El Premio Nobel de la Paz fue abordado por delincuentes ayer al llegar junto a su esposa a su domicilio. Explicó que los asaltantes “actuaron con mucha precisión” y de manera “muy profesional”. "Podrían ser policías", advirtió.
“Podrían haber sido policías y esto pudo ser un mensaje”, sostuvo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel al referirse al asalto que sufrió ayer a la tarde en su domicilio.
Fueron tres hombres que “actuaron con mucha precisión” y, de manera “muy profesional”, ataron a él y a dos familiares. Se llevaron objetos de valor, entre ellos “condecoraciones que pertenecían a los pueblos”, lamentó el referente de derechos humanos.
El hecho ocurrió ayer alrededor de las 15, cuando Pérez Esquivel llegó a su casa con su esposa y los asaltantes ya estaban adentro del inmueble. Habían amarrado a su nieto de 18 años a una silla. “Me dijeron ‘tenemos a la familia’”, y entraron.
“Saquearon todo”, relató Pérez Esquivel y contó que en ese momento su esposa y nieto estaban atados. Contó también que les entregó “el dinero que tenía y se llevaron los relojes, celulares, y cosas de oro y plata que eran condecoraciones que pertenecen a los pueblos” que le fueron entregados a él en distintos países y que luego "se fueron y nos dejaron atados".
"Les dije que no se muevan y luego nos desatamos. Llamé al 911 enseguida apareció la policía, llamó el ministro Ritondo y luego vinieron policías de San Isidro", añadió.
Los asaltantes “dijeron que tenían armas pero no las exhibieron” y en ningún momento golpearon a las víctimas, contó Pérez Esquivel, y describió a los tres hombres como personas “muy correctas, que actuaron con guantes y mucha precisión.
Era un operativo muy bien organizados, y hablaban de manera educada y firme”, describió.
Durante el tiempo en que estuvieron en la vivienda, les pedían que “no los miremos”.
Según Pérez Esquivel, los asaltantes “podrían ser policías” porque “la forma en que actuaron no fue improvisada”, supuso.
También “podría ser” que el robo fuera “un mensaje” para él o la organización que preside, el Servicio Paz y Justicia (Serpaj), que es querellante en el caso por la desaparición de Santiago Maldonado.
“Estábamos totalmente indefensos”, lamentó el premio Nobel, para quien todos los habitantes “no estamos en un estado de derecho”.
En su opinión, el robo no fue al voleo sino algo premeditado.
El indicio de esto habría ocurrido más temprano cuando, según contó, una mujer entró a su casa sin permiso y con la excusa de haberse equivocado de dirección.
En ese instante habría tomado información del inmueble.
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