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Costa Rica pagó 19 veces más caro cada kilómetro de la Ruta 27 con respecto a Europa

Las declaraciones del expresidente Óscar Arias sobre la Ruta 27, afirmando sentirse “orgulloso de haberla construido” y que la misma es una “maravilla de carretera” no cayeron muy bien en los costarricenses que a diario utilizan la ruta a Caldera y no es para menos.


Latinoamérica está acostumbrada a pagar un alto costo por construir sus carreteras con respecto a Europa, sin embargo Costa Rica parece superar a los demás países de la región.

Una auditoría del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) reveló en el año 2013 que el costo por kilómetro de carretera en Alemania es de 116.000 dólares, en Grecia de 164.000 dólares, en España 215.000 dólares y en Polonia de 218.000 dólares.

Otro análisis similar realizado con las carreteras de Latinoamérica reveló un dato alarmante. En promedio los latinos pagan 7 veces más que Europa por kilómetro de carretera pero en Costa Rica llega a ser hasta 19 veces más que los ciudadanos del viejo continente.

Mientras que en Europa el kilómetro de carretera vale en promedio 178.000 dólares, Latinoamérica paga 1,2 millones de dólares.

La Ruta 27 le costó a Costa Rica 265 millones de dólares, según se desprende del sitio web del Consejo Nacional de Concesiones. 

Las obras en los tres tramos de la carretera sumaron 77 kilómetros lo que significa que a nuestro país cada kilómetro de la ruta a Caldera le costó 3,4 millones de dólares.

Derrumbes, hundimientos, inundaciones, carriles reversibles y el efecto “cuello de botella” son parte del día a día de los costarricenses que utilizan esta ruta. 

Al final la calidad de la carretera no fue la esperada, como en todas las obras viales del país.

Un informe del Banco Mundial el año anterior reveló que Costa Rica tiene la tercer peor red vial del Mundo. Países como Haití registraron mejor calidad en sus escasas calles pavimentadas que nuestro país. 

De esta manera los costarricenses pagamos por una infraestructura de la calidad de Europa y Estados Unidos pero en la mayoría de los casos no se han terminado las obras cuando ya hay trabajos de reparación en otro tramo de la ruta.

Si los anteriores datos no lo sorprendieron quizá este sí. Con el precio de la Ruta 27 a Caldera, en Alemania se habría construido una carretera de 2284 kilómetros y en España una de 1232 kilómetros.

En otros países de la región se han construido carreteras más grandes y con un costo por kilómetro inclusive menor.

 Por ejemplo en México la ruta 180 con una extensión de 149 kilómetros se construyó con 298 millones de dólares, lo que quiere decir que en promedio los mexicanos pagaron 2 millones de dólares por cada uno de los kilómetros de esa carretera.

La Ruta 1 en Bolivia tendrá una extensión de 312 kilómetros una vez finalizada y su costo total será de 219 millones de dólares, menor al que pagamos los ticos a la concesionaria Autopistas del Sol (hoy Globalvía).

 El gobierno de Bolivia pagará entonces solamente 700.000 dólares por cada uno de los kilómetros de esa carretera.

Otro proyecto de construcción en Bolivia y aún en curso es la carretera Santa Bárbara – Caranavi – Río Alto Beni, tendrá una extensión de 184 kilómetros y se culminará con un costo de 242 millones de dólares, financiados por Venezuela. 

El costo por kilómetro de esta obra será de solo 1,3 millones de dólares y su avance es del 85%.

De esta manera si la región utilizara el “método” europeo se podría septuplicar la cantidad de kilómetros construidos sin necesidad de aumentar el precio total a pagar. ¿Pero qué se esconde detrás de la baja inversión que hace Europa por grandes extensiones de carretera?

Problemas como la corrupción y eficiencia son los principales verdugos para los latinoamericanos según dijo el ingeniero civil de la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, Luis Alberto Jaramillo meses atrás a Infobae. 

Quizá la principal de las razones del bajo costo en Europa es que, si bien la mano de obra allá es más cara, en los concursos participa cualquier empresa y no solamente las autorizadas previamente. 

De esta manera actos como colusión entre empresarios y funcionarios públicos o procesos de rotación entre las empresas privadas sin que el Gobierno se entere son innecesarios, pues siempre se escoge la opción más económica.

Si es transparente y riguroso el proceso de licitación pueden garantizarse obras al precio justo, con buena calidad y sin demoras, pero si es demasiado “flojo” puede favorecer la corrupción, el aumento de costos y el desarrollo de una infraestructura por debajo de los estándares requeridos.

En Europa no se subestiman los costos y tiempos de construcción como es común en Latinoamérica y en Costa Rica, donde la ejecución de los trabajos es constantemente interrumpida por trabas burocráticas. 

Además el precio final de la obra debe incluir obras complementarias como expropiaciones y alteraciones al medio ambiente (tala de árboles, corrimientos de tierra etc.)

La mala planificación y “vacíos” en la licitación dejan abiertos portillos de interpretación para los contratistas lo que hace más difícil realizar los proyectos. Otros inconvenientes como firmas que ganan las licitaciones de forma fraudulenta y que terminan abandonando las obras, obligando a volver a licitar, también causan que las obras en Latinoamérica en materia de red vial sean más caras.

En Europa primero se construye y después se paga. 

A diferencia de Costa Rica donde, sin haber culminado la Ruta 27 esta ya estaba inaugurada y cobrando peajes, la legislación de las naciones del viejo continente restringe tales acciones.

 Chile es un país que también tiene este modelo e inclusive el Gobierno le cobra a la empresa privada el derecho de construir con su dinero una obra que será propiedad del Estado.

Lo anterior tiene una doble ventaja para Europa y Chile. Por un lado se evita que sus Gobiernos despilfarren recursos en empresas ineficientes o fraudulentas, ya que el contratista cobrará su trabajo solo y solo si termina las obras en tiempo y forma, mientras que por el otro lado si el pago se hace mediante la concesión de la carretera con cobro de peajes, incentiva a la empresa a que la infraestructura sea de calidad, o de lo contrario deberá incurrir en grandes inversiones para darle el mantenimiento una vez que finalicen las obras.

Lo anterior se traduce en un solo beneficio: evita que miles de millones de dólares de las arcas del Estado sean destinados a una obra que al final solo se materializará en un mínimo beneficio para sus usuarios.

http://www.elmundo.cr/costa-rica-pago-19-veces-mas-caro-cada-kilometro-de-la-ruta-27-con-respecto-a-europa-2/

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