Este artículo es la transcripción de una conferencia que pronunció Abayomi Azikiwe en la First Unitarian Universalist Church [Primera Iglesia Unitaria Universalista] de Detroit, Michigan, el 18 de febrero de 2018.
Abayomi Azikiwe presentó el mensaje del día sobre la historia y el significado contemporáneo de la encarcelación y la esclavitud masivas, y la constante opresión nacional de las personas afroestadounidenses.
Estados Unidos se enfrenta a unos profundos retos en los ámbitos de las relaciones de raza, la explotación de clase, los derechos de los emigrantes, las mujeres y otros grupos marginados, la amenaza de una guerra mundial y otras calamidades.
Gran parte del discurso que ofrecen los medios de comunicación corporativos y patrocinados por el gobierno no ofrece soluciones a los monumentales problemas a los que nos enfrentamos.
El presidente Donald Trump afirma repetidamente que la economía está en un momento de auge, con los niveles de paro más bajos de la historia unido a un fuerte aumento de confianza de las empresas en la inversión y la creación de empleo.
Estas afirmaciones no son exactas y aunque lo fueran no secarían las lágrimas de los familiares y amigos de quienes fueron asesinados recientemente en el tiroteo en la escuela del sur de Florida.
Los millones de personas que en nuestra sociedad padecen el racismo y todas las formas de opresión no pueden hallar consuelo en el enriquecimiento de una minoría de la población. Aquí, en la ciudad de Detroit, Michigan, se hace caso omiso tanto de las condiciones en las que vive la mayoría de la población afroestadounidense como de sus preocupaciones.
El esquivo énfasis del poder se pone en hacer que Detroit sea más blanco y más rico.
La Decimotercera Enmienda y el mantenimiento de la esclavitud africana
Este año se conmemora el 150 aniversario de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense que concedió la ciudadanía a las personas africanas que habían estado sometidas a la esclavitud durante dos siglos y medio.
La Ley de Derechos Civiles de 1866 aprobada por el Congreso se creó para proporcionar las mismas garantías referentes al debido proceso y la discriminación confiriendo poderes al gobierno federal y a sus tres ramas ejecutiva, legislativa y judicial para hacer respetar estas medidas y emprender acciones contra aquellas personas o instituciones que trataban de negar a las personas africanas sus privilegios inherentes.
El Congreso aprobó la Decimotercera Enmienda de la Constitución y posteriormente, en diciembre de 1865, la ratificó. Esta medida se creó para liberar legalmente a las personas africanas de la esclavitud. No obstante, una lectura cuidadosa de la Decimotercera Enmienda pone de manifiesto un lenguaje que al tiempo libera a las personas de la servidumbre involuntaria establece excepciones bajo capa de condena y sentencia criminal.
La sección primera de la Decimotercera Enmienda estipula que “ni en Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción existirá la esclavitud ni el trabajo forzado, excepto como castigo de un delito por el que el responsable haya sido debidamente condenado”. La sección segunda estipula que “el Congreso tendrá facultades para hacer cumplir este artículo por medio de la legislación apropiada”.
Este carácter contradictorio de la Decimotercera Enmienda saca a la luz la utilización del sistema judicial penal para perpetuar la esclavitud con fines racistas y de explotación de clase.
La esclavitud es un sistema económico. Es un modo de producción creado para potenciar al máximo el beneficio de unos pocos aristócratas terratenientes. El comercio triangular (1) y la esclavitud es lo que proporcionó la riqueza que dio origen a un capitalismo monopolista industrial que se inició en el siglo XIX.
Dos historiadores africanos documentaron este proceso económico transformativo durante las décadas de 1930 y de 1940, el dr. W.E.B. Du Bois de Estados Unidos y el dr. Eric Williams de la nación isla del Caribe, Trinidad y Tobago.
