Cuando todos los focos están centrados en la llegada de refugiados sirios a Europa, el investigador Kamel Dorai recuerda que los principales países concernidos son en primer lugar los de la región.
Jordania es así uno de los países que más acoge, acentuando las tensiones económicas y sociales de un país ya enfrentado con la presencia de las personas refugiadas palestinas e iraquíes.
El conflicto de Siria, de una violencia y de una intensidad excepcionales/1, ha dado nacimiento a uno de los movimientos de refugiados y de desplazados internos más importantes de Medio Oriente desde la Segunda Guerra Mundial.
El Alto Comisariado de las Naciones Unidas para las personas refugiadas (ACNUR) estima que cerca de cinco millones de personas sirias han abandonado su país desde el comienzo de la crisis, sin contar con los millones de desplazados internos. Jordania es uno de los principales países de acogida, con más de 630 000 refugiados inscritos en el ACNUR.
Desde su independencia en 1946, este país ha visto instalarse en su suelo centenares de miles de personas refugiadas.
La llegada de las sirias, aunque se singularice por su amplitud, se inscribe por tanto en la continuidad de los conflictos que han sacudido Medio Oriente estos últimos decenios provocando centenares de miles de refugiados, desde el exilio forzado de palestinos y palestinas como consecuencia de la creación del Estado de Israel en 1948 al de las y los iraquíes desde los años 1990.
Si la mayor parte de las personas refugiadas sigue residiendo en los países vecinos, varios centenares de miles de ellas están obligados a proseguir hoy su ruta hacia Europa.
Sectores enteros de la sociedad siria se recomponen en el exilio, y se plantea la cuestión de su lugar en sus respectivos países de acogida, así como la de la prosecución de sus recorridos hacia países terceros tanto hacia la Unión Europea como hacia América del Norte.
Las principales víctimas del conflicto sirio son siempre los y las civiles sirios que continúan huyendo de los combates en un contexto cada vez más marcado por la violencia y las restricciones a la movilidad tanto en el interior de las fronteras del país como hacia los países vecinos o Europa.
Las difíciles condiciones de vida en los países fronterizos de Siria llevan a algunos a intentar proseguir su ruta, con riesgo de su vida, hacia países más lejanos.
Pero es sobre todo el carácter cada vez más complejo del conflicto en Siria y la ausencia de perspectivas de retorno las que motivan esas nuevas salidas.
La “crisis de las personas refugiadas” en Europa/2 ha tenido tendencia a eclipsar la realidad vivida por la mayor parte de ellas: la de un exilio que se instala para largo plazo en los países vecinos de Siria.
Al comienzo del levantamiento, estos últimos abrieron sus fronteras, pero cuando el conflicto se instala en el tiempo, el gobierno libanés, jordano y turco imponen progresivamente restricciones a la entrada de nuevos refugiados en su suelo.
Según ACNUR, Jordania cuenta hoy con 87 personas refugiadas por 1000 habitantes, si se excluyen las personas refugiadas palestinos presentes desde 1948 que forman cerca de la mitad de la población del reino hachemita.
A título de ejemplo, Suecia -cuya política de asilo es una de las más generosas de la Unión Europea- la proporción es de 15 por 1000 habitantes.
Medio Oriente, espacio de tránsito y de instalación
Por tanto, la actual migración siria produce profundas mutaciones del sistema migratorio medio oriental y condiciona las políticas migratorias que se dibujan a escala europea.
La voluntad proclamada de la Unión Europea de externalizar las demandas de asilo hacia países terceros, sitúa las riveras Este y Sur del Mediterráneo en primera fila y les obliga adoptar políticas migratorias cada vez más restrictivas.
El acuerdo recientemente firmado entre Turquía y la Unión Europea intenta estabilizar a las personas refugiadas sirias fuera de Europa, sin que sea realmente considerada la cuestión de las personas refugiadas en su conjunto a escala regional.
Se trata de intentar limitar las nuevas entradas, mientras que no se toman en cuenta las causas de las salidas, y asumiéndolas realmente tanto para quienes continúan abandonando Siria como sus países de primera acogida.
La asunción de la crisis siria como una crisis a medio-largo plazo debe acompañarse de la necesaria reflexión sobre la multiplicidad de los factores que obligan hoy a un número creciente de personas a intentar exiliarse cada vez más lejos.
