Desde la OEA, su secretario general le sirve a la Casa Blanca en bandeja de oro para un pretexto de intervención “humanitaria” en la Patria de Bolívar y Chávez. ¡Ojalá que el grueso de las fuerzas progresistas le ponga freno!
Este 19 de Mayo circula un cable del ex Presidente de Uruguay, José Mujica, con palabras tales como: “Le tengo gran respeto a Maduro pero eso no quita que le diga que está loco, loco como una cabra”, pues Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) “no es ningún traidor ni funcionario de la CIA” como lo había considerado la víspera el Presidente de Venezuela.
“Almagro es un abogado, esclavo del derecho.
Yo discrepo con Almagro en algunas cosas, pero también discrepo con Maduro”, sentenció.
Confieso que me encuentro entre las tantas personas que admiran y reconocen la verticalidad que desde siempre ha exhibido/exhibe el Compañero Mujica.
No obstante, me siento en el deber de compartir con mis lectores/as algunos elementos que pienso sean de conocimiento público y que evidencian quién es políticamente el señor Almagro, cuál ha sido/es su actitud desde la OEA de cara al proceso que en este minuto vive Caracas bajo la mirada injerencista de Washington, cuánto de razón acompaña a Maduro para su mencionada consideración.
Resalto que Almagro respondió a Maduro: “No soy agente de la CIA. Y tu mentira, aunque repetida mil veces, nunca será verdad.
De todas formas conviene aclararlo, aunque esto sea denegar el absurdo. Mi conciencia está limpia, Presidente, y mi conducta mucho más […]”. “No soy traidor.
No soy traidor ni de ideas, ni de principios, y esto implica que no lo soy de mi gente, los que se sienten representados por los principios de libertad, honestidad, decencia, probidad publica (sí, de los que suben y bajan pobres del poder), democracia y derechos humanos [sic]”; al paso que destacó cómo sí está ¿alejado? de algún plan de la Casa Blanca en este orden de ideas.
Pero la realidad denuncia lo contrario. Grosso modo, argumento el porqué.
Almagro, la misma persona que fue titular de relaciones exteriores del Gabinete de Mujica (2010-2015), llegó a la máxima instancia de la OEA con la aureola que le ofrecía su buen desempeño en esa responsabilidad gubernamental desde una posición de izquierda. Sin embargo, pronto sacó su verdadera entraña en la organización Made in USA. No son simples palabras. Observe usted.
El segundo día del año en curso, firmé OEA: ¿equidistante del Norte y Sur de las Américas? y reiteré la inequívoca voluntad de esa agrupación continental para congraciarse ante la posición del Presidente Obama de cara a procesos revolucionarios de Latinoamérica.
De manera específica, cité la carta/crítica de Almagro que evidencia su mayúsculo fiasco de entonces (habló de supuestas dificultades de la oposición en la elecciones parlamentarias) y aludí a suMensaje de Año Nuevo que dio lugar a que el diario español El País se apresurara en resaltar La OEA pide a Maduro no distorsionar el resultado electoral, el anterior 31 de Diciembre.
Además de lo que acabo de anotar, sugiero tener en cuenta que unos setentas días atrás en Santiago de Chile Almagro esperaba un pedido de la oposición venezolana sobre la Carta Democrática Interamericana o sea, para insinuar que se concretara la intervención ¿humanitaria? contra la Revolución Bolivariana.
Puntualmente, sostuvo: “Me gustaría, si es que va a hacerse efectivo en algún momento, recibir el planteo formal de la Asamblea Nacional de Venezuela, estudiarlo como corresponde y en función de ello trasladar ese pedido al Consejo Permanente”.
En este ambiente, no paso por alto que el Presidente Maduro denunció que el modelo de desarrollo que él defiende vive actualmente el más duro cerco mediático y político de los últimos diez años, organizado por el imperialismo y sus aliados; que en recientes declaraciones del expresidente colombiano Álvaro Uribe en Estados Unidos, pidió una intervención militar en Venezuela; que hubo la supuesta incursión en el espacio aéreo venezolano de un avión Boeing 707 E3 Sentry, “que tiene todos los mecanismos para el espionaje electrónico”; y que declaraba ante el mundo que sobre su nación “se está montando un escenario de violencia para justificar una intervención extranjera de carácter militar”.
Agrego las denuncias del Alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, sobreManifestantes de la oposición en sus predios hace un par de días: “Basta ver los vídeos, no hay manera de que oculten la verdad (…) incluso con la complicidad de medios nacionales e internacionales. Una mujer funcionaria fue golpeada por seis hombres.
Seríamos muy irresponsables si permitimos que personas violentas y armadas entraran al centro de la capital. Estamos en presencia de una derecha que es profundamente violenta.
Destrozaron una biblioteca y rociaron con gasolina a guardias”.
He aquí acciones de los representantes del tipo de democracia que el “inocente” excanciller de Uruguay de facto emcumbra con paragua yanqui.
Por tanto —sin dejar de reconocer ni remotamente el tino que en sus ideas generalmente enarbola el Compañero Mujica—, no vacilo en acreditar que Almagro en su condición de secretario general la OEA le sirve a la Casa Blanca en bandeja de oro para un pretexto de intervención al puro estilo yanqui en la Patria de Bolívar y Chávez. Su actitud, entonces, deviene complemento al trabajo de la CIA vs. Venezuela.
¡Ojalá que el grueso de las fuerzas progresistas le ponga freno!