Du Bois afirmaba en su obra pionera titulada Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860–1880, publicada en 1935, que “lenta pero vigorosamente estos trabajadores negros se integraron en la industria moderna. En unas tierras libres y fértiles los estadounidenses cultivaron no solo azúcar que servía de edulcorante barato, arroz para alimentarse y tabaco como un nuevo y emocionante lujo, sino que también empezaron a cultivar una fibra que vistió a las masas de un mundo harapiento. El algodón creció tan rápido que los 9.000 fardos de algodón que apenas contabilizó la nueva nación en 1791 pasaron a 79.000 en 1800 y con ese aumento se produjo una revolución económica en diferentes ámbitos. La cosecha de algodón llegó a medio millón de fardos en 1822, a un millón en 1831, dos millones en 1840, tres millones en 1852 y en el año de la secesión llegó a la enorme cantidad total de cinco millones de fardos” (Du Bois, 1935, p.10).
El mismo estudio continúa,“a medida que la esclavitud se convertía en un sistema y el reino del algodón empezaba a expandirse hasta transformarse en dominación imperialista blanca, una persona negra libre era una contradicción y una amenaza. Como ladrón y vagabundo amenazaba a la sociedad pero como propietario educado, como mecánico de éxito o incluso como profesional más que amenazar a la esclavitud la contradecía y la minaba” (Du Bois, 1935, pp. 12-13).
Eric Williams publicó Capitalism and Slavery en 1944. Este estudio se centró sobre todo en Gran Bretaña y señaló la relación directa entre el lucro bajo el sistema de esclavitud y el auge de la industria.
En el capítulo cinco Williams observa que “Gran Bretaña estaba acumulando una enorme riqueza a consecuencia del comercio triangular. El aumento de bienes de consumo motivado por ese comercio provocó inevitablemente el desarrollo del poder productivo del país. Esta expansión industrial requería financiación. Ya hemos señalado la disposición con la que hacendados que no vivían en las tierras compraron tierras en Inglaterra, donde pudieron utilizar su riqueza para financiar los grades acontecimientos asociados a la revolución agrícola” (Williams, 1944, p. 98).
Los beneficios acumulados por la sobreexplotación de las personas africanas impulsaron la banca, los seguros, el transporte marítimo y la industria manufacturera. Por consiguiente, el sistema económico de esclavitud proporcionó los ingredientes sociales necesarios para crear un modo y unas relaciones de producción nuevos, el capitalismo.
A medida que la esclavitud se expandía hacia el sur las instalaciones dedicadas tanto a hacer cumplir la ley como las correccionales adquirieron mayor relevancia. Desde la década de 1820 a la de 1850 la propia ciudad de Washington DC fue un centro importante de prisiones privadas en las que se encarceló y luego trasladó a personas africanas hasta las zonas esclavistas del sur (Taparata, 2016)
Aunque en 1807 el presidente Thomas Jefferson firmó varias disposiciones legales que prohibían el comercio de esclavos atlántico en Estados Unidos, la esclavitud de seres humanos continuó. Aumentó el comercio entre estados de personas africanas debido a que el algodón se había convertido en la principal industria de producción y exportación.
Las prisiones privadas fueron una institución fundamental para facilitar el comercio interno de esclavos. De la década de 1820 a la de 1850 quienes se oponían a esta práctica trataron de que se regulara o se prohibiera. No obstante, las prisiones privadas siguieron funcionando hasta la Guerra Civil (1861-1865).
Hubo muchos casos de personas africanas libres que fueron detenidas y después convertidas en esclavas. Fue el caso de Gilbert Horton, detenido en 1826 y encarcelado cuatro meses acusado de ser un esclavo huido. Un congresista de Pennsylvania, Charles Minor, criticó el uso de las prisiones privadas al servicio del sistema esclavista durante el caso Horton, el cual no fue liberado hasta que pudo aportar pruebas desde la ciudad de Poughkeepsie que demostraban que no era un fugitivo.
Muchas otras personas no fueron tan afortunadas de poder escapar de los tratantes de esclavos. Una mujer africana que en 1816 estaba encarcelada en una prisión privada en Washington DC estaba tan angustiada que trató de quitarse la vida. Anna (así se llama) se arrojó desde el tercer piso de una prisión para esclavos. Estos acontecimientos llevaron al congresista por Virginia John Randolph a pronunciarse en contra de estas instituciones.
