Hace años que los halcones imperialistas estaban buscando la escusa perfecta para bombardear directamente Siria.
Obama lo intentó el 4 de septiembre de 2013 siguiendo un patrón similar al actual. Utilizando como excusa los ataques químicos provocados por los terroristas en la Ghouta oriental de Damasco unos días antes, Washington disparó dos misiles desde sus buques desplegados en la base militar de Rota (España) con dirección a Damasco. Los misiles estadounidenses fueron interceptados por los sistemas de defensa rusos antes de que éstos llegaran a su destino.
Este hecho marcó un antes y un después en Siria y evidenció el cambio que se ha producido en la balanza de poder mundial en los últimos años. Estados Unidos se encontró con un contrapeso militar (también político, económico, financiero…) que le imponía unos límites, unas “líneas rojas” que ya no podía sobrepasar como antaño.
Ahora Estados Unidos realiza una peligrosa demostración de fuerza en el momento de mayor debilidad de su historia reciente.
De forma unilateral, sin permiso del Congreso de Estados Unidos, sin un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, sin esperar a las conclusiones de una investigación que ni siquiera se ha iniciado, utilizando como excusa de nuevo otro ataque con armas químicas en Siria, el presidente Donald Trump ordenó atacar la base militar de Ash Shairat, en la provincia de Homs, matando al menos a 6 militares sirios.
Esta gravísima decisión cuyas consecuencias geopolíticas todavía no se pueden calibrar, fue tomada basándose en las acusaciones lanzadas por parte de Al Qaeda en Siria contra el gobierno Damasco apenas 72 horas antes.
Los terroristas [1] señalaron el objetivo, le ofrecieron la excusa y Washington salió en su ayuda, actuando como si estos terroristas formaran parte oficialmente del ejército estadounidense. La palabra de Al Qaeda pesó más que el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Esto sienta un peligroso precedente. ¿Cuánto van a tardar los terroristas en escenificar otro “ataque químico del régimen” para forzar otra intervención militar de EE.UU.?
¿Con qué argumentos va a oponerse Donald Trump a otro bombardeo cuando vuelvan a circular los vídeos de los Cascos Blancos (Al Qaeda) por todos los medios de comunicación occidentales?
Rusia siempre había considerado que un ataque directo de la OTAN contra Siria sería considerado como un ataque a los intereses y a la seguridad de la propia Rusia. Sin embargo, en esta ocasión, ni Rusia ni Siria han querido interceptar ninguno de los 59 misiles Tomahawk lanzados desde dos buques estadounidenses desplegados de forma permanente en la base española de Rota. (parece ser que sólo 23 misiles de los 59 lanzados alcanzaron la base militar siria).
Esta contención de Rusia, a la que desde Occidente se acusa de ser un peligro para la paz, ha evitado de momento una guerra nuclear mundial.
Pero sienta un precedente peligroso si Washington lo interpreta como un síntoma de miedo o impotencia y sienta la tentación de repetirlo.
El ataque no iba dirigido solamente contra Al Assad, sino que envía un claro mensaje también a Rusia, que fue quien vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución presentada por EE.UU., Reino Unido y Francia el pasado miércoles 5 de abril. Aquellos globalizadores que acusaban a Donald Trump de ser un títere en manos de Putin, se han quedado sin argumentos. Con este ataque Trump también buscaba demostrar que no es un “agente del Kremlin”.
Si Rusia no responde con alguna acción geoestratégica ante esta amenaza, Estados Unidos no se conformará con dar un “pequeño escarmiento” a Al Assad. La política de “cambio de régimen” en Siria vuelve a estar sobre la mesa de Donald Trump a pesar de sus promesas electorales y de que horas después de que ocurrieran los ataques químicos en Idlib, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijera que no está en la agenda del gobierno derrocar a Al Assad. Repito: ya se habían producido los ataques químicos en Idlib cuando desde el gobierno estadounidense se reafirmaron en su política de no injerencia en Siria respecto a la continuidad de Al Assad. Por lo tanto, el argumento del “ataque químico” no sirve de excusa para justificar el ataque contra Siria y el cambio en el discurso de la Casa Blanca. Bombardear un país, destruir su infraestructura, matar a militares y civiles, no parece la mejor manera de respetar su soberanía y la estabilidad de su gobierno.
Este jueves, de nuevo, el Secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson afirmaba que los pasos para eliminar al presidente sirio “ya están en marcha”, según informaba Russia Insider el viernes. Ésta tampoco parece la mejor vía para llegar a un acuerdo con Rusia; acuerdo del que Rex Tillerson es un fuerte defensor, por ahora.
