Después de la segunda masacre con decenas de muertos en una cárcel brasileña en menos de una semana, la organización Human Rights Watch (HRW) ha pedido al Estado medidas urgentes para afrontar la crisis penitenciaria en el país sudamericano.
Brasil "necesita retomar el control de sus prisiones, porque ahora mismo éstas están en la manos de criminales", alerta en una entrevista con la agencia alemana dpa el investigador de HRW en Brasil César Muñoz sobre las reyertas, consideradas parte de una disputa mucho mayor entre bandas por el control del narcotráfico en todo el país.
¿Qué está pasando ahora mismo en las prisiones de Brasil?
Respuesta: Lo que estamos viendo es el resultado de décadas de negligencia de las autoridades, a nivel federal y estatal.
Las prisiones son un asunto que tanto los Gobiernos de izquierda como de derecha han dejado de lado en Brasil.
Y lo que ha ocurrido es que progresivamente grupos criminales se han adueñado del control dentro de las cárceles. Es un problema generalizado en Brasil.
¿Cómo surgió este problema?
Los principales grupos criminales en Brasil se fundaron dentro de las prisiones como grupos de autodefensa, porque el Estado no garantizaba la seguridad de los presos.
Por eso se organizaron para defenderse.
Y esta actividad dentro de las prisiones, que ha ocurrido porque las autoridades han cerrado los ojos, se ha extendido fuera y ahora son un problema de seguridad pública a nivel nacional.
¿Consideran ustedes que esto puede derivar en una ola de violencia mayor en los próximos tiempos?
Estos incidentes tan bárbaros tienen que servir como llamada de atención y de urgencia para las autoridades brasileñas.
Si no se toman medidas urgentes, la cuestión va a ir a peor. Brasil tiene la cuarta mayor población carcelaria del mundo.
En los tres primeros países (Estados Unidos, China y Rusia) el número de presos están disminuyendo. En Brasil la tendencia es que continúe aumentando.
El Gobierno de Michel Temer acaba de anunciar justamente un Plan Nacional de Seguridad Pública para afrontar la crisis penitenciaria.
¿Cuáles son a su juicio las medidas más necesarias?
Brasil necesita, fundamentalmente, replantearse su sistema judicial. Eso es un elemento clave. Eso no depende sólo del ministro de turno, eso es una cuestión que va más allá.
Yo estuve por ejemplo en Pernambuco (noreste del país) y entrevisté a dos mujeres en la prisión femenina, que llevaban seis años esperando juicio. Ese es un factor clave en el nivel de hacinamiento en las prisiones.
Otro ejemplo muy claro es el tema de las drogas. Más del 25 por ciento de los presos en Brasil lo están por drogas y la mayoría de ellos están acusados de tener cantidades muy pequeñas.
¿Hay también problemas en la aplicación de las leyes entonces?
No se está aplicando adecuadamente la ley de alternativas penales, que permite por ejemplo que las personas esperen juicio en libertad.
El 40 por ciento de los presos en Brasil está esperando juicio.
El 40 por ciento de los presos en Brasil está esperando juicio.
Es un porcentaje muy alto.
Y los que están esperando juicio muchas veces están presos en las mismas celdas que los condenados, lo cual es una violación del derecho internacional y de la ley brasileña.
¿Y qué le parece la propuesta del Gobierno de construir más penales de alta seguridad para los cabecillas de bandas criminales?
Construir más prisiones no es la solución. Brasil necesita una reforma más profunda, que pasa por pensar otras alternativas a la prisión y repensar su política de drogas, que es una política retrógrada.
Y, al final, sí, necesita retomar el control de sus prisiones, porque ahora mismo éstas están en las manos de criminales.
Y, al final, sí, necesita retomar el control de sus prisiones, porque ahora mismo éstas están en las manos de criminales.
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