Pablo Gonzalez

La lucha pre-independentista en Nicaragua


La lucha preindependentista en Nicaragua (1811-1812)

La Independencia de Centroamérica (1821-1823)

La Guerra Nacional Antifilibustera (1855 – 1857)

Algunos historiadores plantean que los movimientos populares insurreccionales desarrollados en León, Masaya, Granada y Rivas en los años de 1811 y 1812, tuvieron un carácter principalmente económico-social. 
Su objetivo era liberarse de las cargas y tributos que obligaban a pagar las autoridades españolas a los pobladores de las provincias y principalmente a los sectores indígenas.
 Por otra parte, pretendían eliminar los privilegios que gozaban los peninsulares. 
Con ello minimizar así, los objetivos políticos de la lucha que claramente se reflejan en las distintas exigencias de las clases menos favorecidas, entre los cuales se destacan la destitución de las autoridades españolas y la abolición de la esclavitud de las étnias de sangre africana.

Los deseos de libertad expresados contra el dominio español en el período colonial a través de la resistencia indígena tienen una continuidad con las luchas preindependentistas en la primera década del siglo XIX. 
La historia oficial divulgada, que ha sostenido las tesis de la paz colonial y la independencia pacífica, encontró eco por mucho tiempo, por lo que no es de extrañarse que todavía existan autores que defiendan estas posiciones. 
La mediatización de estas luchas por las clases reaccionarias no elimina el carácter popular y político de las mismas.

Los primeros movimientos de rebelión en el Reino de Guatemala en 1811 y 1812, se desarrollaron en el contexto de una coyuntura política, económica y social que estaba relacionada con las luchas independentistas de varios pueblos de América del Sur, y asimismo con los movimientos revolucionarios de Chiapas y El Salvador en 1811. 
Además, hay que tomar en cuenta la situación de guerra que libraba España contra la invasión francesa de 1808 a 1814.

Sin embargo, el levantamiento de San Salvador del 5 de noviembre de 1811 se destacó como el antecedente más cercano en el territorio centroamericano a las primeras luchas del siglo XIX. 
Las luchas preindependentistas de León, Masaya, Granada y Rivas de 1811 y 1812 fueron parte de un proceso de lucha por el logro de libertades políticas, económicas y sociales, que aunque no se convirtieron en el triunfo de las clases populares, por la mediatización y entrega de los sectores privilegiados de la aristocracia terrateniente, se constituyeron en los cimientos del patriotismo y nacionalismo nicaragüense.

El espíritu permanente de rebeldía y la acción violenta organizada contra el dominio español, hace pedazos la tesis de independencia pacífica por mucho tiempo generalizada en la historiografía tradicional. 
Por ello, coincidimos con Jaime Wheelock cuando señala en su libro Raíces Indígenas de la Lucha Anticolonialista en Nicaragua: 
“Pretender decir que la independencia de Nicaragua fue un acontecimiento pacifico es desconocer todo un proceso de hechos insurreccionales que alcanzaron su máxima expresión en 1811 y 1812. 
Es desconocer la represión vastísima que siguió a los movimientos que hemos apuntado y que se extendió casi hasta las puertas de la independencia”.

Independencia de Centroamérica (1821-1823)

Es importante señalar que la independencia de Centroamérica en 1821-1823 fue la conclusión de un largo y complejo proceso de luchas políticas y violentas contra el dominio de la monarquía española en el territorio americano. 
Dicho proceso se expresó en la resistencia indígena desarrollada durante los siglos XVI, XVII, XVIII y principalmente en los movimientos populares insurreccionales de los años 1811, 1812 y 1813 en Centroamérica, que fueron los precedentes inmediatos de dicha independencia.
 En estas luchas el papel de los indígenas y las clases populares fue beligerante. 
Sin embargo, las clases dominantes lograron mediatizar y orientar a favor de sus intereses los resultados de este proceso.

