Apareció en The New York Times el recién pasado 3 de noviembre, un artículo firmado por Carlos Fernando Chamorro Barrios, el de los múltiples negocios periodísticos, turbios todos debido al origen de los fondos que los sostienen.
El que se ha creído durante largo tiempo el “delfín” de los Chamorro expone sus interesados puntos de vista sobre las elecciones que se celebrarán el domingo 6 de noviembre, y aprovecha el espacio que le brinda TNYT para desahogarse en contra del sandinismo.
No tiene argumentos de peso, sobre todo cuando ataca el proceso electoral, por lo que recurre al artificio de utilizar pasados sucesos como la muerte de su padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y el periodo presidencial de su mamá, Violeta Barrios, en el que en realidad gobernó toda la familia en apoyo a la ama de casa electa a la primera magistratura del país.
Chamorro Barrios yuxtapone la historia e intenta hacer creer que la situación actual de Nicaragua, es parecida o peor a la existente en los años 70, cuando su padre (“mi padre”) dice él, “suscribió un manifiesto con 26 líderes opositores proclamando que en Nicaragua “No hay por quién votar”.
Quienes tienen mayor edad –el delfín incluido-, saben muy bien que la época somocista plagada de crímenes, persecución, saqueo, robo, violaciones y cuanto abuso pueda uno imaginar, no tiene nada que ver con el país en el que vivimos actualmente.
El gran problema, si es que existe uno que merezca ese nivel, son en realidad los mismos Chamorro, que por más de una centuria se han creído los dueños de Nicaragua, y lo que es peor, capataces autorizados en su ridícula “República de papel”.
Son los Chamorro una de las más rancias familias de Nicaragua, conservadores por convencimiento, y pese a que intentan con sus medios de comunicación, sobre todo La Prensa, imponernos pautas de comportamiento como nación, funcionan a lo interno de su estirpe como cualquier hijo de vecino, a como ya hemos publicado en Nicaleaks.
Envidias, rencores, avaricia, traición y hasta maltrato familiar, han sido aireados por nuestra publicación basados en documentos que nos han hecho llegar personas ligadas a los dueños de La Prensa y Confidencial.
Y ya no digamos las ideas medievales con que manejan sus empresas, donde los empleados son vistos casi como siervos sin derecho a disentir, so pena de ser echados sin miramientos a la calle.
El estado de cosas que encontró la revolución popular sandinista en 1979 y que no pudo cambiar en su totalidad debido a la guerra de agresión impulsada por Estados Unidos, no es otro que el “status quo” que actualmente defienden con desesperación los herederos de las familias oligárquicas, que creyeron restituidos sus ancestrales privilegios tras el triunfo de la UNO con la señora Barrios vda. de Chamorro a la cabeza en 1990.
Tras su paso de mimado por la revolución de los años 80, Chamorro Barrios volvió por sus fueros oligárquicos y en una posición política ambivalente, en la que se hace pasar como “izquierdista reformado” por un lado, y declarado derechista y amigo del imperio por el otro (ver sus nexos con los gringos), se ha dedicado a sacarle dinero a quien se le ponga enfrente y esté dispuesto a financiar su histeria antisandinista.
No extraña entonces que a dos días de las elecciones, el poderoso diario norteamericano, representante del establishment del imperio, preste sus páginas al señor Chamorro Barrios, a fin de cuentas en deuda con la política gringa debido al copioso financiamiento que recibe.
http://nicaleaks.com/noticias/item/4383-chamorro-barrios-ataca-desde-el-new-york-time
