Los políticos de todos lados tienen fragmentos escondidos de su itinerario político y personal. Algunas veces exponer tales secretos ocasiona desilusión o reduce el respaldo entre los simpatizantes que han apoyado a tal persona. Lo que varía es el grado en que los políticos pueden mantener dichos secretos en la oscuridad.
El recientemente electo presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha logrado mantener la oscuridad mejor que la mayoría.
Es, por tanto, útil intentar la pregunta de quién es (en realidad). Existe mucho desacuerdo acerca de la respuesta, por una razón: la diferencia no es sólo entre los simpatizantes y los antagonistas, sino también al interior de estos dos grupos.
¿Qué es lo que sabemos acerca de sus antecedentes? Estudió en dos de las instituciones de élite en Francia –Sciences Po y la École Nationale d’Administration (ENA)–, donde su desempeño fue brillante.
Una vez graduado sirvió en el gobierno como inspector general de Finanzas. Luego se movió a la esfera privada y obtuvo un puesto como banquero de Rothschild & Cie.
En ese entonces era miembro del Partido Socialista, que en 2009 gobernaba Francia con François Hollande.
En ese momento fue que cambió su afiliación partidista a independiente.
Cuando Manuel Valls, el líder de la facción más centrista del Partido Socialista, formó en 2016 su segundo gabinete, más conservador, reclutó a Macron para ser su ministro de Economía.
La tarea de Macron era implementar un viraje neoclásico en las políticas gubernamentales de Francia. Macron y Valls tuvieron solamente un éxito parcial.
Se aproximaban las elecciones presidenciales de 2017. Valls buscó la candidatura del Partido Socialista. Macron no lo secundó y, en cambio, creó su propia estructura partidista.
Le llamó En Marche! (en marcha), que reproducía también las iniciales de Macron (EM).
El respaldo hacia el Partido Socialista había disminuido con severidad, en gran medida debido a la aguda impopularidad del presidente socialista, François Hollande.
El candidato del otro partido principal, Les Républicains, de centro-derecha, era François Fillon, quien sorpresivamente había ganado la nominación de su partido utilizando como su argumento principal su relativa rectitud moral.
La candidata del partido Front National, de extrema derecha, Marine LePen, había logrado hacer que su partido asumiera posturas más respetables a costa de romper públicamente con el fundador del partido y, a la vez, su propio padre, Jean-Marie LePen.
Al principio pareció que los dos candidatos que sobrevivirían la multicandidatura serían Fillon y LePen, que haría que la segunda ronda dual de candidatos fuera una competencia entre el centro-derecha y la extrema derecha.
Tal opción le resultó muy desagradable e inaceptable a muchos votantes.
De repente todo cambió. Fillon se embrolló en un escándalo personal, pero se negó a salir de la contienda para que su partido nombrara otro candidato.
El subsecuente declive en el respaldo hacia Fillon permitió que Macron se afirmara como el único candidato que podía derrotar a Marine LePen en la segunda ronda.
Macron presentó su partido como una agrupación que no era de izquierda ni de derecha, rompiendo el patrón izquierda-derecha que había prevalecido por un siglo en ambas elecciones –y que gobernaba. Esto funcionó.
En la primera ronda, Macron obtuvo 24 por ciento de la votación y LePen 21 por ciento. En la segunda ronda Macron obtuvo 65 por ciento de la votación.
En su campaña, Macron utilizó otro argumento importante derivado de las tradiciones del Partido Socialista, que siempre había sido el primordial defensor de la laicité (algo parecido al secularismo, la condición laica), contra las tradiciones de los partidos de derecha cuya base estaba constituida fuertemente por votantes católicos.
Macron acusó primero a Fillon y luego a LePen de intentar promulgar posiciones socialmente conservadoras en cuestiones como el aborto, los derechos de las personas gays, etcétera.
En cuanto asumió el cargo, Macron buscó atraer a su gobierno a políticos importantes de ambos partidos principales así como a ecologistas y autodenominados centristas.
Claramente confió en poder destruir las perspectivas futuras de ambos partidos principales y consolidar su dominación propia y la de su partido en la política francesa en las décadas por venir.
Ahora que está entrando en el segundo año de su régimen, ¿qué podemos decir acerca de quién es? Indudablemente es una persona de la derecha en materia económica.
Es el primer político que ha sido capaz de promulgar revisiones importantes a las estructuras del Estado benefactor en Francia.
Cuando Hollande intentó una versión mucho más suave de tales reformas, la mitad de Francia salió a las calles y las propuestas se retiraron.
Cuando Macron lo hizo, no ocurrieron reacciones así. En particular, los sindicatos fueron incapaces de movilizar a sus miembros.
Macron también ha mostrado que es en extremo ambicioso en la escala mundial. Mientras Hollande fue incapaz de mantener la posición de Francia como un aliado en igualdad de condiciones en el dúo Francia-Alemania que controlaba la política europea, Macron se movió al espacio vacío creado por la posición de Alemania, ahora mucho más débil.
Y no se detuvo ahí. Ha desafiado las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos sin asumir abiertamente una postura anti-estadunidense.
No obstante, ha buscado que Francia sea un actor importante en el escenario del Pacífico, en África y Medio Oriente, e incluso en América Latina.
Parece que lo que está ofreciendo es una versión más agradable de la política mundial estadunidense y no tanto algo más progresista.
En cuanto a los asuntos sociales, Macron es bastante prudente.
Sí, respalda las causas favorecidas por la izquierda, pero es cuidadoso de no ir ni muy lejos ni muy deprisa.
No desea irritar a los votantes católicos al punto de involucrarlos en protestas callejeras.
El fondo del asunto, para mí, es que Francia tiene ahora la política de derecha más eficaz y perspicaz que haya estado en el poder en la historia moderna.
Uno puede pensar que otros quisieron ofrecer un paquete semejante de políticas, pero no fueron capaces de aglutinar una coalición que lo permitiera.
Macron ha recibido la ayuda del caótico estado del sistema-mundo, sin duda.
Pero debe reconocerse lo eficaz que ha sido en implementar los objetivos conservadores.
Traducción: Ramón Vera-Herrera
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