Democracy Now!
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
Hace tiempo que Harvey Wasserman, de Columbus, Ohio, viene criticando el voto electrónico. Es coautor del libro What Happened in Ohio: A Documentary Record of Theft and Fraud in the 2004 Election (¿Qué pasó en Ohio?: relato documentado del robo y fraude en las elecciones de 2004). Su próximo libro es The Strip & Flip Selection of 2016: Five Jim Crows & Electronic Election Theft (Expurgar el censo electoral y dar vuela el resultado de las elecciones de 2016: la segregación racial y el voto electrónico para robar unas elecciones).Democracy Now! conversó con él sobre sus preocupaciones vinculadas con la carrera presidencial en curso.
Advertencia: esta trascripción se hizo en forma apresurada; podría no ser la definitiva.
Amy Goodman: –Estamos en Westerville, Ohio, en las afueras de Columbus; en la Universidad Otterbein, donde hoy he estado dando algunas clases, o sea, conversando con algunos estudiantes. Estamos en la OTV, la televisión de Otterbein. Harvey Wasserman, yo quería hablar con usted sobre le voto electrónico...
Harvey Wasserman: –Muy bien.
–... alguna vez ha dicho que en el futuro el voto electrónico podría utilizarse para robar elecciones. ¿Todavía le preocupa esta posibilidad?
–Bueno, en 2004 el voto electrónico fue utilizado para robar las elecciones presidenciales, aquí mismo, en Ohio. John Kerry fue el legítimo vencedor y George W. Bush perdió. El secretario de Estado en ese momento, J. Kenneth Blackwell, y el gobernador, Robert Taft, utilizaron el control que tenían del voto electrónico para darle la vuelta al resultado en beneficio de George W. Bush contra John Kerry.
–¿Cómo sabe eso?
–Nosotros lo vimos... yo me crié aquí, Amy. Nosotros lo vimos todo, con nuestros propios ojos. Nosotros hicimos el recuento. Yo trabajo con un científico de la política llamado Bob Fitrakis. Estamos a punto de publicar otro libro The Strip & Flip Selection of 2016 . Están expurgando el censo electoral... Greg Palast, el gran periodista de investigación está haciendo un muy buen trabajo en relación con esto... están quitando del censo electoral a los afroestadounidenses, a los hispanos, a las personas que pueden inclinar el voto hacia el progresismo; de este modo, en 2004, quitaron a 300.000 personas del padrón electoral, aquí en la zona urbana. Bush ganó por menos de 120.000 votos.
Y este año, en el ámbito nacional, alrededor del 80 por ciento del voto será electrónico. No hay posibilidad de verificar nada. En seis estados clave, los que son capaces de dar vuelta un resultado – Florida, North Carolina, Ohio, Michigan, Iowa y Arizona– tienen gobernadores y secretarios de estado republicanos; no hay manera de comprobar el escrutinio electrónico. Puede ser a medianoche o en cualquier otro momento de esa noche, estos dos tipos pueden ir allí con un técnico informático y dar vuelta el resultado del recuento electrónico en unos 60 segundos. Entonces, todos esos millones y millones de dólares gastados, toda esa gente haciendo campaña pueden ser ignorados mediante una maniobra informática tarde por la noche y no hay manera de saber qué ha pasado.
–Esto no lo hicieron con el presidente Obama en 2008.
–Lo hicieron. Pero Obama tenía demasiados votos. Estaba demasiado lejos. No pudieron... les habría costado demasiado dar vuelta el resultado en demasiados estados [inaudible] creo que Obama ganó por más de 10 millones de votos. El último escrutinio, el definitivo y oficial, dio una diferencia de siete u ocho millones de votos.
–Pero, ¿por qué piensa esto?
–Porque hemos visto cómo pasaba. Cuando comparas los sondeos en boca de urna –que generalmente tienen una exactitud del 1 por ciento– con los resultados electrónicos, hay diferencias enormes. Además, hemos documentado docenas de cosas diferentes que se han hecho durante años para dar vuelta las votaciones electrónicas.
–¿Cómo funciona el voto electrónico? ¿Y quién controla los controles del voto electrónico?
–Bueno, aquí está la clave del asunto. Las máquinas del voto electrónico son propiedad de algunas empresas privadas, que generalmente son de orientación republicana. Y los tribunales han dictaminado que el código fuente de esas máquinas de voto electrónico sea de una marca registrada. Por lo tanto, ni siquiera los gobiernos que compren o arrienden esas máquinas pueden acceder a una verificación final del proceso. Incluso Ronald Reagan dijo, “Confiar, pero verificar”. Nosotros sabemos que el recuento de 2004 fue dado vuelta. Sabemos que en 2000 pasó lo mismo en el condado de Volusia.
–¿Dónde está el condado de Volusia?
–En Florida; cuando Al Gore era el candidato legítimo y George W. Bush ganó la elección. Bueno, solo estoy hablando del más grande...
–¿Y allí había voto electrónico?
–En Volusia sí había. En la parte sur de Florida, se usaban las boletas de papel. Lo único bueno que podemos decir de George W. Bush es que en realidad el pueblo estadounidense nunca lo eligió como presidente. Esta posibilidad la estamos viendo ahora, en 2016, en unas elecciones que en esos seis estados clave, y en cualquier otro sitio, serán dadas vuelta muy fácilmente.
