Extraña leer en uno de los diarios españoles de gran tirada, “El Mundo”, que en “Cuba se ha erradicado la desnutrición aguda grave” en niños y niñas (1).
Esta frase, al final de un extenso reportaje titulado “Guerra abierta contra la desnutrición infantil” (en el mundo), bien parecería un elogio a las políticas cubanas de protección de la infancia.
Pero no. El diario nos aclara muy bien quién ha conseguido dicho éxito en la Isla: ha sido “el buen hacer de (los) centros y de los voluntarios”… de Unicef.
Es un argumento ya clásico para escamonear los logros de ciertos gobiernos “díscolos”. Tiempo atrás, otra importante publicación española, la revista “XL Semanal”, endosaba también a Unicef la reducción en Bolivia de la “mortalidad infantil en un 45 por ciento en cinco años” (2).
Por supuesto, no hacía la menor referencia a que el Gobierno de Evo Morales triplicó el presupuesto de salud pública tras la nacionalización de los hidrocarburos; o a que la cooperación sanitaria de Cuba en dicho país ha sido esencial en el diseño de los nuevos planes de atención de salud.
Es la propia Unicef, en sus informes "Progreso para la Infancia" (3) y “Estado Mundial de la Infancia 2014” (4), quien reconoce que Cuba es el único país sin desnutrición infantil severa de América Latina (5).
Pero en ningún momento se atribuye la responsabilidad de dicho logro, como hace el diario “El Mundo”.
Al contrario, han sido muchos los representantes de este organismo de Naciones Unidas quienes -como el español Juan José Ortiz Bru- han apuntado al esfuerzo y la “voluntad política” del Gobierno cubano: “Cuba ha demostrado que, si hay voluntad política, independientemente de la riqueza del país, la concreción de los derechos de la infancia se puede manifestar plenamente. Cuba es un ejemplo”, decía (6).
Algo que respaldaba, en un reciente programa de televisión, la actual representante de Unicef en la Isla, la italiana Anna Lucía D´Emilio (7):
“Evidentemente Cuba está bastante más adelante que otros países de la región, con tasas de mortalidad infantil y de menores de cinco años que son muy parecidas a las de países del Norte. (…)
Cuba tiene mucho que enseñar sobre lo que es la solidaridad, el apoyo a los más necesitados, el valorar a la gente por lo que es y no por lo que tiene, la honestidad: eso no se puede perder”.
La labor de Unicef en Cuba –igual que en Bolivia- es importante y positiva (8).
Pero no deja de ser un pequeño complemento a los programas públicos en los que se inserta (9).
El reportaje de “El Mundo” refleja la labor de Unicef en varios países del Sur -especialmente de África- donde las políticas de Estado son muy débiles. No es el caso, desde luego, de Cuba.
Y alaba el papel de Unicef en Guatemala, donde “la mitad de los menores de cinco años –leemos- padece desnutrición crónica como consecuencia de los altos índices de pobreza”.
La pregunta es obvia: si en dos países vecinos, como Guatemala y Cuba, actúa Unicef ¿cómo es que en uno las cifras de desnutrición infantil son tan elevadas, y en el otro ha sido erradicada?
En su “Programa país 2014-2018”, Unicef presenta sus líneas de trabajo en colaboración con el Estado cubano, y señala también carencias y problemas a superar (10).
Entre los cuales señala, por cierto, al bloqueo de EEUU que –nos dice- “afecta (…) especialmente a la infancia y la adolescencia, y limita el acceso a fuentes financieras internacionales”.
Pero mencionar esto ya sería demasiado para un medio como “El Mundo”.
Notas:
(2) http://www.cubainformacion.tv/index.php/lecciones-de-manipulacion/50660-como-utilizar-a-unicef-para-tapar-el-exito-del-gobierno-de-bolivia-en-la-reduccion-de-la-mortalidad-infantil
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación