Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

La invasión de Granada por los matones y terroristas nº1... EE.UU.


En abril de 1961, el Imperio del Norte lamió el suelo en Bahía de Cochinos (Playa Girón), cuando intentó aplastar el peligroso virus del Socialismo que estaba transformando Cuba en un nuevo país.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas aplastaron la invasión en menos de 65 horas.

Una isla pequeña, humilde en recursos naturales, demostraba al mundo su voluntad y capacidad para resistir al gigante imperialista del norte.

 Veintidós años más tarde, el Imperio volvió a intentar imponer la marca sangrienta de sus garras en el Caribe, pero esta vez con una isla caribeña más pequeña, cuyo único delito había sido seguir una vía socialista para intentar salir de la pobreza, la miseria y el subdesarrollo.

 La isla se llamaba Granada, un diminuto estado del Caribe cuya única riqueza consistía en la producción de bananas, cacao, cocos y nuez moscada.

¿Qué motivó que el gigante mundial del capitalismo, liderado en aquellos momentos por un psicópata llamado Ronald Reagan, decidiese invadir Granada con toda su maquinaria de guerra? William Blum dedica un capítulo de su libro Asesinando la Esperanza a recordar la intervención de EE.UU. en Granada.

Granada 1979-1984. Cuando Reagan mandó a sus matones marines para aplastar el socialismo en una pequeña y pacífica isla del Caribe.

La ONU votó en contra de manera aplastante contra la invasión, a lo que el presidente Reagan respondió:

"Cien naciones en la ONU han estado en desacuerdo con nosotros en casi todo en lo que estamos involucrados, y eso no perturba para nada mi desayuno" 

En abril de 1961, el Imperio del Norte lamió el suelo en Bahía de Cochinos (Playa Girón), cuando intentó aplastar el peligroso virus del Socialismo que estaba transformando Cuba en un nuevo país. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas aplastaron la invasión en menos de 65 horas.

Una isla pequeña, humilde en recursos naturales, demostraba al mundo su voluntad y capacidad para resistir al gigante imperialista del norte.

Veintidós años más tarde, el Imperio volvió a intentar imponer la marca sangrienta de sus garras en el Caribe, pero esta vez con una isla caribeña más pequeña, cuyo único delito había sido seguir una vía socialista para intentar salir de la pobreza, la miseria y el subdesarrollo.

La isla se llamaba Granada, un diminuto estado del Caribe cuya única riqueza consistía en la producción de bananas, cacao, cocos y nuez moscada.

¿Qué motivó que el gigante mundial del capitalismo, liderado en aquellos momentos por un psicópata llamado Ronald Reagan, decidiese invadir Granada con toda su maquinaria de guerra? William Blum dedica un capítulo de su libro Asesinando la Esperanza a recordar la intervención de EE.UU. en Granada.

Hemos añadido un anexo final, una especie de recopilatorio didáctico de los hechos principales, para orientarte en la lectura en caso de que nunca hayas oído hablar del tema.

En dicho anexo, en dos minutos te ponemos al día.

@VigneVT


Ubicación de Granada. Para que nos hagamos una idea sobre su tamaño de 344 Km2, es algo inferior al de la isla canaria de la Gomera (370 Km2) y mucho más pequeña que el ayuntamiento de Madrid (605 Km2).

Referencia documental

Blum, William: "Granada 1979-1984. La mentira, una de las pocas industrias surgidas en Washington", capitulo 45 del libro Asesinando la Esperanza. Intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005. Original en inglés: Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Common Courage Press, 2004.

Fuente de digitalización y correcciones (cítese si se reproduce, junto con la fuente original en inglés y de la edición cubana): blog del viejo topo.
Negrita, cuadros de texto, imágenes y pies de foto: blog del viejo topo.

________________



Marines de EE.UU. durante la invasión. 


GRANADA 1979-1984

Capítulo 45 de Asesinando la esperanza.
William Blum 

La mentira, una de las pocas industrias surgidas en Washington.

¿Qué se puede decir sobre una invasión realizada por una nación de 240 millones de habitantes contra una de 110.000?

Sobre todo cuando el invasor es la mayor potencia del mundo en el terreno militar y en el económico, y la nación objeto del ataque es una isla subdesarrollada con pequeñas aldeas, a mil quinientas millas de distancia, con sólo 133 millas cuadradas de tamaño, cuyas principales exportaciones son el cacao, la nuez moscada y el plátano.

El Gobierno de EE.UU. tenía mucho que decir al respecto.

 La relación de sus declaraciones con la verdad puede ser evaluada de manera exacta por el hecho de que tres días después de la invasión, el secretario delegado de prensa para asuntos internacionales de la Casa Blanca, renunció alegando "daños a su credibilidad personal". (1)



Una de las principales falsedades sobre la invasión del martes 25 de octubre de 1983 fue que EE.UU. había intervenido en respuesta a una solicitud urgente de la Organización de Estados Caribeños del Este (OECE), integrada por seis países a los que se unieron en este caso Barbados y Jamaica.

 Este grupo había pedido supuestamente la intervención el día 21 por temor a alguna forma de agresión del ahora régimen ultraizquierdista que había derrocado al líder socialista Maurice Bishop, quien había sido expulsado del partido gobernante el 12 de octubre, colocado bajo arresto domiciliario al día siguiente y asesinado el 19. Incluso si tales temores fuesen válidos, constituiría un precedente absolutamente desconocido que la nación A pidiera a B que invadiese a C sin que se hubiera producido ningún acto agresivo real de C contra A. En Washington, los abogados del Departamento de Estado trabajaban horas extras para encontrar, en las secciones del tratado de ayuda mutua de la OECE, en la Carta de la OEA y en la de Naciones Unidas, justificaciones legales para la acción norteamericana. Estos documentos, sin embargo, ni aun con la interpretación más liberal, ofrecen nada por el estilo.

Más aun, el artículo 6 del pacto de la OECE exige que todos los miembros aprueben las decisiones de las autoridades de la organización (los jefes de Gobierno). Granada, uno de los integrantes, ciertamente no pudo aprobar la propuesta.

Ni siquiera asistió a la reunión, aunque sí estuvieron presentes funcionarios norteamericanos para influir en el rumbo de las discusiones (2).

Tal como se conocieron más tarde los hechos, Tom Adams, Primer Ministro de Barbados, declaró que EE.UU. se le había acercado el 15 de octubre para hablarle de una intervención militar (el Departamento de Estado no hizo comentarios cuando se le preguntó sobre la afirmación de Adams) (3).

 Entonces, “fuentes cercanas al primer ministro jamaicano Edward Seaga” aseguraron que la solicitud de las naciones caribeñas "fue promovida por una oferta de Estados Unidos": "Hagan un llamamiento y nosotros responderemos”, fue el mensaje transmitido por Washington (4).