–¿Y cuál, según su opinión, puede ser la solución?
–La solución es que tengamos unas elecciones en las que las boletas se cuenten a mano, una a una, y en todo el país. Unas elecciones en la que la gente pueda controlar el censo electoral, porque hay personas que están siendo eliminadas del padrón electoral, la mayor parte de ellas, por supuesto, afroestadounidenses e hispanos. Pero este año no conseguiremos eso; este año será muy muy difícil, en unas elecciones cerradas, controlar exactamente lo que pase porque son ‘cajas negras’. Tenemos una actriz maravillosa, Bey Harris, que ha estado trabajando con Greg Palast y otras personas; esta gente ha demostrado que en unas elecciones en las que se vota en cajas negras donde el público no tiene acceso alguno no existe un proceso de verificación de los votos electrónicos. Y así estamos transitando esta enorme farsa de una campaña nacional, unas primarias y después una elecciones generales en las que se gastarán cientos de millones de dólares, cuando esa misma noche después de la votación, en 60 segundos, el resultado real puede ser dado vuelta informáticamente en los estados clave sin verificación alguna.
–Si se vota electrónicamente en todas partes, como es el caso ahora, ¿no es así?
–En buena parte, sí.
–¿Cómo protegerse? ¿Qué se puede hacer para que la gente esté segura de que su voto sea contado aunque se utilice el voto electrónico?
–No hay manera. Es imposible comprobar un voto emitido electrónicamente. Hay unas empresas privadas que son las propietarias de las máquinas de votación, y el software de marca registrada impide el acceso del público al recuento real de los votos. Estamos abocados a unas elecciones nacionales en las que no solo se elige un presidente sino también la conformación del Senado y la Cámara de Representantes. Nosotros creemos que en 2014 se robaron tres escaños del Senado –los de North Carolina, Colorado y Alaska– y que los 54 escaños de los republicanos no son legítimos, es decir, su mayoría en el Senado no es legítima. Y esto volverá a pasar. No se trata solo de la presidencia. Nosotros estuvimos... a partir de nuestra experiencia en Ohio en 2004, Bob Fitrakis y yo hemos escrito siete libros sobre esta cuestión. Y otra vez tenemos un gobernador republicano y un secretario de estado republicano. En el escrutinio del voto electrónico, no hay verificación posible de cuál será el resultado; será arbitrario... en último caso, se resolverá a... medianoche, a la 1 de la madrugada de la noche de la votación...
–¿Por que piensa que los republicanos harían eso?
–Oh, no; los demócratas también lo hacen, no lo dude. Yo tengo... nosotros tenemos serias preguntas sobre la forma en que Rahm Emanuel fue reelegido en Chicago, por ejemplo. Y no tenemos ninguna duda de que Scott Walker robó su reelección en Wisconsin.
–¿En qué se basan?
–Nos basamos en el milagroso descubrimiento de varios miles de votos en uno de los llamados problemas informáticos de una máquina de votación que le dio una victoria cuando estaba claro que era una derrota. Ya sabe, es algo que viene sucediendo desde hace tiempo. Estos procedimientos fueron más o menos perfeccionados en el extranjero por la CIA y otros operadores. Los problemas han vuelto. Empezaron en las primarias de 1988, cuando George H.W. Bush utilizó el voto electrónico en New Hampshire para derrotar a Bob Dole. Desde entonces, venimos viendo el uso del voto electrónico en todo Estados Unidos para dar vuelta elecciones después de haber modificado los padrones electorales. Y, ya sabe...
–Cuando dice “modificar los padrones electorales, ¿qué quiere decir?
–Bueno, Grag Palast ha informado acerca de esto. En el 2000 en Florida, antes de las elecciones unos 90.000 votantes, la mayoría negros e hispanos, fueron eliminados del censo electoral, en un recuento ganado por 600 votos. En el 2004 en Ohio, 300.000 votantes principalmente de zonas urbanas fueron excluidos del padrón. Algunas personas se presentaron a votar –como yo lo hice, dicho sea de paso– en el barrio donde vivían... A mí me negaron la posibilidad de voto en ausencia; para reclamar, presentamos una demanda federal, que ganamos y después no sirvió para nada.
Pero la realidad es que ponemos nuestro voto en ‘cajas negras’ y que tanto los gobernadores como los secretarios de estado de aquellos estados que pueden decidir una elección –aunque también en cualquier estado que tenga un gobernador y un secretario de estado del mismo partido, sean demócratas o republicanos–, tienen el poder de, en el marco de la votación electrónica, dar la vuelta al resultado de una elección, ya que no hay comprobación alguna porque los tribunales han dispuesto que las máquinas para votar –de propiedad privada– tengan software registrado. Se trata de una pesadilla. Eso no es democracia. Lo que quiero decir es que Bernie Sanders ha demostrado que las elecciones... que la financiación de la campaña está arreglada, que la economía está arreglada. ¿Por qué no dar un paso más, muy pequeño, y amañar también el voto electrónico?
–Bueno, de momento vamos a dejarlo aquí, Harvey...
–Muy bien.
Harvey Wasserman es periodista independiente y activista antinuclear desde hace varios años.