha logrado canalizar el grito del “No pasarán” en detrimento de UP (que ha pasado de un 21,15 % en 2016 a un 14,31% ahora y, además, a diferencia de Cs, se ha visto especialmente afectado por el procedimiento de reparto del sistema electoral, retrocediendo de 71 escaños a 42) y ha conseguido una mayoría absoluta en el Senado (pasa de 43 a 121 escaños) frente a una derecha que retrocede de 130 a 56 y que había dominado tradicionalmente en esta institución, cuyo papel había sido revalorizado con ocasión de la aplicación del artículo 155 contra la autonomía de Catalunya tras las jornadas de septiembre y octubre de 2017.
La segunda conclusión a destacar de estos resultados es sin duda el ascenso de ERC (que ha pasado de 9 a 15 escaños, con 3,89% de votos), siendo la primera vez que una fuerza política independentista se convierte en primera fuerza en Catalunya en unas elecciones generales.
A esto se suma la subida de su aliado en las próximas elecciones europeas, EH Bildu (que ha pasado de 2 a 4 escaños, con 0,99% de votos), confirmándose así el mayor peso de fuerzas de izquierda soberanistas y republicanas en el próximo Congreso, aunque no van a ser decisivas para garantizar la investidura de Sánchez como presidente del gobierno.
El triunfo del PSOE se ve además completado con el que ha logrado en las elecciones que también se celebraban ayer en el País Valencià: sube de 23 a 27 escaños y, con el apoyo de Compromís (17) y Podemos (8), obtiene la mayoría suficiente para formar gobierno frente a las tres derechas (que suman 47 escaños).
Este nuevo escenario supone una muy grave derrota del PP y, sobre todo, de su líder Pablo Casado, cuya radicalización del discurso para competir con Vox no ha dado los frutos deseados y, en cambio, abre ahora una crisis interna de consecuencias incalculables a poco menos de un mes de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo.
No son descartables dimisiones y fugas a C’s en los próximos días, siguiendo así la estela de Ángel Garrido, ex presidente de la Comunidad de Madrid, región en donde C’s sí ha conseguido el sorpasso al PP.
La nueva correlación de fuerzas en el Congreso permite a Sánchez llegar a obtener la investidura sumando sus votos con los de UP, PNV (que ha subido de 5 a 6), Compromís (1) y PRC (1), si no en una primera, en una segunda vuelta en el Congreso, sin necesidad de pactar con el independentismo catalán (que incluye a JxC, que contará con 7 escaños) ni con C’s.
Esta última formación va a entrar en una nueva etapa en la que su líder, Albert Rivera, ya ha manifestado su aspiración a convertirse en jefe de la oposición al gobierno de Sánchez, con mayor razón a la vista de las nuevas citas electorales y del nuevo retroceso que le espera al PP en ellas.
No parece previsible, por tanto, que a corto plazo haya un giro hacia una negociación por su parte con el PSOE sino, al contrario, un mayor empeño en arrebatar votos al PP y a Vox y en forzar su apoyo para alcanzar el gobierno en grandes ciudades como Madrid y algunas Comunidades Autónomas.
Ante este panorama estamos viendo en cambio cómo Pablo Iglesias, pese al retroceso sufrido, se ha ofrecido a formar parte de un gobierno de coalición con el PSOE.
Una opción que no parece que vaya a tener en cuenta Sánchez pero que, de realizarse, significaría, dada la correlación de fuerzas tan desigual entre ambas formaciones, caminar hacia la subalternidad estratégica respecto a un partido cuyos ejes programáticos en torno a las principales fracturas –la social, la nacional-territorial y la político-institucional- que atraviesan la sociedad le siguen caracterizando como un pilar fundamental de este régimen -contra el cual nació Podemos- y como un fiel servidor de los dictados del Ibex 35 y la troikaneoliberal.
Una orientación semejante, en medio de la nueva campaña electoral que pronto se va a iniciar no serviría en absoluto para recuperar a esa parte del electorado que ha optado este domingo por el voto al PSOE o a otras formaciones a su izquierda, sino todo lo contrario.
Una posición coherente debería ser limitarse a apoyar la investidura de Sánchez desde el parlamento y reafirmar la autonomía estratégica de un proyecto abiertamente dispuesto a confrontar con las derechas y, sobre todo, con la amenaza de la penetración de Vox entre determinados sectores populares con un programa alternativo que desde el primer día sea capaz de emplazar al PSOE buscando la confluencia con las movilizaciones sociales y el empoderamiento popular alrededor de demandas urgentes en el plano social, el feminista, el ecologista, el antirracista, el de la defensa de las libertades y el nacional-territorial.
Éste último, imprescindible ante una realidad plurinacional que se ha vuelto a manifestar con rotundidad y frente a la cual el PSOE de Sánchez continúa cediendo a las presiones de la derecha y de sus propias baronías llegando a obviar en su programa electoral incluso su ya moderada propuesta federalista y haciendo oídos sordos al clamor mayoritario en Catalunya en contra del juicio farsa que se desarrolla en el Tribunal Supremo (no olvidemos que 5 de los representantes electos de ERC y JxC están en la cárcel) y a favor de una salida dialogada que pase por un referéndum sobre su futuro.
La presencia de una diversidad de candidaturas de unidad popular en ciudades, pueblos y Comunidades Autónomas ante las elecciones del próximo 26 de mayo ha de ser una oportunidad para buscar un arraigo social mayor en los barrios y en los centros de trabajo que ayude a caminar hacia un proceso de recomposición de una izquierda que, coincidiendo con el octavo aniversario del 15M, reivindique de nuevo el espíritu de indignación que le vio nacer manteniendo un horizonte destituyente y rupturista.
Jaime Pastor es politólogo y editor de Viento Sur.
Viento Sur