Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Las primeras polémicas decisiones gubernamentales de Trump



Sobre las noticias de las primeras y notables decisiones de Trump hay que decir varias cosas:

1) Trump ha reconocido que Estados unidos volverá oficialmente a usar la tortura en los interrogatorios como método sistemático de consecución de información en los sospechosos.

 Pero de hecho Estados Unidos ha usado la tortura como «método de lucha contra el terrorismo» desde hace décadas: antes la utilizó con la excusa de «lucha contra la amenaza del comunismo», incluso se unía uno con lo otro. 

En el presente, en vista de sus intereses Estados Unidos tiene a denominar gratuitamente de terrorista a todo movimiento que no le guste, que no vaya en pro de sus intereses o de sus aliados, de ahí que se califique de terrorista a grupos de muy diversa índole. 

Recordemos que en los años 70 era muy común la denominación de terrorista a cualquier grupo que usara la violencia como método de autodefensa, en forma guerrillera, insurreccional, en forma de terrorismo individual sin conexión con las masas, etc., con ello los gobiernos buscaban que su población relacionasen a los partidos marxista-leninistas con los grupos de bandidos, anarquistas y terroristas. 

La prueba de que este calificativo de terrorista que usa el imperialismo estadounidense es oportunista y coyuntural está en que todos los presidentes de la historia han declarado que «Estados Unidos no negocia con terroristas», pero luego vemos en la lista de organizaciones terroristas estadounidense al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PTK) mientras se ha establecido una alianza abierta y publicitada con dicha organización en Siria, aunque sin duda, el ejemplo que clama al cielo es el de que él mismo ha reconocido ser el culpable directo de la financiación de la oposición yihadista en Libia o Siria, que el Estado Islámico es como reconocieron Hillary Clinton y otros un monstruo creado por ellos que se les «fue de las manos». 

Su criterio pues, está plagado de contradicciones, y por lo mismo no puede ser tomado en serio por nadie más allá de lo que es: una medida demagógica de contención de los descontentos de las masas. Vale decir que Estados Unidos ha patrocinado la tortura no solo entre sus cuerpos represivos, sino también entre el de sus aliados, recordemos la célebre Escuelas de las Américas que operó en Panamá desde 1946 a 1984 y desde ese año en Estados Unidos hasta la actualidad, en ella se instruyó a elementos de los ejércitos de las dictaduras militares y fascistas latinoamericanas, de allí salieron conocidos expertos en las tácticas de tortura como Montesinos de Perú, Galtieri de Argentina, Noriega de Panamá, Contreras de Chile.

Toda vez que el empleo de la tortura como método sistemático está condenado por la «Declaración Universal de los Derechos Humanos, por la «Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes» de la que casi todos los países del mundo son firmantes, y por las «Resoluciones 3452 XXX y 2200 A XXI de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

 Es decir, dar por válida la tortura, e integrarla como método legal de gestión de sospechosos es una violación directa del derecho internacional, pero la burguesía no respeta sus normas nacionales ni internacionales, he ahí su cinismo.

2) Algunos grupos pseudorevolucionarios –en especial los thälmannianos que ven fascismo en cada esquina– ya están lanzando las campanas al vuelo declarando que el gobierno de Trump es un gobierno fascista y que hay que luchar contra el fascismo que se ha instaurado en Estados Unidos. Estos grupos se caracterizan por denominar fascista a cualquier gobierno que ejecuta medidas internas antipopulares, reprime o implanta una política exterior reaccionaria, muchos de ellos han calificado de fascista a casi cualquier gobierno de los países imperialistas.

 Ello denota un desconocimiento del funcionamiento interno tanto de la democracia burguesa como de la política colonial y neocolonial del capitalismo en su etapa monopolística, es decir imperialista. 

La burguesía no necesita del fascismo para reprimir a los trabajadores del país –los estamentos de la democracia burguesa y sus leyes ya justifican el uso de la violencia para defender la propiedad privada ante cualquier agravio o intento de ello–, la burguesía no necesita del fascismo para ejercer la violencia militar en el exterior –para eso los grupos monopolísticos dominan los organismos geopolíticos pertinentes como la ONU para santificar las invasiones militares de los países imperialistas– y defender sus intereses económicos y derechos de «libertad de mercado en la era de la globalización».

