El conflicto agrario y de la tenencia de la tierra, son parte del brazo inquisidor que hilvanan en la nueva estructura del Estado, cuyo poder se sincroniza a través del crimen organizado, todo ello defendido por el actual gobierno.
Con un auto golpe de estado cierra el año, Honduras.
La legitimación de la dictadura que atraviesa Honduras desde hace más de siete años, es un hecho consumado.
El Partido Nacional (partido conservador de Honduras), el presidente de facto Juan Orlando Hernández (JOH), por intermedio de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) el Ministerio Publico,(MP), el Tribunal Supremo Electoral (TSE), junto con las Fuerzas Armadas de Honduras, unieron fuerza para violar la constitución de esta república latinoamericana.
Así lo afirma el precandidato presidencial por el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Nelson Ávila, quien resume este hecho como una traición a la patria, puesto que fue trastocada la figura constitucional que prohibía la reelección presidencial en Honduras.
Aprobada la reelección, abre las puertas para que la dictadura coja fuerzas y que el actual mandatario de Honduras se reelija como presidente.
Ante estos acontecimientos, el movimiento social en esta nación, dio la cara a través de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), quienes en reiteradas protestas condenaron la reelección presidencial.
La toma que efectuaron por un periodo de dos meses (mayo –julio de 2016) de las instalaciones de la UNAH, fue una de las acciones reivindicativas que los universitarios efectuaron este 2016.
Estas actividades de rebeldía contra la dictadura en Honduras, fue respaldada por los indígenas lencas organizados en El Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).
En marzo de 2016, la dictadura en Honduras, asesinó a la líder internacional ambientalista e indígena, Berta Cáceres, a nueve meses de su asesinato el caso se mantiene engavetado en los archivos de la impunidad de la inexistente justicia hondureña.
En relación a los que verdaderamente se oponen contra la dictadura en Honduras, los ataques continuos son la agenda diaria del actual mandatario conocido por sus siglas de “JOH”, a tal extremo que las tierras caribeñas del Bajo Aguan, y del pacifico, en la Isla Zacate Grande, son bastiones de constante ataque paramilitar, según las denuncias de sus pobladores.
El conflicto agrario y de la tenencia de la tierra, son parte del brazo inquisidor que hilvanan la nueva estructura del Estado, cuyo poder se sincroniza a través del crimen organizado, todo ello defendido por el actual gobierno.
En 2016 se agudizaron las contradicciones en Honduras, y apegado a esta contradicción los estudiantes de la Universidad Nacional de Agricultura (UNAG), cierran el año con una toma indefinida de las instalaciones, como una forma de protestar por la situación inhumana en que son tratados.
Bajo todo este contexto, la defensa de los derechos humanos en Honduras, es un trabajo amenazado hasta con la propia vida, sin embargo las acciones sociales de los estudiantes de la UNAH, la UNAG, el COPINH y OFRANEH, brindan una lluvia de esperanza, cuyo viento emancipador mantiene fuertes aires de resistencia.
El ataque imperial comenzó en Honduras en 2009, recientemente se perpetuó en Brasil otro golpe de Estado, y Venezuela está siendo atacada por una guerra económica y mediática, coordinada desde Washington D.C.
La unidad latinoamericana en estos tiempos de contra ataque imperial es la mejor arma libertaria para nuestra Patria Grande, Latinoamérica.
“Despertemos humanidad, ya no hay tiempo” Berta Cáceres.
* Ronnie Huete S. Periodista y activista de DDHH. Corresponsal de http://conexihon.hn, la revista Caros Amigos editada en São Paulo, Brasil, para Centroamérica, la organización Casa Mafalda São Paulo, Brasil, la Agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina, Kaos en la red, el portal http://desacato.info y criterio.hn.
http://nonosolvidamosdehonduras.blogspot.com/2016/12/la-legalidad-de-la-dictadura.html