La permanencia del conflicto, de la violencia y de las destrucciones sigue siendo el factor más determinante.
Paralelamente, la duración del exilio en los países vecinos conlleva una pauperización creciente de las personas refugiadas más desfavorecidos que tienen un acceso limitado al mercado del empleo legal. Los sirios son por tanto muy a menudo confinados al sector informal poco remunerador y muy expuesto a la competencia con otros grupos migrantes.
La precariedad de su estatuto jurídico es también fuente de inestabilidad.
La combinación del conjunto de estos factores es lo que explica la prosecución de recorridos migratorios hacia Europa. En Jordania, la situación de las personas refugiadas que intentan exiliarse hacia Europa es bastante compleja al no tener el país frontera terrestre o marítima con un país europeo.
Los recorridos son largos, complejos y costosos vía Siria luego Turquía o a través de Egipto para llegar a África del Norte. Esto contribuye a estabilizar a la población en el Reino hachemita.
Un éxodo masivo de refugiados desde el comienzo de la crisis
El ACNUR ACNUR tiene registradas hoy a más de 4,7 millones de personas refugiadas sirias, constituyendo así la población refugiada más importante, por delante de los afganos, los rwandeses o los iraquíes.
Solo los palestinos, con más de 5 millones de refugiados registrados por la UNRWA/3 -cuyo exilio se remonta a 1948 y a los que han venido a añadirse sus descendientes- superan en número a los sirios.
A las personas refugiadas que han atravesado una frontera internacional, conviene añadir más de 7 millones de desplazados internos obligados en numerosas ocasiones a huir de los combates, la inseguridad o las destrucciones/4.
Más allá de las cifras, y los debates que pueden plantear en los países de acogida/5, es la significación misma de este éxodo la que debe ser tomada en cuenta. La amplitud de este último y su duración ha reconfigurado de forma profunda la sociedad siria.
El exilio está lejos de estar limitado a ciertas categorías de la población, por ejemplo, a los opositores activos al régimen de Bachar Al Assad. Sectores enteros de la sociedad siria se encuentran obligados a abandonar su país como consecuencia de las destrucciones masivas y la permanencia de la inseguridad.
La multiplicación de los actores del conflicto provoca una fragmentación creciente del territorio sirio.
Encontrar un refugio en el interior de Siria, lo que una amplia parte de las personas refugiadas intenta hacer en un primer momento, se vuelve cada vez más complejo por el nivel de generalización de la violencia.
El número de desplazados internos que se concentra en las zonas más seguras no deja de crecer, haciendo más difícil el acceso a la vivienda y a los servicios básicos en numerosas ciudades sirias.
Abandonar Siria para buscar asilo se convierte entonces en la única opción posible. La consolidación del conflicto como duradero empuja a las personas refugiadas a buscar espacios de instalación más a largo plazo en los que pueden intentar reconstruir una vida más estable.
Jordania frente a la llegada de las personas refugiadas de Siria
Si los países europeos experimentan dificultades para gestionar la llegada de varios centenares de miles de refugiados, ¿qué situación soportan los países fronterizos de Siria que acogen a la aplastante mayoría de las personas refugiadas?
Jordania encarna, en la composición misma de su población, todos los conflictos de la región. Sucesivamente país de refugio para los palestinos, los iraquíes y hoy los sirios, la presencia de migrantes forzados marca con fuerza a la sociedad jordana.
Paradójicamente, este país que ha acogido desde su independencia refugiados venidos de toda la región no dispone de un sistema nacional de asilo. Jordania, como los demás países del Medio Oriente, no es firmante de la Convención de Ginebra de 1951 sobre las personas refugiadas (Zaiotti, 2006)/6. Solo los palestinos son reconocidos como refugiados por las autoridades en el Estado en que tienen su residencia habitual, y cuando están inscritos ante la UNRWA.
En ausencia de legislación específica para asegurar el registro y la protección de las personas refugiadas, es el ACNUR quien pone en pie procedimientos de asilo y colabora con las autoridades de los países concernidos con la firma de un Memorandum of understanding que precisa el mandato del ACNUR (Kagan, 2011:9). Estos acuerdos están muy a menudo firmados en contextos específicos para responder a crisis particulares, como la crisis iraquí post-2003, y se aplican con dificultad a situaciones nuevas.
