Los millones de cubanos que despidieron al Comandante Fidel Castro, responden claramente a esta pregunta: ¿después de Castro habrá más Castro o más revolución cubana?. La cuestión es ¿qué modelo tendrá esta revolución en el futuro?
Es evidente que el panorama económico y la situación internacional no es la mejor.
Venezuela, su aliada estratégica, está pasando una crisis profunda.
Mientras que el neoliberalismo avanza en todo el continente americano, con golpes blandos parlamentarios o desestabilizaciones.
El triunfo de Trump es, también, otra mala noticia para Cuba.
La muerte de Fidel fue un hecho asumido, aunque no deseado.
El límite de tiempo que se impuso Raúl Castro, para seguir gobernando, también es una decisión acertada, a pesar del destacado papel que está realizando y que seguirá jugando.
En todo este tiempo, en Cuba se inicio un proceso de transición generacional.
Existen miles de cuadros políticos formados en el pensamiento martiano y revolucionario.
La revolución cubana pasó por distintas etapas, siempre dentro de condiciones muy difíciles impuestas por los EEUU: especialmente por el inhumano embargo económico.
Pero también la caída de los países socialistas del este fue un duro golpe que afectó el bienestar de toda la sociedad durante lo que se llamó “el período especial”, del cual aún quedan consecuencias y visibles huellas en la Isla.
Los países socialistas que lograron subsistir eligieron nuevas vías de desarrollo económico, combinando formas socialistas con métodos capitalistas de producción.
Este es el caso de China, Vietnam etc.
El crecimiento económico de estos países fue evidente, a costa de la explotación de millones de trabajadores.
En el caso de Cuba, el último Congreso del PCC ha tomado medidas importantes para corregir errores y hacer una planificación económica a largo plazo. Son archiconocidas las virtudes de la revolución cubana.
Aunque también se cometieron errores como en todo proceso de transformación.
A veces por culpas propias, otras por culpas heredadas o impuestas.
Lo cierto es que Cuba tiene dos opciones muy claras: avanza hacia una liberación de su economía con control estatal, acercándose al modelo Chino o profundiza su revolución socialista.
La primera ya conocemos los resultados: recreación de las formas capitalistas.
La segunda debe estar inspirada en el pensamiento de Guevara, cuyos análisis económicos aun están vigentes.
Para ello se necesita desterrar el flagelo de la burocracia encostrada en el aparato administrativo, generar una fuerte motivación colectiva, desterrar las formas de corrupción, que generan las economías paralelas y potenciar la productividad dentro del método socialista.
El proceso coreano ha demostrado que es posible un desarrollo socialista sostenible.
Le decía el Che en un discurso a la juventud: “Porque el socialismo ahora, en esta etapa de construcción del socialismo y el comunismo, no se ha hecho simplemente para tener nuestras fábricas brillantes, se están haciendo para el hombre integral, el hombre debe transformarse conjuntamente con la producción que avance, y no haremos una tarea adecuada si solamente fuéramos productores de artículos, de materias primas, y no fuéramos a la vez productores de hombres.”
El Propio Raúl Castro en el VII Congreso del PCC señalo: “No somos ingenuos ni ignoramos las aspiraciones de poderosas fuerzas externas que apuestan a lo que llaman el empoderamiento de las formas no estatales de gestión con el fin de generar agentes de cambio para acabar con la Revolución por otras vías”.
Mi modesta opinión se inclina por la segunda opción, la que marcó Guevara en sus propuestas económicas.
Muchos me preguntan sobre si hay que hacer cambios en Cuba y siempre respondo que í, rotundamente, y agrego: estos cambios deben ser para profundizar la revolución.
Aunque son los cubanos los que tienen que construir su propio destino.
PUBLICADO POR NO NOS OLVIDAMOS