Y todavía hay más, el 26 de octubre, el embajador norteamericano en Francia, Evan Galbraith, declaró ante la televisión francesa que la administración Reagan había estado planeando la invasión durante las dos semanas anteriores (5), quiere decir no sólo mucho antes de la solicitud "voluntaria" de los países caribeños, sino incluso antes de que Bishop fuese derrocado, o antes de que se pudiera avizorar con alguna certeza que esto iba a ocurrir, a menos que la CIA haya estado involucrada con el conflicto en el seno del partido.

 Con el tiempo se dio a conocer que en algún momento antes de la invasión, el gobierno de Eugenia Charles, Primera Ministra de Dominica, que encabezaba la OECE, había recibido dinero de la CIA "para una operación de apoyo secreto"(6).

Al mismo tiempo EE.UU., a fin de proteger sus apuestas, respaldó (si no fue directamente su autor) el reclamo por parte de la OECE de que el gobernador general de Granada, Paul Scoon, había enviado una solicitud urgente de intervención militar a la organización.

Aparte de la muy discutible cuestión de si Scoon —designado por la reina británica para su posición ceremonial, reminiscencia de los días imperiales— tenía el derecho constitucional para hacer tal petición a nombre de Granada independiente, estaba el misterio de cómo y cuándo envió esta solicitud o si, de hecho, la llegó a enviar.

El 31 de octubre la prensa londinense informaba que el Secretario de Asuntos Exteriores, sir Geoffrey Howe, "fue enfático al decir que no hubo solicitud de intervención por parte de sir Paul Scoon".

La Primera Ministra Thatcher confirmó esto de manera inequívoca. Sir Geoffrey afirmó que Scoon "había visto a un diplomático británico el pasado lunes, el día antes de la invasión, y no había hecho mención alguna de desear tal cosa" (7).

Ese mismo día (otro informe lo sitúa el domingo), Scoon habló por teléfono con el secretariado del Commonwealth en Londres y con el Palacio de Buckingham y en ningún momento hizo referencia a intervención alguna (8). Entrevistado más tarde por la BBC, Scoon mismo dijo que una invasión era "lo último" que habría deseado (9).

Al final, después de completada la invasión, Scoon firmó un papel a bordo del buque norteamericano Guam que legalizó la operación (10).

Otra justificación ofrecida por EE.UU. para su actuación, que el presidente Reagan destacó como de "importancia imperiosa", fue la necesidad de evacuar varios cientos de norteamericanos de la isla, principalmente estudiantes en el St. George Medical College, quienes supuestamente estaban en peligro por el nuevo régimen y el caos que rodeó su ascenso al poder.

Para refutar esto no hay que buscar mucho, hay bastante al alcance de la vista: dos miembros de la Embajada norteamericana en Barbados, Ken Kurze y Linda Flohr, informaron el fin de semana anterior a la invasión que "la mayoría de los estudiantes estadounidenses en Granada no deseaban irse o ser evacuados.

Están muy interesados en sus estudios" (11).

Otro informe, en la prensa de Londres, decía que tres diplomáticos norteamericanos visitaron Granada al mismo tiempo y al parecer acordaron salidas ordenadas para cualquier ciudadano de su país que deseara abandonar la isla, se refiera esto o no a los estudiantes (12). La Casa Blanca reconoció que dos días antes de la invasión Granada había ofrecido a EE.UU. "una oportunidad para evacuar ciudadanos norteamericanos.

Pero funcionarios de la administración Reagan desconfiaron de la oferta". Esto se debía, dijeron, a que los dirigentes granadinos habían prometido que el aeropuerto estaría abierto el lunes para los vuelos de evacuación, pero, por el contrario, fue cerrado (13).

Sólo más tarde la Casa Blanca admitió que cuatro vuelos charter habían salido del aeropuerto el lunes (14); algunos de los que iban en ellos eran estudiantes de Medicina norteamericanos.

El rector de la Escuela de Medicina, Dr. Charles Modica, de visita en Nueva York en ese momento, declaró el día de la invasión que estaba en contacto con radioaficionados en su escuela. "Pienso que la información del presidente está muy equivocada porque algunos de los norteamericanos comenzaron a salir ayer", dijo (15).

 El gobierno granadino de facto había dado instrucciones de que los estudiantes fueran tratados con toda consideración y se les facilitaron vehículos y escoltas para trasladarse entre las dos sedes de la escuela (16).

Por su parte, el Gobierno cubano dio a conocer documentos que mostraban que había notificado a EE.UU. el 22 de octubre que ningún norteamericano ni otro ciudadano extranjero estaba en peligro y que Cuba estaba lista "para cooperar en la solución de los problemas sin uso de la violencia o la intervención".

Este mensaje no recibió respuesta hasta después de comenzada la invasión (17). El día 23 los cubanos enviaron un mensaje a los líderes granadinos en el que sugerían que el área en torno a la Escuela de Medicina fuera desmilitarizada para evitar dar una excusa a EE.UU. para la intervención: "el pretexto de evacuar a sus ciudadanos" (18).

Al ser interrogado por los periodistas acerca de si había alguna información concreta sobre amenazas para los norteamericanos en Granada, el portavoz de la Casa Blanca respondió: "Ninguna que yo sepa" (19).

Tras someter la débil resistencia de los soldados granadinos y de los trabajadores de la construcción cubanos, las fuerzas estadounidenses descubrieron varias cosas más con que justificar su invasión: encontraron, afirmó Reagan, "una base completa de armas y equipos de comunicaciones que dejaba claro que se había planeado la ocupación de la isla por Cuba".

 Un almacén "con armas y municiones apiladas casi hasta el techo, suficientes para abastecer a miles de terroristas". Granada, declaró el presidente, era "una colonia soviético-cubana en preparación para ser un bastión militar importante para exportar terror y destruir a la democracia, pero llegamos justo a tiempo" (20).

Los norteamericanos descubrieron documentos que supuestamente mostraban que "los cubanos estaban planeando colocar su propio gobierno en Granada" (el director de la CIA, Wílliam Colby, debió admitir más tarde que "en realidad no se habían encontrado tales documentos") "y se halló lo que parecía haber sido un centro de entrenamiento terrorista" (21). Además, se estaban construyendo depósitos de misiles en Granada, se anunció que había 1.100 cubanos en la isla, casi todos soldados profesionales y pronto el número ascendió a 1.600 (22).


La trama EE.UU.-Granada-Cuba elaborada en Washington era equivalente a que la URSS invadiera Gran Bretaña y proclamara entonces que lo había hecho para impedir que EE.UU. se apoderara de ella, y sabría Marx qué más, porque había descubierto que había radicados 30.000 soldados y oficiales norteamericanos, más de cien bases militares estadounidenses, un enorme arsenal de ojivas nucleares y "suficientes armas para abastecer a millones de terroristas".

El presidente soviético podría haber declarado entonces: "Llegamos justo a tiempo". Habría sido equivalente, excepto en que los descubrimientos soviéticos hubieran sido reales.

 Los argumentos norteamericanos resultaron ser tan falsos como el resto de los componentes del paquete mediático o, en el mejor de los casos, muy cuestionables: un corresponsal de The Guardian informó que en el almacén "que contenía la mayoría de las armas, sólo había cinco morteros a la vista, un rifle sin retroceso, un fusil antiaéreo de fabricación soviética y dos ametralladoras ligeras británicas fabricadas en Corea en exhibición" (23).

El New York Times informó, sin dar más detalles, "acumulaciones significativas de armas soviéticas pero también un número de armas anticuadas, incluidos rifles fabricados en la década de 1870" (24).

Años después se reveló que, un informe de la Inteligencia norteamericana fechado el 30 de octubre, había llegado a la conclusión de que "las armas capturadas en Granada eran para el ejército y la milicia y no eran suficientes ni se pretendía utilizarlas para derrocar a los gobiernos de las islas vecinas" (25).

Sin embargo, es un hecho que el Gobierno de Granada había estado bajo amenaza de desestabilización por más de cuatro años por parte de EE.UU. Los dirigentes del país sabían que tenían que desarrollar las defensas, eran personas que habían leído historia contemporánea. 

El Gobierno cubano anunció que había 784 de sus nacionales en la isla y especificó el trabajo de todos y cada uno: 636 eran constructores, la mayoría de entre cuarenta y cincuenta años (una observación hecha por varios periodistas norteamericanos y británicos); el resto, en el que se incluían 44 mujeres, eran doctores, dentistas, enfermeras, trabajadores de la salud pública, maestros, etc., y 43 militares. A partir de aquí, EE.UU. se guió por las cifras informadas por Cuba (26).

Se había hecho creer al mundo que había una gran presencia militar cubana con inminencia de alcanzar el control del país; sin embargo los cubanos no habían podido ni siquiera salvar a Maurice Bishop y su gobierno que contaba con el apoyo decidido y entusiasta de Fidel Castro.

El Gobierno cubano había expresado de manera clara su disgusto ante el derrocamiento del dirigente granadino por el Consejo Revolucionario Militar (CRM). Antes de que se produjera la invasión de EE.UU., Castro había culpado de la muerte de Bishop a "graves errores" cometidos por los extremistas (27) y se refirió luego a ellos como el "grupo Pol Pot" (28). Había rechazado una solicitud del CRM de enviar más soldados cuando la acción norteamericana era ya previsible.

La respuesta que se dio a esta petición fue que era "imposible e impensable" después de lo que había sucedido (29).



Por su parte, los rusos habían dado indicios de su apoyo al CRM y su golpe, aunque el interés de los soviéticos en Granada era mínimo. Cuba era ya una preocupación y un potencial foco de conflictos para Moscú en el Caribe. La URSS condenó la invasión norteamericana y la comparó con "un intrépido ataque de caballería de blancos armados hasta los dientes contra una aldea de pieles rojas"(30). Pero esto eran gajes del oficio de la Guerra Fría.

La falta de preocupación real por parte de los dirigentes soviéticos acerca de la agresión y de la suerte de Granada se puso de relieve seis meses después cuando anunciaron que la URSS no tomaría parte en los Juegos Olímpicos en Los Ángeles. Granada no fue siquiera mencionada entre las razones para ello, aunque las circunstancias ciertamente lo exigían: cuatro años antes EE.UU. había invocado la invasión soviética a Afganistán como la única razón para boicotear la Olimpiada de Moscú.

Por último habría que preguntarse por qué Cuba o la URSS necesitarían a Granada como trampolín para sus "cobardes hazañas" en Latinoamérica cuando ya estaba para ello la propia Cuba, más segura y estable militar y políticamente que la pequeña isla.

Después de la invasión, tras el derrocamiento del Gobierno granadino, una vez que las fuerzas estadounidenses hubieron dado muerte o herido a cientos de personas, funcionarios de la administración Reagan "reconocieron que en su esfuerzo por atraer el apoyo del público a la invasión a Granada, podían haber perjudicado la credibilidad del Gobierno al hacer acusaciones drásticas sobre la influencia soviética y cubana en la isla sin haber ofrecido evidencias detalladas", informó el New York Times. Los funcionarios simplemente pidieron al público que "no se formaran juicios hasta que no tuvieran toda la información" (31).



Granada, 1979, manifestación de apoyo al nuevo Gobierno Popular Revolucionario del Movimiento New Jewel NJM)

El Movimiento New Jewel (NJM) había tomado el poder bajo la dirección de Maurice Bishop en marzo de 1979 tras la expulsión, aclamada por el pueblo, de Eric Gairy, una personalidad errática que se inclinaba cada vez más a mantener su dominio por medio de los asesinatos. Una vez conseguido esto, Bishop, abogado educado en Londres, tuvo que lidiar con la mucho más complicada tarea que enfrenta un socialista revolucionario en el poder: espolear a un país subdesarrollado a levantarse sobre sus propios pies cuando ni siquiera se tienen zapatos. Tuvieron que comenzar con lo básico: empleos, nuevas escuelas, formación de maestros, alfabetización de los adultos, servicios sociales, agua potable... El NJM no tocó los negocios privados, pero instituyó la salud pública gratuita, la entrega de leche gratis a los niños pequeños, cooperativas agrícolas y otras medidas por el estilo. El director del gobierno interino con aprobación norteamericana que siguió a la invasión, Nicholas Brathwaite, y sus colegas "elogiaron de inmediatos [al NJM] por haber dado a los granadinos una nueva conciencia, confianza en sí mismos y orgullo nacional y admitieron que era logros difíciles de igualar", informó The Guardian (32). El Banco Mundial también dio una buena evaluación al gobierno de Bishop. En 1980 el Banco alabó el buen manejo fiscal del NJM y dos años después escribió que "los objetivos del Gobierno se centraban en asuntos críticos para el desarrollo y se dirigían a las áreas más prometedoras en el país para esto" (33). El NJM no realizó elecciones y Bishop explicó su decisión de la siguiente forma: 

Hay algunos (entre ellos varios de nuestros amigos) que creen que no se puede tener una democracia a menos que se tenga una situación donde cada cinco años, y por cinco segundos en esos cinco años, la gente pueda escribir una “X ” junto al nombre de algún candidato, y durante esos cinco segundos en esos cincos años, se convierten en demócratas, y por el resto del tiempo, cuatro años y 364 días, vuelven a ser nadie y no tienen el derecho a decir nada a su gobierno, no tienen ningún derecho a participar en la dirección del pais. (34)En lugar del sistema tradicional, el NJM alegaba que la democracia en Granada se manifestaba a través de las numerosas organizaciones de masas y estructuras descentralizadas que recibían las opiniones de grandes cantidades de ciudadanos y las analizaban seriamente. Sin importar lo bien que pudiera funcionar esta forma de democracia, o lo que habría alcanzado de no ser interrumpida, la misma habría producido descontento de igual manera pues se esperaba que la gente asistiera a reunión tras reunión y eran presionados de diferentes modos para que aceptaran las exigencias de la revolución. 

En poco tiempo, los dirigentes de los estados caribeños vecinos, en particular Tom Adams y Eugenia Charles (Barbados y Dominica), quienes fueron los partidarios principales de la invasión, evidenciaron su hostilidad contra el Gobierno granadino. Bishop creía que esto era debido al temor del entusiasmo que el ejemplo de Granada provocaba en sus propias poblaciones; un entusiasmo, decía, que se mostraba en cada aparición pública de los dirigentes granadinos en la región (35). Charles era considerada por la administración Reagan como una apasionada pro norteamericana, una "Jeane Kirkpatrick caribeña", que "hacía que Margaret Thatcher, la Primera Ministra británica, pareciera una gatica" (36).

Estados Unidos adoptó su posición adversa casi de inmediato. Washington reconoció de manera instintiva que los líderes granadinos no se someterían fácilmente a sus dictados de aislar a Cuba. De hecho, la propia Granada podría convertirse en esa tanto tiempo temida pesadilla: "otra Cuba”. A menos de un mes de que Bishop asumiera el poder, el embajador norteamericano le entregó una nota que decía en una de sus partes: "Aunque mi gobierno reconoce su preocupación sobre las acusaciones de un posible contragolpe, también cree que no serviría a los mejores intereses de Granada el buscar ayuda de un país como Cuba para impedir tal cosa. Veríamos con desagrado cualquier tendencia por parte de Granada a desarrollar lazos más cercanos con Cuba" (37). El contragolpe al que se refería el embajador era el temor de Bishop que Eric Gairy, exiliado en EE.UU., reuniera un ejército de mercenarios para invadir la isla. El NJM temía incluso más una operación de desestabilización por parte de la CIA pero, en cualquier caso, ¿a quién podían acudir por ayuda sino a "un país como Cuba"?

Antes de que terminara 1979, Granada había descubierto transmisores ocultos en su misión, ante la ONU (38), y representantes del Gobierno norteamericano estaban visitando a los agentes de viajes en EE.UU. para difundir rumores que ahuyentaran a los turistas de las soleadas playas de la isla, su fuente más importante de divisa (39). Durante los siguientes cuatro años, Washington trató de acosar a Granada de una o de otra forma, sobre todo a partir de 1981, cuando la administración Reagan ocupó el poder. Sé presionó de manera agresiva en el Fondo Monetario Internacional y en otras instituciones crediticias, con el fin de bloquear los préstamos a Granada aunque, sorprendentemente, sin mucho éxito. Por ejemplo, el FMI aprobó un préstamo a Granada "a pesar de la vigorosa oposición de la administración Reagan", oposición fundamentada al parecer en "razones económicas" (40).

En el verano de 1981 la CIA desarrolló planes "para causar dificultades económicas a Granada con la esperanza de debilitar el control político del Primer Ministro Maurice Bishop". La operación fue rechazada, se informó, por objeciones del Comité de Inteligencia del Senado. Un miembro de éste comentó, sin embargo, que "si fueran a hacer algo [...] estoy seguro de que no nos lo dirían. Pienso que esperarían a que todo hubiera concluido". (41)

El instrumento principal de la campaña norteamericana contra Granada era la propaganda, cuyo tema fue que Granada era un miembro asalariado de la red terrorista soviético-cubano-nicaragüense, que mantenía el cuchillo apuntado a la garganta de Norteamérica. El asociar a Granada en esto servía lo mismo para ahuyentar al turismo que para justificar una invasión. La propagación de este tema en general iba acompañada por acusaciones específicas que eran simplemente fraudulentas. Uno de los primeros engaños fue que se estaba construyendo una base de submarinos soviéticos en la costa sur de la isla. Este informe circuló ampliamente hasta 1983 cuando un corresponsal del Washington Post visitó la supuesta localización y señaló que no hubiera podido construirse una base de submarinos en un sitio donde el mar era tan poco profundo (42). En febrero de 1983, un funcionario del Departamento de Defensa de EE.UU. anunció, al parecer con cara seria, que la URSS había embarcado hacia Granada helicópteros de asalto, botes torpedos y aviones de combate supersónicos MIG, que proporcionaban a la isla una fuerza aérea con 200 (sic) modernos aparatos (43). La suerte de esta poderosa armada ha permanecido en el misterio desde entonces.

La acusación que recibió el mayor despliegue de prensa fue que el nuevo aeropuerto que se construía en Granada tenía el propósito de convertirse en una instalación militar para rusos y cubanos. El Gobierno de la isla insistía en que se trataba sólo de desarrollar el turismo, su única industria importante. En marzo de 1983, el presidente Reagan dijo ante la audiencia televisiva norteamericana que la pista tendría 10.000 pies de largo, pero que "Granada ni siquiera tiene fuerza aérea. ¿Cuál es la intención de esto? [...] El rápido crecimiento del potencial militar de Granada no está en proporción con ninguna amenaza concebible [...] La militarización de Granada por cubanos y soviéticos [...] sólo puede verse como una proyección de dominio hacia la región" (44). El presidente mostró fotos aéreas de la construcción -había vuelos espías norteamericanos de manera regular sobre la isla— como para implicar que se trataba de algo oculto cuando en realidad la localización estaba abierta al público.

Hay una plétora de evidencias que contradicen el análisis de Reagan: al menos otras cinco islas caribeñas, entre ellas Barbados, tenían pistas similares o más largas sin tener fuerza aérea (45). La construcción del aeropuerto fue estimulada por el Banco Mundial, que también discutió con Granada la construcción de nuevos hoteles (46). El trabajo de excavación fue llevado a cabo por la Layne Dredging Company, de Florida, y el sistema de comunicación había sido instalado por Plessey, una multinacional británica; Cuba aportó como donación la fuerza de trabajo cualificada y maquinarias para la construcción (47). Plessey refutó la declaración estadounidense: "El aeropuerto [...] estaba siendo construido guiado por especificaciones puramente civiles", dijo y enumeró una cantidad de características técnicas de un aeropuerto de una base militar que el de la isla no tendría (48). Por si fuera poco, el Mercado Común Europeo había contribuido con dinero a la construcción: "En nuestra opinión el aeropuerto es para el turismo", dijo un portavoz. "Mantenemos nuestro compromiso" (49). El aeropuerto estaba siendo financiado por otra docena de naciones, incluidas Canadá, México y Venezuela. Estados Unidos había rechazado una solicitud de ayuda y, en cambio, había ejercido presiones para detener la financiación internacional (50).

