La declarada voluntad de convertirse en una potencia regional
Hace 11 años, el equipo de Hachemi Rafsandjani, bajo el nombre de “Consejo de Inteligencia” redactó un directiva llamada “Las perspectivas de la República Islámica de Irán en los próximos 20 años” aprobada por el Guía Supremo.
En líneas generales, en el documento se declara la voluntad de “convertirse en la primera potencia económica, científica y tecnológica de la región de Asia Suroccidental”, incluyendo Asia Central, el Cáucaso, Oriente Próximo y los países vecinos.
La búsqueda de la supremacía militar no aparece en ese dossier pero los sobrentendidos están claros. Para lograr ese fin, es recomendable desarrollar relaciones privilegiadas con las fuerzas y los países vecinos.
Es recomendable promover en todos los lugares estrechas relaciones con las fuerzas religiosas.
El mismo año apareció un análisis relativo a Irak después de la invasión angloamericana.
Lleva el título de “Irán y el nuevo Irak, los futuros desafíos” y fue redactado por el “Centro de investigaciones estratégicas” dependiente del equipo de Rafsandjani.
Las grandes líneas de esta estrategia se aplican en el caso de este “país convertido en amigo” después de la invasión imperialista occidental de 2003.
En este documento, se estipula claramente que Irán debe intervenir directamente en la política iraquí apoyando a los partidos chiitas contra las otras fuerzas.
Igualmente, se defiende el mantenimiento de la integridad territorial de Irak y se proclama la oposición a las reivindicaciones separatista.
Contener las “influencias” de otras fuerzas regionales en este país, se considera como uno de los imperativos de esta política en relación a Irak.
Por supuesto, esta estrategia de búsqueda de la supremacía regional choca de frente con las ambiciones de otras potencias regionales (Arabia Saudí, Israel, Turquía) y exacerba las rivalidades. Se conoce desde hace tiempo una alianza no oficial anti República Islámica formada alrededor del eje “Riad-Jerusalén” a la que están “afiliados” los países del Golfo Pérsico. Pero la Turquía de Erdogan tiene también sus objetivos y se apoya en las minorías turcomanas presentes en Irak y Siria.
La importancia estratégica de la alianza con el régimen sirio
En este marco, Siria está considerada desde hace tiempo como una aliada importante aunque controvertida de la República Islámica de Irán. Siria es el único país árabe que apoyó a Irán durante los ocho años de la guerra irán-Irak (1980-1988). El hecho de que la dinastía Assad sea de origen alauita (concepción emparentada con el chiismo) y la existencia de santuarios chiitas en Siria contribuyeron a reforzar una relación estratégica entre los dos estados.
Para Teherán, el imperativo de mantener estrechos lazos con el Hezbolá libanés reforzó esta alianza.
Como consecuencia, contrariamente a otros países árabes en los que Irán apoyó algunos levantamientos populares, el régimen islámico se alineó desde marzo de 2011 al lado del presidente sirio Bashar al Assad, caracterizando a las revueltas del pueblo sirio como una sedición “de inspiración extranjera” .
Sin embargo, frente a la brutalidad de la respuesta del régimen sirio, alguna inquietud se oyó en la dirección iraní. Pero bajo el impulso directo de Jamenei, el imperativo de la defensa del “Eje de resistencia" Irán-Hezbolá-Siria, se consideró como la única línea oficial. Y esto no solo frente a Israel, también contra el terrorismo de los grupos islamistas “takfiríes” (infieles) como Daesh u otras salafistas.
Una implicación creciente al lado de Bashar al Assad
Al comienzo del conflicto, Irán limitó su participación al suministro de servicios técnicos así como al apoyo financiero al régimen sirio. Esta acción pasaba principalmente por Qods, el brazo armado con base en Irak de los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (Pasdarán) en el marco de las operaciones transfronterizas.
A finales de 2012, Qods jugó un papel crucial en la creación de las Fuerzas de Defensa Nacional (FDN) una organización paramilitar siria de apoyo a las fuerzas regulares. Reunía alrededor de 100 000 combatientes de diferentes sectas religiosas.
Desde 2012 hasta comienzos de 2013, Irán envió miembros de fuerzas de élite del GRII en apoyo del régimen de Assad y suministró formación y apoyo logístico al ejército sirio.
Pero con la constante degradación del régimen sirio hacia finales de 2013, poco a poco, Rusia asumió ese papel mientras que Irán aumentaba su presencia sobre el terreno. El general Soleimani, jefe incontestable de la fuerza Qods, jugó un papel preponderante en esta implicación directa de Putin.
Según algunas fuentes, el número total de Pasdarán y de los paramilitares iraníes que operan en Siria se situaría entre los 6 500 y 9 200 en abril de 2016. Sin duda, después su número ha ido creciendo sobre todo, con la movilización para recuperar Alepo llamada “La madre de todas las batallas”.
Cuando se vio que las fuerzas sirias eran insuficientes para combatir a las fuerzas calificadas de “Takfiris”, el poder iraní facilitó el despliegue de milicias chiitas extranjeras. Comenzó por llamar a su aliado más próximo, Hezbolá, que participa en los combates en Siria desde 2012.
