El 1 de enero de 2016, el presidente ucraniano Petro Poroshenko pronunció su primera gran rueda de prensa del año.
El anterior primer ministro de Ucrania en tiempos de Yanukovich, Mykola Azarov, realizó una lectura crítica de la habitualmente colorida elocuencia del presidente, realzada por la autocomplaciente y artística actuación.
Azarov calificó el discurso como otro “farol”, otra mentira más que el actual presidente trata de hacer creer al pueblo ucraniano. Azarov apunta que las declaraciones de Poroshenko no suelen estar basadas en ejemplos o datos concretos. Por ejemplo, tal y como afirma Azarov, la afirmación del presidente de que “hemos logrado obtener la estabilidad macroeconómica” se contradice abierta y simplemente con el 50% de inflación que se dio el año pasado en Ucrania.
El presidente interpreta la realidad estrictamente para validar su visión patriótica del país. En este artículo comentaré solo uno de los temas tratados en el discurso: Crimea.
Esta parte me dio la impresión de estar especialmente alejada de la realidad. Al hablar del bloqueo del suministro eléctrico a Crimea por parte de “activistas” tártaros y ucranianos, Poroshenko afirmó que no existe tal bloqueo. Una vez más, todo es culpa de Rusia.
“La otra parte”, subrayó eufemísticamente en presidente, “utilizando como tapadera una encuesta a los residentes en Crimea, se ha negado a firmar el acuerdo [de renovación del contrato de suministro eléctrico de Ucrania a la península], por lo que se ha interrumpido un suministro eléctrico que ha funcionado durante décadas”.
“Creemos que se trata de la continuación de la expansión económica y de pasos dirigidos a la agresión económica contra Ucrania”, afirmó Poroshenko. Expansión y agresión. Son palabras fuertes e intimidatorias.
Y Ucrania, como siempre, es la víctima.
“Estamos dispuestos a reanudar el suministro de electricidad a la Crimea ucraniana”, insistió Poroshenko según la traducción inglesa de su discurso publicada en la web de presidencia (que, por cierto, no es una traducción exacta de las palabras originales en ucraniano).
“Lo haremos si el acuerdo contiene una referencia expresa de que “se suministra electricidad a una empresa situada en la República Autónoma de Crimea, Ucrania”, declaró el presidente ucraniano, que insistió en que hay ciudadanos de Ucrania que viven en Crimea y él intenta no complicar sus vidas.
Claro, por supuesto, está preocupado por las necesidades de los residentes de Crimea día y noche, permitiendo, el 20 de noviembre de 2015 a los “activistas” tártaros, apoyados por la extrema derecha y grupos paramilitares como el Praviy Sektor, destruir con total impunidad las cuatro torres de alta tensión que suministraban energía a la vecina Crimea desde la región de Jerson, en el sudeste de Ucrania.
Estas acciones terroristas dieron lugar a apagones generalizados en Crimea. Más de dos millones de personas se quedaron sin suministro eléctrico o con servicio intermitente. Las autoridades de Crimea pasaron a un régimen de emergencia.
El bloqueo energético supuso una gran dificultad para los residentes en Crimea. Los trolebuses no podían circular, los cajeros no estaban operativos y se perdieron alimentos en las plantas de producción o distribución.
El objetivo del bloqueo energético y de transporte de alimentos a Crimea (este último comenzó el 20 de septiembre y Poroshenko lo convirtió en un bloqueo de transporte comercial completo el 16 de diciembre) era forzar a Rusia a excarcelar a los presos políticos tártaros, detenidos por las autoridades rusas por organizar protestas durante la “primavera rusa” entre enero y marzo de 2014 en Crimea.
Otro de los objetivos era llamar la atención sobre las supuestas violaciones de los derechos humanos de la población tártara por parte de las autoridades rusas. Pero los organizadores del bloqueo no han conseguido nada parecido.
Poroshenko calló durante varias semanas después del derribo de las torres eléctricas en noviembre y no emitió comunicado público alguno en relación a las acciones terroristas de los “activistas”, por lo que dejó al mundo entero preguntándose si apoyaba a esos “activistas” o si simplemente no podía controlarlos.
La web ucraniana Korrespondent apuntó a principios de diciembre que el Gobierno de Kiev se encuentra bajo fuerte presión de los batallones paramilitares para no dar concesión alguna a Rusia en la implementación del acuerdo de Minsk del 12 de febrero de 2015.
Como indicaba Korrenspondent, la ausencia de declaraciones oficiales de Kiev en relación al bloqueo energético a Crimea merma la base legal del Estado ucraniano y da una imagen de Ucrania como un país que se desmorona ante los golpes de los nacionalistas.
Tras el sabotaje de las líneas, Rusia aceleró el proceso de construcción de un nuevo “puente” eléctrico desde Kuban, en la Rusia continental, a través del estrecho de Kerch. El 2 de diciembre, el presidente ruso Vladimir Putin inauguró la primera parte. La segunda fue inaugurada el 15 de diciembre.
Esto ha permitido aumentar la capacidad eléctrica hasta los 400MWT al día según Viktor Plakida, director de KrymEnergo.
