La recuperación de la iniciativa re colonizadora tanto en el Caribe como en Suramérica por parte del águila imperial de los Estados Unidos, ha encontrado en la investigación periodística de Max Blumenthal nuevos aportes informativos sobre la injerencia programada de Donald Trump en la política interna de la República de Nicaragua. Jóvenes de ese país centroamericano fueron utilizados por parte de la trama de resortes del ala conservadora del Capitolio para ser puestos al servicio del debilitamiento del gobierno de Ortega.
En la nota “Maquinaria injerencista del gobierno de los EE.UU. se jacta de ‘preparar el terreno para la insurrección’ en Nicaragua” de Max Blumenthal, publicada recientemente en el portal Grayzone Project, el Periodista escribe lo siguiente: mientras los líderes de las protestas estudiantiles nicaragüenses se reunían con neoconservadores en Washington DC, una publicación financiada por el brazo del gobierno estadounidense encargado en los cambios de régimen, la Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés), se jacta de gastar millones de dólares “preparando el terreno para la insurrección” contra Daniel Ortega.
Mientras que algunas corporaciones de medios de comunicación han retratado al violento movimiento de protesta que atrapa a Nicaragua como una corriente progresista de base, los propios líderes estudiantiles del país han sugerido lo contrario.
A principios de junio, jóvenes líderes activistas nicaragüenses salieron de excursión a Washington DC, financiados por el grupo derechista de defensa del Estado estadounidense Freedom House. Los líderes estudiantiles nicaragüenses estaban allí para suplicar a Donald Trump y otros funcionarios derechistas del gobierno de los Estados Unidos, para que los ayudaran en su lucha contra el presidente nicaragüense Daniel Ortega.
En la excursión a la capital de EE. UU., Los jóvenes activistas posaron en fotos con algunos de los más notorios neoconservadores del Congreso de los EE. UU .: los senadores Ted Cruz y Marco Rubio y la representante Ileana Ros-Lehtinen. Los líderes estudiantiles nicaragüenses también fueron llevados a reuniones con altos funcionarios del Departamento de Estado y la organización de ‘poder blando’ USAID. Allí, se les aseguró que contarían con el sonoro apoyo de Washington.
Un mes antes de las reuniones entre líderes estudiantiles nicaragüenses y los legisladores ultraconservadores, en Washington, una publicación financiada por el brazo del gobierno estadounidense encargado en los cambios de régimen, Fundación Nacional para la Democrácia (NED), afirmó sin rodeos que organizaciones respaldadas por la NED dedicaron años y millones de dólares “preparando el terreno para la insurrección” en Nicaragua.
Este artículo que se jacta abiertamente de la injerencia Estadounidense se publicó en la página web de noticias, enfocada en América Latina ‘Global Americans,’ y fue escrito por el académico estadounidense Benjamin Waddell, director académico de la Escuela de Capacitación Internacional en Nicaragua. Después de la publicación de este artículo, ‘Global Americans’ reemplazó el término “insurrección” con la palabra menos ofensiva “cambio”. Sin embargo, el título original aún se puede ver en la URL del artículo.
A pesar de la alteración cosmética, el artículo de Waddell ofrece una evaluación notablemente sincera del impacto de las inversiones sostenidas por la NED en la sociedad civil nicaragüense. Las conclusiones del autor hicieron eco de manera inadvertida en aquellas del presidente nicaragüense Daniel Ortega y sus partidarios, que han enmarcado las protestas como una trama cuidadosamente montada respaldada completamente por Washington.
“La prensa internacional describió la rápida escalada de los disturbios civiles en Nicaragua como una explosión espontánea del descontento colectivo, desencadenada por los cambios que el gobierno hiciera a su insolvente sistema de seguridad social y enraizada en más de una década de gobierno autoritario por parte de la familia Ortega-Murillo”. Escribió Waddell.
“Y si bien las causas subyacentes de la crisis están enraizadas en la mala administración y corrupción del gobierno, cada vez es más claro que el apoyo de los EE. UU. ha contribuido a nutrir los levantamientos actuales.”
