La Real Academia española de la Lengua, define el conflicto como “coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo capaces de generar angustia y trastornos neuróticos”.
Solo así, se puede entender lo que hoy sucede en Nicaragua con estos grupos de ultraderecha, cuyas contradicciones, el idealismo más mundano y la impotencia para alcanzar sus objetivos; los convierte en energúmenos capaces de vender hasta a su propia madre.
Cuando se es capaz de detener una ambulancia, que traslada con suma urgencia a una madre a punto de dar a luz a una criatura de Dios (que es el acto de amor más bello de la humanidad) sin importar que muera; no se puede estar en sano juicio, sino presa de la más oscura y diabólica locura.
Cuando se dispara sin piedad contra personas desarmadas, no importando sean estos niños, mujeres, ancianos o desvalidos; no se tiene corazón, sino una piedra que bombea odio y alimenta un cerebro maquiavélico.
Cuando se desnuda a un ser humano y se lo obliga a correr tirandole bombas artesanales y presa del terror; no se puede tener alma, sino un profundo vacío o quizás un témpano de hielo más duro que el acero.
Cuando se asedia durante más de 15 días a hermanos policías que cumplen con su deber de preservar la ley y el orden, los que a pesar de estar en su derecho a la defensa se mantienen firmes y con sus armas en silencio o se tranca el paso de hombres y mujeres, privándolos de su derecho a acceder a alimentos y medicinas, a producir su tierra o a ganarse el pan nuestro de cada día; no se puede tener sangre en la venas, sino el más corrosivo de los ácidos.
Es de imaginar que los psicoanalistas y psiquiatras, tendrán enormes contradicciones con sus teorías, se dan en la cabeza para buscar explicaciones a estos fenómenos que se salen de toda lógica y razón. Se preguntarán si estos no son producto de la ficción o es la descripción de una novela de terror.
“No señores”, estamos hablando de lo que hoy pasa en Nicaragua desde el 19 de abril.
Grupos de vándalos mantienen trancado el país, mantienen tomadas las calles impidiendo el pase de ambulancias y alimentos, incendian ciudades, destruyen la propiedad pública y privada, impiden la libre movilización de las personas a sus centros de trabajo, desnudan y torturan psicológicamente a personas desarmadas.
Otros tantos, desde sus medios de comunicación, vomitan mentiras, promueven el odio, envalentonan a las hordas criminales; otros muchos, financian a los portadores del terror, los emborrachan, los drogan, los compran por unos cuantos pesos; algunos otros, desde sus púlpitos y escudados en sus vestimentas de colores, incitan al odio, les invisten de héroes, de reservistas de la moral y los convierten en libertadores.
¡Pero somos muchos, miles, millones que queremos la paz para Nicaragua!
¡Si a la paz, no al odio!
!No daremos un paso atrás, a pesar de todo, a pesar de este dolor, a pesar de este terror, a pesar de que nos hierve la sangre; porque tenemos un corazón rojinegro, que está henchido de amor y desbordante de ternura!
Omar Aguilar