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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Ana Belén Montes y el silencio


No existen héroes perfectos. El ídolo de tu tierra siempre será aborrecido en otra, ese es el caso de Ana Belén Montes. 

Su historia debe explicarse en colores aunque tenga momentos de blanco y negro. 

Escribir del tema todavía no es políticamente correcto, algunos lo evitan por discreción y otros por conveniencia. Ser un ciudadano cubano y mantenerse conscientemente al margen sin tomar partido, ser cómplice del mutismo, es demasiada cobardía.

En el Centro Médico Federal de Forth Worth, Ana Belén responde al número 25037-016. Lleva 15 años en prisión desde que fue encarcelada bajo cargos de espionaje, cuando se declaró culpable ella misma de pasar información sensible a los servicios de inteligencia cubanos. 

A los ojos de la ley es una espía, a los ojos de sus colegas una traidora, a los ojos de los cubanos una heroína. Al menos entre esta isla y su vecino del norte, la Guerra Fría nunca cambió de temperatura.

Montes era llamada “la reina de Cuba” en la DIA, la principal organización de espionaje que tiene el Departamento de Defensa. Allí, la analista superior sobre temas cubanos, era precisamente una informante del gobierno al que debía evaluar. 

Durante 16 años, en cada reunión, cada análisis que hacía en salas repletas de especialistas de inteligencia y expertos en lenguaje corporal, Belén tenía su corazón en otra parte. Y se le puede amar u odiar, pero hay que admirar su resolución.

Cuando la atraparon, se declaró culpable y dijo que lo había hecho porque “los cubanos eran tratados injustamente por parte de los Estados Unidos“. ¿Traidora o heroína? 

Este dilema tiene varias aristas pero solo una respuesta. La información que pasaba Ana Belén sobre operaciones secretas estadounidenses desde los años 80, es una traición para todo aquel que considere legítima la política exterior estadounidense en la región.

Más allá del proceso legal y de una violación de seguridad que es punible en cualquier país del mundo.

 Quien la quiera enjuiciar moralmente debe decidir entonces si se siente parte de la Roma moderna o si es parte de los pueblos conquistados, si eres Julio César o Vercingetorix. Si compartes el accionar militar de Estados Unidos o te parecen legítimas las acciones en su contra. Toda respuesta depende de la orilla desde donde se le mire.

Quizás las preguntas sean, ¿se puede ser estadounidense y oponerse a la política exterior del país? ¿Las acciones de Montes enaltecen o demeritan al pueblo de Lincoln? 

No es posible llegar a una respuesta que no sea ética pero en política internacional todo se trata de intereses, Ana Belén perjudicó los del Pentágono y benefició los de una isla pequeña. Allá la mantendrán encerrada hasta el 2023 de ser posible.

En Cuba apenas se menciona su nombre en los medios, en contraste con Estados Unidos donde se han desclasificado documentos y se han hecho programas televisivos sobre ella. 

Podemos suponer que las autoridades cubanas desean mantener el caso con bajo perfil, incluso que se negocia un posible intercambio por Assata Shakur. 

Lo incomprensible es el nivel de desinformación que tiene el pueblo. La discreción que debe tener el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano es comprensible, en cambio el silencio en los medios nacionales es vergonzoso.

Sobre esto se escribe poco, a ninguno de los dos gobiernos conviene que se hable demasiado sobre ese otro mundo que opera en las sombras. Sobre el ajedrez de inteligencia que vienen jugando ambos países desde hace décadas, donde los ciudadanos somos peones parte de un juego mayor.

 El funcionario de contrainteligencia que atrapó a Montes luego escribió que la infiltración de la DIA por parte de Montes no era la excepción, sino más bien la regla, y que el servicio de inteligencia cubano tenía numerosos espías y agentes encubiertos dentro de las agencias de inteligencia estadounidenses.

Nadie es tan ingenuo de creer que esto no funciona también en la otra dirección. Podemos imaginar que esta sea la razón por la cual Montes no sale en televisión, algún operativo estadounidense con cargos en el Partido, no debe querer que se la mencione. 

Quizás el mismo que tiene la prensa nacional en crisis, la ideología en el atolladero y las fuerzas productivas inmóviles por interpretaciones obsoletas.

Ojalá Ana Belén Montes venga a Cuba, canjeada por quienquiera que deseen los estadounidenses a cambio, en una transacción justa. Después de tantos años de cárcel no tendría mejor lugar para pasar sus días. 

Quizás en eso pensaba todas las veces que venció el polígrafo cuando era joven, ese debe ser su consuelo desde hace 15 años en su celda.

El día de su arresto, en el escritorio no había una sola foto familiar, solo una nota de papel. Frente a todos los funcionarios de inteligencia estadounidenses, había escrito a mano una frase de Shakespeare: “el Rey tiene conocimiento de todo lo que ellos pretenden, por intercepciones que ellos ni sueñan”. 

Cuánta razón tenía, cuántos secretos no sabremos nunca y cuántos silencios quedan. Ojalá Ana Belén Montes venga al país donde es una heroína anónima, pero ya sabemos que no existen héroes perfectos, ni países tampoco.

https://jovencuba.com/2016/08/25/ana-belen-y-el-silencio/

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