Pablo Gonzalez

El servicio militar vuelve a Europa, la guerra imperialista necesita carne de cañón

Tras las luchas de los insumisos de los noventa, fueron muchos los que creyeron que “la mili” se había acabado para siempre porque se había quedado obsoleta. 

No es así; se ha mantenido en suspenso mientras cesaba el temporal de las protestas. 

Ahora el imperialismo necesita carne de cañón que llevar a las trincheras porque las trompetas de guerra resuenan por todas partes.


Suecia ha restablecido el servicio militar obligatorio, Alemania lo llama “defensa civil” para disimular y Francia lo hará en cuanto Macron gane las elecciones presidenciales. Luego irá España. La movilización masiva ya está preparada desde el mismo momento en que en 2002 se “suspendió” la mili.

En España el servicio militar tiene carácter obligatorio. Está impuesto impuesto por la Ley Orgánica de la Defensa Nacional de 1980, que no se ha derogado, así como tampoco la Ley del Servicio Militar de 1991. 

En todos los países europeos las excusas son las mismas.

 La mayor parte de ellas, empezando por el “expansionismo ruso”, son conocidas; otras, como esas “misiones humanitarias” en el exterior, ya huelen a podrido.

 La más reciente, la ola de “terror yihadista”, les viene como anillo al dedo y explica algunos de los más recientes atentados en Europa.

No obstante, hay otro argumento, del que empezó hablando el antiguo Presidente francés Sarkozy hace años, que hay que tener en cuenta: en toda Europa hay una enorme masa de parados que está cobrando algún tipo de prestaciones sociales sin ninguna clase de contrapartida. 

¿Por qué no llevarlos a las trincheras, a alguna de esas expediciones militares francesas que hay en África?

La mayor parte de los europeos está en contra de la introducción del “servicio de filas”. En Alemania dos terceras partes se oponen. 

Sin embargo, expuesto al estilo Sarkozy la leva gana muchos adeptos: hasta un 80 por ciento en Francia según los sondeos.

 En Suecia la crifra de partidarios llega al 70 por ciento.

La crisis capitalista, el paro y el militarismo rampante son, pues, distintas facetas de lo mismo.

 Por eso es ahora cuando la consigna de insumisión cobra su verdadera importancia y no se debería admitir que sean los “pacifistas” de pega los que tomen cartas en el asunto.

El quiera la paz tendrá que enfrentarse al imperalismo, que está en el origen de la guerra.

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Publicado por Resistencia Popular

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