Después de la invasión, el aeropuerto fue terminado por EE.UU. "Se tomó la decisión de terminarlo por los militares y para los militares", dijo una de las empresas subcontratadas. "Los equipos necesarios para tales propósitos están siendo ya trasladados hacia el lugar"(51). (Hasta donde se conoce, el aeropuerto todavía no ha sido utilizado por EE.UU. para propósitos militares.)

Hubo también algunos casos en que la prensa de oposición granadina dio a conocer historias completamente infundadas del tipo de las mencionadas antes, al igual que promovía rumores dañinos para la economía local. En una de estas historias, tomada por un periódico granadino de la revista germano-occidental Bunte, se informaba que estaban en construcción grandes bases militares y de misiles en Granada, algo que habría sido imposible de ocultar en la pequeña isla (52). La táctica de reimprimir artículos extranjeros, como hemos visto, es empleada con frecuencia por la CIA, y para los dirigentes del NJM era una clara señal de que la Agencia había entrado en escena. Esto condujo al Gobierno a cerrar periódicos independientes pues sintieron que el país era demasiado vulnerable, mucho más que Chile y Jamaica, donde esta táctica había sido utilizada. 

Lo mismo ocurrió con los prisioneros políticos, en su mayor parte antiguos miembros de la policía secreta de Gairy (53). El Gobierno temía liberar algunos de ellos y que terminaran uniéndose a las fuerzas mercenarias de Gairy o la CIA para realizar acciones como la bomba que explotó en junio de 1980 durante una reunión al aire libre, al parecer destinada para eliminar a todos los dirigentes del NJM de un solo golpe, pero a cambio le costó la vida a tres jóvenes mujeres.

*



En lo que concierne a la propia invasión: 2.000 marines norteamericanos y paracaidistas arribaron a la isla el primer día, y llegaban a 7.000 para el fin de semana, con muchos más a bordo de los barcos; los aviones bombardearon por todas partes y destruyeron todo tipo de edificios, incluido un hospital psiquiátrico, y ametrallaron puestos del Ejército Revolucionario del Pueblo.

 "Ese Ejército Revolucionario del Pueblo, ¿está de nuestro lado o del de ellos?", preguntó un joven marine (54). La casa del embajador cubano fue atacada y saqueada por los soldados norteamericanos, en una pared dejaron escrito "AA", símbolo de la 82 División Aerotransportada, y al lado el mensaje: "Coman mierda, comunistas malditos" (55). Los ocupantes de la casa fueron capturados como rehenes y se les ordenó avanzar delante de los vehículos norteamericanos para acercarse a las posiciones cubanas, en abierta violación de la Convención de Ginebra (56).

 Castro dijo que se habían hecho ofertas de todo tipo para convencer a los prisioneros cubanos de que se fueran para EE.UU., pero ninguno aceptó (57). "Quiero descojonar al comunismo de esta islita y mandarlo de regreso a Moscú", dijo un marine (58). "Gran Bretaña anunció que enviaría un destructor para ayudar en el rescate", dijo la emisora radial norteamericana a los granadinos en la primera mañana; no era una verdad a medias, sino una mentira total.

Los granadinos que escucharon la transmisión dijeron que fue un poderoso argumento para aceptar la ocupación (59).

 Los combates cesaron en una semana, 135 norteamericanos murieron o fueron heridos, al igual que 84 cubanos y 400 granadinos, aproximadamente.



Una vez conquistada la tierra, quedaban las mentes y corazones de la gente por dominar. Una vez concluidos los combates, la estación radial comenzó una fuerte ofensiva contra Bishop por haber llevado a Granada al cautiverio, dijo el locutor (60).

Pero pronto los norteamericanos comprendieron que esto era un error táctico, pues Bishop tenía todavía una enorme popularidad y muy pronto las críticas a su régimen comenzaron a ser más indirectas y no se le mencionaba.

En breve el batallón de Operaciones Psicológicas del Ejército de EE.UU. comenzó a atravesar la isla en helicóptero ofreciendo a los granadinos, a través de altavoces, una gran dosis de medicina anticubana: los cubanos habían apoyado a quienes asesinaron a Bishop, Granada había estado en las garras de Cuba, el castrocomunismo era todavía una amenaza, etc., etc. Se colocaron afiches que mostraban las supuestas armas cubanas capturadas con el texto: "¿Son estas las herramientas para construir aeropuertos?" Otros afiches vinculaban a los líderes del CMR con Moscú (61).

En marzo de 1984, un periodista de Londres informaba:

"La isla se mantiene bajo la visible ocupación norteamericana. Hay jeeps patrullando constantemente. Los helicópteros sobrevuelan las playas. La policía militar vigila a los aldeanos y frecuenta los cafés. Los hombres de la CIA supervisan la seguridad en el juzgado. El único periódico vierte vitriolo cada semana acerca de los años del gobierno revolucionario 'ese horrible período en nuestra historia’. Las presiones son fuertes en una comunidad pequeña" (62).En junio se supo que las escuelas nombradas en honor de los "héroes de la revolución" habían retomado a sus antiguos nombres, aunque no sin la protesta de los estudiantes. Y mientras tanto el Servicio de Información norteamericano mostraba a los escolares un filme titulado: Granada: el retorno a la libertad (63).

La invasión fue condenada en forma casi total en Latinoamérica, sólo las dictaduras militares de Chile, Guatemala y Uruguay expresaron su apoyo. La ONU votó en contra de manera aplastante, a lo que el presidente Reagan respondió: 

"Cien naciones en la ONU han estado en desacuerdo con nosotros en casi todo en lo que estamos involucrados, y eso no perturba para nada mi desayuno" (64). Uno de los males de los estados comunistas, según se nos dice siempre, es que ignoran la opinión mundial. Por suprema ironía la mayoría de la población de Granada aplaudió la invasión: además de la minoría conservadora que sabía que el experimento "socialista" sería ahora echado a un lado, estaba el gran número de personas que se alegraron al ver que los asesinos de su amado Maurice Bishop recibían su castigo. A pesar de toda la hostilidad y las mentiras sobre Bishop emanadas de Washington a lo largo de cuatro años, a los granadinos no parece habérseles ocurrido que la invasión no tenía nada que ver con vengar su muerte y que EE.UU. había usado la ocasión como pretexto conveniente para una acción que venía deseando realizar desde hacía mucho tiempo. Si pensamos que el granadino promedio resulta demasiado ingenuo y con muy poca memoria política, debemos considerar que el norteamericano promedio aplaudió con júbilo la invasión y creyó todo lo que salió de los labios de Ronald Reagan (como si se tratara de la primera intervención estadounidense en la historia), y hasta el día de hoy le sería difícil repetir una sola de las falsedades asociadas con todo el asunto. El propio presidente pareció luego haber suprimido por completo el incidente. En marzo de 1986, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de una invasión norteamericana a Nicaragua, respondió:

"Está mirando a un individuo que sería el último en el mundo que desearía llevar soldados norteamericanos a Latinoamérica, porque la memoria del gran coloso del Norte está extendida por toda Latinoamérica.

