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Edward Pentin ha publicado la carta en la que 48 seminaristas denuncian prácticas homosexuales generalizadas en los seminarios de Honduras.

La semana pasada reproducíamos un artículo de Edward Pentin para el Register en el que denunciaba que, tras el intento de suicidio de un seminarista hondureño, 48 jóvenes seminaristas habían escrito una carta relatando las aberrantes prácticas sexuales generalizadas en el seminario de Tegucigalpa, a cuyo frente se encuentra el cardenal Oscar Andrés Rodriguez Maradiaga.
Tras las acusaciones de “mentirosos” y “anti Iglesia” lanzadas desde la web de Maradiaga tanto a Edward Pentin como a Infovaticana, ahora reproducimos las pruebas publicadas por Pentin, en concreto, las declaraciones de un seminarista en Honduras bajo la condición de total anonimato: La homosexualidad en el seminario es un problema que ha proliferado en los últimos años.

Creo que algunos hombres pueden no ser sinceros cuando hacen la entrevista para ingresar al seminario. Con el tiempo, esta situación de inmoralidad comienza a florecer con hombres que tienen alguna inclinación a la homosexualidad. Destruye la vida comunitaria y los fundamentos que estamos tratando de aprender en el seminario.

Esta es una realidad que está sucediendo y que he observado.

Mi opinión es que, en el pasado, el criterio para ingresar al seminario no era muy fuerte.

Una de las cosas buenas del Papa Francisco es que él dice que esto no debería ocultarse. El problema de la homosexualidad en el seminario está ahí afuera. No es fácil. Una reforma del seminario lleva tiempo. La Iglesia debe actuar con misericordia y no condenar a nadie.

Creo que si hay alguna duda sobre la homosexualidad, las personas no deberían ingresar al seminario. Lamentablemente, algunos entran. Quizás piensan que desaparecerá.

Los obispos se han estado reuniendo y hablando sobre esto. Cuando se descubrió el problema, las personas al principio dijeron “No” y lo negaron. 

El problema es que este problema (de la homosexualidad) ha aparecido y se niega. El cardenal, por desgracia, lo ha negado. Pero el problema está aquí.

Los seminaristas heterosexuales están escandalizados y realmente deprimidos. Muchos están pensando en dejar el seminario. Me temo que muchos se irán.

Otro gran problema es que cuando alguien habla diferente de lo que dicen los obispos o el Cardenal, es censurado y expulsado.

Si la gente viene a investigar aquí, encontrará cosas peores que las que se encontraron en Chile. El problema es que el Cardenal Maradiaga es la mano derecha del Papa Francisco. Creo que le ha estado mintiendo al Papa. Los obispos de aquí no tienen poder. Temen al cardenal y son demasiado tímidos para tomar una decisión.

Asimismo, Infovaticana tuvo acceso a una carta, firmada por 48 seminaristas, la cual se reproduce de forma íntegra para preservar el espíritu de la misma:

Nosotros, impulsados por el Espíritu del Señor resucitado y con la esperanza y la certeza de que todas nuestras acciones broten del Señor como de su fuente y tiendan a

Él como a su fin, nos vemos en la urgente necesidad de dirigirnos a ustedes padres que tienen la delicada misión de ser formadores de Cristo Sacerdote en cada uno de los seminaristas que llegan a esta casa siguiendo la llamada del Señor.

Queremos e imploramos que todo lo que lean en esta carta lo acojan no con el espíritu mundano de la racionabilidad y de la soberbia que brota de la seguridad en los propios criterios de cada uno, más bien, la acojan con el espíritu propio del discípulo que es la humildad y la docilidad al Espíritu Santo que habló por los profetas. Cuánto quisiéramos que Él mismo sea que se los inspirara a cada uno.

Somos conscientes de que este gesto puede ser interpretado como un ataque a este consejo de formación quisiéramos más bien que sea interpretado desde la Palabra de Dios que nos invita a no tener miedo de anunciar la Buena noticia que libera de la esclavitud del pecado y da vista a los ciegos. Y por consiguiente lean esta carta como un signo de que el Señor mismo les habla por medio de nosotros porque de verdad sentimos de corazón que esta carta es un encargo del Señor.

Estamos viviendo y experimentando un tiempo de tensión en nuestra casa debido a situaciones graves de inmoralidad sobre todo de una homosexualidad activa dentro del seminario y que ha sido un tabú todo este tiempo y por cubrir y penalizar esta situación el problema ha crecido con fuerza, volviéndose como decía un sacerdote hace poco una “epidemia en el seminario” esa situación casi todos conocemos pero pareciera que son situaciones que pasan de largo en la formación y se dejan a que el tiempo las disuelva por sí solo y de esa manera la magnitud del problema va creciendo día con día como la cizaña en medio del trigo. 

