Pablo Gonzalez

Europa: Donbass: tres años lejos de Kiev.

Hace tres años, Donbass determinó su futuro con un referéndum cuyos resultados fueron ignorados por Ucrania y la “comunidad internacional”.

En lugar de eso se desató una guerra civil en el sudeste de Ucrania. Sin embargo, en mayo de 2014, no habría sido complicado trasladar el conflicto al terreno político, negociar para buscar un compromiso. 

Si al menos Angela Merkel hubiera tomado la palabra en Bruselas para decir: “ucranianos, ¿no os da vergüenza? Sois una nación europea. Sed sensatos, como los checos y eslovacos. Comenzad a negociar”. 

Pero para Europa había en Donbass otros problemas que no han cambiado en cien años.

Este referéndum fue el último intento pacífico, honesto y político de los ruso-ucranianos de apelar a los defensores de los “derechos humanos” en Europa. Pero como ya apuntó Dostoyevsky, los europeos han negado dura y permanentemente los derechos a los rusos, es difícil decir desde qué siglo. Puede que desde Ivan III o Alejo I, cuando Europa vio por primera vez un rival geoestratégico en el Estado ruso. Para luchar contra este competidor al que temía, prefirieron hacerlo “a fuego lento”, arrebatando trozos poco a poco: Memel [ahora región de Klaipeda en Lituania], Reval [ahora Tallin], Liepala [en Letonia]; Tallin se vendió por 30.000 monedas de oro. Helsinki, Lviv-Lemberg, Pskov… Una continua fiesta de la soberanía y la autodeterminación de las naciones, un baño de amor europeo cuyo origen se encuentra en la misteriosa primera vista.

Pero en Donbass de repente quedó claro que, tras mil años de historia, Rusia finalmente ha aprendido la lección de los anglosajones. En primer lugar, no se lanzó a la desesperada a la tercera guerra mundial ni escaló la guerra civil. En segundo lugar, evitó el daño a su reputación al no abandonar esta guerra. En tercer lugar, como sus maestros, Rusia ha separado claramente la realpolitik del discurso de la diplomacia. En el campo de la información se muestra poco a poco la fatiga de las “conversaciones de Minsk”, mientras que sobre el terreno se han creado, de alguna forma, dos estados. La shura de comandantes se convirtió prácticamente en un ejército profesional al que sus enemigos temen. Se abandonó la grivna con el paso de las Repúblicas Populares a la zona rublo en 2015. Rusia reconoció los documentos de identidad, matrículas y diplomas. Ahora disponen de su propia conexión a internet y de telefonía móvil. Y, finalmente, la guinda en el pastel: el 1 de marzo a medianoche hora de Moscú (hace un par de años que se abandonó la hora de Kiev), la región dio un paso hacia la independencia económica al tomar bajo su control las propiedades de los oligarcas ucranianos.

Y en términos generales, a Rusia ya no le importa el resultado de Minsk, proceso que puede dejar pasar cien años. La dificultad está en Donbass: las Repúblicas están cortadas por la línea del frente y personas siguen muriendo tanto en las trincheras como en sus casas. Y todos comprenden que las actuales fronteras son injustas. Las válidas quedaron marcadas por el referéndum. Pero en estos tres años, las Repúblicas han dado un gran salto desde “sobrevivir hasta mañana” a “reclamar lo que es suyo”. Y a castigar a aquellos culpables de la guerra y quienes, al involucrarse en esta guerra, intentaron pasarse de la raya.

slavyangrad.es

PERRO NAZI


Publicado por JM Álvarez

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