Existe una marcada diferencia en las marchas sandinistas y las marchas de los auto-convocados; que cada vez son más que una marcha, un grupo de ricos e hijos de ricos empeñados en mantener una lucha que hace rato perdieron y que cada día tiene menos adeptos.
Este 28 de julio, vimos una minúscula marcha de la derecha golpista, que a duras penas daba para llenar un costado de la rotonda, y una marcha sandinista para la que las calles se están quedando cada vez más pequeñas. Aparte de la enorme diferencia en cuanto a cantidad, hay también enormes diferencias en su concepción, motivación, estilo y objetivos.
La derecha está urgida de realizar sus llamadas “marchas cívicas” y mantener avivado el fuego de la hoguera que encendieron y cuyo combustible principal, que eran los tranques y su violencia apareada; han sido desarticulados por nuestros azules y el pueblo.
Los muertos, el caos y el acoso al sandinismo que exige el imperialismo, las agencias norteamericanas y la ultraderecha de Miami para mantenerles el financiamiento, que en su momento tuvieron eco y les granjeó una buena cantidad de dólares manchados de sangre; ha dejado de ser un mecanismo de recaudación y cheque al portador.
Sus supuestos líderes que viajaban con suma regularidad y libertad a Miami y otras partes del mundo a hacer lobby y traer su “merecida plata” para financiar el terror y el dolor de los nicaragüenses; han pasado a ser actores de reparto.
Desarticulada la etapa más violenta, ahora el financiamiento de las agencias gringas se ha redirigido a fortalecer a los “derechosos humanos” para que continúen con su desacreditación al gobierno y a las fuerzas policiales, a inventar grupos parapoliciales e inflar la cifra de muertos, no importa de qué bando sean ni en qué circunstancias hayan fallecido.
A pesar de que se ha alcanzado un clima de paz con el desmantelamiento de los tranques, la cifra de muertos y supuestos desaparecidos sigue subiendo inexplicablemente y de forma acelerada, todo producto de la sucia campaña de los organismos afines al golpismo.
Una vez acabado el financiamiento, los golpistas tuvieron la desfachatez y desvergüenza de pedir dinero al pueblo para mantener su "lucha", algo que obviamente no tuvo eco. “Un dólar por los tranques”, “un dólar por la democracia”, “un dólar para el terrorismo”, “un dólar para seguir pagando a las maras”; una suerte de teletón por la muerte que no tuvo donantes.
Los empresarios locales vende-patria, parecen no estar dispuestos a rascarse la bolsa para seguir financiando el golpe, aunque hayan cacareado a los cuatro vientos que estaban dispuestos a pagar los costos del desastre que han causado.
Las mini-marchas de la derecha, cambian de temática buscando respaldo de grupos específicos, al tenor de un supuesto descontento o apelando a su solidaridad. Un día fue por los delincuentes del chipote disfrazándolos de “presos políticos”, otro por los terroristas elevados a la noble categoría de “estudiantes”, otro clamando por los muertos vinculados o no al conflicto y que dicho sea de paso en su mayoría son sandinistas, otro por 45 médicos golpistas despedidos (aunque el COSEP haya despedido a más de 50,000 empleados) y mañana por “veremos que se nos ocurre”.
El día 28 de julio, la marcha era de apoyo a los “sacerdotes del sanedrín” quienes han abanderado al golpismo y la lucha terrorista, y ahora aparecen como agredidos y martirizados por el gobierno sandinista y el sandinismo.
Estos prelados, amparados en sus vestimentas, han llamado constantemente a la violencia e incluso se han prestado a ella, han permitido la profanación de los templos como en la época romana y en el diálogo nacional han pasado de supuestos mediadores a jugar el papel de principales asesores del golpismo. A esos “líderes” es que se suponía que una “multitudinaria” marcha iba a apoyar este día y les trajo más vergüenza que respaldo.
Todas las mini-marchas desarrolladas por la derecha, se convierten en escenarios de enmascarados y títeres que despotrican de forma burdelesca contra el gobierno, líderes, autoridades, etc. Usando las consignas y canciones históricas de las luchas revolucionarias de Nicaragua y Latinoamérica, esperan ganar adeptos, pero hasta ahora solo han ganado repudio y críticas. Estas mini marchas, se convierten en un baño de sol y soledad, pues ya no engañan a un pueblo que cada vez abre más los ojos y ya no cree en sus artimañas.
El 25 de julio, se realizó una marcha sandinista para conmemorar la gesta de los estudiantes masacrados en 1,959, la que fue un auténtico baño de masas que superaba cualquier expectativa. Los medios de la derecha, como era de esperar, dijeron que eran empleados del gobierno, como si el estado nacional tuviese capacidad para emplear a esa marejada de managuas que abarrotaron las calles.
El propio 28 de julio, se realizó una marcha del sandinismo de la rotonda de la UNAN hacia la Rotonda del Comandante Hugo Chávez y fue otro baño de masas aún mayor. Las calles quedaron pequeñas para albergar a la enorme cantidad de sandinistas que celebraban el nacimiento de Comandante Chávez y pedían justicia por los muertos.
Los protagonistas en las marchas, eran vivanderas, estudiantes, profesionales, trabajadores por cuenta propia, ancianos, mujeres, jóvenes; es decir el pueblo humilde y sencillo, y no los patrones con vestidos de ZARA, sombreros caros, filtros solares y choferes aguardándoles en sus camionetas de lujo.
Mientras la derecha golpista se manifiesta en pro del intervencionismo y el injerencismo; el sandinismo se manifiesta en pro de un mundo mejor, más justo y una sociedad que respete los derechos humanos de todos los nicaragüenses por igual, sin distingo de raza, credo o religión.
Esta forma de lucha es sin duda el resultado de la indignación extrema del pueblo contra el terrorismo, contra la violencia y la injusticia, que desde los organismos nacionales de derechos humanos y desde los organismos multilaterales, se está orquestando contra el pueblo nicaragüense y su gobierno legítimamente electo.
Las marchas del sandinismo no responden a una urgencia, ni a la necesidad de ganar puntos para pedir dinero al imperio, ni para congraciarse con sus amos del norte; sino para para defender las conquistas de la revolución, para brindar su respaldo al gobierno del Presidente Ortega y para exigir que los terroristas asesinos, paguen por los muertos y por los daños causados al país.
Constituyen en sí mismas, un proceso que no tiene vuelta atrás y expresan el pensamiento y los ideales de un pueblo que se ha identificado con la causa de la paz y la reconciliación, y ha entendido la problemática del golpe de estado derechista, el vandalismo y el terrorismo en su justa dimensión.
Las marchas sandinistas además de coloridas, están llenas de fervor revolucionario, fe, amor y son el encuentro de una familia multitudinaria que cada vez es más cercana, más unida, más solidaria; que es todo corazón y lo tiene bien puesto “a la izquierda de su pecho”.
Debemos seguir manifestándonos con amor y fe, con disciplina, con el orgullo de ser sandinistas, con la más elevada disposición de lucha contra el golpismo, el terrorismo y el imperialismo; seguro de que nuestra causa es justa y que una vez más triunfará.
Por Omar Aguilar
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