 Compréndase que la democracia burguesa y el fascismo son transiciones de la dictadura de la burguesía, y por lo mismo tienen extensas similitudes, la diferencia es que la democracia burguesa se desarrolla en tiempos más o menos estables, mientras que el fascismo surge cuando el sistema cae en crisis.

3) En Estados Unidos, igual que en Europa, existen muchos partidos y líderes de derecha y filofascista con programas y discursos antiinmigración, xenófobos, antisemitas, anticomunistas y machistas, muchos de ellos son nostálgicos seguidores de las históricas figuras nacioanlistas y filofascistas del país.

 En algunos gobiernos de Europa hemos visto como se lanza discurso anticomunista desde el oficialismo –Polonia–, como se han aplicado duras medidas antiinmigración –Hungría–, la abierta rehabilitación de los movimientos fascistas que colaboraron con los nazis –Letonia– o ha habido sangrientas peleas de poder interburguesas en las que han intervenido las milicias de los grupos fascistas para hacer el trabajo sucio –Ucrania–. 

Pese a todo esto, no podemos calificar que ninguno de estos regímenes sean regímenes fascistas porque hayan ilegalizado la simbología comunista –como en Lituania– o porque algunos den carteras ministeriales a los partidos fascistas de la coalición gubernamental para recompensar los servicios prestados –como en Ucrania se pudo ver hasta que el nuevo gabinete de gobierno de noviembre 2014 prescindió de los miembros de Svoboda–. 

Estos gobiernos se mantienen bajo los esquemas de la democracia burguesa al uso. Esto no implica que los pueblos se deban quedar de brazos cruzados cuando estas cosas ocurren, ni mucho menos, deben luchar contra la ofensiva del capital y la fascitización del Estado, hay que derribar estas medidas reaccionarias antes de que se profundicen y pueda ser tarde, pero no hay que mentir a la gente sobre el carácter de estos gobiernos, de otra forma solo ayudaremos a la confusión y a que los trabajadores sean pillados desprevenidos cuando el fascismo llegue de verdad.

4) Si tenemos que valorar el nivel de «fascismo» que corre por las venas de Trump, seguramente no será mucho mayor que el que corría por las de Ronald Reagan o Richard Nixon, y jamás hubo fascismo en Estados Unidos bajo estos presidentes porque el régimen se mantuvo bajo el cascarón de los reglamentos de la democracia burguesa –recordemos que el mejor escaparate para la burguesía a la hora de gobernar y hacer demagogia sobre la democracia y la libertad del capitalismo–. 

Recordemos que el primero pese al activo discurso belicista y altivo nunca se diferenció demasiado de sus predecesores y sucesores en cuanto a política interior y exterior, y que el segundo, pese a la política de diplomacia y sonrisas, tampoco libró a los pueblos de que Estados Unidos aplicara la tortura, los golpes de Estado o invasiones, el apoyo y financiación de los regímenes más reaccionarios y sangrientos, las operaciones encubiertas de la CIA, las escuchas a la oposición política, etc. 

Los políticos burgueses pueden aplicar una táctica u otra, pero en esencia son iguales, lo importante a determinar es si –fascistas de corazón o no–, llegan a rebasar el límite de la democracia burguesa e implantan un abierto régimen de terror, es decir el fascismo.

 ¿Ha habido un cambio cualitativo del gobierno del hipócrita belicista Obama al del cínico belicista Trump? No. Todo lo demás es superchería.

5) Un pequeño detalle que demuestra que el decreto de Trump que veta la entrada a los Estados Unidos de inmigrantes musulmanes de 7 países: Irak, Siria, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, no responde a lo que él dice, más bien se trata de «marketing» de cara a la galería electoral.

 Entre los países incluidos en la lista por ser «origen de terroristas» hay una ausencia importante, de hecho es el país que más terroristas produce y que pasa por ser un socio comercial estratégico de los Estados Unidos: Arabia Saudí. 