Perderíamos todos nuestros amigos si hiciéramos algo por el estilo" (65).En el cuarto día de la invasión Reagan pronunció un discurso que hizo palidecer a la xenofobia.

Se las arregló para vincular la invasión de Granada con el derribo de un avión cercano por la URSS, la matanza de soldados norteamericanos en Líbano y la toma de rehenes estadounidenses en lrán. Se hizo evidente que la invasión simbolizaba el fin a una serie de humillaciones para EE.UU. Incluso Vietnam estaba siendo vengado.

Para conmemorar el "renacimiento norteamericano", unos siete mil soldados fueron designados héroes de la República y condecorados con medallas (algunos no habían hecho otra cosa que permanecer sentados en los barcos cerca de la costa). América había recuperado su hombría al pisotear una pulga.



El Imperio invade Granada, 1983.

Post scriptum

A fines de 1984 el ex Premier Herbert Blaize fue elegido Primer Ministro y su partido alcanzó 14 de los 15 escaños del Parlamento. Blaize, que en cuanto terminó la invasión había proclamado a EE.UU. "Les damos las gracias desde el fondo de nuestros corazones"(66), había sido favorecido por la administración Reagan (67). El candidato que ganó el único escaño de la oposición anunció que no lo ocuparía debido a lo que llamó: "manipulación de los votes e interferencias en las elecciones por fuerzas externas" (68). Un año más tarde, el Consejo para Asuntos Hemisféricos radicado en Washington informó, como parte de su relatoría anual, sobre abusos contra los derechos humanos en Granada: "Versiones confiables circulan sobre prisioneros golpeados, a quienes se les niega la atención médica y son confinados durante largos períodos sin que se les permita ver a un abogado. La nueva policía del país, entrenada por EE.UU., ha adquirido una reputación de brutalidad, arrestos arbitrarios y abusos de autoridad". El informe añadía que una emisora musical "ofensiva" había sido cerrada y que las fuerzas de contrainsurgencia (igualmente entrenadas por norteamericanos) estaban violando los derechos civiles (69).

A fines de los 80, el Gobierno comenzó a confiscar numerosos libros provenientes del extranjero, incluidos Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene, y Habla Nelson Mandela. En abril de 1989, emitió una lista de más de ochenta obras cuya importación había sido prohibida (70). Cuatro meses más tarde el Primer Ministro Blaize suspendió el Parlamento para evitar una moción de censura a causa de lo que sus críticos llamaban "un estilo cada vez más autoritario" (71).

William Blum
Digitalización y formato: blog del viejo topo

NOTAS
(1) New York Times, 1 de noviembre de 1983. Les Janka era el hombre en quien el chequeo de seguridad del FBI no detecté un alto nivel de conciencia.
(2) Hugh O’Shaughnessy: Grenada: Revolution, Invasion and Aftermath. Londres, 1984, p. 156. O’Shaughnessy era el corresponsal para Latinoamérica de The Observer, y antes de The Financial Times; ganó el Premio de la Prensa Británica en 1983 por su cobertura de la invasión de Granada. Para tener información sobre las secciones relevantes del Tratado de los Países Caribeños del Este, ver William C. Gilmore: The Grenada Intervention: Analysis and Documentation. Londres, 1984, Parte 11: “The Grenada Intervention in International Law” y el Anexo 2.
(3) The Guardian, Londres, 28 de octubre de 1983. 
(4) The Observer, Londres, 30 de octubre de 1983, articulo de O’Shaughnessy, ver nota 2; también Bob Woodward: VEIL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 290.
(5) O’Shaughnessy, p. 153.
(6) Woodward, p. 290.
(7) The Guardian, Londres, 31 de octubre de 1983.
(8) The Observer, 30 de octubre de 1983.
(9) The Guardian, 1 de noviembre de 1983.
(10) The Guardian, 28, 29 de octubre de 1983; The Observer, 30 de octubre de 1983.
(11) O’Shaughnessy, p. 165, esta página contiene otras evidencias que refutan el planteamiento de Reagan.
(12) The Guardian, 26 de octubre de 1983.
(13) New York Times, 27 de octubre de 1983.
(14) O’Shaughnessy, p.205.
(15) The Guardian, 26 de octubre de 1983.
(16) O’Shaughnessy, p. 160.
(17) The Guardian, 27 de octubre de 1983.
(18) Ibid., 28 de octubre de 1983.
(19) New York Times, 27 de octubre de 1983.
(20) Ibid., 28 de octubre de 1983. 
(21) The Guardian, 29 de octubre de 1983; Woodward, p. 294 (acerca de Casey).
(22) O’Shaughnessy, p. 204. 
(23) The Guardian, 31 de octubre de 1983.
(24) New York Times, 1 de noviembre de 1983.
(25) Woodward, p. 299, la cita es su propia paráfrasis.
(26) O’Shaughnessy, pp. 15, 16, 204.
(27) The Observer, 23 de octubre de 1983.
(28) Tomado de un discurso de Fidel Castro en La Habana e1 14 de noviembre de 1983, reproducido enThe Guardian, Londres, 19 de noviembre de 1983, p. 8.
(29) The Guardian, 27 de octubre de 1983.
(30) Ibid., 1 de noviembre de 1983.
(31) New York Times, 1 de noviembre de 1983.
(32) The Guardian, 12 de junio de 1984.
(33) O’Shaughnessy, pp. 87, 95.
(34) Ibid., p. 85.
(35) The Guardian, 4 de noviembre de 1983.
(36) Woodward, p. 290.
(37) Citado por Bishop en su discurso del 13 de abril de 1979, recogido en Chris Searle, ed.: In Nobody’s Backyard: Maurice Bishops Speeches, 1979-1983. Londres, 1984.
(38) New York Times, 20 de agosto de 1979, p. 4.
(39) Chris Searle: Grenada: The Struggle Against Destabilization. Londres, 1983, p. 56; esto apareció también como noticia en la prensa norteamericana y el propio autor lo vio y lo escuchó, aunque no pudo localizar estas fuentes de nuevo al escribir el texto.
(40) New York Times, 27 de agosto de 1983.
(41) Washington Post, 27 de febrero de 1983, p. 1.
(42) O’Shaughnessy, p. 192. El corresponsal era Ed Cody. Por extraño que sea, al parecer el propio Postno publicó este informe.
(43) Washington Post, 27 de febrero de 1983, p, 1.
(44) New York Times, 26 de marzo de 1983.
(45) The Nation, New York, 16 de abril de 1983, p.467, contiene una tabla que compara los diversos aeropuertos.
(46) O’Shaughnessy, p. 90.
(47) The Nation, New York, 16 de abril de 1983, p. 467; O’Shaughnessy, 89.
(48) The Guardian, Londres, 31 de octubre; 2 de noviembre de 1983.
(49) Ibid., 2 de mayo de 1983. 
(50) Wall Street Journal, 29 de abril de 1981; The Guardian, 2 de mayo de 1983.
(51) The Guardian, 11 de noviembre de 1983.
(52) New York Times, 20 de agosto de 1979, p. 4.
(53) Ibid.
(54) The Observer, 30 de octubre de 1983, p. 9.
(55) The Guardian, 25 de noviembre de 1983.
(56) Ibid., 27 de octubre de 1983, según el embajador cubano en Londres. 
(57) Discurso de Fidel Castro del 14 de noviembre de 1983 en La Habana, reproducido por The Guardian, 19 de noviembre de 1983, p. 8.
(58) The Observer, 30 de octubre de 1983, p. 9.
(59) The Guardian, 16 de noviembre de 1983.
(60) The Observer, 30 de octubre de 1983.
(61) O’Shaughnessy, p. 208; The Guardian, 16 de noviembre, 19 de diciembre de 1983.
(62) The Guardian, 5 de marzo de 1984.
(63) Ibid., 12 de junio de 1984.
(64) New York Times, 4 de noviembre de 1983, p. 16.
(65) Ibid., 22 de marzo de 1986.
(66) New York Times, 15 de abril de 1984, p. 10. 
(67) Ibid., 4 de diciembre de 1984.
(68) Ibid., 10 de diciembre de 1984, p. 3.
(69) The Guardian, Londres, 3 de enero de 1986.
(70) "Importation of Publications (Prohibition) Order”, Resolución No. 6 del 11 de abril de 1989, Gobierno de Granada. 
(71) Los Angeles Times, 25 de agosto de 1989.

