La mayoría de los rumanos prefieren al Partido Comunista de Rumania (PCR) que a la retahíla de partidos actuales con diferentes firmas pero idéntica ideología: el neoliberalismo criminal.
Así lo ha demostrado una nueva encuesta de la empresa de estudios sociológicos IRES, un nuevo intento infructuoso de que los rumanos respalden por fin a las mafias que se reparten la riqueza de Rumania en los últimos 26 años.
Hasta ahora, desde el golpe de estado de diciembre de 1989, todas las encuestas realizadas por los medios de propaganda de la élite capitalista, intentando sentirse respaldados por sus víctimas y que estas apoyen o confirmen la propaganda anticomunista a la que tanto presupuesto oficial y privado se destina, les han salido rana.
Todas han resultado con la pasmosa realidad de que la mayoría de los rumanos piensa que durante los años de socialismo se vivía mejor y que los políticos “comunistas” eran menos ladrones que los que campan a sus anchas por la dictadura actual.
En la encuesta actual, realizada durante el mes de febrero de esta año 2016, a la pregunta ¿Qué opinión tiene del PCR en comparación con los partidos actuales?, un 52% ha respondido que prefieren el Partido Comunista, y solo un 18% ha contestado lo contrario. Del resto, un 22% no sabe no contesta, y un 8% piensa que “todos son lo mismo”.
En cuanto a las edades, también se ha producido algo sorprendente, y que no ha debido gustar mucho a los delincuentes que viven a costa del resto de los rumanos desde hace un cuarto de siglo: entre los que afirman que sin duda votarían al PCR si este fuera legal (en Rumania hay que recordar que los jueces del régimen rechazan todos los continuos intentos de registrar al Partido Comunista como partido político), un 60,4% tienen entre 51 y 65 años, algo normal pues fueron los que han vivido en primera persona todo el proceso desastroso que ha significado la imposición del capitalismo y la destrucción de puestos de trabajo, industria y dignidad que ha supuesto, pero, y esto es la novedad, un 40% son jóvenes de menos de 25 años, lo que supone que el futuro se muestra inquietante para mafiosos, criminales y sus esbirros.
Por último, en cuanto a la distribución territorial, también los resultados son de lo más lógico: los que piensan que el PCR es una mejor opción que el resto de partidos liberales, socialdemócratas, conservadores o el resto de marcas aparentemente diversas de la misma ideología bárbara, el capitalismo, se consideran mayoritariamente “de izquierda”, el 60%, mientras que también en su mayor parte son de las zonas más pobres del país, donde más se ha sentido el saqueo de la riqueza y la catástrofe economía y social en Rumania, es decir, en el sur (un 54%).
No hemos de olvidar, sin embargo, que, lamentablemente, la encuesta no investiga lo que representa para los rumanos esa afirmación de que el Partido Comunista es mejor considerado que los actuales de la dictadura capitalista.
Pero si analizamos la evolución del comunismo en Rumania y las encuestas realizadas tras el violento golpe de estado del 89, con total seguridad lo que echan de menos los machacados rumanos es el bienestar material (un trabajo seguro y pagado para no tener problemas para llegar a final de mes, servicios sociales y de ocio accesibles, sanidad y educación relativamente gratuita, etc.), es decir, las garantías ofrecidas por el gobierno socialista frente a la inestabilidad, constante empobrecimiento y barbarie capitalista, pero ni mucho menos el hecho de la participación activa, constante y directa en las decisiones políticas de la fábrica, el barrio, la escuela o la administración política, algo que desde los años 60 dejó de fomentarse y, al contrario, se limitó con cada vez más firmeza.
La separación entre partido y masas, la continua burocratización del sistema y la consiguiente constitución de un socialismo burocrático, fue, no obstante, una de las principales causas de la, por ello, inevitable restauración de la tiranía del capital.
Es decir, lo importante para los rumanos, en su anhelo del pasado socialista, son los logros económicos y las garantías sociales, no tanto el significado político del socialismo como gobierno de los que trabajan, lo que supone, un esfuerzo continuo, un sacrificio enorme y la asunción de la responsabilidad personal en la construcción del comunismo, es decir, de una sociedad justa, igualitaria y realmente libre.
Pero no hay que perder la perspectiva, y aunque evidentemente el bienestar y la seguridad son condiciones irrenunciables del socialismo, si no se pone la política al frente, como enseñó el camarada Mao, nunca podremos avanzar realmente hacia el Socialismo, sino que, como ha sucedido finalmente en todos los países que se auto consideraban comunistas, la restauración del capitalismo acaba siendo inevitable, para beneficio de unos cuantos delincuentes y perjuicio de los trabajadores.
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