«Las luchas de liberación nacional de los pueblos yugoslavos justamente ganó la admiración de la gente progresista en todo el mundo.
Pero cuando la guerra había terminado y cuando Yugoslavia fue liberada, los dirigentes del Partido Comunista de Yugoslavia y la camarilla que rodea a Tito comenzaron a pintar un cuadro de la lucha Yugoslava que se mostraba como cualitativamente diferente del movimiento de resistencia de otros pueblos, como el desarrollado por el pueblo francés o el pueblo búlgaro, por ejemplo.
Comenzaron a difundir el mito de que, a diferencia de otros pueblos, los yugoslavos habían sido liberados únicamente por sus propios esfuerzos. Y comenzaron a pronosticar una perspectiva de desarrollo de una Yugoslavia separada e «independiente» de las otras democracias populares y de la Unión Soviética.
En el período posterior a la guerra que cubre de 1945 a mediados de 1948, los líderes titoistas elogiaron a la Unión Soviética y al Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética en sus pronunciamientos abiertos; pero ya en secreto, en sus propios círculos, estaban atacando y difamando a la Unión Soviética; y mediante la publicación de una imagen distorsionada del movimiento de liberación de Yugoslavia, estaban tratando que entre su propio pueblo se restara la importancia y se debilitara su gratitud y admiración por el pueblo soviético y el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética.
¿Pero que podría ser más deformado que un cuadro de liberación de Yugoslavia de la ocupación del Eje y la construcción del socialismo que una Yugoslavia separada e «independiente» de la Unión Soviética?
¿Podría el movimiento de liberación nacional de Yugoslavia haber tomado la forma en que lo hizo y llegar a las proporciones que llegó, si las principales fuerzas de la Alemania nazi no hubieran sido contenidas, rechazadas y luego derrotadas por el Ejército Rojo Soviético?
¿Podrían las fuerzas partisanas yugoslavas que estaban anotando éxitos en las colinas y bosques yugoslavos haber expulsado a los nazis de las principales ciudades sin el Ejército Rojo Soviético? ¿Habrían sido Belgrado y otras ciudades liberadas sin el Ejército Rojo Soviético?
Las tropas soviéticas del segundo y tercer frente ucraniano cruzaron los ríos Drava y Tisza en la segunda mitad de 1944, liberaron a Serbia y Vojvodina, y el 20 de octubre de 1944, lucharon al lado del Primer y Duodécimo Cuerpo del Ejército de Liberación Popular Yugoslavo, liberando Belgrado, la capital yugoslava.
Al comentar sobre el papel del Ejército Rojo Soviético en aquellos días, el jefe del estado mayor de las fuerzas yugoslavas, el coronel general Arso Jovanović, escribió en su folleto: «Operación Belgrado»:
«El gran pueblo ruso ha sido nuestra esperanza y garantía de todas las épocas. Tal fue también el caso en esta ocasión. El Ejército Soviético nos ofreció una ayuda fraternal desinteresada. Los soldados soviéticos derramaron su sangre en el suelo de nuestra tierra natal; en Serbia, en las calles de Belgrado, en Srem.
Del sufrimiento y derramamiento de sangre conjunto se cultivo una unidad y fraternidad invencible entre estos dos países eslavos.
Esta es la única política de orientación extranjera correcta que corresponde a los viejos esfuerzos históricos, culturales desarrollados por nuestros pueblos. Esta es la única garantía de que nuestros pueblos puedan salvarse de la desgracia; y ya ha habido muchas desgracias nacionales en nuestra amarga historia». (Arso Jovanović; Operación Belgrado, 1944)
El coronel general Arso Jovanović conocía y reconocía el papel decisivo del Ejército Rojo Soviético en la liberación de Yugoslavia. Pero por este conocimiento, y sobre todo el reconocimiento franco y abierto de este hecho histórico, acabaría siendo asesinado por la camarilla de Tito.
La liberación de Belgrado fue un golpe mortal a las fuerzas nazis en Yugoslavia y sus aliados colaboracionistas del interior del país. Se capturaron más de 150.000 soldados alemanes y grandes cantidades de equipos. El Ejército Soviético otorgó toda clase de ayuda en la reorganización de las unidades de partisanos para la formación de un ejército moderno y regular. Proporcionó moderno equipo de artillería, tanques y aviones. A petición de los yugoslavos, los expertos militares soviéticos ayudaron a entrenar a estas unidades reorganizadas.
El Ejército Rojo Soviético entregó al Ejército Yugoslavo todo el equipo capturado en Belgrado. Más de diez divisiones de infantería fueron suministradas con armas desde la línea de suministro del Danubio. Cuando en enero de 1945, los alemanes se abrieron paso en el frente de Srem y una vez más amenazaron Belgrado, el Mariscal Tolbukhin desplegó grandes fuerzas en la parte de delante de Hungría, alrededor del Lago Balaton, y rompió la ofensiva nazi.
¿Podrían Yugoslavia o cualquier de las otras democracias populares de Europa del Este haber establecido dichas democracias populares y el curso hacía el socialismo sin la ayuda, la amistad y la protección de la Unión Soviética, la cual solo le salvo a Yugoslavia de la liberación a la manera del imperialismo anglo-estadounidense, que solo les salvó de la intervención imperialista armada como soñaba Churchill?
¿No fue la Unión Soviética la que envió sin demora y, a pesar de la devastación de sus propios territorios, alimentos y ayuda económica de todo tipo en el período más crítico de 1944 a 1945, cuando el Oeste todavía estaba tratando de arrancar concesiones políticas a Yugoslavia a cambio de alimentos para su población hambrienta?
¿Cómo podía si quiera imaginarse ni por un momento, que frente a la embestida codiciosa del imperialismo occidental Yugoslavia podría preservar su independencia, exceptuando en alianza y amistad con la Unión Soviética y las democracias populares?
¿De hecho, que tipo de genuino comunista no habría estado orgulloso y contento de reconocer el papel decisivo de la Unión Soviética en la liberación de Yugoslavia y de su avance hacia el socialismo?
La verdad era que la camarilla de Tito estaba siguiendo un curso burgués-nacionalista, y no un camino marxista, proletario e internacionalista. Aunque en un primer momento y siempre secreto y encubierto, se estaba tratando de separar al pueblo yugoslavo de la amistad y la alianza con la Unión Soviética y otras democracias populares.
Tan pronto como la resolución de la Kominform hizo su aparición, los titoistas empezaron a salir a la luz pública como nacionalistas, removiendo los viejos odios chovinistas que tanto tiempo atrás habían sido usados por los «gran serbios», el viejo chovinismo serbio, contra los pueblos húngaro, rumano, griego y albanés fue girando gradualmente hacía dirigir sus ataques abiertamente hacía la Unión Soviética y el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética.
El cambio de rumbo abierto de los líderes titoistas al nacionalismo refleja sus esfuerzos por restaurar el capitalismo en Yugoslavia; abrieron un camino fatal ante el pueblo yugoslavo de regreso al viejo orden, de llegar a dejar que Yugoslavia se convierta en una semicolonia bajo la órbita del imperialismo occidental:
«La desviación hacia el nacionalismo es una acomodación de la política internacionalista de la clase obrera a la política nacionalista de la burguesía.
La desviación hacia el nacionalismo refleja las tentativas de la «propia» burguesía nacional para restablecer el capitalismo».
(Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1934) (James Klugmann; La resolución de la Kominform; Capítulo del libro De Trotski a Tito, 1951)
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