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Corea: El concepto de partido juche


«Una de las razones por las que Kim Il Sung pudo hacerse cargo del partido es que gran parte de las clases explotadas y capas de las clases trabajadoras más atrasadas le dieran su apoyo, en especial del campesinado como ocurriría con Mao Zedong en China:


«Kim Il Sung es popular entre todas las secciones democráticas del pueblo, especialmente entre los campesinos». (Informe soviético sobre el comunismo en Corea, 1945)

El marxista-leninista búlgaro Georgi Dimitrov realizó unos análisis cuando estuvo al frente de la Komintern que en el presente actual resultan muy curiosos, ya que pudo detectar muchas de las desviaciones del Partido Comunista de China bajo la dirección de Mao Zedong, desviaciones que luego serían todavía más abiertas y frecuentes. Citas como la siguiente, demuestran la tendencia socialdemócrata a reclutar miembros indiscriminadamente, a no mirar su origen de clase ni habilidades, y explica en parte también, la postura ampliamente extendida de este revisionismo de pensar ciegamente en la buena fe de ciertos elementos para la reeducación pese a su origen explotador y sus constantes demostraciones de que no tienen intención de cambiar:

«Hacemos mención especial que la línea correcta en la creación del frente unido antijaponés significa el fortalecimiento general del partido y el ejército rojo. Por lo tanto, estamos muy preocupados por su decisión de que todo el que desee puede ser aceptado en el partido, sin ninguna consideración de su origen social, que el partido no tema que algunos arribistas busquen su camino en el partido, así como de su mensaje sobre las intenciones de aceptar incluso a Zhang Xueliang en el partido. En la actualidad, más que en cualquier otro momento, es necesario para mantener la pureza de las filas y el carácter monolítico del partido. Mientras conducimos el alistamiento sistemático de personas en el partido y así lo reforzamos, especialmente en el territorio del Kuomintang, es necesario que al mismo tiempo que evitamos la inscripción masiva en el partido, aceptemos sólo a las mejores y probadas personas de entre los obreros, campesinos y estudiantes». (Georgi Dimitrov; Telegrama de la Secretaria del Comité Ejecutivo de la Komintern al Secretariado del Partido Comunista de China, 15 de agosto de 1936)

En el interior del Partido del Trabajo de Corea el concepto de partido fue una cuestión de debate entre Ho Ka-i que defendía unas normas de admisión estrictas y Kim Il Sung que planteaba la cuestión en términos de una mera organización de masas:

«El profesor Dae-Sook Suh, una autoridad internacional en la historia de Corea del Norte, cree que el conflicto entre Ho Ka-i y Kim Il Sung concernía al principio de construcción de partido: Ho mantenía la idea de que debía de ser un partido de élite mientras Kim Il Sung quería convertir al Partido del Trabajo de Corea en una organización de masas». (Andreĭ Nikolaevich Lanʹkov; De Stalin a Kim Il Sung: La formación de Corea del Norte 1945-1960, 2002)

Cuando el autor burgués aquí habla de «partido elitista» y «partido de masas» debe entenderse por lo primero como un partido bajo los principios de organización y pensamiento marxista-leninista y bajo unas exigencias sociales y de cualidades individuales a la hora de reclutar militantes, mientras que por partido de masas según el concepto de los togliattistas, socialdemócratas y de otros se refiere por un partido donde se recluta cuanta más gente mejor con tal de que acepten las órdenes de la dirigencia. 

¿Pero cuál concepto responde a los conceptos y principios más básicos del marxismo-leninismo?:

«Nuestra tarea es cuidar de la firmeza, la disciplina y la pureza de nuestro partido. Debemos esforzarnos para elevar más y más el título y la importancia del miembro del partido». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe al IIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1903)

¿Es permisible reclutar a todo simpatizante en el partido? Como ya hemos visto anteriormente ni mucho menos:

«Hasta hoy nuestro partido se parecía a una hospitalaria familia patriarcal dispuesta a admitir a todos sus simpatizantes. Pero después que nuestro partido se ha transformado en una organización centralizada, se ha despojado de su carácter patriarcal, tomando por entero el aspecto de una fortaleza, cuyas puertas únicamente se abren para los dignos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La clase de los proletarios y el partido de los proletarios, 1905)