Las personas refugiadas sirias se encuentran por tanto en una situación jurídica bastante precaria. Deben registrarse ante el ACNUR para obtener el estatuto de refugiado y paralelamente cumplir las condiciones de residencia tal como están definidas por su Estado de acogida. Estos últimos les consideran como migrantes temporales.
En Jordania, las y los sirios reciben de la Administración de Residencia y Fronteras del Ministerio del Interior una tarjeta de servicio específico para la comunidad siria, válida para un año y renovable. La ausencia de estatuto legal específico para las personas refugiadas las coloca en una situación temporal que contrasta hoy con la prolongación de facto de su exilio.
Aunque el estatuto de refugiado concedido en los países industrializados firmantes de la Convención de Ginebra aporte una protección a largo plazo (permiso de residencia permanente y acceso a la nacionalidad), no conlleva en Jordania más que una protección temporal.
Se parece a las formas de protección subsidiarias que han sido desarrolladas en Europa estos últimos años. Este estatuto temporal hace difícil para las personas refugiadas sirias todo proyecto a medio o largo plazo, sabiendo que tienen pocas garantías en cuanto a la renovación de su estatuto.
Este estatuto particular les impone restricciones en cuanto al lugar de su residencia en suelo jordano.
Las personas refugiadas que quieren instalarse fuera de los tres campos abiertos desde mediados de 2012, deben tener un garante (kafil) jordano que les abra el derecho a una tarjeta de residencia. Sín embargo, esta no les permiteacceder al mercado del empleo.
Hasta hoy las personas sirias debían obtener un permiso de trabajo remunerado, como las demás poblaciones inmigradas que residen en el Reino.
El ACNUR y el gobierno jordano han anunciado a comienzos de 2016 nuevas condiciones para facilitar el acceso de las personas refugiadas sirias al mercado del empleo.
Estos últimos están exentos durante tres meses de los gastos ligados a la entrega de un permiso de trabajo.
No les es demandado ya tener un pasaporte en curso de validez, la tarjeta de residencia que les es entregada por las autoridades jordanas es suficiente. Los sectores de actividad prioritariamente afectados son la agricultura, la construcción y el sector alimentario, donde se concentra la mayoría de los trabajadores inmigrantes.
El gobierno contempla igualmente promover el empleo de sirios en las zonas industriales cualificadas. En paralelo Jordania ha anunciado la suspensión de las persecuciones durante tres meses contra refugiados que trabajan sin permiso a fin de permitir a su patrón regularizar su situación.
La geografía jordana se ha encontrado también profundamente transformada por la instalación duradera de migrantes forzados en su suelo.
Barrios enteros de Amman se han desarrollado alrededor de los campos de refugiados palestinos que hoy forman parte integrante de la capital jordana.
Es a través del prisma de la experiencia palestina como es interpretada la llegada de nuevos grupos de refugiados. El temor de las autoridades locales es la reproducción de esta experiencia que podría saldarse con la instalación duradera en el Reino de un gran número de refugiados.
Los efectos políticos y sociales inducidos por la presencia a largo plazo de centenares de miles de sirios son difíciles de evaluar, en un contexto en que Jordania hace frente a dificultades económicas en un entorno regional inestable.
El lugar de los campos en la política de acogida
La no resolución de la cuestión palestina, con el corolario de la permanencia de los campos desde su creación a comienzo de los años 1950, condiciona por tanto con fuerza el tratamiento actual de los nuevos flujos de refugiados tanto a escala regional como en Jordania.
La reticencia de las autoridades de los estados de acogida a abrir campos de refugiados se basa en parte en el temor de la instalación duradera de las personas refugiadas en el suelo igual que hicieron las personas refugiadas palestinos/7.
A diferencia de Líbano, que acoge un mayor número de refugiados, Jordania ha abierto campos de refugiados en el norte del país para canalizar los flujos de llegada/8. Si los tres principales campos de instalación de personas refugiadas sirias en Jordania no reagrupan más que el 20 % del total de ellas, la mayor parte de ellas han pasado por campos de tránsito situados en la frontera con Siria.
Estos últimos han sido puestos en pie paralelamente al cierre gradual de la frontera occidental entre Siria y Jordania.
Permiten a las autoridades jordanas operar verificaciones de seguridad antes de dejar a las personas refugiadas entrar en su suelo.