Randolph pidió que se creara un comité para investigar las prisiones privadas de la capital de la nación. Randolph habló de la difícil situación en que se encontraba Anna e insistió en que “una mujer encarcelada en la celda superior de una prisión de tres pisos, prisión que utilizaban los traficantes de esclavos para su tráfico, se vio llevada a arrojarse desde la ventana situada sobre la acera” (Randolph, sin fecha).
Evan Taparata (2016) afirma: “A pesar de la atención que se prestaba a las prisiones privadas en [Washington] DC, fue difícil lograr una reforma sustancial. En un nuevo intento por acabar con el comercio de esclavos en 1848 el representante de Ohio John Crowell insistió en la falta de supervisión y de visibilidad de las prisiones privadas. Crowell conocía una prisión privada cerca del Smithsonian Institute en el National Mall [ Explanada Nacional ]. El Smithsonian Institute, señaló Crowell, “se fundó aquí para la difusión del conocimiento entre los hombres y a plena vista de este Capitolio y de las barras y estrellas que tan orgullosamente ondean sobre él” (Cromwell, 1848).
Prisiones privadas e instituciones correccionales
La Guerra Civil no acabó con las prisiones privadas, un negocio lucrativo al servicio de la esclavitud. Los esfuerzos por mantener a las personas africanas como fuente principal de fuerza de trabajo gratuita se mantuvieron gracias a una serie de leyes y prácticas sociales.
Para 1877 el gobierno del presidente Rutherford B. Hayes retiró todo el apoyo nacional a la Reconstrucción Negra (2). Se fundaron el Ku Klux Klan y otras organizaciones terroristas blancas para restaurar la supremacía de la clase de los esclavistas. En las décadas de 1880 y 1890 las personas afroestadounidenses siguieron ocupando cargos en estructuras locales y estatales de estados del sur como Carolina del Norte y Carolina del Sur. En general los dirigentes blancos respetaban muy pocos derechos, o ninguno, de las personas africanas.
El caso “Plessy contra Ferguson” en 1896 estipuló que la segregación era perfectamente legal según la Constitución estadounidense. Las personas afroestadounidenses podían estar separadas de las blancas en base a que las instalaciones de estas últimas eran iguales a las de las europeas.
Esta ley se mantuvo hasta 1954 cuando el caso “Brown contra Topeka” referente a la escuela pública segregada se consideró una violación de la jurisprudencia estadounidense. El tribunal Warren sentenció que estar segregados pero ser iguales era intrínsecamente anticonstitucional. A pesar de ello, a continuación no se hizo prácticamente nada en los ámbitos federal, estatal y local del gobierno para acabar con [las leyes] Jim Crow (3).
[Para acabar con ellas] sería necesario un Movimiento de Derechos Civiles que desde mediados de la década de 1950 y durante toda la de 1960 solicitó a los tribunales la implementación de las enmiendas constitucionales y leyes existentes, unido a protestas masivas, boicots y rebeliones urbanas que acabaron con el sistema político y social estadounidense. Otras leyes de 1957 (Ley de Derechos Civiles), 1964 (Ley de Derechos Civiles), 1965 (Ley de Derecho al Voto) y 1968 (Ley de Vivienda Justa) añadieron medidas adicionales que volvían a incidir en lo que se había aprobado desde la era de la Reconstrucción de 1865 a 1875.
Taparata señala: “Los intereses privados siguieron desempeñando un papel fundamental en la industria penitenciaria. Las personas afroestadounidenses detenidas en el sur [donde se aplicaban las leyes] Jim Crow se enfrentaba a la posibilidad del arrendamiento de personas convictas, un sistema de trabajo en el que los estados alquilaban a las personas presas a contratistas privados más interesados en aumentar los márgenes de beneficio que en garantizar unas condiciones laborales seguras” (Taparata, 2016).
Douglas A. Blackmon documenta la práctica del trabajo esclavo forzado a finales del siglo XIX y principios del XX. Los magnates corporativos del sur y del norte se beneficiaron inmensamente del hecho de que la esclavitud continuara después de la Guerra Civil y de las enmiendas constitucionales subsiguientes que supuestamente prohibían la esclavitud y el maltrato sistemático de las personas afroestadounidenses.