Precisamente en aquella época cuando se formaba el Partido del Trabajo de Corea los marxista-leninista del mundo reprendieron la actitud de muchas dirigencias como el caso del Partido Comunista Francés (PCF) que habían dejado caer su partido en esas lagunas del liberalismo. En la Iº Conferencia de la Kominform de 1947 se demostró que el PCF no se comportaba como un partido comunista real, sino como un partido de corte socialdemócrata donde no había disciplina, donde todo el mundo sin importar el origen social ni las capacidades individuales, podía entrar y salir del partido, donde la unidad era una mera ilusión formal, con lo cual uno no podía confiar en un partido así, ni utilizarse para cuestiones críticas porque ante el primer escollo de importancia tal militancia se desmoronaría:

«Existe el peligro creciente de que las organizaciones de partido y la disciplina crezcan más débiles, que el nivel ideológico se deteriore como resultado del rápido crecimiento de las filas del partido. Grandes números no son siempre un signo de gran fuerza. La historia del movimiento obrero húngaro es muy instructiva al respecto. (...) El camarada Stalin ya señaló lo peligroso de convertir al partido en una dispersa, amorfa, formación que se pierde en un mar de simpatizantes y borra la línea de demarcación entre el partido y la clase y desvía la tarea del partido de levantar a las masas desorganizadas al nivel de un destacamento de vanguardia. (...) Hace cuarenta años Lenin advirtió en contra de ser «dispersos», en contra de extender ampliamente el título de miembro del partido, en contra la idea de desorganizar de confundir a la clase con el partido». (Mátyás Rákosi; El partido: La vanguardia, 1948)

Los marxista-leninistas coreanos como Ho Ka-i se ve que conocían el concepto de partido marxista-leninista y aprendieron de estas recientes lecciones en otros partidos y deseaban aplicarlas en su país, pero obviamente los oportunistas como Kim Il Sung prefirieron hacer oídos sordos, ya que la política de principios marxista-leninista frustraban sus ansias de poder y entraban en contradicción con su ideología pequeño burguesa.

Cuando Kim Il Sung aseguró el poder en el Partido del Trabajo de Corea, implantó su concepto de partido sin exigencias ideológicas y organizativas. Esto puede ser visto incluso en época temprana en que supuestamente se regían por el marxismo-leninismo y que aún no habían proclamado el pensamiento Juche como guía del partido. Se proclama que el partido podía albergar a miembros no marxista-leninistas:

«Algunos piensan que sólo los marxista-leninistas pueden adherirse al Partido del Trabajo de Corea y que sólo los marxista-leninistas pueden participar en las principales tareas actuales. Este es un ejemplo muy peligroso del oportunismo de izquierda. (...) Es un grave error considerar que sólo los marxista-leninistas se les deben permitir hacer estas cosas. Consideramos que todos aquellos que muestran una vibrante energía y un amor patriótico hacia la edificación de una nación democrática y asumir el rol de vanguardia puede adherirse al Partido del Trabajo de Corea, incluso si no son marxista-leninistas». (Kim Il Sung; Obras Escogidas, Tomo IV, Pyongyang, 1971)

Para ver datos de como se reflejaba esto: en el IIIº Congreso del Partido del Trabajo de Corea de 1956 existían 1.164.945 militantes en una población de 10 millones aproximadamente. Según los datos del mismo Kim Il Sung en su informe al Comité Central el 22,6% de miembros eran obreros, 56,8% campesinos pobres, un 3,7 campesinos medios, 13% funcionarios y 3,9 pertenecientes a otras categorías, es decir más de un 60% eran campesinos y menos de 1/4 del partido clase obrera. Para el IVº Congreso del Partido del Trabajo de Corea de 1961 el número de afiliados aumentó a 1.311.563.

Todo esto nos recuerda a las famosas teorías de Mao Zedong sobre la existencia en su partido de marxistas, semimarxistas, casi marxistas y no marxistas:

«A ellos les parece que, una vez dentro del partido comunista, todos han de ser marxistas en el 100 por ciento. En realidad, hay marxistas de diversos tipos: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un 90 por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un 60 por ciento, marxistas en un 50 por ciento, e incluso marxistas con sólo un 10 por ciento. ¿No podemos conversar entre dos o varias personas en un cuarto? ¿No podemos celebrar negociaciones partiendo del deseo de unidad y con un espíritu de ayuda? Claro que no se tratan de negociaciones con el imperialismo –con éste también necesitamos celebrar negociaciones–, sino de negociaciones internas entre comunistas». (Mao Zedong; Discurso en la reunión de los 64 partidos comunistas y obreros del mundo, 18 de noviembre de 1957)