El tiempo de espera en esos campos varía en función de los perfiles de las personas refugiadas. Si son aceptados, estos últimos son luego dirigidos hacia uno de los tres campos de instalación. Si disponen de un kafil jordano pueden instalarse en otros lugares del territorio.
El endurecimiento de las políticas de entrada en Jordania ha transformado los puestos fronterizos en campos de facto. En mayo de 2016, cerca de 60 000 personas están bloqueados en los dos campos de tránsito de Rukban y de Hadalat al este de la frontera sirio-jordana, en un no man´s land entre los dos países/9.
Puntos de paso para entrar en Jordania, estos espacios se han convertido en campos de tránsito en los que las personas refugiadas pasaban al comienzo entre uno y diez días, para transformarse hoy en campos de instalación en los que lo provisional dura varias semanas.
A pesar de la intervención del Comité Internacional de la Cruz Roja las condiciones humanitarias en ellos son extremadamente difíciles.
En Jordania, las personas refugiadas sirias, como otros grupos de refugiados en Medio Oriente, continúan privilegiando cuando pueden su reagrupamiento en medio urbano, muy a menudo en las periferias urbanas.
Como ejemplo, el campo de Azraq fue abierto en abril de 2014 para acoger hasta 130 000 personas, cuando el número de llegadas de personas refugiadas a Jordania era muy elevado. Hoy está en gran medida vacío.
Según el ACNUR, en mayo de 2016, 47 000 personas refugiadas habitaban el campo.
La mayor parte de las personas refugiadas sirias, cuando tienen la posibilidad, se instala en medio urbano donde las oportunidades de encontrar un empleo son más elevadas y donde reconstruir una vida “normal” es más fácil.
Esta cuestión de la instalación en medio urbano es objeto de una reflexión desde hace algunos años en el ACNUR. En septiembre de 2009, la agencia de la ONU ha adoptado una urban Refugeee Policy/10 con el objetivo de asegurar a las personas refugiadas en medio urbano protección y asistencia igual que a las personas refugiadas en los campos.
La experiencia de las personas refugiadas iraquíes en Medio oriente ha servido en parte de modelo de elaboración de la estrategia del ACNUR fijando prioridades: registro de las personas refugiadas, protección, asistencia, acceso a los servicios, desarrollo de soluciones duraderas.
Las personas refugiadas sirias se benefician hoy en Jordania de esta experiencia.
Refugiados mayoritariamente instalados fuera de los campos
En Jordania, la fisonomía de los pueblos y ciudades del norte ha sido profundamente trastocada por una instalación de las personas refugiadas que va para largo. La coexistencia entre jordanos y sirios, si es facilitada por los lazos históricos que ligan el sur sirio y el norte del reino, está también marcada por las dificultades comunes a las dos poblaciones.
Las personas refugiadas juegan un papel relativamente importante en el desarrollo urbano, más en particular en los espacios de vivienda informal. Por otra parte, desarrollan relaciones específicas con las sociedades de acogida, sobre la base del carácter supuestamente temporal de su instalación.
La llegada masiva de migrantes forzados en ciertos espacios (como las ciudades o pueblos del norte de Jordania) genera transformaciones importantes a escala local para las sociedades de acogida. la instalación de las personas refugiadas plantea numerosos debates en torno a la presión sobre el mercado de la vivienda, el aumento global de los precios, el deterioro de la seguridad en ciertas zonas, la competencia en el mercado de trabajo, etc.
La región aquí no escapa a un fenómeno más global que estigmatiza muy a menudo la llegada masiva de refugiados (Hyndman, 2000).
En ciertos espacios fronterizos, como en el noroeste de Jordania, los efectos de la instalación de un número muy importante de refugiados han tenido, de hecho, importantes consecuencias para las poblaciones locales, aunque las poblaciones más pobres y más marginadas sean las que sufren las consecuencias de la presión sobre el mercado de alquiler de viviendas.
En ciertas aglomeraciones los alquileres han aumentado de forma significativa y son difícilmente accesibles a los hogares más pobres. Ciertos servicios como las escuelas o el sector médico están igualmente afectados.
Según el ACNUR, 145 000 alumnos y alumnas sirias están inscritos en las escuelas públicas jordanas en 2015. En las municipalidades en las que la presencia siria es muy importante las escuelas han debido pasar a un sistema de doble jornada.