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Anexo del blog del viejo topo para lectores no expertos en el tema. Algunos items para hacerse con una idea básica.

Granada, breve historia.

Es el segundo estado más pequeño del hemisferio occidental, localizado en el Caribe, al nordeste de Venezuela. La isla es descubierta por Colón el 15 de agosto de 1498, pero no fue colonizada por la corona española, manteniéndose en poder de los indígenas caribes hasta que los franceses la ocuparon en 1650. La ocupación francesa (1650-1762) condujo al exterminio de la población indígena y al comienzo de su población con mano de obra esclava procedente de África para trabajar en las plantaciones francesas.

En 1762 la isla pasa a manos británicas, quedando incorporada a los dominios del Imperio británico.

En marzo de 1967 se convierte en estado asociado a Reino Unido y el 7 de febrero de 1974 accede a su independencia, manteniéndose en la Commonwealth.

Entre marzo de 1979 y diciembre de 1984, el país entró en una vía pacífica de transformación socialista, truncándose con la invasión de EE.UU. iniciada el el 25 de octubre de 1984.

Independencia. 7 de febrero de 1974.

1974-1979. Gobierno despótico de Sir Eric Gairy.

Desde 1958, Gairy había sido la máxima autoridad en la isla durante la etapa de dominio colonial británico (salvo en el intervalo 1963-1967). Consiguió mantenerse en el poder después de la independencia, a pesar de las acusaciones recibidas de fraude electoral. 
El empobrecimiento creciente de la población disparó el descontento popular, reprimido cada vez con más fuerza por un paranoico Sir Eric Gairy, quien no dudó en recurrir a la tortura y asesinatos de opositores. Estaba convencido que gobernaba por imperativo divino y a menudo le gustaba decir "Dios me ha elegido". 
En marzo de 1979, Gairy viajó a Nueva York para asistir a una conferencia de la ONU; Gairy había viajado con el propósito de convencer a la asamblea de Naciones Unidas para que se celebrase una conferencia especial sobre alienígenas. Aprovechando su estancia en Nueva York, el 13 de marzo de 1979 militantes y simpatizantes del Movimiento New Jewel tomaron pacíficamente el poder sin oposición ni derramamiento de sangre, bajo el liderazgo de Maurice Bishop.



Izquierda: Eric Gairy, al que su Graciosa Majestad había concedido el título de Sir por sus servicios prestados al colonialismo británico. Convencido de que gobernaba por mandato divino, fue derrocado mientras estaba en la sede de las Naciones Unidas para proponer una conferencia internacional sobre alienígenas. Derecha: El líder del movimiento revolucionario, Maurice Bishop, con Fidel Castro. Todavía a día de hoy, la memoria de Bishop despierta el cariño de la población granadina. Querido por su pueblo, Bishop era un "mal ejemplo" para el gigante del Norte, temeroso de que otros pequeños países se contagiasen con el peligroso virus de la revolución granadina.

Movimiento New Jewel (NJM).
En 1973, Maurice Bishop creó la organización Movimiento para las Asambleas del Pueblo, y ese mismo año, el 11 de marzo, se fusiona con otro grupo, el JEWEL (Acción Conjunta para el Bienestar, la Educación y la Liberación). La organización resultante pasa a llamarse New Jewel Movement (Movimiento Nuevo Jewel), con las siglas NJM en inglés.

El New Jewel fue oposición la Eric Gairy desde el primer momento. El fraude electoral cometido por este último disparó la simpatía popular por el New Jewel. Su popularidad fue ganando terreno debido a la pobreza creciente que azotaba a los granadinos, y al carismático carácter de su líder, el socialista Maurice Bishop.

Originariamente el New Jewel tuvo cierto vínculo intelectual con el movimiento Black Power de EE.UU. Bishop supo ubicar al New Jewel en sintonía con el marxismo revolucionario, muy cercano al sandinismo nicaragüense y a la revolución cubana, agrupando a diferentes sensibilidades de la izquierda revolucionaria.

La toma del poder por parte del New Jewel fue pacífica, al no encontrarse prácticamente con oposición. 

Gobierno Popular Revolucionario. Es el nombre que se da al nuevo gobierno, liderado por Bishop, tras la toma revolucionaria del poder.