El papa Francisco tituló el mensaje de la cuaresma este año “al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría” (Mt 24,12). hemos dejado enfriar el amor en el seminario porque hemos dejado crecer la maldad, que no es propiamente las peleas o las diferencias de unos con los otros, sino que es el pecado del cual no tenemos conciencia. Esta es una forma asumida por los falsos profetas como lo dice el papa en el mensaje el cual citamos literalmente “Son como encantadores de serpientes, o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas a donde ellos quieren. 

Cuantos hijos de Dios se dejan fascinar por las limosnas de un placer momentáneo al que se le confunde con la felicidad… Cuantos viven pensando que se bastan a sí mismos, y caen, presa de la soledad”. Todos aquí hemos venido cargando muchos complejos que como no se trabajan, no se superan y se convierten en serios problemas de identidad, de esto todos somos responsables.

Hemos observado cierta tensión en los últimos días que han desestabilizado la el clima de fraternidad y ahora todos están a la defensiva o estresados impidiendo una mejor vivencia de los sacramentos y de la vida académica. Por tanto queremos pedirles humildemente padres que se replanteen la manera de como han actuado hasta ahora, si lo han hecho como el Señor se los ha pedido o como creen que ustedes mismos que debe ser, actuando bajo impulsos, sentimentalismos paternalismos o por un falso misericordismo que el papa Francisco ha señalado muy duramente.

Por favor ya no se puede ocultar la realidad de este problema del seminario y necesitamos que ustedes formadores tomen conciencia y lleguen a la solución que la Iglesia propone en estos casos (consultar el derecho canónico y la ratio fundamentalis). Somos conscientes que no es la culpa de formadores sino de un proceso formativo que debe replantearse desde los procesos de discernimiento de candidatos en cada diócesis que debe ser modificado y actualizado a este cambio de época. 

La vida presbiteral hoy no es vivida como en la edad media, incluso en la época preconciliar. Este seminario no es el mismo como sus inicios incluso en la época en la cual algunos fueron formados. 

Queridos padres formadores esta carta no debe servir para la división entre ustedes sino para que como hermanos tengan una visión holística e imparcial sin sentimientos patéticos y tomen decisiones proféticas de profunda fe para cambiar y transformar desde aquí la dura realidad que está viviendo la Iglesia en nuestro país y que algunos no quieren aceptarla.

El principal problema que tenemos en el seminario es precisamente el del homosexualismo y por eso nos referimos directamente a él. 

Esta no es una persecución, o caprichos homofóbicos de ciertos seminaristas machistas como en muchas veces ustedes lo han expresado, tampoco es un llevar y traer chismes o falta de hombría, si no lo hacemos de frente a ustedes es porque la mayoría de las veces que se ha hecho ustedes mismos han expulsado a seminaristas por denunciar este tipo de cosas y esto no pueden negarlo porque conocemos muy bien situaciones similares. 

Esta es una preocupación y un sufrimiento de amor a la Iglesia nosotros no tenemos la necesidad de que nos vean como enemigos dentro de la comunidad esto es un sufrimiento nuestro, no la pasamos nada bien siendo señalados como chismosos, adjetivo con el cual ustedes mismos nos han catalogado en algunas ocasiones.

Queridos padres formadores, esta carta no es fruto de un capricho, hemos orado e invocado el auxilio divino en muchas ocasiones para decidirnos a hacer lo posible de hacerla llegar a ustedes después de hablar con muchos fieles santos de las parroquias de la arquidiócesis y en las diócesis sufragáneas de la provincia eclesiástica, incluso siendo víctimas de comentarios despectivos cuando bajamos de los buses del anillo periférico comentan los pasajeros refiriéndose al seminario como la casa de los “maricas” o cosas por el estilo. El pueblo de Dios no es ciego ni tonto, el pueblo de Dios tiene la sabiduría y la intuición del Espíritu del Señor y no se debe ignorar.

Quizá no tenemos las pruebas que ustedes puedan exigir como videos, fotografías, etc. Pero recuerden que en tiempos antiguos la palabra tenía una fuerza extraordinaria y era signo de fidelidad, de verdad y de vida. La palabra que daba un hombre se cumplía. Quizá hoy los hombres no somos como aquellos de tiempos primitivos, pero aún hay gente leal y fiel a su Palabra por eso incluso la Iglesia sigue viva por el anuncio de la verdad anunciada por tantos hombres y mujeres. Aquí hay muchos seminaristas con testimonio intachable que viven su castidad y luchan cada día por vivir su proceso formativo de acuerdo con su vocación conscientes también de sus miserias. Seminaristas que huyen no solo de una vida inmoral sexual sino también que huyen del alcoholismo no como un pecado sino como una gran amenaza que destruye el futuro ministerio como vemos hoy. Creemos profundamente que el Señor nos coloca al frente nuestro, ejemplos de sacerdotes destruidos moralmente en su ministerio porque vivieron aquí su formación como la mayoría lo está viviendo en este seminario.