Por cierto, le sigue de cerca Qatar y Egipto que también son ausentes en la lista. ¿No parece muy casual cierto? En el mismo sentido hay que agregar que en esta lista faltan Reino Unido, Bélgica, y Francia, países de donde han salido un gran número de efectivos que han ido a nutrir las filas del Daesh [Estado Islámico].

6) Sobre el decreto que da luz verde a la construcción del muro para impedir la entrada de inmigrantes hay que decir no pocas cosas, veamos algunas: 

a) La construcción del muro fronterizo fue planteado por primera vez por Ronald Reagan en la «Ley de Reforma y Control de Migración» [Immigration Reform and Control Act];

 b) George H. W. Bush en cumplimiento a la disposición legal de Reagan construyó las primeras vallas fronterizas que no llegaron a ser verdaderos muros; 

c) Es durante el mandato del «demócrata» William Clinton que se construyó el «muro actual» ubicado entre Tijuana–San Diego, Arizona-Sonora, Nuevo México-Baja California, además de las medidas de patrullaje fronterizo bajo lo que se llamó «Operación Guardian»; 

d) Durante el mandato de George W. Bush se ampliaron las medidas de patrullaje y se aprobó la construcción de 1.395 km de una combinación de muros y vallas;

 e) Pero no nos equivoquemos, las vallas fronterizas no las ha inventado Donald Trump, no es el primero en recurrir a ellas, de hecho las encontramos por todo el mundo: la Unión Europea, Israel, Marruecos, Croacia, Hungría, etc.;

 f) Las vallas fronterizas también son un recurso empleado por México, en su caso en la frontera sur, con mismo objetivo, impedir la entrada de los inmigrantes en este caso centroamericanos; 

El documento:


Alud de críticas a Trump por defender la utilidad de la tortura





Washington 27 ENE 2017 - 01:04 CET

Donald Trump comprobó este jueves que la clase política estadounidense y grupos de derechos humanos no están dispuestos a permitir un retorno al clima de miedo y abusos en la lucha contra el terrorismo. 

El presidente norteamericano recibió un alud de críticas después de defender la utilidad de la tortura contra sospechosos yihadistas. 

En campaña, el republicano atizó el discurso de mano dura que imperó tras los atentados del 11-S y que manchó la imagen de EE UU en el mundo.

Trump dijo el miércoles que dejaría en manos de su cúpula de seguridad la decisión de aplicar la tortura contra detenidos. 

Los nuevos responsables del Pentágono y la CIA dicen rechazar el uso de técnicas prohibidas. “Si no quieren hacerlo, está bien. Si quieren hacerlo, trabajaré hacia ese objetivo.

 Quiero hacerlo todo dentro de los marcos de la legalidad”, dijo en una entrevista la cadena ABC preguntado por la técnica del waterboarding (ahogamiento simulado), que él alabó el pasado junio y que está prohibida.

 “¿Que si creo que funciona? 

Absolutamente”, agregó.

Una investigación del Senado determinó en 2014 que los interrogatorios extremos de la CIA no llevaron a prevenir una “amenaza inminente” de seguridad y que en algunos casos fueron contraproducentes. El Ejército prohibió en 2006 el uso del waterboarding.

 Al llegar a la Casa Blanca en 2009, el expresidente demócrata Barack Obama clausuró el programa de interrogatorios de la agencia de inteligencia impulsado tras el 11-S por el Gobierno del republicano George W. Bush. Obama obligó a seguir el manual de interrogaciones del Ejército, que prohíbe la tortura.

La cúpula republicana se distanció este de las palabras de Trump. “La tortura es ilegal. No estamos de acuerdo con legalizarla”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.

 “El presidente puede firmar las órdenes ejecutivas que quiera. Pero la ley es la ley. No vamos a recuperar la tortura”, agregó el senador republicano John McCain, que fue el candidato del partido en las elecciones presidenciales de 2008 y que fue torturado como prisionero de guerra en Vietnam.

“Es muy preocupante que cualquier líder político abogue por la tortura. La experiencia ha demostrado que torturar no funciona, solo hace crecer el odio”, dijo Ewan Watson, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja. Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros grupos de defensa de los derechos humanos lanzaron reproches similares.

Las declaraciones de Trump, que repetían afirmaciones que había hecho como candidato, cobraron relevancia al pronunciarse el mismo día en que se filtró un borrador de un decreto que estaría preparando su Gobierno sobre el uso de la tortura.