El nuevo suministro eléctrico debería estar en pleno funcionamiento el 1 de mayo de 2016. Según Plakida, Crimea es prácticamente independiente de Ucrania en términos energéticos: recibe suministro eléctrico a través del puente energético desde la Rusia continental y produce energía en plantas energéticas con turbinas, energía termal y generadores.
¿Cómo reaccionaron los residentes en Crimea a los actos destructivos, por no decir terroristas, de los “activistas” y milicias nacionalistas de extrema derecha? Difícilmente ha hecho que los residentes de Crimea amen más a Ucrania, sino que ha reforzado su determinación de sobrevivir a este bloqueo. Según una encuesta realizada entre el 31 de diciembre de 2015 y el 1 de enero de 2016 por Centro Ruso de Estudios de la Opinión Pública (VTSIOM en ruso) a petición del presidente ruso, más del 90% de los residentes de Crimea encuestados se mostraron en contra de firmar un nuevo acuerdo de suministro energético con Kiev si ese acuerdo estipulaba que Crimea y la ciudad de Sebastopol son parte de Ucrania.
Los residentes también mostraron dispuestos a aguantar posibles cortes de electricidad en los próximos meses hasta la puesta en marcha definitiva del puente energético.
El acuerdo de suministro eléctrico entre Ucrania y Rusia expiró el 31 de diciembre de 2015, por lo que Ucrania dejó de suministrar electricidad a Crimea a través de la única línea en funcionamiento, que había sido reparada en diciembre.
Fue entonces cuando Putin solicitó la encuesta. El 12 de enero, Rusia interrumpió el suministro de electricidad a Ucrania. Fuentes del Ministerio de Energía de la Federación Rusa afirmaron que Rusia había decidido no renovar el contrato para 2016 ya que el inicio de dicho contrato estaba ligado al suministro de energía de Ucrania a Crimea.
Así que, según la lógica de los acontecimientos, los “activistas” tártaros y extremistas del Praviy Sektor dieron inicio al bloqueo. Bajo presión de las autoridades ucranianas, que a su vez estaban bajo presión de la comunidad internacional para reanudar el suministro de energía a Crimea, los activistas tártaros aceptaron reparar una de las torres.
El Praviy Sektor se retiró del bloqueo a modo de protesta: querían un bloqueo completo. Entonces Rusia reaccionó instalando nuevas líneas eléctricas. Poroshenko interpreta los hechos como le convienen. No es honesto al presentar a Ucrania como víctima de la “agresión energética” rusa.
Sé que los ucranianos pro-europeos y sus defensores podrían argumentar que antes del bloqueo de Crimea se produjo la anexión rusa de la península. A ellos les podría responder que antes de nada de eso se dieron las marchas banderistas bajo el fuego de las antorchas por las calles de Kiev el 1 de enero de 2014, en plena de la revolución de Euromaidan.
O que los insurgentes de Euromaidan agredieron a residentes de Crimea cuando regresaban a casa después de Anti-Maidan en Kiev. O las peticiones del Gobierno de Crimea al entonces presidente Yanukovich a restaurar el orden en las calles de Kiev en diciembre de 2013. O el apoyo de ese Gobierno de Crimea a la decisión del Gobierno ucraniano de posponer la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea.
La idea en la que quiero insistir es que la inmensa mayoría de los residentes de Crimea no apoyaron Euromaidan. Es por eso que Crimea votó a favor de unirse a Rusia en marzo de 2014 en un referéndum que, a pesar de todas las críticas de que fue organizado “a punta de pistola” de los “hombrecillos de verde” rusos, reflejó la voluntad de los residentes en Crimea. Por mucho que Poroshenko apele a “lo ucraniano”, Ucrania ha perdido Crimea para siempre.
La última encuesta sociológica realizada en Crimea y Sebastopol en noviembre de 2015 a petición del Instituto de Estados de la Comunidad de Estados Independientes refleja que la inmensa mayoría aprueba el regreso a Rusia (el 90% de Crimea y el 96% de los residentes en Sebastopol). Al presentar los resultados de la encuesta, el sociólogo Evgeni Kopatko apuntó que los residentes de Crimea se sienten mejor que cuando la península formaba parte de Ucrania. Tienen esperanza, optimismo, confianza.
Los residentes en Crimea tienen esperanza en el desarrollo económico ahora que la península está integrada en la economía rusa y se está construyendo el puente en el estrecho de Kerch (por el momento, el transporte entre Crimea y la Rusia continental se limita a los ferris).
El antiguo primer ministro ucraniano Mykola Azarov calificó de “farol” una mentira más para el pueblo ucraniano, el discurso del 14 de enero de Poroshenko. Azarov está en lo cierto.
La empatía de Poroshenko hacia los ciudadanos de Crimea que se vieron sin suministro eléctrico y alimentos con el apoyo implícito del presidente solo es la punta del iceberg de su hipocresía.
Y al escuchar sus discursos (si es que siguen escuchando), la inmensa mayoría de ciudadanos de Crimea deben de sentirse aliviados al saber que ya no es su presidente.
http://slavyangrad.es/2016/02/08/el-farol-de-poroshenko-y-el-bloqueo-de-crimea/