No tengan miedo queridos padres formadores de ACTUAR según los procesos que la Iglesia propone incluso si tienen que despedir con dolor a un seminarista muy querido y amigo de ustedes recuerden que la compasión no es encubrir a un amigo, el verdadero afecto se demuestra haciendo resplandecer la verdad expresada a esa persona. Escuchamos con tristeza muchas veces que algunos de ustedes les dicen a algunos seminaristas, “yo te defiendo, no te preocupes”. Consideramos que su misión no consiste en ser abogados defensores ya que esta casa no es una corte de apelaciones, es un lugar sagrado, una casa cuyo único maestro es Cristo a quien seguimos y con quien debemos configurarnos. Su misión consiste entonces en favorecer con su ejemplo de padres y pastores que nosotros formemos a Cristo en nosotros, tal como lo decía el mismo San Juan Eudes.

Por favor sean verdaderos padres custodios de los presbíteros en gestación en el vientre de la Iglesia que peregrina en este país que es el seminario. Porque esta casa no es otra cosa sino la casa madre de todo presbítero diocesano, y por eso la mayoría de los sacerdotes se sienten como en la casa de su madre cuando viene de visita. El seminario necesita auténticos custodios que combatan con valentía la preclamsia la formación de la que muchos padecen desterrándola con las medidas que la Iglesia propone. Porque muchas veces también, se cuidan tumores malignos pensando que son hijos auténticos en gestación y lo que se cuidan son los tumores que provocan metástasis en el seminario. Ese discernimiento solo lo concede el Espíritu del Señor.

Queremos decirles con dolor y con pena, pero con mucha sinceridad que hemos perdido la confianza en algunos de ustedes y lo que vemos es una incoherencia entre lo que son y lo que deberían ser. A los formadores no los caracteriza un doctorado o su “intelectualismo” o el simplemente vivir dentro del seminario, sino lo que les caracteriza es la misión que han acogido, quizá desconociendo lo profundo y lo delicada que es. Esta misión es mucho más delicada que la de ser párrocos en una parroquia o ser profesores del seminario.

Les pedimos que no cometan la inmadurez de querer investigar quienes han escrito esta carta. ¡O tomar este problema como algo personal no! Tómenlo desde el sentido de la sinodalidad que la Iglesia invita a vivir. Que los miembros de la Iglesia se expresen con toda libertad lo que necesitan y lo que creen que necesitan. Cuanto quisiéramos que ustedes mismos tengan una copia de esta carta y la reflexionen y reivindiquen su misión y tomen las medidas visibles cortantes y definitivas. Si un seminarista es un enfermo sexual no se necesitan estudios psicológicos para determinar que no es apto para el ministerio pastoral porque va a causar dolor tarde o temprano en la Iglesia.

No todo el que quiere puede ser sacerdote! El ministerio es un Don que debe ser vivido y acogido desde la convicción del evangelio y con el celo de amor y radical que éste exige. No por fiarse de la seguridad de la influencia sobre el obispo ya que muchos de ellos son engañados por nuestra doblez de comportamiento.

Esta carta recoge los sentimientos no de un seminarista o de un sacerdote sino de un grupo numeroso de seminaristas que vivimos aquí como también de sacerdotes y directores espirituales que nos han recomendado dirigirnos a ustedes.

Les pedimos perdón humildemente si nuestras palabras les han herido o incomodado, pero estamos convencidos de que era necesario expresarles con libertad, respeto y caridad esta realidad. Les manifestamos nuestro filial afecto y oración por ustedes que son la cabeza de esta casa y que tienen una misión muy difícil. Les encomendamos en las manos de nuestra Señora de Suyapa, Patrona de este seminario y de San José patrono de todos los seminarios del mundo y de la Iglesia universal.

Perdonen que no coloquemos nuestros nombres pero no lo consideramos necesario.

https://elcaminantehn.com/2018/08/06/escandalo-en-la-iglesia-catolica-honduras-peor-que-chile-las-pruebas-que-maradiaga-quiso-tapar/?fbclid=IwAR1HT3PWu3yFNeEKgycjG0WO9WsYXJnb_90IT-AoWDYhhCXiM8xYP5k6o3U

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