En la mayoría de los casos, los jordanos y jordanas va a la escuela por la mañana y las personas refugiadas sirias por la tarde.
Existe igualmente un aumento de la competencia sobre ciertos segmentos del mercado de trabajo (obreros eventuales de la construcción o en la agricultura).
La tasa de paro de la población jordana ha aumentado, por ejemplo, de forma significativa entre 2011 y 2014, pasando del 14 % al 22 %, afectando más en particular a la juventud.
Sin embargo es difícil evaluar el papel de la presencia de las personas refugiadas en este aumento.
También hay que señalar que muchos de esos empleos estaban ocupados por otras poblaciones migrantes como los egipcios, que sufren las consecuencias de la crisis siria.
Por otra parte, la presencia de las personas refugiadas tiene efectos positivos para su país de acogida, vía las inversiones realizadas por los empresarios sirios que han deslocalizado una parte de sus actividades a las zonas industriales del reino.
La ayuda internacional, aunque no cubra el conjunto de los costes inducidos por la presencia de las personas refugiadas contribuye igualmente a desarrollar ciertos sectores de actividad (como el de las ONG) y estimula la demanda en bienes de consumo y de equipo.
Para las personas sirias que trabajaban en Jordania antes de 2011, la situación se ha degradado profundamente.
De un estatuto de trabajadores migrantes, con una calificación profesional reconocida para algunos, han pasado al de refugiado en competencia con un número creciente de sus correligionarios.
Han debido hacer frente a un importante aumento del nivel de vida (coste del alquiler de su residencia) y a menudo a una bajada de su salario.
Un joven sirio entrevistado en el campo de Zaatari en noviembre de 2014 se convirtió en refugiado en 2011 cuando estaba instalado desde hace varios años en Irbid en Jordania. Trabajaba como carpintero para un patrón jordano, con un salario mensual de 400 dinares. Tenía alquilado un apartamento en Irbid por 100 dinares al mes.
La llegada de numerosos refugiados a partir de 2012 provocó un aumento de la competencia en el mercado laboral. La presencia en ciertas regiones de una mano de obra a la búsqueda de empleo y sin otro recurso tuvo por consecuencia la bajada de los salarios.
Su patrón le propuso una disminución de sus ingresos en contrapartida de un mantenimiento perenne de su actividad. Al mismo tiempo, el coste del alquiler aumentó enormemente.
No pudiendo ya hacer frente al aumento del coste de la vida cuando sus rentas disminuían de forma importante decidió instalarse en el campo de refugiados de Zaatari donde la vivienda es gratuita y donde ha podido beneficiarse de la ayuda humanitaria. Aunque solo sea un ejemplo, los efectos de la crisis siria se han hecho sentir sobre las poblaciones migrantes ya presentes en Jordania.
El campo de Zaatari, un símbolo de la presencia siria en Jordania
Abierto a finales de julio de 2012, el campo de Zaatari, que cuenta con cerca de 80 000 habitantes hoy, es el más conocido de los espacios de instalación de las personas refugiadas sirias.
El campo está situado en un espacio semiárido a una decena de kilómetros al sureste de la ciudad de Mafraq en el norte de Jordania, en proximidad con la frontera siria.
En su origen compuesto de tiendas de campañas pegadas unas a las otras, el campo ha crecido de forma espectacular al ritmo de la llegada de las personas sirias, con hasta 200 000 habitantes registrados por el ACNUR en abril de 2013.
Esta cifra ha decrecido al ritmo de las salidas bien hacia zonas urbanas de Jordania o bien de retornos a Siria.
Verdadera ciudad en la que se yuxtaponen los prefabricados y todavía algunas tiendas de campaña, este espacio concentra todas las paradojas de la presencia siria en Jordania.
Las organizaciones humanitarias son allí omnipresentes, símbolo de la vulnerabilidad de una población exiliada privada de recursos.
A diferencia de las personas refugiadas iraquíes, mayoritariamente salidos de las clases medias urbanas y que se habían instalado en la capital jordana, una amplia proporción de las personas refugiadas sirias hoy son originarios de regiones rurales, y por tanto más vulnerables.
Al mismo tiempo, las personas refugiadas han sabido desarrollar sobre este territorio, a pesar de las limitaciones del gobierno humanitario, un espacio de vida social y económica.