Según el documento, Trump estudia recuperar el programa de interrogatorios que aplicaba la CIA en cárceles secretas en el mundo. 

Se mantendría la prohibición de practicar torturas en los interrogatorios, según las leyes estadounidense e internacional, pero los grupos humanitarios temen que la reactivación de las prisiones avalase nuevos abusos.

En esas cárceles, se torturó a sospechosos de terrorismo mediante técnicas de interrupción del sueño, exposición a frío extremo o ataduras a cadenas en posiciones incómodas. 

Por ejemplo, los agentes de la CIA practicaron 183 veces el waterboarding a Khalid Sheikh Mohammed, el supuesto cerebro de Al Qaeda detrás de los atentados del 11-S y que ahora está encarcelado en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba).

El País

¿Qué sabemos y qué no del veto antimigratorio de Trump?




30.01.2017 – 12:37 H. - ACTUALIZADO: 30.01.2017 - 13:15H.

El veto impuesto por Donald Trump a la entrada en EEUU de refugiados y ciudadanos de siete países musulmanes ha provocado protestas masivas en las grandes ciudades estadounidenses, una revuelta judicial encabezada por 16 fiscales federales y el caos en los aeropuertos. 

He aquí las cuestiones clave en torno a la orden ejecutiva que ha recibido una condena internacional.

¿Qué ha sucedido?

El viernes, siete días después de su toma de posesión, Trump firmó un decreto ley que impide la entrada en EEUU de todos los refugiados durante 120 días y congela la concesión de visados durante 90 días a ciudadanos de Siria, Libia, Irán, Irák, Sudán, Yemen y Somalia.

 En total, 134 millones de personas. Aunque el presidente insiste en que no es una medida contra los musulmanes, se trata del “veto extremo” que el presidente prometió durante la campaña. Aquí puede consultar su contenido.

La Administración Trump, al parecer, no transmitió la orden al Departamento de Justicia. Tampoco los responsables de Seguridad Nacional recibieron orientación sobre cómo implementar el decreto ley, lo que extendió la confusión en las aduanas. 

El veto también afectó a personas con visados en regla, ciudadanos con doble nacionalidad y pasaporte de otros países (como Alemania o Reino Unido) e incluso poseedores de la 'green card' -con derecho a trabajar en EEUU-, aunque el Gobierno negó ayer este extremo.

A las primera detenciones de pasajeros en el aeropuerto JFK de Nueva York siguieron las primeras demandas hasta que, la noche del sábado, Ann M. Donnelly, jueza del Tribunal del Distrito Federal de Brooklyn, bloqueó hasta el 21 de febrero las deportaciones de refugiados y migrantes que lleguen a EEUU con un visado en regla. 

La Administración de Trump aseguró que “cumplirá con las órdenes judiciales” pero también reiteró que el veto sigue en vigor.

¿Es el veto legal?

Es la pregunta del millón. El presidente de EEUU ostenta amplios poderes a la hora de diseñar la política migratoria pero muchos opositores a Trump aseguran que la orden es inconstitucional. Tras la sentencia de Donnelly los fiscales generales de 16 estados, que dicen representar a “más de 130 millones de estadounidenses y residentes extranjeros” condenaron el decreto ley “anticosntitucional, antiestadounidense e ilegal de presidente Trump”.

Se suman a un tribunal federal de Washington que paralizó las deportaciones de viajeros detenidos en el aeropuerto de la capital y a jueces federales de Boston, que aseguran que los agentes de fronteras no pueden realizar arrestos en cumplimiento de la orden ejecutiva del presidente.

El Departamento de Seguridad Nacional anunció este domingo que acatará las órdenes judiciales que impiden las deportaciones de viajeros detenidos.

¿Qué es lo que aún no sabemos?

No está claro hasta qué punto los agentes de aduanas están cumpliendo la paralización parcial del veto migratorio. 

La jornada del sábado se caracterizó por una aplicación parcial del decreto ley -hubo entre 100 y 200 arrestos, según cifras de la Unión para las Libertades Civiles en América-; tampoco se sabe con seguridad qué criterio se utilizó para decidir si los arrestados debían ser admitidos o no en Estados Unidos. Por ejemplo, en el caso de ciudadanos de los países afectados que poseen la 'green card'.