En otro certero pasaje, Waddell concluye que, “la participación actual de la NED en nutrir a los grupos de la sociedad civil en Nicaragua arroja luz sobre el poder del financiamiento transnacional para influir en las realidades políticas en el siglo XXI”.
Una historia de injerencia
El NED es uno de los principales agentes del poder blando de Estados Unidos que se ha metido en asuntos de otros países desde su fundación, en el apogeo de la Guerra Fría en 1983. Su primer éxito tuvo lugar en Nicaragua, donde incubó medios de comunicación anti sandinistas como el diario La Prensa a través de un recorte, PRODEMCA, que también fue financiado de manera encubierta por aliados de Oliver North.
En 1990, los sandinistas fueron derrotados en las urnas por la candidata de derecha Violeta Chamorro, cuya familia era dueña de La Prensa. La victoria de Chamorro representó la culminación de casi $ 16 millones de dólares en subvenciones de la NED a partidos políticos y medios de comunicación anti-sandinistas.
“Mucho de lo que hacemos hoy en día era hecho de manera encubierta hace 25 años por la CIA”, comentó Allen Weinstein, miembro fundador de la NED, en 1991.
En los años siguientes, la NED y sus socios han ayudado a balancear las elecciones en favor de candidatos neoliberales de derecha en Rusia y Mongolia en 1996; fomentó un golpe que expulsó del poder al presidente democráticamente electo de Haití, Jean Bertrand Aristide; y dirigió millones de dólares hacia el desmantelamiento del gobierno socialista de Venezuela, un esfuerzo continuo ahora complementado por aplastantes sanciones económicas perpetradas por los Estados Unidos.
Las protestas que han estallado en Nicaragua han vuelto a mostrar la influencia de la NED. Según Waddell, la NED ha gastado 4,1 millones de dólares en el país desde 2014, ayudando a que 54 grupos se conviertan en actores importantes de la escena política y “preparando el terreno para la insurrección”.
La red detrás de las protestas, respaldada por Estados Unidos.
El desasosiego que paraliza a Nicaragua fue provocado por el anuncio hecho por el presidente Daniel Ortega, de reformar el sistema de seguridad social casi en quiebra. El Fondo Monetario Internacional y un grupo de empresas nacionales insistían en cambios que elevarían la edad de jubilación y privatizarían gradualmente las clínicas, amenazando algunos de los más grandes logros de la revolución sandinista.
Cuando Ortega respondió con una propuesta que habría exigido una mayor contribución al sistema por parte de las empresas y de los jubilados, en las que los dueños de empresas pagarían la mayor parte, un sector de la sociedad explotó en indignación. La airada reacción al plan de Ortega, fue reforzada mediante una cobertura intensa por parte de medios de comunicación de la oposición, y se convirtió en la chispa de las protestas que incendiaron el país, literalmente, en muchos casos.
Las caras más visibles del movimiento de oposición no han sido los jubilados afectados por las reformas de la seguridad social, sino estudiantes urbanos, no afiliados políticamente, que buscan una victoria total. Han forjado una alianza con tradicionales opositores de derecha y pro negocios, en conjunto a un sector marginal de ex sandinistas alienados por la rápida consolidación del poder de Ortega.
Mientras tanto, hombres enmascarados con morteros caseros y armas de fuego han formado la línea de choque de los ‘tranques’ (bloqueos viales) que ya le han drenado a la economía Nicaragüense unos 250 millones de dólares. Hasta la fecha, van unas 170 personas asesinadas en el caos. A medida que aumenta el número de muertos en ambos lados, hablar de una nueva guerra civil parece una posibilidad cada vez menos remota.
Desde que comenzaron los disturbios, la NED tomó medidas para ocultar los nombres de los grupos que financia en Nicaragua con el argumento de que podrían enfrentar represalias del gobierno. Pero los principales receptores de respaldo de Washington ya eran bien conocidos en el país.
Hagamos Democracia es el mayor receptor de fondos NED, cosechando más de 525,000 dólares en subvenciones desde 2014. El presidente del grupo, Luciano García, que supervisa una red de reporteros y activistas, ha declarado que Ortega ha convertido a Nicaragua en un “Estado fallido”, exigiendo su renuncia inmediata.
El Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) de Managua recibió al menos 260,000 dólares de la NED desde 2014. Las subvenciones se destinaron para apoyar el trabajo del IEEPP en la capacitación de activistas para “fomentar el debate y generar información sobre seguridad y violencia.” El financiamiento también cubrió los esfuerzos para monitorear la “creciente presencia de Rusia y China en la región,” una prioridad obvia para Washington.
Apenas se iniciaron las violentas protestas contra Ortega, el director de IEEPP, Félix Mariadiaga, sacó a la luz su agenda. Pertenciente al Young World Forum Global Leader, educado en Yale y Harvard, Mariadaga fue elogiado por La Prensa por “sudar, sangrar y llorar junto a los jóvenes estudiantes que han encabezado las protestas en Nicaragua continuas desde abril hasta finales de mayo”.
Cuando La Prensa le preguntó si había alguna forma de salir de la violencia sin un cambio de régimen, Mariadaga fue franco: “No puedo imaginar una salida en este momento que no incluya una transición a la democracia sin Daniel Ortega.”
“Nos hemos dado una imagen terrible”
En junio, Mariadaga dirigió una delegación de la oposición a Washington para denunciar al gobierno de Ortega ante la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. A él se unió Anibal Toruno, director de Radio Darío, otro receptor del apoyo de la NED desde hace mucho tiempo y uno de los centros clave de los medios anti-Ortega en la ciudad nicaragüense de León.
Mientras Mariadaga estaba en Washington, la policía nicaragüense lo acusó de supervisar una red criminal organizada que ha asesinado a varias personas durante los violentos disturbios que se han apoderado del país. Mariadaga calificó las acusaciones de “persecución política” así como de “acusación ridícula”, pero pospuso su regreso a Nicaragua. El Departamento de Estado de EE. UU. Lo respaldó con una vehemente declaración de apoyo.
A la par, un grupo de líderes estudiantiles nicaragüenses de las protestas contra Ortega estaban en Washington para presionar al gobierno de Trump en busca de ayuda para derrocar al líder de su país.
Entre los funcionarios estadounidense que recibieron a los estudiantes figura el director de USAID, Mark Green. “Necesitamos apoyar a aquellos que defienden las cosas en las que debemos creer”, dijo Green sobre los estudiantes, en una entrevista con McClatchy.
Además de la NED, la USAID ha sido el más activo promotor para el cambio de régimen contra los gobiernos de orientación socialista en América Latina. En Nicaragua, el presupuesto de USAID para el 2018 superó los 5.2 millones de dólares, con la mayoría de los fondos destinados a la capacitación de la sociedad civil y las organizaciones de medios.
La excursión de los estudiantes nicaragüenses a Washington fue financiada por Freedom House, un socio de la NED, financiado por el gobierno de Estadounidense cuya agenda típicamente se alinea con el ala neoconservadora del ‘stablishment’ de la política exterior estadounidense.
Freedom House elaboró un itinerario para los estudiantes que culminó con una sesión fotográfica con algunos de los republicanos más belicosos de Washington: los senadores Ted Cruz y Marco Rubio, y la representante Ileana Ros-Lehtinen.
De regreso en Managua, otra prominente líder estudiantil, Harley Morales, se estremeció del coraje ante la aparición de sus compañeros en el Capitolio. “Fue terrible”, dijo Morales al periódico El Faro. “Ellos (Cruz, Rubio y Ros-Lehtinen) son republicanos de extrema derecha. Estamos muy molestos con este viaje; fueron pagados por los Estados Unidos y se les impuso una agenda. Nos hemos dado una imagen terrible.”
Aunque esperaba “un plan para la corrección de errores”, Morales admitió que el control de poderosos intereses externos sobre los manifestantes estudiantiles, era cada vez más estricto. “Todos los movimientos ahora tienen asesores”, se lamentó. “Movilizadores y agitadores. Hijos de políticos, empresarios … Tienen una línea política muy clara “.
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