Blackmon traza un cuadro espeluznante de las condiciones a las que se enfrentaban los antiguos esclavos africanos: “Según unas leyes promulgadas específicamente para intimidar a las personas negras, decenas de miles de personas afroestadounidenses fueron detenidas arbitrariamente, se les impusieron unas multas escandalosas y fueron obligadas a pagar los costes de sus propias detenciones. Al carecer de medios para pagar estas pretendidas ‘deudas’, las personas presas eran vendidas como trabajadores forzados a minas de carbón, campamentos de madereros, fábricas de ladrillos, ferrocarriles, canteras y plantaciones agrícolas. Hombres negros ‘libres’ trabajaron sin un sueldo y por medio de palizas y tortura física se les obligó a hacer lo que se les antojara a sus amos blancos durante décadas después de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos” (Blackmon, 2008).
Encarcelaciones masivas con fines de lucro (después de la era de los Derechos Civiles)
El Federal Bureau of Investigation (FBI) no hace distinción entre Derechos Civiles, Nacionalismo Negro y Comunismo. Cualquier intento de mejorar el estatus de las personas afroestadounidenses se consideraba subversivo.
Organizaciones como la Southern Christian Leadership Conference (SCLC, Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano), liderada por el dr. Martin Luther King, Jr., fueron investigadas y desestabilizadas junto con el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC, Comité Coordinador Estudiantil No Violento) y el Black Panther Party (BPP, Partido Pantera Negra). Hubo intentos sistemáticos tanto de desacreditar como de interrumpir las actividades políticas por medio de la vigilancia, la publicación de material escandaloso en los medios de comunicación y la inculpación de activistas en tramas criminales inventadas.
Con el asesinato de Malcolm X (El Hajj Malik Shabazz) en febrero de 1965, del dr. King en abril de 1968 y el encarcelamiento o el exilio de otros dirigentes afroestadounidenses al tiempo que se criminalizaba a sus organizaciones obstaculizó la floreciente lucha por la libertad genuina y la liberación nacional.
Municipios como Detroit, Chicago, Cleveland, Los Angeles, Gary etc., perdieron millones de puestos de trabajo desempeñados por personas afroestadounidenses. La derrota del imperialismo estadounidense en el sudeste de Asia en 1975 agravó esta situación. La liberación africana logró unas victorias significativas a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 que debilitaron el control del imperialismo.
Hay una presencia desproporcionada de personas afroestadounidenses en el sistema de la justicia penal. Un estudio reciente de Sentencing Project (4) documenta este sistema racializado de encarcelación en el que las personas afroestadounidenses están sometidas a unas condiciones laborales esclavistas y a la tortura.
Un artículo publicado en The Guardian revela que “las personas afroestadounidenses fueron encarceladas en prisiones estatales una media de 5.1 veces más que las personas estadounidenses blancas y en algunos estados el promedio fue diez o más veces mayor. Según el último censo, en Estados Unidos hay un 63.7 % de personas blancas no hispánicas, un 12.2 % de personas negras, un 8.7 % de personas blancas hispánicas y un 0.4 % de hispánicas negras”(Nellis, 2016).
Esta investigación fue dirigida por Ashley Nellis, investigador del Sentencing Project, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington, DC, que promueve reformas en la política de justicia penal y aboga por alternativas al encarcelamiento.
Nueva Jersey tiene el porcentaje más alto “con 12.2 personas negras encarceladas en su sistema de prisiones por cada persona blanca, seguido de Wisconsin, Iowa, Minnesota y Vermont. Oklahoma cuenta con la tasa más alta de personas negras encarceladas, con 2.625 personas negras presas por 100.000 residentes. En Oklahoma hay un 7.7 % de personas negras. Entre los hombres negros de 11 estados al menos 1 de cada 20 ha estado en una prisión estatal” (Nellis, 2016).
En términos generales, la Bureau of Justice Statistics (BJS, Oficina de Estadísticas Judiciales) indicó que las personas negras y de piel morena constituyen casi el 60 % de la población reclusa de Estados Unidos.