El comunicado que emitió Reince Priebus, jefe de gabinete de la Casa Blanca, el domingo por la mañana dejó más preguntas que respuestas. No aclaró cómo se interpretaba la orden ejecutiva ni cómo se aplicará durante los próximos días. 

Tampoco cómo ejercerán los agentes de fronteras la “autoridad discrecional” que les confiere la orden.

 Ni siquiera está claro cómo fue el proceso de preparación del veto migratorio: la Casa Blanca asegura que el Departamento de Estado y el Departamento de Seguridad Nacional llevan semanas trabajando en el decreto ley, pero numerosos responsables de ambas agencias lo niegan.
Entonces, ¿quién está detrás de la medida?

Hoy, se multiplican las preguntas sobre el verdadero papel que ha jugado Stephen Bannon en el veto a la entrada en EEUU de musulmanes. Trump ha concedido al jefe de estrategia de la Casa Blanca un peso importante en la política de seguridad nacional. 

De hecho, el presidente introdujo este sábado a Bannon -altavoz de la nueva derecha radical bautizada como 'alt-right'- en el Consejo de Seguridad por encima de los responsables de Inteligencia y del Estado Mayor.

Bannon está directamente implicado en el diseño del veto antimigratorio, según fuentes que participaron en la redacción del decreto ley citadas por 'The Washington Post'. La orden ejecutiva que ha desatado una condena internacional se emitió sin la notificación formal del Consejo de Seguridad Nacional de Trump.

¿Qué pasará ahora?

Sin duda, se interpondrán más demandas contra la orden ejecutiva. La Casa Blanca también estaría considerando pedir a los extranjeros que viajan a EEUU que revelen todas las páginas web y redes sociales que visitan y faciliten los contactos que guardan en su teléfono, según la CNN. 

Si el viajero se niega, la Administración podría impedir su entrada a Estados Unidos.

 Esta idea estaría circulando entre responsables de la Administración pero nadie sabe cómo funcionaría tal política si llegara a aplicarse.

Además, el jefe de gabinete de la Casa Blanca ha anunciado que la Administración podría ampliar el veto a otros países. Una cosa es segura: pese a las críticas de líderes internacionales, el rechazo de legisladores demócratas y republicanos y las sentencias adversas de jueces federales, Trump no ha mostrado signo alguno de dar marcha atrás.

¿Qué alcance tienen las protestas?

Nueva York, Boston, Washington, Los Ángeles y otras grandes ciudades volvieron a ser este domingo escenario de importantes protestas respaldadas, en la mayoría de esos casos, por las autoridades locales. En Nueva York, más de 10.000 personas se dieron cita en Battery Park, lugar en el que se recibió a los inmigrantes que llegaban a la ciudad durante buena parte del siglo XIX. 

En Washington, una gran multitud se congregó ante la Casa Blanca para exigir que se permita la entrada en el país a refugiados e inmigrantes, una concentración que se transformó en una marcha rumbo al Capitolio.

En Boston, una enorme multitud, con miles de manifestantes, abarrotó una conocida plaza en respuesta a una convocatoria liderada por el Consejo para las Relaciones Islámico-Estadounidenses. "¿Puedes oírnos Washington? En Boston nos levantamos con fuerza para apoyar y proteger a TODA nuestra gente", escribió en Twitter el alcalde de la ciudad, Marty Walsh.

Trump quiere tasas del 20% a todos los productos de México para pagar el muro


Tras explicar Trump que México pagará el muro, Peña Nieto anunció que no asistirá a la reunión de trabajo que tenía prevista con el presidente estadounidense para el próximo martes

26.01.2017 – 18:00 H. - ACTUALIZADO: 26.01.2017 - 20:03H.

La tensión entre EEUU y México va en aumento. Después de que el presidente Enrique Peña Nieto decidiera este jueves cancelar su reunión con Donald Trump, prevista para el próximo 31 de enero en Washington, el nuevo equipo de la Casa Blanca ha informado de la intención de fijar un impuesto del 20% sobre todas las importaciones procedentes de México para costear el muro que quiere construir en la frontera común.