Pequeños comercios y otras actividades artesanales generadoras de escasos ingresos hoy siembran el campo. Las personas refugiadas han intentado, en la medida de lo posible, recrear un aspecto de vida normal en un contexto de indigencia casi total y sometidas a fuertes restricciones.
Las personas refugiadas sirias tienen, efectivamente, un acceso limitado al mercado de trabajo y quienes residen en los campos deben obtener una autorización, atribuida por una duración determinada para salir de ellos.
En un paisaje sin vegetación, ha emergido una ciudad debido al dinamismo de sus habitantes. Desde la apertura del campo se ha desarrollado una economía informal que luego se ha estructurado en el conjunto de los barrios.
A la entrada del campo se ha desarrollado una arteria comercial, la calle del zoco llamada “Campos Elíseos” por los habitantes del campo, en la que se encuentran tiendas de todo tipo, desde el vendedor de telefonía móvil a la tienda de comestibles pasando por carnicerías, panaderías, pequeños restaurantes o peluqueros.
Vendedores ambulantes recorren el campo vendiendo todo tipo de productos o bocadillos. Cercana a las numerosas instalaciones desarrolladas por las ONG, esta calle comercial es frecuentada por muy numerosos refugiados. Se ha convertido en un lugar de vida central que simboliza el dinamismo económico de las personas refugiadas.
En otras partes del campo se han instalado pequeñas tiendas de comestibles o peluqueros. Estos espacios que procuran rentas a las personas refugiadas que los han abierto son también lugares de sociabilidad en los que se encuentran las personas sirias.
Lejos de ser un simple espacio de espera, el campo se ha transformado en un lugar de vida en el que la sociedad siria se ha recompuesto en el exilio. En total, según el ACNUR, son casi 3 000 los puestos que se han abierto.
En parte, las personas refugiadas se han reagrupado por familia y pueblo de origen. Prefabricados y tiendas han sido remodelados para hacer de ellos habitaciones, ciertamente precarias, pero que han permitido la recreación de espacios privados.
Así, la vivienda ha evolucionado en tres años. Ya casi no hay tiendas de campaña, salvo como extensión a los prefabricados o para cubrir los patios interiores de las viviendas. Los materiales distribuidos por las agencias humanitarias son reutilizados y transformados por los habitantes.
El campo no es una simple yuxtaposición de habitaciones estandarizadas, sino recreado de formas de vivienda bastante similares a las del sur de Siria o los barrios informales periféricos de las grandes ciudades sirias.
En estas viviendas, se concede un espacio impresionante a la habitación de recepción de los invitados (la madhafé en árabe).
Las personas exteriores a la familia tienen su lugar en este salón, donde están dispuestas colchonetas, que sirve por tanto de lugar de reunión para los hombres. Las mujeres, por su parte, se reagrupan más bien en el patio para cocinar en grupo, o en las habitaciones anexas para charlar.
El campo presenta por tanto un doble rostro, el de un espacio cerrado en el que están obligados a residir en la mayor parte de los casos las personas refugiadas más desfavorecidos, pero también una ciudad en proceso, que se desarrolla con medios limitados pero que intenta recrear en el exilio un aire de vida social y económica.
De un exilio al otro
Al mismo tiempo, el conflicto actual, si bien ha generado nueva gente refugiada, ha obligado a decenas de miles ya presentes en el suelo sirio a encontrar refugio en un país tercero. Antes de ser uno de los más importantes países emisores de refugiados, Siria ha sido el principal país de acogida para varios centenares de miles iraquíes que huían del caos y la violencia consecuencia de la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003, sin contar con la presencia en su suelo de cerca de 500 000 palestinos. Jordania ha decidido rápidamente cerrar sus puertas a esta categoría de refugiados. Como escribe Jalal Al-Husseini: “tras una fase relativamente tolerante, durante la cual unos 10 000 refugiados palestinos pudieron entrar en el territorio nacional, Jordania ha endurecido su política de acogida desde finales de 2012 en nombre de la necesidad de contrarrestar la visión israelí de una Jordania hogar nacional palestino de sustitución”.