El Sentencing Project de la BJS proporciona datos acerca de las últimas décadas. Uno de sus informes señala: “Las prisiones privadas en Estados Unidos encarcelaron a 126.272 personas en 2015, lo que representa el 8 % del total de la población carcelaria estatal y federal. Nuevo México y Montana encarcelaron a más del 40 % de su población carcelaria en instalaciones privadas, mientras que estados como Illinois y Nueva York no utiliza estas cárceles con ánimo de lucro. Los datos recopilados por la BJS muestran que en 2015 el gobierno federal y 28 estados encarcelaba en instalaciones privadas gestionadas por corporaciones” (Bureau of Justice Statistics, 2015).
Este informe continúa poniendo de relieve las citas suministradas por la BJS y afirma: “21 de los estados que tienen contratos de prisiones privadas encarcelan a más de 500 personas en cárceles con ánimo de lucro. Texas, el primer estado que adoptó las prisiones privadas en 1985, fue el que encarceló a más personas bajo jurisdicción estatal, 14.293. Desde 2000 el sistema federal de prisiones experimentó un aumento del 125 % en el uso de prisiones privadas y llegó a encarcelar a 34.934 personas (Bureau of Justice Statistics, 2015).
Implicaciones de la encarcelación masiva en prisiones privatizadas
Encarcelar a personas en instituciones correccionales durante periodos prolongados de tiempo solo beneficia al racista sistema capitalista en Estados Unidos. Los métodos para obtener la integración completa y el derecho a la autodeterminación son la única solución a la polarización racial y a la explotación económica. En los últimos años ha resurgido el activismo entre la población carcelaria. Las personas reclusas han realizado huelgas y paros laborales para protestar contra las condiciones inhumanas en las que viven a diario.
Quienes estamos preocupados por eliminar el racismo y la explotación de clase debemos considerar la lucha de las personas presas un aspecto fundamental del movimiento para acabar con la injusticia en Estados Unidos.
Abayomi Azikiwe es el director de Pan-African News Wire.
Notas de la traductora:
(1) Se denomina comercio triangular a la ruta comercial que se estableció por el océano Atlántico entre Europa, África y América desde el siglo XV hasta el XX. Partía de Europa hacia África donde se intercambiaban baratijas por esclavos y materias primas, que se llevaban a América, donde se cargaban productos como cacao, azúcar, tabaco y metales preciosos que se llevaban a Europa. Véasehttps://es.wikipedia.org/wiki/Comercio_triangular
(2) La reconstrucción fue un periodo de la historia estadounidense que duró de 1865 a 1877 y se dedicó fundamentalmente a resolver las cuestiones que habían quedado pendientes tras el final de la Guerra Civil. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Reconstrucci%C3%B3n_(Estados_Unidos)
(3) Las Leyes Jim Crow son una serie de leyes aprobadas en 1876 para privar a las personas negras de sus derechos civiles y segregarlas en los espacios públicos. Se aplicaron de iure sobre todo en los estados del sur de Estados Unidos y de facto en los demás. La Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derecho al Voto de 1965 las abolieron totalmente.
(4) Según afirma en su página web , “Sentencing Project es un centro de investigación y defensa con sede en Washington, D.C. que trabaja para reducir el uso de la encarcelación en Estados Unidos y abordar las disparidades raciales en el sistema de justicia penal”
Referencias
Blackmon, D.A. (2008), Slavery by Another Name: The Re-enslavement of Black People in America from the Civil War to World War II, lugar de edición desconocido, editorial Doubleday.
Bureau of Justice Statistics, (2015). The Sentencing Project: Private Prisons in the United States [pdf] Bureau of Justice Statistics. Disponible en: https://www.sentencingproject.org/publications/private-prisons-united-states/ [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Cromwell, J (1848) The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Du Bois, W.E.D (1935), Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860–1880, lugar de edición y editorial desconocidos.
Nellis, A (2016), “Black Americans incarcerated five times more than white people – report”, The Guardian. 18 de junio [online] Disponible en: https://www.theguardian.com/us-news/2016/jun/18/mass-incarceration-black-americans-higher-rates-disparities-report [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Randolph, J (sin fecha), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Taparata, E, (2016), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Williams, D., (1944), Capitalism & Slavery, Estados Unidos, The University of North Carolina Press.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=239189