Golpe contra Bishop, octubre de 1983. Asesinato de Bishop.

El sector más radical del NJM, encabezado por el viceprimer ministro Winston Bernard Coard, exigió a Bishop que renunciase al poder, considerando que la transición al socialismo estaba siendo demasiado lenta.

Sin embargo, Bishop no accedió a ello; bien aconsejado por Fidel, sabía que la revolución debía seguir su propio ritmo, y no el que marcasen los ánimos personales de algunos dirigentes.

En respuesta a su negativa, Coard protagonizó un golpe haciéndose con el poder y ordenando que Bishop fuese detenido y arrestado en su casa, el 13 de octubre de 1983, cuando acaba de regresar de un viaje por Checoslovaquia y Hungría.

Pero Bishop era un líder muy querido y reconocido por las masas, y tras conocerse la noticia se produjeron manifestaciones multitudinarias por toda la isla en su apoyo. El 19 de octubre estalla una revuelta popular en la capital, durante la cual la masa de manifestantes logra liberar a Bishop.

Ese mismo día, 19 de octubre, el general Austin Hudson da un nuevo golpe, depone a Coard y después de autoproclamarse jefe del gobierno revolucionario ordena otra vez la detención de Bishop y la represión violenta de los manifestantes. Bishop fue asesinado ese mismo día por el ejército, junto a varios ministros leales y a bastantes seguidores en Fort Rupert (el cuartel general del Ejército). Al mismo tiempo se impuso un toque de queda sumarísimo, bajo amenaza de ejecución fulminante a quienes lo incumpliesen. 

Consecuencias del asesinato de Bishop.

El golpe y asesinato de Bishop fue contundentemente condenado por la URSS y por Cuba. Fidel Castro consideró que era un monumental error la acción de los golpistas, a los que equiparó despectivamente con Pol Pot. Fidel tuvo muy claro que aquello era el principio del fin de la revolución granadina.
EE.UU. hacía tiempo que venía preparando la intervención militar en Granada y los acontecimientos sirvieron de disculpa y legitimación para el envío de los marines:

A) Por un lado, el gobierno de Reagan argumentó que La Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS) había solicitado la ayuda a los EE.UU., para poner fin a la inestabilidad y desórdenes provocados por los golpistas. Hoy en día sabemos que esto es falso, que nunca se tramitó tal petición y que fue un mero montaje de la Casa Blanca.
parara proteger la vida de los estudiantes estadounidenses que estudiaban Medicina en Universidad de St. George de Granada. Como explica Blum, esto era una disculpa absurda. El congresista Louis Stokes declaró: "Ni un solo niño estadounidense ni un solo ciudadano estadounidense estaba de alguna manera corriendo peligro o puesto en una situación de rehén antes de la invasión".En definitiva, aunque la invasión ya estaba preparada, el asesinato de Bishop la catalizó.

Hay quien considera que el enfrentamiento fratricida dentro del NJM, que desembocó en el fatal desenlace del asesinato de Bishop, pudo haber sido provocado o al menos alimentado por la CIA. 

Invasión. 
Comenzó a las 5 de la mañana del 25 de octubre de 1983. Era la primera vez que EE.UU. enviaba tropas a una operación militar en el extranjero después de la derrota de Vietnam. A la operación se le dio el nombre de Urgent Fury (Furia Urgente) y contó con la participación testimonial y oportunista de Barbados, Jamaica, Antigua y Barbuda, Dominica, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. La operación se dio por concluida el 15 de diciembre de ese mismo año 1983.
La invasión tuvo lugar siendo Ronald Reagan presidente de EE.UU., y George H. W. Bush (Bush padre) vicepresidente.

Invasión de Granada en 1983. TeleSur.
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Textos de William Blum en castellano.
En este blog: pulsa aquí.

Web personal del autor
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Índice del libro
(Los capítulos con hipevínculo están publicados en el blog; pulsa sobre ellos para acceder al contenido)

5. Corea 1945-1953: ¿fue todo lo que pareció ser?
6. Albania 1949-1953: el correcto espía inglés.
7. Europa del Este 1948-1956: operación factor fragmentante.
l0. Guatemala 1953-1954. Con el mundo por testigo.
11. Costa Rica. Mediados de los 50. Tratando de derribar a un aliado. Parte I.
12. Siria 1956-l957. Comprando un nuevo gobierno.
13. Medio Oriente 1957-1958. La Doctrina Eisenhower reclama otro patio para Norteamérica.
16. Guayana Británica 1953-l964. La mafia sindical internacional de la CIA.
20. Camboya 1955-1973. El príncipe Sihanouk camina en al cuerda floja de la neutralidad.
21. Laos 1957-1973. L’Armée Clandestine.
22. Haítí 1959-1963. Los marines desembarcan de nuevo.
23. Guatemala 1960. Un buen golpe merece otro.
24. Francia-Argelia. Años 60. L’état, c’est la CIA (El Estado es al CIA).
26. El Congo 1960-1964. El asesinato de Patricio Lumumba.
27. Brasil 1961-1964. Presentando el maravilloso mundo de los Escuadrones de la Muerte.
28. Perú 1960-1965. Fort Bragg se traslada a al selva.
29. República Dominicana 1960-1966. Deshacerse de la democracia para salvarla del comunismo.
32. Ghana 1966. Kwane Nkrumah se sale de la línea.
33. Uruguay 1964-1970. Tortura, tan norteamericana como el pastel de manzana.
36. Bolivia 1964-l975. Tras la huella del Che Guevara en la tierra del coup d´état.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80. Una “solución final” menos publicada.
38. Costa Rica 1970-1971. Tratando de derribar a un aliado, parte II.
39. lraq 1972-1975. Las acciones encubiertas no deben ser confundidas con trabajo de misioneros.
40. Australia 1973-1975. Otra elección libre que muerde el polvo.
41. Angola. 1975 hasta los años 80. El juego de póker de las grandes potencias.
42. Zaire 1975-1978. Mobutu y la CIA, un matrimonio hecho en el cielo.
43. Jamaica 1976-1980. El ultimátum de Kissinger.
46. Marruecos 1983. Una jugada sucia con vídeo.
47. Surinam 1982-1984. Una vez más el famoso cubano.
48. Libia 1981-1989. Ronald Reagan encuentra la horma de su zapato.
50. Panamá 1969-1991. Traicionando a nuestro suministrador de drogas.
52. Iraq 1990-1991. El holocausto del desierto.
54. El Salvador 1980-1994. Derechos humanos al estilo de Washington.
55. Haití 1986-1994. ¿Quién me librará de este cura revoltoso?
Notas 
Anexo 1. Así es como circula el dinero.

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