Era periodista, poeta y antifascista militante.
La maldita guerra en el Dombás también le había convertido en soldado.
Le vi por primera vez en abril del año pasado en Donetsk al poco de haberse constituido las repúblicas populares e iniciadas ya los fuertes combates en Slovjansk.
Hablábamos sobre la amenaza que suponía el avance de los nacionalistas militantes y sus violentos excesos.
Sewa me ayudó mediando con sus contactos, trabajábamos juntos.
Me había encontrado con una persona muy sensible, muy delicada.
Quien lo conociera, bien puede imaginarse que versos como éstos fuesen suyos:
Sie sollten auf ein Mohnfeld gepflanzt werden / in einem aufgewühlten Feld aus Feuer. / Sie werden außergewöhnlich schnell keimen / nach unten. / Rot auf Rot./ Mit eiserner Schneide küssen, / mit einer scharfen Klinge über die Lippen fahren / und sie werden mit heißen Säften fließen / Rot auf Rot.
Deberían sembrarse en un campo de amapolas
en un campo agitado de fuego.
Irán germinando con extraordinaria rapidez
hacia abajo.
Rojo sobre Rojo.
Irán besando con su férreo filo
pasando por los labios con su cortante cuchilla
y emanando sus calientes jugos
Rojo sobre Rojo.
Sewa era comunista, descendiente de Georgi Petrowski quien en la región es recordado por haber participado en el Revolución de Octubre; durante un tiempo había coordinado la organización marxista Borotba.
Como “uno de los mejores periodistas de izquierda en Ucrania” – a juicio del magazine digital ‘Liwa’ - donde publicaba, luchaba contra la corrupción durante el mandato de Yanukovich, y desde el golpe de Kiev, contra los nuevos chauvinistas en el poder.
En defensa del internacionalismo proletario y la clase trabajadora en el Dombás, Sewa se había afiliado finalmente a la compañía comunista del Batallón ‘Fantasma’ [Prírak] de la república popular de Lugansk.
La noche del 8 de febrero, encontrándose de servicio cerca del pueblo de Komissarowka para asistir y rescatar a los heridos, recibió los fuertes disparos de la artillería ucraniana.
“Todo iba muy rápido”… el casco de una granada le había alcanzado el corazón, según informan sus camaradas.
No tenía más que 29 años. “No soy capaz de expresar mi dolor”, dice Eugene Wallenberg, su amigo y comandante de la división política de su compañía, incapacidad que comparte con muchos otros que conocían a Sewa.
“Descansa en paz, hermano y camarada, y perdóname por no haber sido capaz de protegerte”.
Susann Witt-Stahl
Trad. Tucholskyfan Gabi (blog del viejo topo)
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2015/02/maldita-guerra-muerte-de-wsewolod-sewa.html