El conflicto sirio, y más en particular el asedio del campo palestino de Yarmouk en el extrarradio de Damasco a partir de diciembre de 2012, ha recordado la precariedad en la que se encuentran los palestinos en sus países de acogida respectivos. El 31 de enero de 2014, la UNRWA difundía una fotografía/11 mostrando a miles de palestinos, en una calle bordeada de viviendas destruidas por los bombardeos, convergiendo hacia un punto de distribución de ayuda alimentaria, después de semanas de asedio del ejército sirio.
En este campo que contaba con cerca de 150 000 refugiados palestinos antes de 2011, se estima que solo 18 000 residen todavía. En total, son 280 000 palestinos (de los 520 000 registrados ante la UNRWA en Siria/12) los que se han visto obligados a huir de sus lugares de residencia, bien hacia regiones más seguras en Siria, bien hacia el extranjero/13. Más de 70 000 de ellos (es decir el 13,5 % de la población palestina en Siria registrada en la UNRWA) se han refugiado en los países vecinos. Cerca de 45 000 refugiados registrados han abandonado Siria para ir a Líbano, 15 000 a Jordania y 9 000 a Egipto.
Este movimiento ha quedado oculto en gran medida por la amplitud de la crisis siria. Los palestinos de Siria se ven por tanto devueltos a su estatuto de apátridas, privados de protección, dependientes de la ayuda humanitaria y obligados a buscar asilo en uno de los países fronterizos que, con exepción de Líbano hasta 2013, les han cerrado sus puertas (Al Husseini, Dorai, 2013). Más de la mitad se han sumado a los campos de refugiados palestinos ya existentes, aumentando aún la presión sobre estos espacios marcados por la pobreza y la exclusión, que acogían ya en algunos casos, migrantes venidos de horizontes más lejanos (Dorai, 2015).
Por lo que se refiere a las personas refugiadas iraquíes que habían encontrado refugio en Siria, en la mayor parte de los casos en el extrarradio de Damasco, éstos se han visto obligados a abandonar su país de primer asilo. La mayor parte ha vuelto a Irak, a pesar de la persistencia de la violencia/14. Otros han podido proseguir su periplo hacia Europa, América del Norte o Australia. Según el ACNUR, un poco más de 20 000 seguirían estando en Siria, al no haber podido abandonar su país de acogida.
Estas poblaciones ya refugiadas antes del conflicto sirio se encuentran por tanto obligadas a nuevas movilidades en un contexto en que los países vecinos de Siria están poco inclinados a darles asilo. Sin poder instalarse, aunque fuera temporalmente en la región, y en algunos casos como los palestinos que son apátridas volver a su país de “origen”/15, un número creciente están a la búsqueda de soluciones más duraderas fuera de la región.
Conclusión
Cuando Medio Oriente está sumergido en múltiples conflictos, Jordania debe hacer frente a la llegada de refugiados en su gran mayoría de Siria pero también de Irak, Yemen, Libia y de los territorios palestinos.
Hoy, cuando el conflicto sirio se prolonga, la cuestión del futuro de las personas refugiadas está en suspenso. Jordania, abriendo de forma parcial su mercado de trabajo a las personas refugiadas sirias ha modificado su política de acogida en favor de una mejor integración a medio plazo de esta población.
Esta política está sin embargo condicionada por la recepción de una ayuda internacional más consecuente.
La situación actual, debido a la multiplicación de los actores del conflicto en Siria, sigue estando marcada por una triple exigencia: en primer lugar, si los vecinos de Siria han abierto ampliamente sus puertas a las personas refugiadas, la cuestión de su instalación a largo plazo no es contemplada por los Estados de acogida; luego, la vuelta rápida a Siria no es una opción para la mayoría de las personas refugiadas; en fin, la reinstalación en Europa, en América del Norte o hacia otros países terceros solo afectará a una ínfima parte de esta población.
Para profundizar el tema
Al Husseini, Jalal ; Doraï, Kamel (2013) "La vulnérabilité des réfugiés palestiniens à la lumière de la crise syrienne", Confluences Méditerranée, 87 – Automne, p.95-107.
Agier, Michel (2008) Gérer les indésirables : des camps de réfugiés au gouvernement humanitaire, Paris : Flammarion, 349 p.