¿Que tiene esto en común con el partido comunista clásico? Tampoco guarda ninguna relación como era de esperar:

«Es necesario que el partido cree una disciplina proletaria de hierro, nacida sobre la base de la unidad ideológica, de la claridad de los fines del movimiento, de la unidad de las acciones prácticas y la actitud consciente hacia las tareas del partido por parte de las amplias masas del mismo. (...) Es necesario que el partido, sobre todo los elementos dirigentes del mismo, dominen a fondo la teoría revolucionaria del marxismo, vinculada indisolublemente a la práctica revolucionaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y su bolchevización, 1925)

¿Cuál es la base ideológica del Partido del Trabajo de Corea?

¿El marxismo-leninismo? ¡No! La ideología del Líder. ¿Cuál es la voluntad de los miembros del partido, la fidelidad a alguna doctrina en concreto? ¡Tampoco! La fidelidad a la voluntad del Líder, su pensamiento es su doctrina, su pensamiento guía:


«El nuestro es un invencible partido revolucionario dotado con un sólido sistema de ideología única en todas sus instancias. La implantación de este sistema constituye la línea básica de la construcción de nuestro Partido. (...)

 Se materializa mediante el establecimiento del sistema de ideología única. Sólo cuando cuente con este sistema, el partido será una entidad orgánica que, armada con la ideología de su líder, respire y actúe según su voluntad. Lo que importa para establecer el sistema de ideología única en el partido es dotar firmemente todas sus filas con las ideas de su líder. 

El líder representa la voluntad organizativa de todo el partido y su ideología es precisamente la idea rectora del partido. La unidad ideológica del partido se logra únicamente sobre la base de la ideología del líder. Como resultado de que nuestro Partido ha llevado a cabo enérgicamente la educación en la ideología única, considerándola lo principal de su labor ideológica, predomina en todas sus instancias una sola ideología, y la totalidad de sus militantes se ha armado sólidamente con la idea Juche, idea revolucionaria del Líder, piensa y actúa según sus postulados». (Kim Jong Il; El Partido del Trabajo de Corea es un partido revolucionario de tipo Juche, 17 de octubre de 1982)

Por lo que si en el Partido del Trabajo de Corea la voluntad organizativa y su ideología es la ideología del pensamiento del Líder, el centralismo democrático y sus normas son obligatorias para todos los miembros del partido, menos para el propio Líder, que tiene libertad absoluta y que a modo de caudillo no sólo no está sujeto a obligatoriedad ninguna de los estatutos del partido, ¡sino que obviamente es él quien propone la línea del partido!:

«Lo más importante en la dirección del partido sobre el movimiento revolucionario es analizar de modo científico la situación creada en cada período y trazar línea y política, estrategia y tácticas correctas para iluminar el camino de lucha. Estas son trazadas por el líder, se discuten y deciden en las reuniones del partido. (...) 

El líder es el máximo dirigente del partido y la dirección de éste es precisamente su dirección. Nuestro Partido ha logrado implantar un ordenado sistema en el cual todas sus organizaciones y militantes actúan unánimemente bajo la única dirección del gran Líder camarada Kim Il Sung y defienden y llevan a la realidad la política del Partido según el principio de considerarla como algo absoluto y ejecutarla incondicionalmente». (Kim Jong Il; El Partido del Trabajo de Corea es un partido revolucionario de tipo Juche, 17 de octubre de 1982)


Se observa además, que cuando una dirigencia de tal tipo existe, todas las decisiones son legitimadas desde la figura de una dirigencia y líderes con caracteres mesiánicos; de hecho, este es el método organizativo optado por las organizaciones bajo la estela del revisionismo chino, revisionismo vietnamita, o el actual «socialismo del siglo XXI». 

En este sentido el trabajo de Iósif Stalin contra el revisionismo yugoslavo puso de relieve esta tendencia de adoración al líder o dirigencia, que cercena cualquier ápice de democracia interna bajo la acción de métodos violentos si es necesario:


«Bastó, por ejemplo, que el camarada Zujovich expresara su desacuerdo, en la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia, con el proyecto de respuesta del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia a la Carta del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique de la Unión Soviética, para que inmediatamente fuese excluido del Comité Central. 