Sin embargo, el fenómeno particular independentista centroamericano como tal, efectuado en el corto periodo de 1821 a 1823, es contradictoriamente un proceso que se desarrolla en condiciones de paz relativa, a diferencia de otros territorios de Hispanoamérica donde surgieron cruentas guerras civiles que radicalizaron su proceso en función de las clases menos favorecidas. 
Es así que el carácter popular y real de la independencia política, económica y social de Centroamérica con respecto a España fue desvirtuado y mediatizado por los grupos dominantes de peninsulares y criollos del Reino y las provincias. 
Esto tuvo como resultado una declaración de independencia firmada el 15 de septiembre de 1821 que no produjo cambios en las estructuras político administrativas del Reino de Guatemala.

Entre las causas externas que influyeron de alguna forma en la Independencia Centroamericana se encuentran la independencia de los Estados Unidos de América en 1776, la Revolución francesa iniciada en 1789, las noticias de los movimientos insurreccionales de otras colonias en América del Sur, la invasión de Napoleón a España en 1808 que provocó la dimisión del Rey Fernando VII y la convocatoria a las Cortes de Cádiz con la promulgación de la Constitución de 1812. Además, el movimiento de independencia mexicano.

Las causas internas están relacionadas con las divergencias de intereses entre los miembros de las clases más poderosas. 
Por un lado estaban las familias aristocráticas y de terratenientes, herederas de los privilegios coloniales. También, los viejos peninsulares, el alto clero y los funcionarios más importantes. 
Este grupo se localizaba sobre todo en las capitales de las provincias. 
Por otro lado, estaban los criollos, los nuevos inmigrantes forjadores de nuevas actividades comerciales, los cuales resentían la imposición excesiva de impuestos, las limitaciones en la libertad de comercio y su exclusión en la ubicación de puestos claves.
 Asimismo, se encuentran las políticas centralizadoras de la monarquía borbónica que excluyeron a los criollos de cargos públicos e impusieron una estricta política de tributos y monopolios que generaban disgustos en la población.

La independencia de Centroamérica constituyó la primera oportunidad de los pueblos y sus clases políticas para enrumbar a las repúblicas centroamericanas a conformar verdaderos estados y naciones realmente independientes desde el punto de vista económico, político y social.

La Guerra Nacional Antifilibustera (1854-1857

La Guerra Nacional Antifilibustera se desarrolló en la etapa final del periodo de “La Anarquía”, que se inició en 1821 después de la independencia de Centroamérica. 
Esta guerra fue denominada “nacional” no desde el ámbito nicaragüense sino centroamericano, tomando en cuenta la participación activa de las tropas enviadas por los ejércitos de El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica, quienes en conjunto a los patriotas nicaragüenses enfrentaron y derrotaron al ejército invasor de William Walker, quien se había apoderado de Nicaragua. 
Este fenómeno bélico de la historia militar de Nicaragua, para su estudio se ha dividido en tres etapas: 
La Guerra Civil de 1854 -1855, la Guerra Intervencionista en 1855 y la Guerra Nacional Antifilibustera 1856 - 1857.

Guerra Civil de 1854 – 1855

El primero de abril de 1853 asumió el cargo de Director de Estado, General don Fruto Chamorro Pérez, representante de la aristocracia conservadora, definiendo como su principal fundamento político la imposición y conservación del “orden” en Nicaragua. 
Por ello en mayo emitió un decreto en el que ordenó la elección de diputados para la Asamblea Constituyente que elaboraría la nueva Constitución Política.

Los liberales expresaron razones de fraude en los resultados de la elección para Director de Estado del General Chamorro, su descontento por la derogación de la Constitución Política de 1838 y por la instauración de la Asamblea Constituyente. 
En abril de 1854 se promulgó la nueva Constitución Política de Nicaragua en la que se instituyó el cargo de Presidente de la República con un mandato de cuatro años, otorgándosele una serie de poderes que consolidaban el autoritarismo del Ejecutivo. 
Ante esta situación, los jefes liberales Máximo Jerez y Francisco Castellón realizaron una invasión armada desde Honduras, que entró el 5 de mayo de 1854 por Somotillo y después por El Realejo; posteriormente, avanzó hacia Chinandega donde encontró apoyo de la población y organizó a sus fuerzas militares con el nombre de Ejército Democrático.

