Los últimos pasos de EEUU en Oriente Próximo apuntan a que la Administración Trump ha apostado por retomar el proyecto de George W. Bush del 'Gran Oriente Medio'.
El columnista Leonid Savin, del Fondo Estratégico de Cultura de Rusia, analiza los principales retos a los que se enfrentará esta iniciativa.
El término 'Gran Oriente Medio' nació durante la Administración de George Bush y agrupaba a una zona con amplias similitudes políticas y culturales, desde Mauritania, en África occidental, hasta Pakistán, en las costas del mar Arábigo.
Se precisaba la necesidad de una activa intervención externa para reformar toda la región.
No obstante, el plan fue interrumpido con la llegada de Barack Obama y Hillary Clinton como secretaria de Estado.
La retirada de las fuerzas estadounidenses de la región y la entrega del poder a los nuevos, pero débiles Gobiernos, resultaron en el auge del extremismo religioso y la lucha entre diferentes clanes y tribus, que hasta ahora no deja espacio a la paz.
Ahora, con la entrada de Donald Trump a la Casa Blanca, EEUU ha tomado varios pasos de relevancia en la región: desde la mudanza de su Embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén —con lo que de facto reconoce la ciudad como territorio hebreo— hasta la última escalada alrededor de Catar.
Tal parece que el pequeño emirato resultó ser demasiado rico y a la vez demasiado avaro como para rendir tributo a EEUU, considera Savin.
El especialista recuerda, en un artículo publicado en la página web del fondo, que desde 2015 Catar viene realizando una política de acercamiento a Irán y ha apoyado el proceso político de Astaná, dedicado a la solución a la crisis en Siria.
Pero la mayoría de los analistas concuerdan en que el cisma con Catar tiene como meta 'castigar' al emirato por sus contactos con Irán.
Ahora, figuras clave de EEUU intentan crear un espacio informativo alrededor de Irán igual de tenso, como el que ya han hecho con Corea del Norte.
Tanto el jefe del Pentágono, James Mattis, como el jefe de la diplomacia de EEUU, Rex Tillerson, han acusado al país persa de patrocinar el terrorismo, a la vez destacando a los saudíes como un socio de confianza. El jefe de la CIA, Mike Pompeo, calificó la influencia de Irán en la región como "una amenaza para los intereses de EEUU y sus aliados".
El siguiente obstáculo para los planes de la actual Administración de EEUU es Turquía, considera Savin.
El asilo político en territorio estadounidense a Fethullah Gulen —principal contrincante de Recep Tayyip Erdogan— y el soporte bélico a los kurdos han causado una gran grieta en las relaciones bilaterales de estos dos países que será difícil de rellenar, destaca el experto.
Sin embargo, el mayor impedimento para los planes de Washington fue y seguirá siendo Pakistán.
El país más poblado de la región, con arsenal nuclear, que antes se encontraba en una posición clientelar de EEUU, encontró fuerzas para realizar una política propia e independiente.
Su reciente ingreso a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y las inversiones Chinas en grandes proyectos de infraestructura, le permiten a Islamabad corregir su política externa, de acuerdo con el analista.
Tal vez este último factor, sumando el tema iraní, influyó en la reciente decisión de Washington de volver a incrementar su presencia militar en Afganistán, concluye Leonid Savin.
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