Al parecer el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia considera al partido no como un organismo en el que se tiene el derecho de expresar la propia opinión, sino como un destacamento guerrillero, cuyos miembros no tienen el derecho a opinar sobre las diferentes cuestiones, y que sin discutir deben traducir en actos todos los deseos del «jefe». 

Esto se llama en nuestro país cultivar los métodos militares en el partido, lo que es enteramente incompatible con los principios de la democracia interna de un partido marxista.

 Como se sabe, también Trotski intentó en su tiempo implantar en el partido bolchevique los métodos militares de dirección, pero fue desenmascarado y condenado por el partido con Lenin a la cabeza, los métodos militares fueron rechazados, y la democracia interna en el partido fue mantenida como el más importante principio de la edificación del partido». (Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética; Carta del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética dirigida al Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia, 4 de mayo de 1948)

De acuerdo con los revisionistas coreanos, el origen de clase no influye para nada en la determinación de las ideas de las personas, pero es que además de tal afirmación, no consideran que los ideales marxista-leninista de lucha por el socialismo y el comunismo sean los únicos válidos para aglutinar a las masas populares en el partido comunista. ¿Qué ideales son válidos para aglutinar a los militantes del partido entonces? ¡Entonando un discurso sacado de cualquier demócrata burgués y pequeño burgués, se alude al patriotismo!:

«Para distinguir a sus integrantes de los que no lo son se debe tener en cuenta su situación socio-clasista, pero no hay que absolutizarla. La ideología y acción del hombre no sólo son susceptibles de la influencia de esta situación. Si recibe influencias revolucionarias y asimila ideas avanzadas, puede servir a las masas populares, independientemente de su situación socio-clasista.

 La principal pauta para distinguir a los miembros de las masas populares no es su origen socio-clasista, sino su ideología. La ideología socialista y comunista no es la única que sirve de fundamento ideológico para aglutinar a las personas de todos los sectores y clases en masas populares.

 Cualquiera que ame al país y el pueblo puede servir a éste y, por consiguiente, ser integrante de las masas populares. Partiendo de esta posición, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, impulsó con éxito el proceso revolucionario y constructivo agrupando en sus distintas etapas a todas las personas que tenían la idea de servir a la Patria, al pueblo y a la nación, en una sólida fuerza revolucionaria.

 Nuestro partido confía en los integrantes de todas las clases y sectores que tienen interés en la revolución, considerándolos acompañantes no temporales sino eternos de la revolución, y los guía por el camino del socialismo y el comunismo». (Kim Jong Il; El socialismo es una ciencia, 1994)

Desmontemos esta barbaridad revisionista con paciencia.

Primero, el origen de clase y posición en la producción, claro que no siempre es determinante, pero sí lo es en una gran mayoría de ocasiones. 

No es casualidad que los campesinos –nos referimos en concreto a los que explotan la tierra individualmente– guarden más prejuicios pequeño burgueses de vacilación y doble faz como del aventurerismo al desánimo repentino o de costumbres religiosas que la clase obrera, también es normal que los elementos de la intelectualidad –como capa social que se forma a partir de varias clases sociales y por su posición en la sociedad– guarde más defectos como el burocratismo, el liberalismo, la altanería o la vanidad por su posición dentro de la división entre trabajos físicos y manuales. 

De hecho este origen de clase se palpa incluso entre la propia clase obrera y sus capas:

«Me refiero, en segundo lugar, a la heterogeneidad de la clase obrera, a la existencia de diversas capas dentro de la clase obrera. 

A mi modo de ver, el proletariado, como clase, podría ser dividido en tres capas.

 Una capa la compone la masa fundamental del proletariado, su núcleo, su parte permanente; es la masa de proletarios «puros», que rompió hace ya mucho los lazos con la clase de los capitalistas.

 Esta capa del proletariado es el apoyo más seguro del marxismo. 

La segunda capa la componen gentes salidas hace poco de clases no proletarias, de los campesinos, de las filas pequeñoburguesas, de los intelectuales. 

Esas gentes proceden de otras clases, hace poco que han pasado a formar parte del proletariado y llevan a la clase obrera sus hábitos, sus costumbres, sus vacilaciones, sus titubeos. Esta capa ofrece el terreno más propicio para el surgimiento de grupos anarquistas, semianarquistas y «ultraizquierdistas» de toda índole. 