El Ejército Legitimista fue enviado a León combatiendo en Quezalguaque y El Pozo, cerca de Telica, donde fue derrotado. 
Con el objetivo de asestar el golpe final al gobierno de Chamorro, el General Máximo Jerez se dirigió a Granada donde inició un estado de sitio por varios meses, sin poder obtener una victoria. 
El 4 de junio de 1854 en León se conformó un gobierno provisional bajo la presidencia del licenciado Francisco Castellón. 
A partir de este momento en Nicaragua existían dos gobiernos.

Los gobiernos de Guatemala y El Salvador se ofrecieron como mediadores ante el conflicto entre los dos gobiernos nicaragüenses. 
Sin embargo, no se obtuvieron resultados en las gestiones de paz, por lo que la guerra civil se continuó desarrollando sin definir vencedores.

Con el objetivo de derrotar en un breve tiempo a los legitimistas que avanzaban sobre Managua, el 11 de octubre de 1854 Francisco Castellón celebró un contrato con Byron Cole, accionista de la “Honduras Mining & Trading Company”, en el que se comprometía a traer 200 soldados que pelearían en el bando liberal a cambio de beneficios que se les concederían al terminar la guerra.

A principios de 1855 Cole le comunicó a los democráticos que el contrato se lo había cedido en venta a su socio William Walker, conocido filibustero norteamericano. 
El 13 de junio de 1855, en cumplimiento del contrato entre Castellón y Cole, desembarcó en el puerto de El Realejo William Walker al mando de 58 mercenarios norteamericanos que habían combatido en las guerras de México, Cuba y Baja California.

Guerra Intervencionista en 1855

La “Falange Democrática” de Walker, después de ser recibida con beneplácito por los jefes liberales, quienes lo nombraron Coronel, se dirigió el 29 de junio en conjunto con tropas del Ejército Democrático al ataque de la ciudad de Rivas donde fueron derrotadas por los legitimistas. 
A pesar de la superioridad del armamento moderno de los filibusteros que utilizaban rifles Misisipi, Sharp y Minié, así como revólveres Colt, los nicaragüenses ahora enfrentaban a fuerzas extranjeras y los combatieron con una resistencia férrea y ofensiva donde se destacaron muchas acciones heroicas que les permitieron la victoria.
 La más notoria fue la acción memorable del maestro Emmanuel Mongalo, quien bajo el fuego enemigo logró quemar con una tea encendida la casa donde se habían alojado los mercenarios.

El Coronel Walker, desde su integración a la guerra, tuvo contradicciones con el General Trinidad Muñoz, un destacado militar que comandaba las fuerzas democráticas, y que después de la derrota de Rivas éste lo acusó de traición. 
El 18 de agosto de 1855, en la batalla del Sauce murió el General Muñoz peleando contra el General hondureño Santos Guardiola, quien prestaba servicio al gobierno legitimista.
 Esta muerte le permitió a Walker actuar con mayor libertad para realizar sus planes de apoderarse de la Compañía Accesoria del Tránsito, del norteamericano Cornelio Vanderbilt, y convertirse así en dueño de la ruta de comunicación interoceánica.
 Por lo que organizó la segunda expedición a Rivas y el ataque a Granada.

El 29 de agosto desembarcó en San Juan del Sur y cinco días después se tomó el poblado de La Virgen, donde derrotó al General Guardiola. 
El 13 de octubre Walker cayó por sorpresa a Granada, que había quedado desprotegida, ya que sus principales fuerzas habían sido enviadas como refuerzo a combatir en La Paz Centro.
 Con la toma de Granada Walker se hizo nombrar ¨Director Provisorio¨ y el gobierno democrático decretó ascenderlo a General de Brigada. Además, contó con el apoyo del embajador de Estados Unidos.

