A cuarenta y dos años del fin de la Guerra de Vietnam, los devastadores efectos del Agente Naranja aún no ceden.
En el caso de la Guerra de Vietnam, que enfrentó a la nación más poderosa del mundo contra un país de campesinos en una selva rica en caucho y estaño, el saldo no sólo fue de más de siete millones de toneladas de bombas –algunas que aún hoy esperan activas– y cerca de 6 millones de vietnamitas muertos durante el conflicto: más de cuatro décadas después del fin de la Guerra, los devastadores efectos de la ofensiva norteamericana aún perduran en la población vietnamita, especialmente los causados por el arma más letal del conflicto, el Agente Naranja.
Vietnam: los ecos de la Historia
El Agente Naranja es un herbicida altamente tóxico, con potencial cancerígeno y capaz de causar anomalías congénitas, además de graves daños al ambiente.
Creado por Dow Chemical y Monsanto para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, esta sustancia fue utilizada como arma química en la Guerra de Vietnam durante al menos nueve años, en los que cerca de tres millones de vietnamitas fallecieron y otro millón de personas experimentaron problemas de salud.
Entre 1962 y 1971, más de 20 mil vuelos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos rociaron 80 millones de litros en Vietnam.
El fotoperiodista bosnio Damir Sagolj viajó al país asiático en 2015 para documentar los estragos de aquella invasión inmisericorde y en su camino, encontró que los efectos de aquellos años están aún presentes, esparcidos por toda la península:
«Quería llevar todo al contexto del Vietnam de hoy, cuarenta años después. Conocer víctimas de segunda y tercera generación, dónde y cómo viven.
Saber porqué los niños y los nietos de las personas afectadas aún nacen con discapacidades, averiguar si las personas conocen los peligros y de ser así, cuándo se enteraron de ellos».
Damir Sagolj
El fotógrafo decidió recorrer Vietnam, en busca de los efectos aún tangibles del Agente Naranja.
A su paso, encontró historias crudas, de víctimas que sufrieron en primera persona la guerra química y peor aún: generaciones que nacieron en pleno siglo XXI con malformaciones, graves problemas de salud o una mínima esperanza de vida, todos marcados por un hecho ocurrido mucho antes de que nacieran.
«Los Estados Unidos dejaron de rociar al Agente Naranja en 1971 y la guerra terminó en 1975. Veinte años más tarde, algunas personas de pueblos y ciudades no sabían nada al respecto.
Cuarenta años después, en la actualidad, los niños y sus padres siguen sufriendo y una gran parte de la historia permanece sin contar.
El Agente Naranja es una gran tragedia hecha de muchas pequeñas tragedias, todas llevadas a cabo por el hombre».
Damir Sagolj
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