Igualmente, el régimen iraní envió grupos chiitas iraquíes (especialmente, las milicias Katai’b Al-Imam-Ali) dándoles la formación y las armas.
Por otra parte, los Pasdarán comenzaron a reclutar combatientes chiitas en Afganistán y Pakistán, constituyendo respectivamente, las Fatemiyon y las brigadas Zaynabiyun, bajo las órdenes directas de del comandante general del Pasdarán, el general Mohamed Ali Jafari. Los salarios y los equipamientos necesarios han corrido a cuenta del régimen iraní.
En abril de 2016, Irán comenzó a mandar a “los Takavaran”, fuerzas especiales del ejército regular iraní. Estos grupos están considerados con mucho como los mejor entrenados de las fuerzas armadas iraníes.
En repetidas ocasiones, los periódicos iraníes han anunciado “el martirio” de “estos defensores de los lugares santos” que pertenecen a diferentes brigadas del ejército como la “Brigada 65 Nohed” o la “Brigada 258 Shahrood”.
Aunque perteneciendo al ejército regular, estas fuerzas están bajo el control de comandantes superiores de los Pasdarán, nombrados directamente por el general Jafari, comandante supremo de los Pasdarán.
Es obligado constatar que el régimen iraní ya no oculta su implicación directa en la guerra civil siria. Los medios de comunicación cubren de elogios a los “mártires del Islam”.
Irán habría suministrado a las fuerzas gubernamentales sirias y a otras milicias chiitas, de armas ligeras, así como armas más avanzadas como cohetes, lanzacohetes, misiles antitanque. Estas fuerzas han operado principalmente en las provincias de Alepo, Latakia, Homs, Hama, Idlib y Tartus.
Es necesario no perder de vista la convergencia global de los análisis del régimen islámico y los de Putin. También, Irán coordina a nivel ministerial y operativo sus acciones sobre el terreno con Rusia. Los dirigentes iraníes declararon explícitamente que, en lo que se refiere a Siria, no había divergencias entre las estrategias de Moscú y de Teherán.
No obstante, está claro que el régimen iraní está comprometido explícitamente en el mantenimiento de :
· el clan Assad en el poder,
· las instituciones estatales existentes.
Por su parte, Rusia tiene en este punto posiciones más ambiguas aunque defiende el régimen en su conjunto.
La amplitud del compromiso en Siria de las fuerzas del régimen de los ayatolás puede ser considerada a la luz de las pérdidas humanas. Según algunas estimaciones, cerca de 700 iraníes pertenecientes al ejército regular, a los Pasdarán o a las milicias, habrían muerto en Siria.
Esa cifra por sí sola pone de manifiesto la amplitud y el coste de la intervención de Teherán para mantener a Bashar al Assad en el poder.
Oficialmente, Irán mantiene que solo “asesores militares” han sido desplegados en Siria. Pero los medias estatales han señalado numerosas víctimas en el campo de batalla. Los Pasdarán anunciaron oficialmente la semana pasada que 13 de sus combatientes habían muerto cerca de Alepo.
Esto demuestra que las fuerzas iraníes están comprometidas de forma directa en las atrocidades de esta terrible guerra civil al lado de las fuerzas de Bashar al Assad.
Dado que Arabia Saudí apoya a grupos yihadistas que combaten al poder sirio y que los dos países tienen políticas exteriores opuestas a nivel regional, los ayatolás van a seguir interviniendo en los conflictos entre sunitas y chiitas en Yemen y en Bahrein.
Efectivamente, la política regional de la República Islámica se inscribe en una lucha de influencias contra la monarquía reaccionaria de los al Saud.
No hay que olvidar que los ayatolás y al Saud son los principales apoyos de las corrientes reaccionarias del islam político y favorecen la lógica de los enfrentamientos sectarios e interreligiosos que dividen a las poblaciones según sus identidades religiosas y arrasan la región a sangre y fuego.
Siria no es la única tragedia: en Yemen, la intervención criminal llevada a cabo por el reino saudí y sus aliados, con el apoyo de USA y de Gran Bretaña, contra las fuerzas hutíes apoyadas por Irán, participa en estos enfrentamientos que arrasan la región.
Esta ya ha destruido las débiles infraestructuras de ese país pobre que es Yemen. Esta situación de caos y guerra por toda la región, es el negocio de las grandes potencias imperialistas como USA, Rusia, Francia y el Reino Unido.
En este contexto, las visitas de los primeros ministros francés y británico a las monarquías del Golfo y a Arabia saudí y la decenas de miles de millones de dólares en compras militares firmados, dan testimonio de esa política cínica llevada por las grandes potencias.
La venta de armas nunca fue tan lucrativa para esos países.
Las sumas gastadas en esta carrera de armamento son astronómicas en una región donde incluso la riquísima Arabia Saudí no puede financiar sus proyectos de desarrollo por muy limitados que sean.
Sin hablar de Irán ¡con un 40 % de su población viviendo por debajo del umbral de la pobreza!
Traducción VIENTO SUR
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=221746