La guerra contra Walker se convirtió en una guerra nacional centroamericana.
 El 7 de abril Guatemala decidió el envío a Nicaragua de 800 efectivos militares al mando del General Mariano Paredes, uniéndose a esta decisión El Salvador y Honduras, quienes firmaron un Tratado de Alianza Centroamericana el 17 de junio y que fue ratificado el 18 de julio, agregándose el apoyo de Costa Rica.

El Presidente Patricio Rivas rompió sus nexos con William Walker y el 26 de junio, a través de un decreto, lo declaró traidor y usurpador del poder público por medio de la fuerza.

Esto provocó que fuera sustituido por el licenciado Fermín Ferrer, otro presidente títere que convocó a elecciones presidenciales fraudulentas donde resultó vencedor William Walker, quien el 12 de julio tomó posesión oficialmente de su cargo como “Presidente de Nicaragua”, en presencia del Ministro diplomático norteamericano John Wheeler.

Las pretensiones de William Walker iban más allá de la simple toma del poder en Nicaragua y de la consolidación de un estado esclavista. 
En sus planes la extensión de su proyecto de dominio de todas las naciones centroamericanas.

Guerra Nacional Antifilibustera. (1856 – 1857)

El General William Walker, en su desempeño como presidente y jefe del ejército, estableció que el Ejército de Nicaragua se regiría conforme a la tradición y los códigos militares de los ejércitos del Sur de los Estados Unidos, por lo que realizó la estructuración organizativa de los órganos de mando y dirección de la Comandancia y el Estado Mayor, de las unidades de combate de artillería ligera y rifleros, y de las unidades de aseguramiento ingeniero. 
Además, ubicó sus cuarteles centrales de las unidades desde el punto de vista estratégico-geográfico en Managua, Granada y Rivas, de acuerdo con el desarrollo de la guerra. Implementó una tabla salarial en proporción a los grados militares de oficiales y tropas.

Ante la necesidad de formar una sola fuerza contra el invasor filibustero y con la influencia de los jefes militares centroamericanos, General Ramón Belloso de El Salvador y General Mariano Paredes de Guatemala, el 12 de septiembre de 1856 se firmó un acuerdo de paz entre el General legitimista Tomás Martínez y el General democrático Máximo Jerez, representantes de los partidos políticos nicaragüenses que se habían mantenido en una guerra permanente desde 1854.
 Este acuerdo histórico permitió la integración de todas las fuerzas nacionales y centroamericanas en su lucha por la expulsión definitiva del filibustero invasor.

El 14 de septiembre de 1856 se realizó la heróica batalla de San Jacinto, cuya relevancia no está dada por el elemento estrictamente militar; su importancia en la historia de Nicaragua y Centroamérica se expresa desde el punto de vista político, moral y de dignidad nacional. 
La gesta de los héroes de San Jacinto fue la primera derrota del filibusterismo después de la unidad nacional, demostrando que éstos no eran invencibles y que el arrojo y valentía de los nicaragüenses superaba las limitaciones materiales de la contienda.

El ejemplo del Coronel José Dolores Estrada en la acertada dirección táctica de la batalla, de las acciones heroicas del Sargento Andrés Castro y demás oficiales y tropas, fueron hechos que despertaron un reconocimiento nacional e internacional.
 Para los filibusteros esta derrota fue el inicio de un proceso paulatino de deserción y derrotas hasta su capitulación en mayo de 1857. 
Sin embargo, Walker fue recibido en Nueva Orleans como un héroe y no se cansó de proseguir sus invasiones a Centroamérica hasta que fue capturado y condenado a morir fusilado, hecho que se realizó el 12 de septiembre de 1860, en Trujillo, Honduras.

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