¿Entonces qué ha ocurrido para que Trump diera este giro radical tan peligroso en apenas 48 horas?
Trump ha cedido a las enormes presiones del Establishment (complejo militar-industrial-financiero-mediático) en un ejercicio de irresponsabilidad absoluto. Su promesa de no intervenir militarmente en otros países para centrarse en el desarrollo interno del país ha saltado por los aires.
¿Es definitiva esta vuelta al viejo imperialismo belicista?
Todavía no podemos saber si este viraje supone una derrota absoluta de Trump frente al Estados Profundo, o si quizás sea una forma (peligrosa, ilegal y criminal) de ganarse su confianza para que rebajen la presión sobre su presidencia y le permitan implementar su programa de gobierno.
Esta última hipótesis es la que maneja también el reconocido investigador y periodista francés Thierry Meyssan, cuyos contactos con los servicios secretos de algunos países de Oriente Medio parecen evidentes.
En su artículo Donald Trump impone su autoridad a sus aliados (publicado el 8 de abril) Meyssan recuerda que Rusia y Siria fueron avisados con anterioridad por Washington del bombardeo contra la base de Ash Shairat, que se encontraba “prácticamente vacía” en el momento del ataque, lo que explicaría porqué no interceptaron ninguno de los misiles. Trump pretendería con este ataque suavizar la presión del Estado Profundo.
Y Rusia y Siria, por su parte, habrían “aceptado” este ataque para que Trump tome “autoridad” interna y pueda posteriormente implementar su plan inicial para acabar con el terrorismo yihadista en Siria e Irak. De hecho las imágenes publicadas de la base militar tras el ataque evidencian que los daños ocasionados no parecen ser cruciales o inasumibles para Damasco.
Arriesgada maniobra ésta, pero no puede descartase. Tengamos en cuenta, además, que la alternativa a la caída de Trump sería Hillary Clinton, una de las promotoras de la doctrina del “cambio de régimen” y del patrocinio de Al Qaeda en Libia y Siria, quien el pasado miércoles, horas antes de que lo anunciara Donald Trump, reclamaba nuevamente “bombardear Siria”.
En cualquier caso, las continuas contradicciones de Trump entre su discurso y los hechos son demasiado preocupantes.
Si alguna vez existió un mínimo de esperanza en que su política exterior girara pronto hacia la racionalidad y el respeto al Derecho Internacional, ésta también fue bombardeada en la madrugada del viernes 7 de abril de 2017.
Excepto para los terroristas, aquellos a los que Trump pretende combatir, que casi en paralelo a los ataques de EE.UU. iniciaron una ofensiva contra el ejército sirio en la carretera que une las ciudades de Homs y Palmira. Al Qaeda y sus patrocinadores felicitaron a Trump a través de las redes sociales por su ataque contra Siria [3].
De aquí adelante, o eso parece a tenor de los acontecimientos recientes, bastarán unas cuantas imágenes y unos vídeos prefabricados por los Cascos Blancos para que Washington y sus títeres europeos decidan bombardear un país soberano. Al Qaeda y su aparato de propaganda “humanitaria” se convierten a partir de ahora en árbitros de los conflictos internacionales y en los jueces del Derecho Internacional.
REFERENCIAS – NOTAS
[1] No importa las siglas bajo las que actúen o las coaliciones que formen por cuestiones estratégicas; su matriz es Al Qaeda y su ideología es el wahabismo con epicentro en Arabia Saudí; todos ellos son los herederos de los “muyahidines” creados por la CIA y dirigidos por Brezinsky en 1979 para utilizarlos contra la Unión Soviética en Afganistán.
[2] Syria: New U.S. Air Support On Request Scheme For Al-Qaeda,- Moon of Alabama (7/4/2017) http://www.moonofalabama.org/2017/04/syria-us-creates-new-air-support-request-scheme-for-al-qaeda.html#more
[3] Without Evidence, Trump Launches 59 Cruise Missiles, Destroying Syrian Air Force Base,- (21st Century Wire, 7/4/2017) http://21stcenturywire.com/2017/04/07/without-evidence-trump-launches-us-59-cruise-missiles-destroying-syrian-air-force-base/
https://adolfoferrera.wordpress.com/2017/04/08/ee-uu-ataca-siria-al-qaeda-sustituye-al-consejo-de-seguridad-de-la-onu/