El domingo la embajadora estadounidense en la República del Congo recibió una nota firmada por el Presidente Denis Sassu Nguesso en la que le comunicaba su orden de expulsión del país, que debe hacerse efectiva el 20 de enero, día del transpaso de poderes en la Casa Blanca.
El hecho se produce unos días después de Trump no quisiera recibir a Sassu Nguesso en Nueva York, al que hizo recorrer 10.000 kilómetros en avión para luego no aceptar la entrevista.
Sassu Nguesso dirige el gobierno de Congo desde hace 32 años y acudió a Nueva York en su condición de presidente del Comité de la Unión Africana para Libia, supuestamente para charlar de la guerra en el país norteafricano.
La verdad está, sin embargo, por otras latitudes.
Trump ha nombrado secretario de Estado a un petrolero de la multinacional Exxon, Rex Tillerson, que conoce desde hace décadas a Sassu Nguesso. Ambos mantienen un litigio porque Exxon descubrió un gigantesco yacimiento petrolífero en Moho y esperaba que Sassu Nguesso le concediera los correspondientes permisos de explotación.
Pero el congoleño se lo concedió a Elf-Total, la competencia francesa. Al fin y a la postre Sassu Nguesso dirige una antigua colonia belga que ahora está bajo férula de los franceses.
Al Presidente congoleño le esperan momentos difíciles porque Estados Unidos servirá muy frío el plato de su venganza.
Es posible que ahora Trump saque a la luz los papeles de Panamá, de los que ya nadie se acuerda, en los cuales aparecen Sassu Nguesso, sus numerosos familiares y testaferros al frente de un entramado de más de mil empresas “offshore” que se benefician del petróleo congoleño.
En 2015 el Congo produjo 290.000 barriles de petróleo al día, pero más de la mitad de los 4,4 millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza.
Publicado por Resistencia Popular