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Escobar y El Chapo, la canonización de los capos



Esta semana descubrieron una caja fuerte cerrada en la mansión de Miami Beach que perteneció al fallecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

 No tengo la menor idea de lo que había adentro ni me interesa, pero, como la caja de Pandora, la caja fuerte del capo colombiano ha destapado múltiples memorias.

La primera es personal. En 1989, Escobar casi me mata mientras cubría como periodista de televisión la guerra de los carteles en Medellín. Como jefe del Cartel de Medellín, Escobar tenía en la mirilla a los periodistas y mandó a poner una bomba en un restaurante donde cenábamos algunos. 

Todos sobrevivimos, pero la esposa de un productor que nos acompañaba estaba embarazada y perdió el bebé, mi gran amigo el camarógrafo Carlos Corrales aún tiene la cicatriz de la herida que sufrió en la frente. 

A mí la bomba me fracturó dos vértebras lumbares y el hombro, y casi me cercena la mano derecha. 

Puedo caminar y pedalear gracias a la destreza del doctor Barth Green, del hospital Jackson, pero cuando llueve todavía me duele la mano derecha. Por eso, en lo que respecta a personajes como Escobar prefiero la mala memoria. Pero hay que hacer memoria.

Al jefe del Cartel de Medellín se le atribuye un saldo de más de 4,000 muertos y decenas de miles de heridos. Entre los muertos están el candidato a la Presidencia Luis Carlos Galán, un sinnúmero de políticos, jueces y periodistas y las 107 personas que viajaban en el vuelo 203 de Avianca entre Bogotá y Cali y murieron cuando el avión exploto a 13,000 pies de altura gracias a un explosivo que mandó a poner Escobar.

A Escobar le llegó su San Martín hace más de 20 años. Aunque no celebro la muerte de nadie, me es difícil entender por qué celebramos las vidas de personajes tan siniestros y sanguinarios. Después de su muerte, Escobar se convirtió en galán de telenovela con El patrón del mal. En algunos barrios de Colombia aun lo ven como un benefactor.


AHORA TENEMOS A EL CHAPO, EL “MINI ME” DE ESCOBAR Y SU SUCESOR EN LA SIMPATÍA POPULAR ALENTADA POR ENTREVISTAS, NARCOCORRIDOS, TELENOVELAS Y PELÍCULAS

Ahora tenemos a El Chapo, el “mini me” de Escobar y su sucesor en la simpatía popular alentada por entrevistas, narcocorridos, telenovelas y películas. Fue precisamente su afán de llevar su vida al cine y convertirse en estrella de Hollywood lo que llevó a la recaptura de Joaquín Guzmán Loera, el jefe del Cartel de Sinaloa hace dos semanas.

La entrevista que le hizo a El Chapo fugitivo el actor Sean Penn fue una infamia. Como escribió en el diario El País el premio Nobel Mario Vargas Llosa, Penn “fue a entrevistarlo con las respuestas de las preguntas ya fabricadas por su propia frivolidad y cinismo para presentarlo como la víctima de un sistema”.

TAMBIÉN ES REPUGNANTE VER EN TWITTER EL IMPÚDICO COQUETEO DE LA ACTRIZ KATE DEL CASTILLO CON EL NARCOTRAFICANTE MÁS BUSCADO DEL PLANETA

También es repugnante ver en Twitter el impúdico coqueteo de la actriz Kate del Castillo con el narcotraficante más buscado del planeta. En el largo intercambio de mensajes el criminal fugitivo de la justicia juró “cuidarla como a sus ojos”. Pero El Chapo ni pestañeó cuando mandó a matar a miles de personas durante su carrera delincuencial. Increíblemente, a los ojos de muchos es un héroe romántico.

La culpa la tenemos todos porque preferimos trivializar el mal en vez de enfrentarlo. Todos somos igualmente cómplices en la canonización de los capos.

La idolatría por los machos fuertes y los bandidos no es nada nuevo, pero al menos Robin Hood no mató a tanta gente.

Estoy hasta el gorro de las galleticas con cara de El Chapo, de los patrones del mal, de las reinas del sur, de los cínicos actores del norte y de todo ese tolondrón de frivolidad e irresponsabilidad.

Es hora de que los medios busquen la verdad de las víctimas de estos asesinos en masa que también tienen nombres y rostros y voces e historias desgarradoras.

http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/bernadette-pardo/article57400578.html#storylink=cpy

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