Finalmente, la tercera capa la compone la aristocracia obrera, la élite de la clase obrera, la parte más acomodada del proletariado, con sus tendencias al compromiso con la burguesía, con su aspiración predominante a adaptarse a los poderosos del mundo, con su afán de «hacer carrera». 

Esta capa ofrece el terreno más propicio para los reformistas y oportunistas declarados». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre la desviación socialdemócrata en nuestro partido: Informe en el VIIº Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de la Komintern, 7 de diciembre de 1926)

Segundo, el concepto juche de que para ser parte del «pueblo» da igual que seas una clase explotadora o no, que estés influenciado por conceptos pequeño burgueses o no, tan sólo debes de ser «patriota», lo que es rebajar el concepto de pueblo hacia concepciones burguesas y nacionalistas.

 Ya que según cada clase social interpretara el patriotismo de una manera: puede ser que una determinada clase social relacione patriotismo con la defensa de la propiedad privada, promoción del chovinismo, la defensa de la religión local o con la búsqueda de protección y unión con un imperialismo –como de hecho hacen los revisionistas coreanos–, mientras que para los marxista-leninistas el ser un buen patriota y defender a la Patria en el sentido marxista-leninista incluye como objetivos la liquidación de la propiedad privada, intercalar el patriotismo con el internacionalismo proletario, la promoción del ateísmo científico y un antiimperialismo de todo el capital extranjero, de otra manera la Patria no estará segura de la injerencia de las clases explotadoras nacionales o extranjeras.

 Los clásicos del marxismo-leninismo hace tiempo que nos dieron magníficas lecciones sobre los verdaderos peligros de estas desviaciones nacionalistas, e históricamente vimos que el nacionalismo era tan sólo el síntoma, el preludio de renuncia a toda política proletaria, el inicio de una contrarrevolución en esos partidos, su liquidación como partido marxista-leninista. Cualquier cita de los marxista-leninistas de los años 40 y 50 en su lucha contra las tendencias nacionalistas-derechistas de los revisionistas, nos sirve para ver los paralelismos entre esos revisionistas de fuerte inspiración nacionalista-burgués de las democracias populares de Europa del Este y los revisionistas de Corea del Norte:

«En su razonamiento, el camarada Gomułka está influenciado por un particularismo nacional, por un espíritu nacional que le limita, que le estrecha el horizonte político y no le permite ver el estrecho lazo que existe en la época actual entre las aspiraciones nacionales y las aspiraciones internacionales; por ello ha acabado en conclusiones políticas falsas y muy perjudiciales en la práctica.

 De ahí la tendencia, en su valoración del movimiento de la clase obrera polaca, a separar la lucha por la independencia de la lucha del proletariado; de ahí la interpretación errónea de la naturaleza de la democracia popular, y de las transformaciones que se producen y deben producirse en su seno, de ahí también el deslizamiento a posiciones que justifican un «equilibrio» entre la democracia liberal burguesa y la democracia socialista». (Bolesław Bierut; Para lograr la completa eliminación de las desviaciones derechistas y nacionalistas, 1948)


¿Qué nos encontramos aquí? Al revisionista Władysław Gomułka como Kim Il Sung enunciando «la época de la independencia, nueva época de la historia», desligando el hecho de que esta independencia solo es posible bajo el poder del proletariado y tras la construcción del socialismo. Una situación en que el sujetor revisionista al pensar y desligar la lucha por la independencia nacional de la Patria de la lucha por el proletariado, intenta teorizar el crear un Estado intermedio entre la democracia burguesa y la democracia proletaria, es decir una tesis sin un prisma de clase que acaba beneficiando a la burguesía nacional, sabiendo los marxistas que esto no existe mientras las clases explotadoras mantengan su poder político, económico y cultural. 

Otra teoría similar entre el revisionista polaco y el coreano es la exageración de las condiciones específicas para anunciar cosas como la «posibilidad del tránsito pacífico al socialismo», la «integración del capitalismo y los capitalistas en el socialismo», etc.

 Esto demuestra que las desviaciones nacionalistas dan pie a muchas otras, de ahí su importancia de cortarlas en el seno del partido.

En definitiva. 

Con esto queda demostrado que el concepto de partido juche, no es marxista-leninista, pues se despreocupa del origen social de sus miembros –que según ellos no influye en la ideología–, y de todos modos no se exige una uniformidad ideológica –sino solamente que se acepte el liderazgo–». 

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