Chatelard, Géraldine ; Doraï, Kamel (2009) "La présence irakienne en Syrie et en Jordanie : dynamiques sociales et spatiales, et modes de gestion par les pays d’accueil", Maghreb-Machrek, n° 199, 2009, p. 43-60
Doraï, Kamel (2015) "Palestinian refugees and the current Syrian conflict : from settled refugees to stateless asylum seekers ?", Allegralaboratory.net
Hyndman, Jennifer (2000), Managing Displacement : Refugees and the Politics of Humanitarianism, Minneapolis : University of Minnesota Press, 253 p.
Kagan Michael (2009) "The (Relative) Decline of Palestinian Exceptionalism and its Consequences for Refugees Studies in the Middle East", Journal of Refugee Studies, 22, 4, p. 417-438
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas
1/ Leïla Vignal, “Syrie : la stratégie de la destruction”, laviedesidées.fr, 29 marzo 2016.http://vientosur.info/?article11139
2/ Karen Akoka, “Crise des réfugiés, ou des politiques d’asile ?”, laviedesidées.fr, 31 mayo 2016.
3/ L’UNRWA (United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East) es la Oficina de socorro y de trabajos de las naciones Unidas para las personas refugiadas de Palestina en Medio Oriente creada en 1949 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
4/ Fuente : IDMC- Internal Displacement Monitoring Centre.
5/ Los resultados preliminares del último censo jordano publicados en enero de 2016 dan la cifra de 1,2 millones de sirios en Jordania. El debate sobre las cifras es recurrente en las situaciones de llegada masiva de refugiados. Como ejemplo, el estudio realizado por el instituto noruego FAFI en 2007, muestra muy claramente la dificultad de producir datos estadísticos sobre las personas refugiadas en jordania ((Iraqis in Jordan 2007. Their Number and Characteristics, FAFO, UNFPA, Department of Statistics in Jordan). Sobre las personas refugiadas que entran en Europa, las cifras producidas por Frontex deben también ser sometidas a crítica, puesto que contabilizan los pasos de fronteras (con el riesgo de contar varias veces a las mismas personas) y no las demandas de asilo presentadas de forma efectiva en cada uno de los Estados miembros.
6/ Israel, Egipto y Turquía son firmantes de la convención, pero con reservas, lo que limita la aplicación de la convención.
7/ Como ejemplo, como consecuencia de la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003, los principales Estados de acogida de la región, entre ellos Jordania, no abrieron campos de refugiados en su suelo. Las crisis iraquíes de 1990-1991 luego post-2003 mostraron a Jordania, Siria y Líbano que la ausencia de campo combinada a formas bastante poco restrictivas de entrada y de estancia (aunque esto hay que matizarlo en función de los países y los períodos concernidos), así como un acceso bastante fácil a los servicios públicos y al empleo en el mercado informal, han aumentado la posibilidad de movilidad de las personas refugiadas y por tanto su re-emigración hacia países terceros (Chatelard, Dorai, 2009).
8/ Turquía ha abierto también campos a lo largo de su frontera con Siria. A escala de laregión, menos de una quinta parte de las personas refugiadas viven en los campos.
9/ “Around 2,000 Daesh agents estimated to have mingled with refugees — army” (2016) Jordan Times.
10/ The Implementation of UNACNUR’s Policy on Refugee Protection and Solutions in Urban Areas, Global Survey – 2012.
11/ Fuente : http://www.unrwa.org/crisis-in-yarmouk, consultado el 31/08/2015.
12/ Fuente : http://www.unrwa.org/crisis-in-yarmouk, consultado el 31/08/2015.
13/ Fuente : http://www.unrwa.org/sites/default/..., 14/06/2015
14/ Fuente : UNACNUR “Iraqi refugees flee war-torn Syria and seek safety back home” consultado el 19/01/2016.
15/ Esta expresión puede ser fuente de debates en el caso palestino, al haber nacido la mayoría de las personas refugiadas palestinos en suelo sirio.
Por su parte, la autoridad palestina no ejerce más que un poder limitado en los territorios que controla y no tiene autoridad sobre sus fronteras internacionales.
Esto remite a la cuestión más amplia de las negociaciones sobre el ejercicio del derecho al retorno de las personas refugiadas palestinas, aunque en el contexto específico del conflicto sirio esta opción no sea contemplada por las personas refugiadas palestinas entrevistadas en Líbano.
Estas últimas abandonan Siria de forma forzosa y están a la búsqueda de soluciones prácticas a corto plazo que les pongan al abrigo del conflicto y de la violencia a la que han sido expuestas.