El portavoz gubernamental aclaró que ese impuesto "es una idea" y no se puede aplicar de forma inmediata, puesto que está vigente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado por EEUU, Canadá y México hace más de dos décadas. Trabajamos con un "abanico de opciones", aseguró el portavoz durante la comparecencia. 

El impuesto sigue la línea de los últimos mensajes del propio Trump, que durante las últimas 24 horas ha vuelto a insistir en levantar un muro que separe ambas naciones y que sea, además, el Ejecutivo mexicano el que corra con los gastos.

Sin embargo, la afirmación de que va a ser el país vecino el que pague por el muro se pone en duda después de la última propuesta, y es que si el presidente finalmente aprueba el impuesto el impacto en la economía estadounidense sería enorme, afectando así a trabajadores y consumidores del país. 

Al mismo tiempo, medios como 'The New York Times' apuntan a la posibilidad de que otras naciones tomen represalias, provocando una guerra comercial cuyos efectos no solo sufriría México.

La respuesta de Peña Nieto

En ese contexto de tensión diplomática, "esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS", afirma Peña Nieto en su cuenta de Twitter este jueves, una cita que tenía por objeto abordar las relaciones y el tratado de libre comercio con su principal socio económico, que genera un déficit comercial a EEUU con México de unos 60.000 millones de dólares anuales.

Trump había vuelto a poner en su punto de mira a México y la construcción de un polémico muro entre sus fronteras. "Mañana será un gran día para la seguridad nacional.

 Entre muchas otras cosas, ¡construiremos el muro!", afirmó el magnate el pasado miércoles, confirmando así que no tenía intención alguna de olvidar la que ha sido una de sus promesas estrella durante la campaña electoral que le ha llevado a la presidencia.

Tras conocerse que el presidente mexicano cancelaba su visita, la Casa Blanca ha afirmado que intentará programar otro encuentro. "Mantendremos las líneas de comunicación abiertas", ha dicho el portavoz, Sean Spicer. 

Sin embargo, Trump, que ha asegurado que acordó con su homólogo mexicano cancelar la reunión prevista porque esta iba a ser "esteril", ha declarado que el encuentro no tendrá lugar hasta que México trate a EEUU "con respeto", dijo en una reunión de congresistas republicanos.

El coste del muro

En febrero de 2016, Trump aseguró en una entrevista concedida a la cadena estadounidense MSNBC que, tras realizar un "simple cálculo", había llegado a la conclusión de que la construcción del muro costaría "seguramente 8.000 millones de dólares". 

En entrevistas posteriores, el magnate habló de una inversión de entre 10.000 y 12.000 millones de dólares, pero, según varios expertos, sigue siendo demasiado optimista en sus cálculos: un estudio llevado a cabo por 'The Washington Post' señala que el proyecto estaría más cerca de los 25.000 millones de dólares.

Ante la negativa de Peña Nieto de aceptar la construcción del muro —y especialmente a pagarlo con fondos del Gobierno mexicano, como proclama Trump— el presidente ha reconocido que será Estados Unidos el que pague el proyecto en un primer momento, pero que “México, de alguna manera, y hay muchas, nos lo va a reembolsar".

El nuevo presidente de EEUU ha sugerido que parte de los 25.000 millones anuales en remesas que emigrantes mexicanos envían a sus familias podría ser retenida para costear el muro. 

Lo cierto es que ya existe un costoso sistema de control en los 3.000 kilómetros de frontera que comparten EEUU y México: más de 1.000 kilómetros de vallas y muros en los accesos más transitados de la línea divisoria, que vigilan más de 20.000 agentes.

Y en mitad de la crisis, el expresidente Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional (PAN), ha publicado dos vídeos en sus redes sociales, uno en español y otro en inglés, en los que le espeta a Trump: "Te ganamos la partida, te la ganamos los mexicanos, tuviste que echarte para atrás".

 Pero Fox es casi el único que considera que la disputa ha sido ganada por Peña Nieto y el país latinoamericano ha demostrado que "con México no se juega", porque los mexicanos son "chiquitos pero picosos [picantes]".


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